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De espectador a protagonista

Dos amigas se encontraban en la orilla de un río ancho y profundo, contemplando el otro lado del río a lo lejos. Deseaban cruzar porque habían oído que en la otra orilla experimentabas la plenitud y la paz interior, pero no se atrevían. Tenían miedo de no resistir y ahogarse por el agotamiento o por el riesgo de ser arrastradas por alguna corriente violenta del río, ya que no tenían ninguna barca. Sin embargo, una de ellas decidió cruzar el río. Nadó y nadó mientras su amiga la contemplaba. Por fin, observó a lo lejos que había logrado su objetivo, ya que había llegado al otro lado del río.

Al cabo de unas horas, la amiga valiente volvió a cruzar el río con gran esfuerzo. Cuando llegó de vuelta, la mujer que se había quedado le preguntó con avidez qué había descubierto tan importante para su vida. La mujer valiente le dijo que sólo podía beneficiarse si ella misma se atrevía a cruzar el río y llegar a la otra orilla. Pero su amiga le insistió que le contara todo, y así hizo para complacerla. La mujer que no había cruzado obtuvo toda la información que su amiga había recopilado en su experiencia, lo anotó todo con cuidado. Y así se quedó satisfecha.

Al cabo de unos años, ambas mujeres seguían siendo amigas. La valiente que se atrevió a cruzar el río se sentía feliz, plena y llena de paz interior en su vida y sus relaciones, mientras que la mujer que no cruzó seguía presa del sufrimiento, de la ignorancia y de la negatividad, a pesar de que trataba siempre de tener presente todas las enseñanzas que su amiga había compartido con ella de su experiencia en la otra orilla del río. No comprendía por qué seguía sintiéndose infeliz e insatisfecha ya que conocía todo lo que su amiga valiente conocía sobre cómo alcanzar la felicidad, la paz interior y la plenitud. Le parecía que la vida era muy injusta con ella, y sentía frustración y amargura.

¿Qué conclusiones extraes de esta historia? ¿Qué rol adoptas tú? ¿El de la mujer valiente que decide echarse al río y experimentar realmente lo que hay en la otra orilla, a pesar del miedo y del esfuerzo que supone? ¿O el de la mujer que quiere obtener los mismos beneficios pero sin trabajar duro y sin «mojarse» de verdad?

En mi experiencia, la gran mayoría de las personas adopta el rol de la mujer que no cruza el río pero espera obtener los beneficios de la persona que lo ha cruzado. Millones de personas devoran libros sobre autoayuda y crecimiento personal, asisten a charlas de motivación y desarrollo personal, pero luego no se remangan ni se ponen a trabajar verdaderamente en serio en su desarrollo personal. Creen que es suficiente el conocimiento intelectual y teórico de cómo obtener la paz interior y la plenitud. Pero esto es una locura. Aunque quizá el problema principal es que la mayoría de las personas no están dispuestas a hacer el esfuerzo de «cruzar el río«.

Para mí, conseguir paz interior, equilibrio y plenitud en nuestra vida es más un proceso que una meta final. A medida que cruzas el río más y más veces, vas experimentando más y más beneficios. ¿Cómo conseguirlo? ¿Leyendo cientos de libros o escuchando muchas entrevistas en las redes donde los psicólogos mediáticos y gurús nos explican con una receta mágica qué es lo que hay que hacer? Desde luego que no. Esto es útil y valioso para entender la parte intelectual o teórica, a veces ni siquiera eso ya que suelen ser soluciones fáciles y superficiales, pero aunque fueran buenos consejos, nunca sería suficiente. Tenemos que cruzar el río, tenemos que afrontar la incomodidad de mojarnos, de pasar frio, cansancio, miedo, incertidumbre. El que se queda en la orilla mirando está muy cómodo y seguro, pero a la larga será muy infeliz e ignorante.

Cruzar el río significa convertirnos de espectadores en protagonistas de nuestra vida. Significa ponerse a practicar todo lo que nos dicen las personas que han cruzado el río y que han obtenido esos enormes beneficios. Como dice Goenka, el maestro de meditación Vipassana, «Cada persona debe librar su propia batalla interior, sólo uno mismo puede salvarse del sufrimiento y de una vida miserable».

Ser espectador o protagonista es, básicamente, una elección personal que cada uno toma en su vida, con las consiguientes consecuencias. Si estás siendo espectador, estarás haciendo lo siguiente:

  • Leer un montón de libros, asistir a muchas charlas y ver muchos videos…pero no aplicar nada de verdad a tu vida real.
  • Decirle a los demás lo que tienen que cambiar para sentirse más felices y motivados, pero no aplicar esos cambios a ti mismo/a.
  • Quedarte en tu zona de confort, esperando a que los demás cambien o actúen como tú quieres.
  • Seguir en las redes sociales a unos cuantos gurús (o falsos gurús) aplicando las soluciones fáciles y superficiales que ofrecen.

Y si estás siendo protagonista de tu vida, estarás haciendo lo siguiente:

  • Probar en ti la validez de lo que defienden los expertos e integrar como un hábito sólo lo que realmente funciona.
  • Marcarte objetivos y retos ambiciosos a largo plazo (5 años, por ejemplo).
  • Definir y ejecutar acciones alcanzables a corto plazo que te lleven a avanzar a los objetivos a largo plazo.
  • Contratar a un coach para que te ayude a alcanzar tus objetivos.
  • Aprender disciplinas cuya eficacia ha sido validada (por ejemplo, la meditación) y practicarlas todos los días durante años.
  • Tomar decisiones difíciles que te incomodan y te dan miedo.

Evalúa tú mismo/a si estás siendo espectador o protagonista. Valora si estás cruzando el río una y otra vez para probar y experimentar lo que hay al otro lado, o si siempre te quedas esperando y mirando en esta orilla creyendo que ya lo sabes todo.

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.


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Mi retiro de meditación de 10 días

Hace pocos días terminé un curso-retiro de meditación Vipassana de 10 días en total silencio. Desconectado totalmente del mundo, ya que una de las reglas es que debíamos entregar el móvil a los organizadores, que lo guardaban bajo llave durante los 10 días. Así que sin saber nada de lo que sucedía en el mundo, sin conexión a las redes sociales, e incluso sin noticias de mi familia. He participado en otros retiros de meditación en el pasado, pero no han sido tan largos ni tan estrictos con las normas de aislamiento. Así que ha sido un reto enorme desde el punto de vista mental, emocional y físico.

La experiencia ha sido impresionante, transformadora. No se puede explicar con palabras lo que he sentido y experimentado, lo que he aprendido durante los 10 días mirando constantemente hacia dentro, hacia mi interior. Pero claro, ha sido durísimo. De hecho, siempre hay varias personas en este curso-retiro que abandonan antes del final, porque no son capaces de aguantar la exigencia del mismo. La mayoría de las veces es porque ven algo oscuro de sí mismos que emerge del inconsciente, se asustan, y deciden huir porque les da miedo lo que han descubierto. El problema es que eso que ha emergido queda sin sanar, se queda en su interior incluso más enterrado en el inconsciente, generando sufrimiento profundo en sus vidas.

La primera reflexión que hago es que para lograr una vida plena y feliz, hay que trabajar mucho. Y eso es lo que hicimos las 120 personas que participamos en este retiro, trabajar mucho con nuestra mente y nuestro cuerpo, meditando 10 horas diarias sentados. Desde el primer día me dolía todo el cuerpo (rodillas, espalda, cuello, la cabeza).

En el centro de meditación, nada más finalizar los 10 días del retiro.

