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Aprender a decir NO y a poner límites a los demás

Aprender a poner límites claros es una habilidad clave tanto en nuestra vida como en nuestro trabajo, si queremos alcanzar nuestros objetivos y tener unas relaciones saludables y plenas con los demás. En este nuevo video te comparto pautas prácticas y estrategias probadas para poner límites y aprender a decir no a los demás con asertividad, firmeza y empatía hacia las necesidades de la otra parte, y sin olvidar nuestras propias necesidades y prioridades.

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.


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El secreto de la empatía

¿Hay que tratar a los demás como nos gustaría que nos trataran a nosotros? ¿Debemos comunicarnos con los demás de la misma manera que nos gusta que se comuniquen con nosotros? Esta es una creencia popular que tiene que ver con la inteligencia social, o la inteligencia emocional aplicada a las relaciones personales. Parece algo de sentid común, sin embargo, ¿Es cierto? ¿Es lo más efectivo para nuestras relaciones?

En el vídeo de este post me permito cuestionar este mito erróneo que tiene que ver con la empatía, una de las 5 competencias de la inteligencia emocional. ¿Tal vez este mito puede bloquear o dañar nuestras relaciones personales, en lugar de beneficiarlas? ¡Espero que te resulte útil la reflexión para tu vida y tus relaciones!

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.


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Soltar la negatividad de tus pensamientos y emociones ¿Se puede?

Las emociones difíciles y negativas forman parte de la vida y no podemos evitarlas. De hecho, son algo esencial para nuestra supervivencia como seres humanos, y siempre nos proporcionan mensajes importantes que necesitamos escuchar para mejorar nuestra vida y nuestras decisiones. No obstante, cuando las emociones nos desbordan y perdemos el control necesitamos entrenarnos en herramientas o disciplinas que nos ayuden a tomar el control y reducir la intensidad de dichas emociones. Porque cuando sentimos mucha angustia, ansiedad, tristeza extrema o estrés, no somos capaces de pensar con claridad y normalmente tomamos peores decisiones.

En el vídeo de este post te guío en una meditación específicamente diseñada para esos momentos en los que estamos desbordados por las emociones negativas y por los pensamientos irracionales catastrofistas, lo cual nos genera mucho sufrimiento. Necesitamos salir de esa espiral tóxica para tomar el control, soltar la negatividad y potenciar las emociones contrarias, como la calma, la serenidad, la ecuanimidad, la alegría o la plenitud. Puedes practicar esta técnica mientras ves el vídeo, y cada vez que lo necesites, con o sin la guía. Insisto que el objetivo no es eliminar una emoción negativa que estés sintiendo, sino reducir su intensidad para poder retomar el control sobre nuestra vida, nuestras conductas y decisiones. ¡Espero que te ayude para los momentos críticos o muy difíciles!

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.


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Los 6 sabios ciegos y el elefante

En la India había seis sabios ciegos que pasaban las horas compitiendo entre ellos para ver quién era de todos el más sabio, y uno de sus temas preferidos era sobre cómo era realmente un elefante. Un día decidieron conocer lo que era un elefante. Un guía los adentró en la selva puestos en fila, uno tras otro, asidos a una larga cuerda que los unía. No habían andado mucho cuando de pronto se encontraron con un gran elefante tumbado sobre su costado apaciblemente. Mientras se acercaban el elefante se incorporó, pero enseguida perdió interés y se preparó para degustar su desayuno de frutas que ya había preparado.

Los seis sabios ciegos estaban llenos de alegría, y se felicitaban unos a otros por su suerte. Finalmente podrían resolver el dilema y decidir cuál era la verdadera forma del animal.

El primero de todos, chocó de frente con el costado del animal.

-¡Oh, hermanos míos! –exclamó- yo os digo que el elefante es exactamente como una pared de barro secada al sol.

Llegó el turno del segundo de los ciegos, que tocó uno de los colmillos del elefante.

– Yo os digo que la forma de este animal es exactamente como la de una lanza curvada… sin duda, esta es.

El resto de los sabios no podían evitar burlarse en voz baja, ya que ninguno se acababa de creer los que los otros decían. El tercer ciego agarró la trompa del animal notando su forma alargada.

– Escuchad, este elefante es… como una larga serpiente.

Los demás sabios disentían en silencio, ya que en nada se parecía a la forma que ellos habían podido tocar. Era el turno del cuarto sabio, que se acercó por detrás y  prendió la cola, notando cada una de las arrugas. El sabio no tuvo dudas y exclamó:

– ¡Ya lo tengo! El elefante es igual a una vieja cuerda.

El quinto de los sabios tocó por casualidad la oreja del animal y dijo:

– Ninguno de vosotros ha acertado en su forma. El elefante es más bien como un gran abanico plano. 

El sexto sabio agarró con fuerza su gruesa pata.

– Lo estoy tocando ahora mismo y os aseguro que el elefante tiene la forma que el tronco de una gran palmera.

Ahora todos habían experimentado por ellos mismos cuál era la forma verdadera del elefante, y creían que los demás estaban equivocados. Satisfecha así su curiosidad, volvieron a su casa, donde retomaron la discusión sobre la verdadera forma del elefante. Seguramente todos los sabios tenían parte de razón, ya que de algún modo todas las formas que habían experimentado eran ciertas, pero sin duda todos a su vez estaban equivocados respecto a la imagen real del elefante. 

