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Las 4 creaciones mentales que nos impiden ver la realidad

Desde antes del verano estoy leyendo la novela 1Q84 de Murakami. Aparte de estar totalmente enganchado, me resulta interesante cómo la exploración que hace de la realidad tiene muchas conexiones con nuestra experiencia diaria. En la novela los dos personajes protagonistas viven en 1984, pero en un momento determinado de su historia se introducen, sin saberlo, en otra realidad, podríamos decir en otro mundo. Ese mundo, para diferenciarlo, lo denominan 1Q84. Es un mundo donde los protagonistas conectan con su verdadero talento, o con su parte más elevada y poderosa, podríamos decir.

Vivimos en una realidad que no es real, a causa de nuestras creaciones mentales. La mente genera elementos que nos condicionan y nos impiden ver la auténtica realidad y disfrutarla al máximo. Las 4 creaciones de la mente que yo destacaría son:

1. Los millones de pensamientos y emociones que generamos sobre el pasado. Bien nos estamos preocupando por decisiones que hemos tomado o situaciones que hemos experimentado en el pasado, o bien estamos absortos en momentos positivos y felices del pasado. Ambos nos nublan la vista y nos desenfocan de la auténtica verdad. Es importante emplear un tiempo en analizar y aprender de la experiencia pasada, pero a partir de ahí, hay que centrarse en lo que toca hacer aquí y ahora.

2. Los millones de pensamientos y emociones relacionados con el futuro. Es muy frecuente que nos generemos ansiedad y estrés anticipando y preocupándonos por situaciones que aún no han sucedido, y que probablemente no sucederán nunca. O puede que habitualmente nos enfoquemos en lo que deseamos que suceda en un futuro, como las próximas vacaciones o el próximo fin de semana con la esperanza de darnos un poco de alivio y bienestar. Sean pensamientos positivos o negativos sobre el futuro, nos alejan de la realidad y nos impiden afrontar lo que de verdad importa. También en este caso es importante planificar y marcarse metas, pero una vez hecho, de nuevo debemos focalizarnos en lo que toca hacer ahora mismo.

3. Nuestros juicios sobre la realidad. Otro aspecto en el que basamos nuestra percepción falsa de la realidad son los juicios. Etiquetamos y juzgamos absolutamente todo (esto es bueno, esto es malo, esta persona es egocéntrica, esta otra es generosa, etc.). Dichos juicios son generados por patrones neuronales basados en la repetición de determinadas experiencias. El problema de dichos patrones aprendidos es que nos impiden ver a las personas y las experiencias con frescura, sin condicionamientos. Y nos llevan a cometer muchos errores, a dificultar nuestra relación con los demás, y a sumirnos en un estado de confusión y estrés.

4. Nuestras interpretaciones subjetivas de los hechos. Recuerda un acontecimiento en tu vida que haya sucedido hace unos 8 años, y que te haya generado mucho sufrimiento. ¿Cómo lo ves ahora, con la nueva perspectiva que te dan esos años? Seguramente ahora estás relativizando la experiencia. Lo que sentías hace 8 años ahora ha dejado de tener fuerza, simplemente no existe nada más que en tus recuerdos, ya ha dejado de ser real. Tu interpretación de aquel acontecimiento ha cambiado seguramente, o como mínimo se ha suavizado o relajado. Yo, por ejemplo, cuando veo con esa perspectiva algunas de las experiencias más duras de mi vida, las veo con un nuevo prisma, mucho más positivo, porque han provocado aprendizajes y experiencias posteriores muy importantes para mí. Han perdido toda su fuerza negativa, gracias a la interpretación que hago de ellas.

Basar nuestra vida en nuestros juicios condicionados, en nuestras evaluaciones subjetivas negativas, en los pensamientos sobre el pasado o el futuro, nos impide ver  la auténtica realidad, esa realidad que está ahí siempre, delante de nuestros ojos, esperando a ser descubierta, experimentada y disfrutada con nuevos ojos, con frescura. Sin embargo, muy pocas veces la sentimos a lo largo de toda nuestra vida. Es la realidad del momento presente, lo que está sucediendo ahora mismo, en este mismo instante, ahí es donde está el auténtico poder. Es esencial que viajemos frecuentemente a esa realidad del aquí y ahora que se nos escapa cuando estamos descentrados, estresados, ansiosos e infelices. Cuando nos desconectamos del momento presente, nos desconectamos de nosotros mismos, sentimos confusión e impedimos que salga nuestro talento y nuestros tesoros ocultos.