¿Cual es el verdadero objetivo de este curso-retiro? Aprender cual es la raíz del sufrimiento humano, que es universal, y entrenarse para erradicar dicho sufrimiento. La meditación Vipassana es la técnica que desarrolló Buda hace 2500 años, y que liberó del sufrimiento no sólo a sí mismo, sino a miles de personas en la India a las que enseñó la técnica durante sus años de vida. El maestro birmano Goenka, inspirado por sus anteriores maestros, decidió impartir este curso en el que enseña en toda su pureza la técnica que Buda desarrolló y enseñó. Goenka ayudó también a miles de personas a liberarse del sufrimiento no sólo en la India y Birmania gracias a este curso-retiro de 10 días, sino que dicho curso se expandió por Europa y el resto del mundo, convirtiéndose en referente por su enorme poder transformador y su carácter disruptivo.

Pero evidentemente no es un retiro teórico, sino puramente experiencial. Porque nadie puede salvarnos del sufrimiento con una receta mágica ni 5 claves para ser felices, a pesar de que en nuestra ignorancia caigamos rendidos por ese tipo de recursos superficiales de los tan extendidos «gurús». Sólo uno mismo puede salvarse y erradicar el sufrimiento, trabajando con la técnica horas, días, semanas, años.

Por mi propia experiencia, que llevo practicando este tipo de meditación desde hace 17 años, los beneficios aparecen muy pronto. Por supuesto, no es igual para todo el mundo. Hay personas que empiezan a sentirse menos estresados y más felices a las pocas semanas. Otras personas sienten claros beneficios a los dos meses, pero hay algo científicamente demostrado por numerosas investigaciones: si practicas esta meditación, es seguro que vas a eliminar gran parte de tu sufrimiento y vas a poder disfrutar de una vida mucho más tranquila y feliz.

¿Pero la meditación es para todo el mundo? ¿Todo el mundo vale para meditar? Me he encontrado muchas personas que me han dicho: «Yo no valgo para meditar, porque me distraigo en seguida con mil pensamientos y no puedo poner la mente en blanco». También hay muchas personas que me han comentado: «Bueno, esto de la meditación valdrá para algunas personas, pero no es para todo el mundo. Yo para reducir mi estrés y sentirme bien practico deporte». Estas ideas preconcebidas son totalmente falsas y perjudiciales.

Yo hasta ahora era flexible, y admitía sobre todo el segundo argumento. Que hay gente que no necesita la meditación para sentirse pleno y feliz, y para disfrutar más del presente y tomarse las cosas con serenidad, porque hay otras formas para lograr esto mismo (el deporte, pasar mucho tiempo con los amigos o la familia, practicar un hobby que te requiera mucha concentración, por poner algunos ejemplos). Pero después de este retiro de Goenka, he cambiado mi creencia. La meditación es la única técnica demostrada para erradicar y liberarnos del sufrimiento humano, y cualquiera puede aprender a practicarla y beneficiarse de ella (es decir, todo el mundo es capaz de meditar, no usemos el argumento de «No valgo para meditar» como excusa).

Lo demás son parches que están muy bien, pero que no van a la raíz del sufrimiento. Es como si tenemos un árbol que no está dando buenos frutos y decidimos cortar las ramas, incluso el tronco. Pero si las raíces que están bajo tierra no están bien saneadas, no nos servirá de nada. Al cabo del tiempo crecerán las ramas y volverá a dar malos frutos. Esto es lo que hacemos constantemente los seres humanos: ponemos parches que tienen que ver con soluciones externas. Pero la única solución para alcanzar la felicidad auténtica está en nuestro interior.

¿O es que no hay muchísima gente infeliz a pesar de tener una familia estable, amigos, una posición económica desahogada y un buen trabajo? A montones. Yo lo veo todos los días. ¿Acaso son felices los millones de personas que vemos en terrazas riendo y tomando cervezas con amigos, o las que salen de viaje todos los fines de semana para escapar de sus problemas? En absoluto. Sólo intentan desconectar unas horas, unos días de su sufrimiento. Y luego no les queda más remedio que volver a sus vidas llenas de ira, miedo y frustración.

Quiero aclarar que yo soy el primero al que me encanta pasar tiempo con mi familia, disfrutar de una buena comida en un restaurante, viajar, divertirme con amigos, ir al cine o jugar un partido de padel. No hay nada de malo en ello, siempre que no confundamos la diversión y el entretenimiento con la auténtica felicidad. Porque son cosas distintas. Y por otro lado, si no tenemos paz interior, nunca podremos disfrutar plenamente ni de estar con nuestra familia ni de todo lo demás.

Nuestra mente inconsciente está encarcelada por 2 patrones de conducta: el primero es desear cosas de manera insaciable (experiencias placenteras, diversión, lograr nuestros objetivos, que todo salga según nuestros planes). Como decía Goenka, llega a tal extremo que nos hemos convertido en adictos a desear. El segundo patrón mental es la aversión al dolor (que las cosas no salgan como queremos, no lograr nuestros objetivos, tener una enfermedad, o simplemente estar aburridos en el metro). Usamos todo tipo de estrategias para evitar o huir de lo desagradable o doloroso en nuestras vidas: nos conectamos a Instagram para entretenernos, nos ponemos una serie en Netflix, nos tomamos una pastilla para la ansiedad, nos bebemos unas cuantas cervezas, o nos escapamos de fin de semana. Y ni si quiera somos conscientes de ambos patrones.

Nuestra mente es como un mono salvaje que salta de una rama a otra sin orden ni sentido, una marioneta de los placeres sensoriales y de los pensamientos agobiantes sobre el futuro y el pasado. Mientras no entrenemos a nuestra mente a no reaccionar ante los acontecimientos y experiencias de nuestra vida con esos dos patrones de conducta inconscientes, seguiremos siendo miserablemente infelices, porque dichos patrones aumentan la insatisfacción y la frustración. Sencillamente, porque no podemos conseguir estar todo el tiempo felices y divirtiéndonos, la vida no es eso, y lo sabemos perfectamente.

La meditación Vipassana es una técnica que nos entrena precisamente a que nuestra mente responda a los dos tipos de eventos de nuestra vida (los agradables y los desagradables) con ecuanimidad, y evitando la reactividad automática de nuestra mente inconsciente. Y esa ecuanimidad se desarrolla teniendo siempre presente una ley de la naturaleza incontestable: todo es efímero, todo pasa, todo cambia. Todo es impermanente: los momentos placenteros, los momentos dolorosos, todo pasa.

Ser conscientes de la impermanencia de nuestra existencia nos puede ayudar enormemente a ser más ecuánimes, y a vivir con más sabiduría. En definitiva, Vipassana no sólo es una técnica para afinar y concentrar a nuestra mente (ese mono salvaje que salta de una rama a otra constantemente, marioneta de los placeres sensoriales y de los pensamientos estresantes sobre el futuro y el pasado), no sólo nos ayuda a comprender en profundidad la vida y la raíz del sufrimiento. Es el arte de vivir una vida consciente, plena y auténticamente feliz.

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.


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Soltar la negatividad de tus pensamientos y emociones ¿Se puede?

Las emociones difíciles y negativas forman parte de la vida y no podemos evitarlas. De hecho, son algo esencial para nuestra supervivencia como seres humanos, y siempre nos proporcionan mensajes importantes que necesitamos escuchar para mejorar nuestra vida y nuestras decisiones. No obstante, cuando las emociones nos desbordan y perdemos el control necesitamos entrenarnos en herramientas o disciplinas que nos ayuden a tomar el control y reducir la intensidad de dichas emociones. Porque cuando sentimos mucha angustia, ansiedad, tristeza extrema o estrés, no somos capaces de pensar con claridad y normalmente tomamos peores decisiones.