REFLEXIONES SOBRE EL CUENTO

Uno de los síntomas claros de la ignorancia es, paradójicamente, creer que estamos en posesión de la verdad, o dicho de otra forma, creer que tenemos la razón. Es increíble lo común que es esta necia convicción. Yo me encuentro constantemente con personas convencidas de que saben lo que es verdad o lo que es correcto. Esta actitud ignorante proviene muchas veces de una creencia errónea de que tenemos que demostrar ante los demás que tenemos las ideas claras, porque eso demuestra seguridad en uno mismo.

Sin embargo, esta actitud egocéntrica nos conduce a numerosos conflictos con personas que nos cuestionan o que tienen otra perspectiva diferente, como ocurre en el cuento. Si no queremos caer en la ignorancia y en el egocentrismo, debemos tener una mente abierta, y no asumir que lo que vemos es toda la realidad, sino una pequeña parte de dicha realidad, y abrirnos a las percepciones o visiones de los demás. Sin duda, este es el profundo mensaje del cuento. Porque otro síntoma de la ignorancia es tener la creencia ilusoria de que constantemente tenemos la visión completa, ya que esto nunca es así.

Todos interpretamos la realidad con nuestros filtros, que provienen de nuestras experiencias pasadas, la educación que hemos recibido, nuestras creencias e ideas preconcebidas. Darnos cuenta de cómo distorsionamos y contaminamos la realidad con nuestros juicios y pensamientos es una demostración de sabiduría y podemos desarrollarla a través de la práctica del mindfulness o de un proceso de coaching individual. Ambas disciplinas nos ayudan a no estar condicionados por dichos sesgos cognitivos, a ver las cosas con más claridad y ecuanimidad, y de paso a evitar enzarzarnos en discusiones y conflictos inútiles como el de los 6 ciegos del cuento.

Lo contrario de la ignorancia, como he dicho, es sabiduría. Si queremos vivir y actuar con sabiduría en nuestra vida, necesitamos recordarnos que no lo sabemos todo, que no tenemos la visión completa de las situaciones, y por tanto, que necesitamos ser abiertos y estar dispuestos a escuchar al otro, así como aprender de las personas que tienen una visión diferente de la nuestra, porque completará nuestra perspectiva limitada. En lugar de pelear con los demás para ver quién gana en la discusión, te animo a escuchar más, a dejar de hacer asunciones, y de paso, a mejorar tu visión del mundo y tus relaciones con los demás.  

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.


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5 claves para la desconexión digital

Vaya por delante que soy un ferviente defensor de la digitalización de nuestras vidas, de las redes sociales y de la tecnología en general. Estoy convencido de que tienen unas posibilidades enormes para enriquecer nuestra vida y para ayudarnos también en nuestras carreras profesionales. El móvil, Internet y las millones de aplicaciones que existen nos facilitan la vida y nos ayudan en nuestros trabajos, además de posibilitarnos hacer gestiones en tan sólo minutos que hace una década nos habría supuesto días.

De hecho, esta semana he tenido que cancelar un viaje de placer que había organizado a Egipto y al mismo tiempo he tenido que organizar de urgencia un viaje a Barcelona por un problema familiar. Todas las gestiones las hice en menos de una hora. Cancelé el viaje programado a Egipto con la agencia, comuniqué la incidencia al seguro que había contratado a través de su página web adjuntando toda la documentación, y reservé hotel y billete de tren a Barcelona para el día siguiente. Fui consciente de cuánto nos ayuda la tecnología en momentos difíciles.

Sin embargo, pasamos demasiado tiempo frente a nuestros dispositivos digitales. Nuestros smartphones son juguetes demasiado tentadores donde tenemos absolutamente todo: correo electrónico, WhatsApp, las aplicaciones para hacer cualquier gestión que necesitemos, y por supuesto, las redes sociales. Cualquiera puede darse cuenta de la enorme dependencia y adicción a nuestros teléfonos móviles mirando a la gente en un café, en el metro o incluso en la calle. Todos vamos mirando el teléfono, absortos, y ausentes de la vida real analógica que se despliega a nuestro alrededor. Sabemos por estudios realizados, véase el excelente documental «The social dilema», que los algoritmos de las redes sociales están conscientemente programados para mantenernos enganchados el mayor tiempo posible. Y vaya si lo consiguen, convirtiéndonos en miserables marionetas de la tecnología y vulnerables a la manipulación subliminal de una ideología concreta o con el objetivo de que compremos más y gastemos más dinero. Hemos perdido gran parte de nuestra libertad como seres humanos.

Pero ¿Cómo hemos llegado hasta esta situación? No cabe duda que una de las razones es que nadie nos ha enseñado a utilizar el juguete llamado «smartphone». Se ha introducido bruscamente en nuestras vidas proporcionándonos diversión, entretenimiento, agilidad y rapidez. Pero la verdadera razón de nuestra adicción y falta de desconexión digital es nuestra debilidad emocional y mental. No soportamos el aburrimiento ni la ansiedad, y tenemos nuestro teléfono móvil disponible las 24 horas del día para sacarnos de dichas emociones incómodas. Abrimos Instagram y de pronto vemos fotos idílicas de paisajes, videos de influencers diciéndonos lo divertida e interesante que es su vida, recetas de cocina y miles de opciones más. Es como si abriéramos una enorme ventana a un mundo lleno de opciones.