En el vídeo de este post te guío en una meditación específicamente diseñada para esos momentos en los que estamos desbordados por las emociones negativas y por los pensamientos irracionales catastrofistas, lo cual nos genera mucho sufrimiento. Necesitamos salir de esa espiral tóxica para tomar el control, soltar la negatividad y potenciar las emociones contrarias, como la calma, la serenidad, la ecuanimidad, la alegría o la plenitud. Puedes practicar esta técnica mientras ves el vídeo, y cada vez que lo necesites, con o sin la guía. Insisto que el objetivo no es eliminar una emoción negativa que estés sintiendo, sino reducir su intensidad para poder retomar el control sobre nuestra vida, nuestras conductas y decisiones. ¡Espero que te ayude para los momentos críticos o muy difíciles!

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Cómo gestionar la incertidumbre

Coincidirás conmigo en que vivimos en un mundo totalmente incierto y en constante cambio, ya que no podemos predecir qué va a suceder ni siquiera mañana. De hecho, mañana nuestra vida puede dar un vuelco brutal y cambiar para siempre por un hecho concreto, y dicho vuelco puede ser a peor pero también a mejor. La incertidumbre, aunque ha formado parte de la existencia del ser humano desde sus antepasados, ha aumentado en los últimos años exponencialmente, a causa de los avances tecnológicos sin precedentes y la globalización. La pandemia, la guerra de Ucrania, la amenaza del cambio climático o casi cualquier evento conflictivo en cualquier parte del mundo nos afectan, generándonos estrés, ansiedad y miedo.

Pero además en nuestras vidas sufrimos una alta incertidumbre a nivel profesional y laboral tanto si trabajamos como empleados en una empresa como si dirigimos nuestra propia empresa, ya que en cualquier momento nos podemos quedar sin trabajo o sin clientes. También sufrimos incertidumbre a nivel financiero, puesto que dependemos no sólo de nuestra capacidad de gestionar bien nuestros ingresos y gastos, sino del estado de la economía nacional y mundial (tenemos el claro ejemplo de la altísima inflación actual y la subida estratosférica de la electricidad, que afecta directamente a nuestra economía personal). También vivimos con ansiedad e incertidumbre otros aspectos cruciales para nuestra estabilidad emocional como nuestra salud y la salud de nuestros familiares más cercanos. Todos sabemos, y yo lo he vivido en primera persona, que tenemos la ilusión de que estamos sanos y de pronto un día, en una revisión rutinaria, nos pueden descubrir algo grave como un cáncer, o podemos sufrir un infarto repentino.

Nuestro cerebro busca constantemente la seguridad y la estabilidad, de modo que una constante y altísima incertidumbre y volatilidad en todos los ámbitos de nuestra vida nos provocan altos índices de estrés. Y no es el estrés funcional y positivo, que es el que nos alerta de peligros reales y efímeros de modo que podamos actuar y reaccionar para sobrevivir. La constante incertidumbre nos genera el llamado estrés crónico, que es devastador para nuestra salud mental.

Por tanto, la pregunta urgente es ¿Se puede manejar o gestionar la incertidumbre, y reducir el estrés crónico que nos produce?

Afortunadamente, tenemos recursos, disciplinas y técnicas a nuestro alcance que pueden ayudarnos a gestionar la sensación de que no tenemos un suelo estable sobre el que pisar. Voy a detallar 4 alternativas efectivas para manejar con mayor sabiduría y equilibrio lo incierto y volátil de nuestras vidas.

  1. Crea un plan B, incluso un plan C. Si quieres estar tranquilo y seguro, un buen recurso es crearte un plan B o incluso un plan C para todos los ámbitos de tu vida. Esto significa dejar de ser un ingenuo creyendo que todo va a salir según tus planes. Esto casi nunca sucede. Por eso, debes ir trabajando en un plan B de forma constante, por si sucede lo peor. Esto tiene que ver con el denominado análisis pre-mortem, en el que imaginamos qué es lo peor que puede suceder, y en base a ese escenario dramático posible, generamos planes que puedan minimizar el daño o incluso eliminarlo.
    Por ejemplo, en el plano financiero ¿Tienes un buen colchón de ahorros como para poder vivir sin ingresos durante al menos un año? ¿Tienes dinero invertido en buenos productos de inversión que te permitan al menos igualar a la alta inflación que está minando el valor de tu dinero en estos momentos? Si has respondido «no» a cualquiera de esas dos preguntas, no tienes un plan B ni un plan C. Y te encuentras en una situación de alto riesgo.
    En el ámbito profesional, ¿Te estás formando de manera continua en habilidades profesionales o herramientas que potencien tu empleabilidad y tu marca personal en caso de que te despidan de tu empresa? Si no lo estás haciendo, no tienes un plan B y eres muy vulnerable. En todos los ámbitos importantes de nuestra vida necesitamos al menos crear un plan B (y aún mejor un B y un C) por si el plan A no funciona. Esto nos proporcionará una solidez y estabilidad emocional tremenda que nos ayudará a tomar mejores decisiones e incluso a tomar mayores riesgos que nos lleven a lograr mayores éxitos.
  2. Focalízate en lo que depende de ti. Puede sonar obvio pero no es tan obvio cuando normalmente no lo hacemos. Centramos demasiado nuestra energía en lo que no depende de nosotros, permitiendo la sobreexposición a los medios de comunicación y redes sociales, que aumentan nuestra ansiedad de manera espectacular porque interiorizamos la creencia de que no podemos hacer nada con todo lo que sucede en el mundo. Vivir centrado en todo lo que no depende de nosotros nos genera una parálisis total, que nos impide tomar decisiones y salir del estado de ansiedad. La mejor manera de salir de este círculo vicioso es hacerse la pregunta «¿Qué puedo hacer/cambiar/mejorar yo respecto a este problema o situación?» Y ponerse a ello con proactividad. A veces podemos tomar decisiones que cambien drásticamente nuestra situación (como por ejemplo, creando nuestro plan B) y otras simplemente debemos ser muy selectivos con lo que permitimos que entre en nuestra mente (exceso de información nefasta, exceso de tiempo viendo redes sociales, exceso de grupos de WhatsApp con un montón de material tóxico, etc.). En cualquier caso, tomar decisiones nos libera de un montón de estrés y ansiedad. Y por ello, es esencial no tener miedo a tomar una decisión equivocada, porque muchas veces lo peor es no tomar ninguna decisión.
  3. Recuerda siempre el mantra: «Esto también pasará». Las enseñanzas budistas nos hablan desde hace miles de años de una ley universal de la existencia: la impermanencia. Es decir, que todo es efímero, que todo cambia constantemente, que todo pasa. Hoy en día lo llamamos volatilidad y no nos gusta, pero podemos hacer que sea nuestra amiga, especialmente en momentos críticos o etapas muy duras e inciertas como la pandemia, repitiéndonos el mantra «Esto también pasará», porque indudablemente, sea lo que sea, va a pasar, sencillamente porque es una ley universal de la vida. La pandemia terminará, la guerra de Ucrania también, pero surgirán nuevos conflictos y crisis de todo tipo que pondrán a prueba nuestra resiliencia. Recordemos en esos momentos la ley de la impermanencia y honremos dicha ley, aceptando que la vida es incierta y cambiante, aceptando la vida tal como es. Y repitámonos el mantra «Esto también pasará.» ¡Ojo! La impermanencia también se debe aplicar a las etapas y momentos de felicidad, es decir, lo bueno también pasará tarde o temprano, por lo que repetirse el mantra también en las etapas exitosas y felices nos aportará más sabiduría y serenidad para disfrutar sin caer en la euforia excesiva o en un delirio de ceguera. Ya sabes, cuanto más alto subas, más dura será la caída.
  4. Incorpora la meditación mindfulness. Si existe una disciplina que nos puede ayudar enormemente a gestionar la incertidumbre es la meditación mindfulness, ya que se trata de un entrenamiento mental para ser capaces de estar más tiempo en el momento presente, en el aquí y ahora, con aceptación y sin juzgar. Al focalizarnos más en el presente, dejamos de ser una marioneta de nuestra mente divagadora, constantemente pensando en el futuro o rumiando el pasado con sus pensamientos. Además, la mayoría de los pensamientos de futuro son negativos, generadores de preocupación, miedo y ansiedad («¿Y si…?»). Y en cuanto a los pensamientos de pasado, también suelen ser negativos, relacionados con errores o malas experiencias que no acabamos de digerir y seguimos rumiando como las vacas («¿Por qué…?»). Estudios de la Neurociencia han demostrado que la práctica del Mindfulness reduce la red neuronal por defecto del cerebro, que tiene que ver con la tendencia a divagar y a estar perdidos en nuestros pensamientos agobiantes de futuro y pasado, y al mismo tiempo aumenta la red neuronal experimentadora, que tiene que ver con experimentar el presente, nuestras sensaciones corporales y los 5 sentidos. Es decir, que pasamos mucho menos tiempo estresados con nuestros pensamientos y mucho más tiempo viviendo el presente, sin esa contaminación mental.

En definitiva, la incertidumbre forma parte de nuestra vida y el mundo en el que vivimos, no depende de nosotros, así que más vale aceptarla como parte de lo que significa vivir. Sin embargo, hay estrategias y disciplinas con las que podemos minimizar y manejar eficazmente el estrés y el miedo que nos ocasiona la incertidumbre. La clave es focalizarse en lo que podemos controlar, tomar decisiones, practicar la meditación mindfulness todos los días, tener siempre un plan B e incluso un plan C, y a partir de ahí, confiar en que las cosas siempre pasarán, y finalmente todo irá bien.

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.


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Los niveles de conciencia y la felicidad

El ser humano lleva buscando la felicidad desde hace miles de años, después de haber logrado cubrir sus necesidades básicas fundamentales. Y a estas alturas de su historia, aún no nos ponemos de acuerdo en cómo alcanzar la deseada e idealizada felicidad. No faltan gurús que dicen tener el secreto de dicha felicidad duradera lanzándonos recetas pobres, superficiales y muchas veces tremendamente cursis. «El secreto de la felicidad es aprender a amar» dice uno de esos gurús. «La clave es ser agradecidos y dar las gracias por la vida, que es maravillosa» nos dice otro gurú. Esto está muy bien, pero ¿Eso es todo? Estos seudogurús dan consejos como si la vida no tuviera la otra cara oscura, que es al menos igual de importante y por la que justificadamente podríamos también decir que la vida es una tortura o una lucha llena de sufrimiento. Seudogurús hay muchos en las redes sociales, incluyendo colegas de mi profesión de coaching o algunos profesores de mindfulness.

Desde luego, siempre hay aportaciones interesantes y que aportan claridad por parte de grandes maestros espirituales, así como de algunos reconocidos psicólogos. Pero siempre estas personas, que realmente nos ofrecen luz sobre cómo ser más felices y sentirnos mejor con nuestras vidas, hablan de manera realista, aterrizada, humilde, y contemplando las dos caras de la vida: la maravillosa y la horrorosa. No hablar de la segunda como si no existiera genera una gigantesca frustración y ansiedad en millones de personas porque creen que sólo los gurús y personas especiales son capaces de ser felices, y sin embargo ellos son torpes y miserables que sufren cada día sin saber qué hacer con su vida.

En mi experiencia, sin lugar a dudas, me ha ayudado definitivamente la perspectiva de estos maestros que hablan claro, sin florituras ni adornando las cosas ni vendiendo una especie de receta mágica. Y todos ellos se focalizan en un aspecto clave, que es elevar nuestro nivel de conciencia. Porque cuanto más elevado sea nuestro nivel de conciencia sobre uno mismo, sobre la vida y sobre nuestras relaciones, no cabe duda que seremos más felices. Con la reserva de que la felicidad no es un estado permanente, sino un estado al que se va y se viene, igual que el dolor y el sufrimiento.

¿Y qué es el nivel de conciencia? Para explicarlo de manera sencilla, funcionar en piloto automático es justo lo contrario de vivir con consciencia nuestra vida. Y vivir en automático es una auténtica pandemia. La gente vive corriendo, como pollos sin cabeza, sin ser consciente de todo lo que sucede a su alrededor, y mucho menos de lo que sucede en su interior (sus emociones, pensamientos, creencias, valores, juicios, sesgos). Cuando vivimos con tal nivel de inconsciencia, lo normal es que vivamos estresados, ansiosos, ignorantes, enfadados, deprimidos y eso sí, haciendo cosas todo el día sin pararnos a reflexionar o a simplemente descansar y «no hacer» nada.

Precisamente cuando dejamos de hacer cosas sin parar y nos permitimos «no hacer» empezamos a darnos cuenta de muchas cosas. Pero claro, algunas de esas cosas no queremos verlas, nos asustan, nos deprimen, y por tanto inventamos un montón de estrategias para huir de nuestros problemas y preocupaciones. Estas estrategias no hacen más que empeorar nuestro estado emocional, ya que huir y escapar de nuestros problemas y miedos es igual que escapar de nosotros mismos. Es el equivalente a la inconsciencia, a vivir con un nivel nulo o bajísimo de consciencia. Este es el motivo por el que, básicamente, sufrimos.

¿Y cómo subimos en la escala de los niveles de conciencia? Hay reconocidos maestros espirituales como el Dr. David R. Hawkins, autor de libros de referencia como «Dejar ir», que han creado su propia escala de niveles de conciencia, detallando qué actitudes y conductas están relacionadas con cada nivel de conciencia. Pero más allá de modelos o escalas, para mí la clave es saber que el secreto para vivir una vida plena y razonablemente feliz es elevar nuestro nivel de conciencia. Y desde luego, hay disciplinas y estrategias probadas para ayudarnos a este objetivo. Así transformamos el objetivo clásico de la humanidad desde hace miles de años de alcanzar la felicidad por un objetivo mucho más alcanzable y concreto como es el de ir aumentando progresivamente nuestro nivel de conciencia.

Las disciplinas probadas que mencionaba, y que yo mismo he experimentado durante los últimos 17 años de mi vida, son la meditación y el coaching. Cuando hablo de meditación, incluyo distintas variantes como la meditación zen, el mindfulness o la vipassana, que en el fondo son casi lo mismo. Y respecto al coaching, hay diversas formas de lograr aumentar nuestro nivel de conciencia: una es formarse como coach con un programa largo y profundo, y la otra forma es contratar a un coach para realizar un proceso de coaching. Tanto el coaching como la meditación tienen un pilar básico fundamental: generar y elevar conciencia. Y esto significa que gracias a practicar con regularidad (y guiados por los maestros o expertos de confianza, no los seudogurús que proliferan tanto en las redes) vamos a ir saliendo del piloto automático, comenzaremos a cuestionarnos por qué y para qué hacemos las cosas. Y también iremos despertando y descubriendo quienes somos realmente, más allá de etiquetas, roles, creencias e ideas preconcebidas generadas por la cantidad de programas mentales que nos han introducido desde la infancia.