Un buen día, sin apenas darnos cuenta, pasamos horas mirando Instagram, Twitter o Facebook, conectados de forma permanente a nuestro correo electrónico, o enganchados a nuestros grupos de WhatsApp, leyendo interminables mensajes o chistes estúpidos y banales que son simplemente basura para nuestra mente. Y entonces perdemos contacto con la realidad, nuestra capacidad crítica se reduce drásticamente, se incrementa la posibilidad de que nos manipulen y engañen, y aumenta nuestra ansiedad y estrés al observar que los demás parece que viven una vida de película y siempre son felices mientras nos parece que nuestra vida es mediocre y miserable. También perdemos contacto y conexión con los demás deteriorando nuestras relaciones personales, perdemos también contacto con nosotros y con la vida. Necesitamos un plan para la desconexión digital.

A continuación, te sugiero 5 claves para la desconexión digital, con el fin de recuperar tu libertad y tu equilibrio mental y emocional, y fomentar una saludable relación con la tecnología:

  1. Consulta tus redes sociales de forma programada y limitada. En lugar de mirarlas constantemente y sin limitaciones de tiempo, imponte la disciplina de mirarlas sólo una vez al día. Márcate un límite de 5 minutos por cada red social. Por ejemplo, 5 minutos a Instagram, 5 minutos a LinkedIn, etc.
  2. No mires ni respondas inmediatamente a tus whatsapps. No seas esclavo de tu WhatsApp. Igual que con las redes, no interrumpas conversaciones importantes, eventos especiales con la familia o amigos ni momentos de ocio individuales por responder un mensaje. Los mensajes seguirán a la vuelta y no se habrá hundido el mundo. Por cierto, sal de los grupos de WhatsApp que no te aporten nada positivo o te generen más estrés. Olvídate de querer agradar a todo el mundo.
  3. Camina todos los días un mínimo de media hora. Actividades puramente analógicas como el ejercicio suave nos ayudan a mantener el contacto con la vida real más allá de la vida digital. Obligarte a caminar además te ayuda a estar en forma, a disfrutar del día, a observar el color de los árboles o el cielo, a sentir la sensación del sol y el aire en tu piel, a observar a la gente con la que te cruzas. En definitiva, para reconectar con la vida.
  4. Acepta y gestiona tu aburrimiento y ansiedad. Cada vez que sientas aburrimiento (en la sala de espera del médico, cuando vayas en transporte público o en un atasco de tráfico) o ansiedad (un problema que no te deja descansar la mente) es esencial que lo aceptes como emociones normales. Es una base fundamental de la inteligencia emocional, no huir de las emociones incómodas. En lugar de consultar tu móvil tratando de eliminar y escapar de esas emociones, acepta tu emoción, observa qué pensamientos provocan el aburrimiento o la ansiedad. Recuerda que acudir a lo digital quizá alivie a corto plazo tu estrés y ansiedad pero lo aumentarán en el medio largo plazo.
  5. Observa con curiosidad lo que sucede a tu alrededor. Hay un mundo maravilloso y lleno de belleza en el aquí y ahora, esperando siempre a ser descubierto por nosotros. Si nos ponemos las orejeras de burro mirando sólo nuestro smartphone nos perderemos todo lo que sucede en nuestro día a día, y la vida se nos pasará sin apenas habernos dado cuenta de nada. Si queremos vivir una vida plena y emocionalmente estimulante, necesitamos mantenernos despiertos, atentos y curiosos. La vida tiene mucho que ofrecernos si le damos la oportunidad, pero si le cerramos la puerta reduciendo todo nuestro foco a la pantalla de nuestro teléfono móvil, nos meteremos en un oscuro túnel adictivo y seremos muy infelices.

Hay mundo y vida más allá de lo digital. Si no gestionamos el uso consciente e inteligente de nuestros dispositivos digitales, seremos marionetas y esclavos de la tecnología, perderemos nuestra libertad y seremos mucho más débiles mental y emocionalmente, más dependientes de los likes, más ansiosos al creer (erróneamente) que los demás siempre son más felices o se divierten más que nosotros, y más vulnerables a la manipulación de los algoritmos y a los medios de comunicación.

¿Estás listo para empezar con tu plan de desconexión digital? Tu salud mental y emocional te lo agradecerán.

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.


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Las emociones en la toma de decisiones

Todos necesitamos tomar muchas decisiones a lo largo de nuestra vida, tanto personales como profesionales. Y algunas de ellas son verdaderamente importantes o incluso pueden marcar nuestra vida de manera positiva o todo lo contrario. Por eso, es fundamental que demos la importancia que se merece al impacto de nuestras emociones en la toma de decisiones. Repasemos algunas de las emociones que afectan más a nuestras decisiones.

  • El miedo. Está claro que el miedo impide que tomemos muchas decisiones. Miedo al fracaso, miedo a sufrir, miedo al ridículo, miedo a ser rechazado socialmente. Estos miedos y otros muchos de los que no somos conscientes nos condicionan gravemente y evitan que avancemos hacia nuestras metas y sueños. Por ejemplo, el miedo al fracaso nos impide arriesgarnos y tomar la decisión que necesitamos, como dejar un trabajo desmotivante y lanzarnos a buscar un trabajo que realmente haga honor a nuestras fortalezas y pasiones. El miedo a la soledad puede tenernos esclavizados en una relación tóxica o simplemente que no nos aporta felicidad. Y el miedo a que nuestros hijos sufran puede hacer que tratemos de controlarlos demasiado y generarles estrés y una presión excesiva. También el miedo afecta negativamente a algunas decisiones financieras que tomamos, por ejemplo si vendemos unas acciones de la Bolsa cuando su valoración ha bajado (los expertos dicen que ese es el peor momento para vender porque perdemos dinero, así que nos aconsejan que esperemos a que vuelvan a subir para vender).
  • El enfado. Cuando estamos rabiosos o irritados por una situación frustrante o por una conducta de otra persona que nos ha enfadado, tomamos decisiones precipitadas de las que luego nos arrepentimos. Así como el miedo normalmente nos inhibe e impide tomar decisiones, el enfado tiene el efecto contrario, es decir nos hace tomar decisiones que no deberíamos, con el calentón. Estas decisiones normalmente nos hacen perder credibilidad ante los demás, deterioramos las relaciones tanto en el trabajo como en nuestra vida personal, nos hacen perder influencia hacia los demás y finalmente pueden provocar el aislamiento y la falta de confianza hacia nosotros.
  • La tristeza. Es una emoción que si no la dominamos puede llevarnos a la pasividad, a la apatía, y a no tomar decisiones necesarias para nuestro bienestar o para nuestra carrera profesional. La tristeza nos lleva a teñir el mundo de pesimismo y eso nos influye porque no hacemos nada por cambiar una situación difícil de la que necesitamos salir. Por ello, el efecto más habitual de la tristeza es inhibir nuestra capacidad para la toma de decisiones.
  • La alegría. Puede sorprenderte que la alegría pueda afectarnos negativamente en la toma de decisiones pero es así cuando no la modulamos o equilibramos su intensidad, como ocurre con cualquier otra emoción. Cuando estamos eufóricos y entusiasmados porque todo nos va sobre ruedas y hemos tenido una sucesión de éxitos o experiencias positivas, tendemos a tomar decisiones poco reflexionadas, sin sopesar que las cosas tarde o temprano cambiarán. La alegría excesiva nos puede nublar el juicio, y convertirse en una venda en los ojos que nos impide ver las cosas con realismo y eso nos lleva a tomar malas decisiones que luego tienen consecuencias. Si volvemos a las decisiones financieras, la excesiva alegría o confianza puede perjudicar nuestra solvencia económica si invertimos en Bolsa cuando está en niveles muy altos y hay mucha euforia. Una vez más los expertos nos dicen que tomemos la decisión contraria a la que nos dicta la emoción: no comprar porque probablemente no suba mucho más o incluso empiece a perder valor.

Entonces ¿Qué es lo que debemos hacer con las emociones para poder tomar las decisiones más beneficiosas para nuestra vida? En primer lugar, es crucial permitirnos sentir todas estas emociones ya que son normales y muchas veces son totalmente necesarias. Si nos entrenamos en permanecer conectados con nuestras emociones, seremos más conscientes del efecto que pueden tener en nuestras decisiones. Además, a veces cualquiera de las emociones mencionadas puede ser necesaria precisamente para tomar la mejor decisión.

El miedo no siempre es negativo, no estoy de acuerdo con quien dice que debemos superar nuestros miedos porque son ficticios (es lo que dice el conocido ejecutivo de Google Mo Gawdat en su libro «El algoritmo de la felicidad»). No es verdad. Nunca dejaremos de tener miedos porque forma parte de nuestra esencia como seres humanos, y esto es bueno y necesario para la toma de decisiones. Si no tuviéramos miedo, también tomaríamos decisiones absurdas y precipitadas que nos generarían un elevado sufrimiento, así que olvídate de estos consejos ridículos de que podemos vivir y tomar decisiones sin tener miedo. Una cosa es evitar la parálisis que genera el miedo cuando no lo gestionamos, y otra cosa muy distinta es no escuchar la emoción del miedo cuando aparece en nuestro interior. Igual que la tristeza, la ansiedad, la rabia o la alegría, debemos permitir que emerjan nuestras emociones y escuchar el mensaje que quieren darnos, porque pueden ser muy útiles a la hora de tomar nuestras decisiones.

El segundo paso, después de escuchar y sentir nuestras emociones sin taparlas ni negarlas, es gestionar o regular las emociones, bajar su intensidad, con el fin de que no ciegue nuestra capacidad para el pensamiento crítico y en consecuencia no nos perjudique, ya sea tomando decisiones poco reflexionadas o bien evitando tomar decisiones que son necesarias. Así que la gestión de emociones es una competencia imprescindible si queremos tomar las mejores decisiones. Pero la autorregulación emocional no significa eliminar la emoción, sino bajar su intensidad para que podamos tomar el control de la situación, y decidir con acierto y con plena consciencia.

Las emociones (todas, sin excepción) son imprescindibles y es imposible eliminarlas. La forma más efectiva de que no nos afecten negativamente en la toma de decisiones es escucharlas y gestionarlas. Lo que sí debemos evitar es que controlen y dominen nuestras conductas y decisiones como si fuéramos marionetas. No hay nada más efectivo para esto que desarrollar la consciencia y la gestión emocional, y para ello la práctica de la meditación mindfulness es tremendamente eficaz porque aporta mucha claridad mental y equilibra nuestro estado emocional, precisamente el estado mental que necesitamos para que nuestras decisiones estén bien reflexionadas, libres de sesgos cognitivos y emocionales, y nos conduzcan a nuestros objetivos y nos eleven a los más altos niveles de felicidad y éxito.

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.