Elevar el nivel de conciencia implica despertar a una visión nueva de la vida. Implica dejar de hacernos las víctimas en nuestra vida, hacernos responsables de nuestros errores y malas decisiones, reconocer nuestros puntos débiles y no culpar a nadie de lo que nos sucede en la vida. También implica ir descubriendo enormes tesoros, como la increíble sabiduría que habita en cada uno de nosotros, el enorme potencial que tenemos como seres humanos, algo que ni podíamos imaginar cuando estábamos inmersos en el piloto automático, quejándonos de todo, haciéndonos la víctima, manipulando, mintiendo y haciendo cosas sólo para gustar y ser aceptados socialmente. Y aquí empezamos a salir de nuestro mundo egocéntrico y de nuestra ignorancia y arrogancia, y empezamos a descubrir una realidad paralela, sólo disponible para aquellas personas privilegiadas que han descubierto estas disciplinas y las han practicado con regularidad (meditación, coaching), y que gracias a ello acceden a esa nueva dimensión donde comprenden en profundidad la vida, y en consecuencia, honran determinadas leyes fundamentales de la existencia. Estas personas han despertado de la anestesia mental y emocional masiva.

Desgraciadamente, la mayoría de las personas del planeta viven en una nube de ignorancia e inconsciencia que es la causa principal del sufrimiento y la infelicidad. La buena noticia es que cada vez más personas conocen y se abren a las disciplinas mencionadas. Tanto el coaching como la meditación han cambiado mi vida por completo, y también han transformado el concepto de mí mismo y de mi identidad como ser humano. Pero claro, esto no es un destino sino un camino de aprendizaje para toda la vida. Es decir, se trata de ir trabajando en nuestro autoconocimiento y nivel de conciencia de manera continua hasta el final de nuestra existencia. Y cuanto más alto sea nuestro nivel de conciencia, más felices seremos y más disfrutaremos del regalo de la vida tal y como es, abrazando tanto la parte luminosa como la parte oscura, que existe y es real. No neguemos la parte oscura de la vida y entonces tendremos toda la luz, aunque suene paradójico.

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.


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Vivir sin arrepentirse de nada

El último post del año lo dediqué a introducir los enormes aprendizajes que obtuvo Bronnie Ware después de dedicar más de 10 años de su vida a cuidar a enfermos terminales. Bronnie escribió el libro «Los 5 principales arrepentimientos de las personas moribundas» y se convirtió en un éxito de ventas mundial. Repasemos brevemente las 5 principales razones por las cuales los seres humanos nos arrepentimos, algo que aprendió Bronnie con muchos de sus clientes, con los que llegó a entablar relaciones muy profundas.

  1. No haber mantenido el contacto con los amigos auténticos.
  2. No mostrarnos tal y como somos y no expresar nuestros sentimientos a las personas importantes de nuestra vida.
  3. Dedicar demasiado tiempo y energía al trabajo.
  4. Vivir la vida que esperan los demás de nosotros, no la que realmente deseamos.
  5. No darnos el permiso de ser felices, no darnos cuenta de que es una elección de cada día.

Sobre los dos primeros, puedes leer el post «Las 5 decisiones más importantes de nuestra vida» que publiqué hace un mes. En este post me centraré en los otros 3 arrepentimientos, siempre dándole la vuelta con el fin de extraer la decisión clave que necesitamos tomar aquí y ahora, no dentro de un mes ni dentro de un año. Porque la vida no nos espera, lo seguimos comprobando casi cada día. El problema es que creemos que todos vamos a vivir hasta los 80 o 90 años, y por eso no vemos la urgencia de tomar determinadas decisiones con total compromiso. Hasta que un día ya es demasiado tarde, ya no hay tiempo, y de ahí viene terminar nuestra vida de forma muy triste, arrepintiéndonos de no haber tomado determinadas decisiones. Así que en base a los arrepentimientos, veamos las otras 3 decisiones cruciales de nuestra vida:

  1. Mantener un equilibrio entre el tiempo dedicado a tu trabajo y el tiempo dedicado a tu vida personal. Mucha gente dedica demasiado tiempo al trabajo, a intentar lograr una carrera profesional exitosa, a ganar más dinero, etc. Y no hay nada malo en ello, siempre que no estemos sacrificando otros aspectos importantes de nuestra vida. Está claro que el tiempo es limitado, sólo tenemos 1440 minutos al día incluyendo el tiempo para dormir. Y si dedicamos muchas horas al trabajo, estaremos quitándoselo a nuestro tiempo personal para descansar, para nuestras aficiones, para estar con nuestra familia o amigos. Una de las cosas más importantes que he aprendido en mi vida es que si te obsesionas demasiado con un ámbito de tu vida, tu vida se desequilibra, y eso empieza a generarte problemas y agujeros por donde se te va la energía, la motivación y la felicidad. Por eso, una gran decisión es poner límites a tu trabajo. Bronnie tuvo más de un cliente al que le apasionaba su trabajo y por eso se volcó totalmente en él, y aun así, se arrepintió al final de su vida porque su relación con las personas más queridas se había deteriorado para siempre. Así que el hecho de que te encante tu trabajo no justifica el hecho de que desequilibres el resto de áreas vitales.
  2. Vivir la vida que realmente quieres, y no la que esperan los demás o la sociedad de ti. Es evidente que la sociedad en la que crecemos tiene sus reglas y creencias de lo que es una persona exitosa y una persona fracasada. Desde niños se nos va introduciendo sutilmente una programación mental que tiene que ver con lo que se considera correcto y lo que no, lo que está bien y lo que está mal, lo que es verdad y lo que es mentira. Y por supuesto, nunca llegamos a cuestionarlo y eso conlleva vivir acorde con una serie de ideas preconcebidas que muchas veces nos encierran en una prisión que nos hace realmente infelices. Por eso, es necesario tomar la decisión de ser valientes y no dejarnos influenciar por los demás respecto a la vida que queremos vivir, lo que queremos estudiar, en lo que deseamos trabajar, etc. Porque esa es nuestra vida, y es nuestra única vida. Tenemos derecho a elegir cómo queremos vivir. Pero muchas personas querrán cambiarnos, querrán moldearnos con sus rígidas ideas y expectativas, querrán que vivamos la vida que consideran mejor o incluso la vida que no pudieron vivir. No lo olvides, sigue a tu corazón a la hora de tomar las decisiones vitales importantes de tu vida. Por supuesto, escucha todas las opiniones y perspectivas, pero luego eres tú quien tienes que decidir tu camino, nadie más (ni tus padres, ni tu pareja, ni tus amigos ni nadie).
  3. Elegir ser feliz aquí y ahora, darte el permiso de ser feliz hoy, porque es una elección diaria que todos podemos tomar. Es habitual escuchar a todo el mundo quejarse de prácticamente todo, y también juzgar y criticar a los demás. Parece que nunca estamos satisfechos. Cuando llueve nos quejamos porque es incómodo, y cuando no llueve nos preocupamos porque hay sequía. Y así con todo. Cuando conseguimos un objetivo, inmediatamente pensamos en el siguiente. Y solemos perdernos el momento presente porque, o bien estamos dándole vueltas amargamente a un acontecimiento del pasado que ya no se puede cambiar, o bien estamos preocupados por algo que podría suceder en el futuro pero que normalmente no llega a suceder. Todas estas tendencias provienen de nuestra mente limitada, que nos tortura constantemente con su tremenda negatividad y miedo, lo cual nos lleva a vivir una vida pobre y miserable, aunque tengamos sobrados motivos para sentirnos agradecidos y felices. Las personas antes de morir adquieren una sorprendente y repentina sabiduría, y se dan cuenta de este cotidiano amargor absurdo en el que está sumergido el ser humano. Por eso, es importante que tomes la decisión (porque sí, es una decisión personal) de ser feliz ahora mismo, no cuando tus hijos se independicen o tengan un trabajo estable, no cuando te jubiles, no cuando tengas más dinero, no cuando te hagan jefe ni cuando ganes la lotería. Date el permiso de ser feliz ahora mismo, elige la gratitud por las pequeñas cosas cotidianas hoy y cada día del resto de tu vida.