Cómo salir de la tristeza y el desánimo

Todos tenemos días en los que nos sentimos bajos de energía, desmotivados o tristes. Yo el primero. De hecho, durante las últimas semanas me he encontrado así algunos días, a causa de determinadas circunstancias personales y profesionales complicadas, y supongo que por el largo año de pandemia que llevamos, que a todos nos ha minado de una manera u otra. Y el caso es que me ha sorprendido. Porque hacía mucho tiempo que no sentía esta sensación de desánimo y tristeza.

No obstante, hay algo que me ha ayudado a salir de ese estado emocional de tristeza un día tras otro, y quería compartirlo contigo. Es algo bastante simple, pero poderoso. Esos días me hacía la siguiente pregunta: ¿Qué puedo hacer yo para que hoy sea un día extraordinario?. Y de pronto, mi cerebro empezaba a tratar de responder a la pregunta, con una cascada de respuestas e ideas de cómo darle la vuelta a mi estado emocional y terminar el día con la sensación motivante de haber creado un día extraordinario a pesar del inicio.

Te soy sincero: funcionó. Cada día que me sentía de ese modo, me hacía la misma pregunta y después de responderme, me ponía en marcha. Esencialmente, las respuestas iban desde tratarme a mí mismo con paciencia y autocompasión hasta comprometerme a cumplir todas las actividades, tareas y reuniones que tenía programadas, tanto de trabajo como a nivel personal, así como respetar el tiempo planificado para meditar, descansar y estar con mi familia. Y por supuesto, el firme propósito de no tapar mis emociones, de permitirme sentirlas aunque fueran desagradables, e indagar en ellas, para descubrir qué mensaje me querían trasladar en cada momento.

Una sola pregunta poderosa puede cambiar totalmente nuestro día. Y está en nuestras manos. Tenemos un gran poder para evitar el bloqueo, la parálisis, la rendición y la resignación. Porque una cosa es permitir sentir las emociones de tristeza, frustración y ansiedad, y otra cosa es permitir que nos dominen y limiten nuestra vida y nuestros objetivos. Si nos dejamos arrastrar por la tristeza y el desánimo, lo más probable es que dejemos de hacer las cosas que teníamos previstas en el día, que al finalizar la jornada sintamos que hemos perdido un día y en consecuencia nos sintamos mucho peor. Es decir, agravamos la situación. Y si no lo gestionamos, esto se puede repetir al día siguiente y al siguiente, siendo una espiral descendente que nos puede llevar a un estado de ánimo depresivo del que sea realmente difícil salir.

La pregunta poderosa ¿Qué puedo hacer yo para que hoy sea un día extraordinario?produce en mí un efecto impresionante que me ayuda a no caer víctima de las emociones negativas y tiene un profundo e impactante significado: La capacidad de elegir que tenemos todos los seres humanos. La capacidad de elegir nuestra actitud, incluso en las circunstancias más críticas de nuestra vida, como dijo el psiquiatra Viktor Frankl, pionero de la automotivación y la resiliencia.

Todo esto, por supuesto, es inteligencia emocional, y en concreto las 3 primeras competencias: autoconciencia de emociones, autorregulación de emociones y automotivación. Son capacidades fundamentales para nuestra vida y nuestro trabajo, si queremos vivir una vida extraordinaria y lograr metas ambiciosas.

Cada vez que te levantes triste, deprimido, desmoralizado, apático, hastiado o sin fuerzas, hazte esta pregunta: ¿Qué puedo hacer yo para hacer de este día un día extraordinario? Escucha las respuestas que te da tu mente, y sigue los pasos que te dicta tu sabiduría interior, que emerge cuando nos hacemos este tipo de preguntas poderosas.

Todos podemos reconectar con nuestro poder interior, con nuestra sabiduría innata, con nuestro Ser superior. Aplicarnos el coaching y sus preguntas poderosas, practicar meditación mindfulness con regularidad, y usar técnicas de inteligencia emocional son recursos imprescindibles para nuestra vida.

Si quieres aprender más estrategias y claves prácticas para tu bienestar emocional y tu autoconfianza, vente el miércoles 19 de mayo a la presentación de mi nuevo libro «Reconecta contigo» a las 19.30 h. (hora de España) Sólo tienes que pinchar en el link que te paso a continuación. Es un link donde te conectarás por Youtube en directo al webinar de la presentación. ¡¡Estás invitado/a!! Aquí lo tienes. Link Webinar «Método Reconecta contigo»

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.

Reconectar contigo, con la vida y con los demás

Este mes tengo el orgullo de presentarte mi 5º libro: «Reconecta contigo», que ya está a la venta en librerías online y a partir del 14 de abril estará en librerías físicas de toda España. Estoy realmente ilusionado, ya que seguramente este sea mi libro más ambicioso, profundo y espiritual.

El mundo en el que vivimos está lleno de incertidumbre y de cambios constantes. Además, todos nos enfrentamos en nuestra vida a grandes desafíos y dificultades. Es normal que nos sintamos frecuentemente abrumados y sobrepasados en el plano emocional, con altos niveles de estrés y de confusión.
Por otro lado, la educación, la cultura y la sociedad en la que hemos crecido nos han ido moldeando y programando desde la infancia con una serie de ideas preconcebidas limitantes. En el periodo de crecimiento de la infancia a la adolescencia perdimos la conexión con nuestra esencia a causa de que la mente, el ego y las creencias se apoderaron de nosotros para siempre. Esto hace que vivamos una vida muy por debajo de nuestras posibilidades y que sintamos una infelicidad y un malestar que no comprendemos. La razón principal es que hemos perdido la conexión con nosotros mismos, y, como consecuencia, la conexión con la vida y con los demás.