Vivir una vida plena y llegar al final de nuestra existencia sin arrepentirnos de nada es difícil aunque posible. Podemos aprovechar las lecciones que nos han dado las personas que han compartido su vulnerabilidad y sus arrepentimientos, para no repetir sus errores. Ese es su legado, y es nuestra responsabilidad aprovecharlo. Te invito a poner en práctica esta semana las 3 decisiones vitales de este post, con las siguientes preguntas:

  • ¿Dedicas demasiado tiempo a tu trabajo? ¿Te gustaría tener más tiempo para tus hijos, o para estar con tu pareja, o simplemente para cuidarte, para hacer más deporte o para tus aficiones? Entonces es momento de empezar a poner límites. Comienza a salir media hora antes de tu trabajo todos los días, y poco a poco ve adelantando la salida para ir dedicando más tiempo a otras facetas de tu vida. Trabaja para vivir, no vivas para trabajar. Aunque te encante tu trabajo.
  • ¿Estás trabajando en lo que realmente te apasiona? ¿Te gustaría formarte en una vieja pasión olvidada? Nunca es tarde, puedes empezar a vivir la vida que realmente quieres, no la que los demás te han impuesto sutilmente. Apúntate a un curso de una actividad que te motive (baile, teatro, coaching, pintura, etc.)
  • ¿Sueles perderte en preocupaciones por lo que pueda pasar en el futuro? ¿Te sientes irritable o con ansiedad en tu día a día? Una de las prácticas demostradas más efectivas para disfrutar más el momento presente es la meditación mindfulness. Ahora tienes una oportunidad única porque estás a tiempo de inscribirte al curso MBSR de mindfulness, ya que empezamos el 24 de enero y aún hay plazas (en el siguiente párrafo tienes un link con información detallada). Si te interesa, puedes apuntarte al webinar gratuito de presentación del curso el 17 de enero a las 19 h. escribiendo un e-mail a carmen.celemin@execoach.es

Ya está abierta la convocatoria para la 2ª edición del curso «MBSR (Reducción del estrés con Mindfulness)» que impartiré online desde mediados de enero a marzo. Mira en el link toda la información. Curso MBSR online

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.

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Las emociones en la toma de decisiones

Todos necesitamos tomar muchas decisiones a lo largo de nuestra vida, tanto personales como profesionales. Y algunas de ellas son verdaderamente importantes o incluso pueden marcar nuestra vida de manera positiva o todo lo contrario. Por eso, es fundamental que demos la importancia que se merece al impacto de nuestras emociones en la toma de decisiones. Repasemos algunas de las emociones que afectan más a nuestras decisiones.

  • El miedo. Está claro que el miedo impide que tomemos muchas decisiones. Miedo al fracaso, miedo a sufrir, miedo al ridículo, miedo a ser rechazado socialmente. Estos miedos y otros muchos de los que no somos conscientes nos condicionan gravemente y evitan que avancemos hacia nuestras metas y sueños. Por ejemplo, el miedo al fracaso nos impide arriesgarnos y tomar la decisión que necesitamos, como dejar un trabajo desmotivante y lanzarnos a buscar un trabajo que realmente haga honor a nuestras fortalezas y pasiones. El miedo a la soledad puede tenernos esclavizados en una relación tóxica o simplemente que no nos aporta felicidad. Y el miedo a que nuestros hijos sufran puede hacer que tratemos de controlarlos demasiado y generarles estrés y una presión excesiva. También el miedo afecta negativamente a algunas decisiones financieras que tomamos, por ejemplo si vendemos unas acciones de la Bolsa cuando su valoración ha bajado (los expertos dicen que ese es el peor momento para vender porque perdemos dinero, así que nos aconsejan que esperemos a que vuelvan a subir para vender).
  • El enfado. Cuando estamos rabiosos o irritados por una situación frustrante o por una conducta de otra persona que nos ha enfadado, tomamos decisiones precipitadas de las que luego nos arrepentimos. Así como el miedo normalmente nos inhibe e impide tomar decisiones, el enfado tiene el efecto contrario, es decir nos hace tomar decisiones que no deberíamos, con el calentón. Estas decisiones normalmente nos hacen perder credibilidad ante los demás, deterioramos las relaciones tanto en el trabajo como en nuestra vida personal, nos hacen perder influencia hacia los demás y finalmente pueden provocar el aislamiento y la falta de confianza hacia nosotros.
  • La tristeza. Es una emoción que si no la dominamos puede llevarnos a la pasividad, a la apatía, y a no tomar decisiones necesarias para nuestro bienestar o para nuestra carrera profesional. La tristeza nos lleva a teñir el mundo de pesimismo y eso nos influye porque no hacemos nada por cambiar una situación difícil de la que necesitamos salir. Por ello, el efecto más habitual de la tristeza es inhibir nuestra capacidad para la toma de decisiones.
  • La alegría. Puede sorprenderte que la alegría pueda afectarnos negativamente en la toma de decisiones pero es así cuando no la modulamos o equilibramos su intensidad, como ocurre con cualquier otra emoción. Cuando estamos eufóricos y entusiasmados porque todo nos va sobre ruedas y hemos tenido una sucesión de éxitos o experiencias positivas, tendemos a tomar decisiones poco reflexionadas, sin sopesar que las cosas tarde o temprano cambiarán. La alegría excesiva nos puede nublar el juicio, y convertirse en una venda en los ojos que nos impide ver las cosas con realismo y eso nos lleva a tomar malas decisiones que luego tienen consecuencias. Si volvemos a las decisiones financieras, la excesiva alegría o confianza puede perjudicar nuestra solvencia económica si invertimos en Bolsa cuando está en niveles muy altos y hay mucha euforia. Una vez más los expertos nos dicen que tomemos la decisión contraria a la que nos dicta la emoción: no comprar porque probablemente no suba mucho más o incluso empiece a perder valor.

Entonces ¿Qué es lo que debemos hacer con las emociones para poder tomar las decisiones más beneficiosas para nuestra vida? En primer lugar, es crucial permitirnos sentir todas estas emociones ya que son normales y muchas veces son totalmente necesarias. Si nos entrenamos en permanecer conectados con nuestras emociones, seremos más conscientes del efecto que pueden tener en nuestras decisiones. Además, a veces cualquiera de las emociones mencionadas puede ser necesaria precisamente para tomar la mejor decisión.

El miedo no siempre es negativo, no estoy de acuerdo con quien dice que debemos superar nuestros miedos porque son ficticios (es lo que dice el conocido ejecutivo de Google Mo Gawdat en su libro «El algoritmo de la felicidad»). No es verdad. Nunca dejaremos de tener miedos porque forma parte de nuestra esencia como seres humanos, y esto es bueno y necesario para la toma de decisiones. Si no tuviéramos miedo, también tomaríamos decisiones absurdas y precipitadas que nos generarían un elevado sufrimiento, así que olvídate de estos consejos ridículos de que podemos vivir y tomar decisiones sin tener miedo. Una cosa es evitar la parálisis que genera el miedo cuando no lo gestionamos, y otra cosa muy distinta es no escuchar la emoción del miedo cuando aparece en nuestro interior. Igual que la tristeza, la ansiedad, la rabia o la alegría, debemos permitir que emerjan nuestras emociones y escuchar el mensaje que quieren darnos, porque pueden ser muy útiles a la hora de tomar nuestras decisiones.

El segundo paso, después de escuchar y sentir nuestras emociones sin taparlas ni negarlas, es gestionar o regular las emociones, bajar su intensidad, con el fin de que no ciegue nuestra capacidad para el pensamiento crítico y en consecuencia no nos perjudique, ya sea tomando decisiones poco reflexionadas o bien evitando tomar decisiones que son necesarias. Así que la gestión de emociones es una competencia imprescindible si queremos tomar las mejores decisiones. Pero la autorregulación emocional no significa eliminar la emoción, sino bajar su intensidad para que podamos tomar el control de la situación, y decidir con acierto y con plena consciencia.