«Reconecta contigo» propone un mapa de ruta claro y poderoso para reconectar con nuestro verdadero potencial, con nuestra sabiduría y grandeza innatas. A través de las tres grandes misiones de nuestra existencia (reconectar con uno mismo, reconectar con la vida y reconectar con los demás), te invito a descubrir quién eres más allá de creencias o ideas limitantes, cómo puedes disfrutar de una vida plena y extraordinaria, y cómo puedes cultivar relaciones más auténticas y honestas con las personas de tu vida. Se trata de un viaje apasionante al centro de tu ser y al núcleo de la felicidad duradera.

Misión nº 1: Reconectar con uno mismo
Sin duda el primer paso es mirar en nuestro interior, y descubrir qué nos limita, qué ideas preconcebidas y actitudes están condicionando y obstaculizando nuestra sabiduría interna. Para ello es necesario parar, pasar tiempos regulares y frecuentes en soledad, en silencio y quietud, convivir con nuestros pensamientos y emociones que no siempre son positivos o alegres, y finalmente aceptarnos y querernos. No existe otra manera de reconectar con nosotros. En el libro abordo disciplinas y herramientas efectivas para conectar y desplegar nuestra sabiduría interior como la meditación zen, el mindfulness o el diálogo de voces.

Misión nº 2: Reconectar con la vida
Esta segunda misión supone comprender realmente qué es la vida y cómo vivirla con sabiduría. Normalmente estamos en guerra con la vida, deseando que todo salga según nuestros planes, generando constantes expectativas irreales sobre lo que «debería» ser la vida. Todo esto nos genera un enorme sufrimiento, estrés y confusión. Necesitamos aprender a soltar, a conciliarnos con la vida tal como es, a dejar de querer que la vida se adecúe a nuestros caprichos y demandas, a ser más agradecidos y valorar las pequeñas cosas, y por último, a ser más responsables con el planeta. Entonces tendremos una visión más real y aterrizada, y podremos vivir y saborear el momento presente de verdad. Integrar las 3 leyes de la existencia de la filosofía budista, la práctica de la gratitud y el fomento del desapego serán cruciales en esta misión.

Misión nº 3: Reconectar con los demás
Las personas somos seres sociales. Necesitamos relacionarnos con otras personas para enriquecernos y vivir una vida plena. Sin embargo, las relaciones suelen ser una pesadilla para la mayoría de las personas, convirtiéndose en una enorme fuente de conflictos, estrés y dolor. La clave para disfrutar de relaciones plenas, honestas y auténticas es conocer y evitar los 7 errores que nos desconectan de los demás, potenciar la inteligencia emocional para saber cómo expresar nuestras emociones y necesidades, huir de la tentación de los juegos emocionales tóxicos y aprender herramientas como la comunicación no violenta, del psicólogo Marshall Rosenberg, la escucha empática o la comunicación consciente, todo ello explicado en el libro.

2021 será el año de reconectar. Reconectar con lo importante, con lo esencial de nuestra vida. Será el año para reconectar con nosotros, con la sabiduría innata que hay en nuestro interior, con los aprendizajes que nos ha dado la pandemia para aumentar nuestra resiliencia. Será el año de valorar las pequeñas cosas fundamentales que habíamos dado por sentado, y de reconectar con las personas más queridas de nuestra vida, para construir o quizá reconstruir relaciones más auténticas y plenas con los demás.

¿Te apuntas a reconectar? Puedes comprar el libro en Amazon en este link: Comprar libro

 

JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.

Los 8 caminos para una vida plena

La filosofía budista contiene una gran sabiduría que todos podemos aprovechar para mejorar la calidad de nuestra vida y mejorar también como seres humanos. Dentro de su enorme legado para la humanidad y el alivio del sufrimiento, Buda creó el llamado Óctuple sendero, que consiste en 8 caminos a cultivar con el fin de vivir una vida extraordinaria y plena. El Óctuple Sendero es una verdadera guía para actuar de forma más consciente y equilibrada, para tomar decisiones más responsables para la supervivencia y sostenibilidad de nuestro planeta, y para mejorar nuestras relaciones personales. En definitiva, un manual para mejorar como personas. Estos son los 8 caminos para ello:

  1. Comprensión correcta
  2. Intención correcta
  3. Habla correcta
  4. Acción correcta
  5. Atención correcta
  6. Concentración correcta
  7. Esfuerzo correcto
  8. Modo de vida correcto

Estos ocho aspectos nos proporcionarán una guía clara y concreta para transformar totalmente nuestra vida. Es importante no confundir la palabra “correcto” o “correcta” con los juicios morales que nos han enseñado desde niños sobre lo que es correcto o incorrecto. Lo correcto se refiere aquí a lo sabio o lo consciente. Por ejemplo, el esfuerzo correcto sería el esfuerzo sabio y necesario para cualquier tarea que emprendamos, y lo mismo para el resto de los ocho caminos.

La comprensión correcta. Se trata de comprender qué es la vida, qué significa, y alejarnos de ideas preconcebidas o de falsas ilusiones. La comprensión correcta está relacionada con tener claridad mental y ecuanimidad, y surge la mayoría de las veces de la experiencia directa. Cuando hemos superado positivamente una crisis vital o profesional importante, seguramente hayamos aumentado nuestra comprensión y por tanto, hemos evolucionado y crecido gracias a dicha crisis. Comprender también tiene que ver con integrar y aceptar determinadas leyes universales, como que todo cambia constantemente y nada permanece, o que nada ni nadie satisfará de forma duradera nuestras necesidades básicas. Entenderlo nos evitará una gran cantidad de sufrimiento.

La intención correcta se refiere a revisar siempre nuestras intenciones y aspiraciones, por si se han convertido en deseos y apegos perversos. ¿Qué intención tenemos cuando tenemos una conversación difícil con nuestro hijo, la de convencerle de nuestras razones o la de escucharle y comprenderle? ¿Qué intención real está detrás de participar en un voluntariado? ¿Es realmente ayudar a los demás o es eliminar nuestro sentimiento de culpabilidad o mostrar a los demás lo buena persona que somos? Ante todo, debemos ser muy honestos con nosotros respecto a nuestras intenciones, porque de lo contrario nos estaremos engañando y nos sumergiremos irremediablemente en la ignorancia y el sufrimiento permanente. A veces nos horrorizará descubrir nuestras auténticas intenciones porque muchas veces, bajo la apariencia de ser simpáticos y buenas personas, lo que realmente pretendemos con nuestras acciones es manipular a los demás o pavonearnos de nuestras cualidades.

El habla correcta tiene que ver con nuestro lenguaje, las palabras que utilizamos para comunicarnos con nosotros y con los demás. El lenguaje no es inocente y la forma de hablarnos a nosotros mismos provoca un gran impacto en nuestra autoestima y bienestar emocional. Asimismo, la forma de hablar a los demás impacta profundamente en las relaciones personales y profesionales. Es fundamental responsabilizarnos de cómo hablamos y cómo decimos las cosas.

La acción correcta se refiere a nuestros comportamientos y decisiones. ¿Qué consecuencias generan dichas conductas? ¿Presionamos a los demás cada vez que no hacen lo que nosotros queremos? ¿Manipulamos a nuestros amigos y familiares? ¿Practicamos el victimismo o nos comportamos de forma agresiva y violenta? Se trata de revisar nuestra forma de actuar y comportarnos con los demás, pero también con la naturaleza. ¿Somos respetuosos con el medio ambiente y el cuidado de nuestro planeta? ¿Colaboramos para que los animales vivan tranquilos en su entorno?

La atención correcta y la concentración correcta están muy conectados con el equilibrio emocional, la presencia y el mindfulness, ya que a través de la práctica de esta disciplina no sólo entrenamos nuestra atención en el momento presente (que es la atención correcta) sino que aprendemos a focalizarnos en lo importante de nuestras vidas (concentración correcta) y potenciamos nuestra inteligencia emocional. Atención y emoción están totalmente conectadas. Daniel Goleman, gurú de la inteligencia emocional, dice que entrenando la atención mejoramos la autorregulación de emociones.

El esfuerzo correcto tiene que ver también con la presencia y la práctica del mindfulness, con el fin de evitar esforzarnos demasiado en cualquier ámbito. Cuando nos olvidamos de nosotros y nos forzamos demasiado para conseguir un objetivo, estamos alejándonos del esfuerzo correcto, porque estamos descuidando nuestro equilibrio y nuestra salud, y las consecuencias pueden ser nefastas. El sobreesfuerzo implica tensión, estrés, ansiedad, dolor, y como consecuencia, falta de claridad mental, irritabilidad, y pérdida de eficiencia. Aunque es una locura sobrepasarnos a nosotros mismos, lo hacemos continuamente. Pasamos horas y horas trabajando sin descanso, nos exigimos a nosotros mismos la perfección en todos nuestros roles tanto profesionales como personales, y como la perfección es imposible nos embarcamos en un viaje interminable de estrés porque nos presionamos constantemente de manera tóxica e insana.

Al final, cuando nos extralimitamos y nos esforzamos demasiado, pagamos un alto precio. Así que la sabiduría tiene que ver con ser conscientes de nuestros límites, conscientes de que somos humanos, de que necesitamos cuidarnos y descansar, y por tanto debemos hacer el esfuerzo correcto y justo, no más de lo que es razonable o saludable. Un ejemplo del esfuerzo correcto es la práctica de la meditación. Jon Kabat-Zinn dice en su libro “Vivir con plenitud las crisis” que debemos practicar mindfulness evitando esforzarnos por conseguir algo. Se trata de mantener la atención justa, evitando la tensión innecesaria que surge de esforzarnos demasiado.

Finalmente, el modo de vida correcto implica un modo de vida responsable, sano y auténtico, que es necesario para reconectar con la vida. Podemos potenciar notablemente el modo de vida correcto a través de una filosofía de vida basada en el minimalismo. Si quieres saber más, pincha en el post que publiqué el mes pasado: Minimalismo. Menos es más.

Así que ¿Por dónde quieres empezar? Hay muchas disciplinas y herramientas que nos pueden ayudar, por ejemplo el mindfulness, la Comunicación no violenta, el minimalismo o la inteligencia emocional. Te animo a indagar en ellas y sobre todo aplicarlas en tu vida, porque como decía, la única manera de que te lleven a la vida plena y a convertirte en una persona más consciente, equilibrada y feliz es actuando, experimentando, equivocándote y aprendiendo de ello.