Las emociones (todas, sin excepción) son imprescindibles y es imposible eliminarlas. La forma más efectiva de que no nos afecten negativamente en la toma de decisiones es escucharlas y gestionarlas. Lo que sí debemos evitar es que controlen y dominen nuestras conductas y decisiones como si fuéramos marionetas. No hay nada más efectivo para esto que desarrollar la consciencia y la gestión emocional, y para ello la práctica de la meditación mindfulness es tremendamente eficaz porque aporta mucha claridad mental y equilibra nuestro estado emocional, precisamente el estado mental que necesitamos para que nuestras decisiones estén bien reflexionadas, libres de sesgos cognitivos y emocionales, y nos conduzcan a nuestros objetivos y nos eleven a los más altos niveles de felicidad y éxito.

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.

Reconectar contigo, con la vida y con los demás

Este mes tengo el orgullo de presentarte mi 5º libro: «Reconecta contigo», que ya está a la venta en librerías online y a partir del 14 de abril estará en librerías físicas de toda España. Estoy realmente ilusionado, ya que seguramente este sea mi libro más ambicioso, profundo y espiritual.

El mundo en el que vivimos está lleno de incertidumbre y de cambios constantes. Además, todos nos enfrentamos en nuestra vida a grandes desafíos y dificultades. Es normal que nos sintamos frecuentemente abrumados y sobrepasados en el plano emocional, con altos niveles de estrés y de confusión.
Por otro lado, la educación, la cultura y la sociedad en la que hemos crecido nos han ido moldeando y programando desde la infancia con una serie de ideas preconcebidas limitantes. En el periodo de crecimiento de la infancia a la adolescencia perdimos la conexión con nuestra esencia a causa de que la mente, el ego y las creencias se apoderaron de nosotros para siempre. Esto hace que vivamos una vida muy por debajo de nuestras posibilidades y que sintamos una infelicidad y un malestar que no comprendemos. La razón principal es que hemos perdido la conexión con nosotros mismos, y, como consecuencia, la conexión con la vida y con los demás.

«Reconecta contigo» propone un mapa de ruta claro y poderoso para reconectar con nuestro verdadero potencial, con nuestra sabiduría y grandeza innatas. A través de las tres grandes misiones de nuestra existencia (reconectar con uno mismo, reconectar con la vida y reconectar con los demás), te invito a descubrir quién eres más allá de creencias o ideas limitantes, cómo puedes disfrutar de una vida plena y extraordinaria, y cómo puedes cultivar relaciones más auténticas y honestas con las personas de tu vida. Se trata de un viaje apasionante al centro de tu ser y al núcleo de la felicidad duradera.

Misión nº 1: Reconectar con uno mismo
Sin duda el primer paso es mirar en nuestro interior, y descubrir qué nos limita, qué ideas preconcebidas y actitudes están condicionando y obstaculizando nuestra sabiduría interna. Para ello es necesario parar, pasar tiempos regulares y frecuentes en soledad, en silencio y quietud, convivir con nuestros pensamientos y emociones que no siempre son positivos o alegres, y finalmente aceptarnos y querernos. No existe otra manera de reconectar con nosotros. En el libro abordo disciplinas y herramientas efectivas para conectar y desplegar nuestra sabiduría interior como la meditación zen, el mindfulness o el diálogo de voces.

Misión nº 2: Reconectar con la vida
Esta segunda misión supone comprender realmente qué es la vida y cómo vivirla con sabiduría. Normalmente estamos en guerra con la vida, deseando que todo salga según nuestros planes, generando constantes expectativas irreales sobre lo que «debería» ser la vida. Todo esto nos genera un enorme sufrimiento, estrés y confusión. Necesitamos aprender a soltar, a conciliarnos con la vida tal como es, a dejar de querer que la vida se adecúe a nuestros caprichos y demandas, a ser más agradecidos y valorar las pequeñas cosas, y por último, a ser más responsables con el planeta. Entonces tendremos una visión más real y aterrizada, y podremos vivir y saborear el momento presente de verdad. Integrar las 3 leyes de la existencia de la filosofía budista, la práctica de la gratitud y el fomento del desapego serán cruciales en esta misión.

Misión nº 3: Reconectar con los demás
Las personas somos seres sociales. Necesitamos relacionarnos con otras personas para enriquecernos y vivir una vida plena. Sin embargo, las relaciones suelen ser una pesadilla para la mayoría de las personas, convirtiéndose en una enorme fuente de conflictos, estrés y dolor. La clave para disfrutar de relaciones plenas, honestas y auténticas es conocer y evitar los 7 errores que nos desconectan de los demás, potenciar la inteligencia emocional para saber cómo expresar nuestras emociones y necesidades, huir de la tentación de los juegos emocionales tóxicos y aprender herramientas como la comunicación no violenta, del psicólogo Marshall Rosenberg, la escucha empática o la comunicación consciente, todo ello explicado en el libro.

2021 será el año de reconectar. Reconectar con lo importante, con lo esencial de nuestra vida. Será el año para reconectar con nosotros, con la sabiduría innata que hay en nuestro interior, con los aprendizajes que nos ha dado la pandemia para aumentar nuestra resiliencia. Será el año de valorar las pequeñas cosas fundamentales que habíamos dado por sentado, y de reconectar con las personas más queridas de nuestra vida, para construir o quizá reconstruir relaciones más auténticas y plenas con los demás.

¿Te apuntas a reconectar? Puedes comprar el libro en Amazon en este link: Comprar libro

 

JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.

¿Nuevos propósitos para 2021?

Después de la conmoción mundial que hemos vivido durante el 2020 con la pandemia, hemos comenzado el 2021 en España con «Filomena», el temporal que ha dejado las mayores nevadas de la historia en muchos puntos de España, y desde luego en Madrid, donde vivo. Muchos nos preguntamos ¿Qué más puede suceder de único y extraordinario? ¿Qué nos puede deparar el 2021 después de lo que hemos vivido el año pasado?

Pero el nuevo año también invita a plantearnos nuevos propósitos y objetivos para mejorar nuestra vida. Es, sin duda, positivo marcarnos metas que nos parecen importantes y llevamos tiempo posponiendo, siempre que nos comprometamos firmemente para hacerlas sí o sí, sin excusas. De lo contrario, será una fuente de frustración y desmotivación si no los cumplimos. Al menos los nuevos propósitos, que están enteramente bajo nuestro control (al contrario que las pandemias globales y las nevadas históricas), debemos cumplirlos. Porque esa es la clave de la salud mental y emocional, focalizarnos en lo que sí podemos controlar, y evitar poner el foco en todo lo que no podemos controlar, que es una gran parte de nuestras vidas.

Por eso son importantes los nuevos propósitos, porque nos proporcionan un equilibrio emocional y una fortaleza mental que nos ayuda muchísimo en tiempos de incertidumbre y de acontecimientos que están totalmente fuera de nuestro control.

¿Qué te gustaría haber logrado a finales de 2021? Trata de visualizarte a finales del mes de diciembre, imaginando que has conseguido el objetivo o propósito que quieres. ¿Qué sentirás? ¿Qué pensarás sobre ti? ¿Qué obstáculos tendrás que resolver durante el año para conseguirlo? Puedes hacer la visualización como un ejercicio formal, es decir cerrando los ojos e imaginándote realmente a ti mismo allí, en el mes de diciembre de 2021, celebrando que has conseguido ese propósito tan importante. ¿Cómo lo vas a celebrar?

Y respecto a los propósitos, hay muchos de ellos realmente buenos, que está demostrado que contribuyen claramente a nuestra felicidad y bienestar. Vamos a repasar algunos muy habituales, quizá te sirvan como ideas si aún estás pensándolo:

  1. Empezar a hacer deporte de manera regular. Da el primer paso, apúntate a un gimnasio o a clases de algún deporte que te divierta. O empieza a caminar todos los días durante media hora. La clave es empezar, aunque sea de manera muy modesta, con la intención de ir incrementando la dificultad y el compromiso del objetivo.
  2. Aprender a meditar. La ciencia ha demostrado con miles de estudios que meditar de manera regular aumenta nuestro bienestar psicológico y reduce el estrés y la ansiedad. Si llevas tiempo con este propósito, tienes ahora una oportunidad única, porque voy a impartir un webinar gratuito sobre mindfulness (la meditación más practicada en el mundo) el próximo lunes 18 de enero. Apúntate escribiendo un email a carmen.celemin@execoach.es
  3. Formarte en algo que potencie tu perfil profesional. Todos los expertos en empleo y carrera profesional coinciden que las soft skills (habilidades interpersonales) son fundamentales para el éxito profesional. De hecho, serán la ventaja competitiva determinante que las empresas del siglo XXI demandarán en sus profesionales. Aquí tienes una sugerencia de cursos en habilidades interpersonales a precios muy económicos. Execoach Academy
  4. Ahorrar un 20% de tus ingresos mensuales. Haz un seguimiento exhaustivo durante un mes de todos tus gastos, anotando el concepto y los euros gastados. Te dará una información importantísima que te servirá para darte cuenta de dónde estás despilfarrando el dinero. Otra estrategia es programar una transferencia automática mensual de 100 o 200 € desde tu cuenta bancaria a un producto de ahorro o un fondo de inversión indexado. Así no tendrás que recordarlo y en unos meses te sorprenderás de la cantidad acumulada y de lo mucho que puedes ahorrar.

Finalmente, para garantizarte lograr uno de estos propósitos o cualquier otro, y llegar a finales de 2021 con el orgullo y la alegría de haber conseguido ese objetivo tan importante, puedes contratar un coach profesional que te apoye, te proporcione estrategias de éxito y te haga seguimiento hasta alcanzar el éxito. El porcentaje de éxito aumenta radicalmente cuando cuentas con un coach. Si estás interesado, pídeme información y te la enviaré con mucho gusto.

¡A por ello, entonces! Suceda lo que suceda este año que no esté bajo nuestro control, te deseo que consigas tus propósitos de nuevo año, que sí están bajo tu control.

 

JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.

El hábito egocéntrico de interrumpir

Interrumpir a los demás mientras están hablando es un hábito muy arraigado en nuestra sociedad. De hecho, está tan arraigado que ni siquiera somos conscientes de cuantas veces lo hacemos y por supuesto, de qué consecuencias tiene en nuestras relaciones. Interrumpir es justo lo contrario que escuchar de verdad. Cuando interrumpimos a nuestra pareja, nuestro hijo o nuestro compañero de trabajo significa que no estamos escuchándoles con interés. Pero ¿Por qué interrumpimos tanto?

El primer error es confundir la interrupción con la interacción. Creemos que cuando estamos conversando con alguien, necesita de nosotros un feedback, una cierta interacción, como demostración de que la estamos escuchando con atención. Esto es cierto. Cuando estamos contando algo importante no es muy alentador tener enfrente una especie de maniquí que ni se mueve ni emite ningún tipo de sonido. Pero una cosa es interactuar o demostrar que escuchamos con breves sonidos o frases tipo «Ya…entiendo…ajá…mmm…¿De verdad?…claro…» o similares, y otra cosa es interrumpir a la otra persona para dar tu opinión, contar tu experiencia, dar un consejo o cualquier otro hábito a través del cual cogemos el protagonismo de la conversación. Esto no es interactuar, es simplemente interrumpir al otro.

Dice Jon Kabat-Zinn, el creador del método mindfulness, en su libro «El poder sanador del mindfulness», que cuando interrumpimos a alguien en una conversación, estamos dando un mensaje claro y contundente: que cualquier cosa que vayamos a decir en ese momento, sea lo que sea, es más importante, interesante, oportuno o relevante que cualquier punto de vista o sentimiento que cualquier persona pudiera expresar, da igual quien sea la persona o el amor que sintamos por ella. Por lo tanto, interrumpir es una demostración indiscutible de egocentrismo y de falta de empatía.

En el juego social, es decir en las habituales reuniones sociales de amigos o familiares que todos tenemos, se observan estos comportamientos egocéntricos constantemente. En este tipo de reuniones sociales no importa interesarse por los demás ni escuchar, lo único que importa es quién gana en el juego social de monopolizar la conversación y demostrar que es el más listo e interesante de la reunión. Si miramos con curiosidad y atención, lo percibiremos con claridad en los demás. O quizá nos sorprendamos descubriendo que somos nosotros mismos los que tendemos a interrumpir constantemente a los demás, intentando monopolizar la conversación.

¿Y qué consecuencias tiene interrumpir a los demás en nuestras relaciones? Sin duda, es un pésimo hábito que deteriora gravemente nuestra conexión con los demás. Si las personas son interrumpidas, automáticamente deducen que no nos interesa nada lo que están diciendo, y lo que verdaderamente nos interesa es escucharnos a nosotros mismos. Así que los demás se distancian de nosotros y dejan de confiarnos sus problemas e inquietudes. Si se ven forzados a seguir teniendo relación con nosotros por no quedar mal o porque directamente conviven con nosotros, dicha relación se convertirá en superficial y poco auténtica. Por otro lado, interrumpir mucho a los demás y monopolizar las conversaciones proyecta una imagen pública soberbia, prepotente y con una total falta de empatía.

Estoy de acuerdo con Kabat-Zinn, cuando en su libro dice que interrumpir a los demás es una forma de violencia, a veces sutil y otras veces no tan sutil, que ejercemos contra los demás. Cada vez que interrumpimos a nuestra pareja o hijo, no dudes que lo sienten como una micro-agresión por tu parte. Si es un hábito muy integrado en nosotros y del que ni siquiera somos conscientes, nuestros amigos y familiares habrán sufrido una acumulación de micro-agresiones a lo largo de los años de relación con nosotros. Y estos miles de microagresiones acumuladas habrán generado desconexión, resentimiento, rabia, frustración y falta de confianza hacia ti, ya sean tus amigos, tus hijos, tu pareja, tus compañeros de trabajo, tus colegas o simplemente conocidos.

Necesitamos desarrollar nuestra paciencia y nuestra capacidad de escuchar con verdadero interés a los demás. Y uno de los primeros pasos es dejar de interrumpir y dejar de robar el protagonismo de la conversación a los demás. Y no sirve de excusa que estés dando un consejo o tu opinión con la mejor intención. El hecho de que tengamos buenas intenciones no implica que estemos haciéndolo bien. Una antigua regla Zen dice que debemos esperar un mínimo de 3 segundos después de que la otra persona haya terminado de hablar, y entonces podemos intervenir. Si todos recordáramos esta regla Zen en nuestra vida cotidiana, nuestras relaciones mejorarían radicalmente.

El mindfulness (atención plena) es una disciplina con la que aumentamos la consciencia y potenciamos nuestra atención en todos los ámbitos de la vida, y nuestra comunicación no es una excepción. Cuando, gracias a un mayor nivel de conciencia, nos damos cuenta de los errores que cometemos en la comunicación con los demás, como el de interrumpir, podemos tener la oportunidad de ir cambiando nuestros malos hábitos, y consiguiendo con ello relaciones más auténticas, plenas y profundas. Si tienes interés en desarrollar estas capacidades, apúntate ya al Curso MBSR de mindfulness de 8 semanas, en directo y online, que impartiré de enero a marzo de 2021: Más información e inscripción

 

JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.