 

JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.

El hábito egocéntrico de interrumpir

Interrumpir a los demás mientras están hablando es un hábito muy arraigado en nuestra sociedad. De hecho, está tan arraigado que ni siquiera somos conscientes de cuantas veces lo hacemos y por supuesto, de qué consecuencias tiene en nuestras relaciones. Interrumpir es justo lo contrario que escuchar de verdad. Cuando interrumpimos a nuestra pareja, nuestro hijo o nuestro compañero de trabajo significa que no estamos escuchándoles con interés. Pero ¿Por qué interrumpimos tanto?

El primer error es confundir la interrupción con la interacción. Creemos que cuando estamos conversando con alguien, necesita de nosotros un feedback, una cierta interacción, como demostración de que la estamos escuchando con atención. Esto es cierto. Cuando estamos contando algo importante no es muy alentador tener enfrente una especie de maniquí que ni se mueve ni emite ningún tipo de sonido. Pero una cosa es interactuar o demostrar que escuchamos con breves sonidos o frases tipo «Ya…entiendo…ajá…mmm…¿De verdad?…claro…» o similares, y otra cosa es interrumpir a la otra persona para dar tu opinión, contar tu experiencia, dar un consejo o cualquier otro hábito a través del cual cogemos el protagonismo de la conversación. Esto no es interactuar, es simplemente interrumpir al otro.

Dice Jon Kabat-Zinn, el creador del método mindfulness, en su libro «El poder sanador del mindfulness», que cuando interrumpimos a alguien en una conversación, estamos dando un mensaje claro y contundente: que cualquier cosa que vayamos a decir en ese momento, sea lo que sea, es más importante, interesante, oportuno o relevante que cualquier punto de vista o sentimiento que cualquier persona pudiera expresar, da igual quien sea la persona o el amor que sintamos por ella. Por lo tanto, interrumpir es una demostración indiscutible de egocentrismo y de falta de empatía.

En el juego social, es decir en las habituales reuniones sociales de amigos o familiares que todos tenemos, se observan estos comportamientos egocéntricos constantemente. En este tipo de reuniones sociales no importa interesarse por los demás ni escuchar, lo único que importa es quién gana en el juego social de monopolizar la conversación y demostrar que es el más listo e interesante de la reunión. Si miramos con curiosidad y atención, lo percibiremos con claridad en los demás. O quizá nos sorprendamos descubriendo que somos nosotros mismos los que tendemos a interrumpir constantemente a los demás, intentando monopolizar la conversación.

¿Y qué consecuencias tiene interrumpir a los demás en nuestras relaciones? Sin duda, es un pésimo hábito que deteriora gravemente nuestra conexión con los demás. Si las personas son interrumpidas, automáticamente deducen que no nos interesa nada lo que están diciendo, y lo que verdaderamente nos interesa es escucharnos a nosotros mismos. Así que los demás se distancian de nosotros y dejan de confiarnos sus problemas e inquietudes. Si se ven forzados a seguir teniendo relación con nosotros por no quedar mal o porque directamente conviven con nosotros, dicha relación se convertirá en superficial y poco auténtica. Por otro lado, interrumpir mucho a los demás y monopolizar las conversaciones proyecta una imagen pública soberbia, prepotente y con una total falta de empatía.

Estoy de acuerdo con Kabat-Zinn, cuando en su libro dice que interrumpir a los demás es una forma de violencia, a veces sutil y otras veces no tan sutil, que ejercemos contra los demás. Cada vez que interrumpimos a nuestra pareja o hijo, no dudes que lo sienten como una micro-agresión por tu parte. Si es un hábito muy integrado en nosotros y del que ni siquiera somos conscientes, nuestros amigos y familiares habrán sufrido una acumulación de micro-agresiones a lo largo de los años de relación con nosotros. Y estos miles de microagresiones acumuladas habrán generado desconexión, resentimiento, rabia, frustración y falta de confianza hacia ti, ya sean tus amigos, tus hijos, tu pareja, tus compañeros de trabajo, tus colegas o simplemente conocidos.

Necesitamos desarrollar nuestra paciencia y nuestra capacidad de escuchar con verdadero interés a los demás. Y uno de los primeros pasos es dejar de interrumpir y dejar de robar el protagonismo de la conversación a los demás. Y no sirve de excusa que estés dando un consejo o tu opinión con la mejor intención. El hecho de que tengamos buenas intenciones no implica que estemos haciéndolo bien. Una antigua regla Zen dice que debemos esperar un mínimo de 3 segundos después de que la otra persona haya terminado de hablar, y entonces podemos intervenir. Si todos recordáramos esta regla Zen en nuestra vida cotidiana, nuestras relaciones mejorarían radicalmente.

El mindfulness (atención plena) es una disciplina con la que aumentamos la consciencia y potenciamos nuestra atención en todos los ámbitos de la vida, y nuestra comunicación no es una excepción. Cuando, gracias a un mayor nivel de conciencia, nos damos cuenta de los errores que cometemos en la comunicación con los demás, como el de interrumpir, podemos tener la oportunidad de ir cambiando nuestros malos hábitos, y consiguiendo con ello relaciones más auténticas, plenas y profundas. Si tienes interés en desarrollar estas capacidades, apúntate ya al Curso MBSR de mindfulness de 8 semanas, en directo y online, que impartiré de enero a marzo de 2021: Más información e inscripción

 

JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.