La buena noticia es que podemos entrenar nuestra mente para conectar frecuentemente con la auténtica vida y con esos tesoros interiores, a través de técnicas como la meditación Mindfulness. Para conectar con esa auténtica realidad, la del momento presente, sólo tenemos que quedarnos quietos y en silencio durante unos segundos. Expectantes, vigilantes a todo lo que suceda tanto dentro de nosotros como fuera de nosotros, y al mismo tiempo relajados, tratando de no emitir juicios sobre nada de lo que experimentemos. Escuchemos cualquier sonido que aparezca, sintamos nuestra respiración o cualquier sensación física, observemos qué sucede en nuestra mente aquí y ahora, momento tras momento y sin juzgar. Y conectaremos con la auténtica realidad.

No lo dudes, estamos dormidos, y necesitamos «despertar» para poder vivir la vida con plenitud.

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y escritor.

Siempre estamos eligiendo

A menudo escucho expresiones como «Qué mala suerte tengo», «¿Por qué me tiene que pasar esto a mí?» «Qué injusta es la vida conmigo», o «Estoy harto de mi trabajo pero no puedo hacer nada para cambiar la situación». Si nos fijamos bien, este tipo de frases están dando por hecho que esas situaciones difíciles o dolorosas nos llegan sin motivo ni justicia, y que nosotros no tenemos ninguna responsabilidad en ellas. Es como si fueran externas, ajenas a mí y a mis decisiones o comportamientos.

Esa creencia fomenta a largo plazo una sensación de victimismo, además de una incapacidad para resolver la situación, precisamente por creer que el origen está fuera de nuestra influencia o causalidad directa. Es realmente peligroso porque desemboca en culpar a los demás de mis problemas, y por tanto genera resentimiento y deteriora nuestras relaciones, aumentando como un círculo vicioso el victimismo y el rencor.

Pero ¿Y si todo lo que nos sucediera tuviera una causa clara y nítida? ¿Y si esa causa fuera nuestra actitud, nuestro comportamiento y nuestras decisiones? Desde luego, todo sería mucho más fácil de resolver, ¿No? Porque estaría en lo que Stephen Covey llamó «nuestro círculo de influencia». Sin embargo, reconocer esto puede llegar a resultar abrumador y durísimo para una persona acostumbrada a echar balones fuera y a culpar a los demás o a circunstancias externas de sus problemas.

La clave de todo es que, aunque nos parezca increíble, estamos siempre eligiendo. Elegimos qué hacer en cada instante, con quien relacionarnos y de qué manera, qué actitud tomamos ante las cosas, en qué empresa trabajamos y cuantas horas, y miles de decisiones más cada día. Lo que sucede es que la mayor parte de esas decisiones no son conscientes, sino inconscientes. Vienen del llamado modo mental automático, que es nuestro modo habitual de funcionar, condicionado por patrones, sesgos, prejuicios y carencias emocionales que tenemos integradas en nuestro inconsciente. Así, nuestra conducta diaria está programada por todos esos condicionamientos, pero eso no significa que no elijamos, sino que no somos conscientes de dichas elecciones.

Por ejemplo, si necesitamos cariño y aceptación por parte de los demás, nos costará poner límites y «decir no» a los demás, permitiendo que muchas veces invadan nuestro terreno y abusen de nuestra confianza. En ese ejemplo, no podemos culpar a los demás de haber abusado de nuestra confianza, debemos mirar hacia nosotros y resolver esa carencia emocional, con el fin de poder tomar otras decisiones, esta vez sí desde la consciencia.

Otro ejemplo típico es estar atrapado en un trabajo que no me motiva. En lugar de quejarme de mi situación y hacerme la víctima, debo reconocer que si sigo en mi trabajo es porque, aunque sea inconscientemente, lo estoy eligiendo yo, porque prefiero tener seguridad y un sueldo fijo, a verme abocado al riesgo de estar en paro, de quedarme sin ahorros, y que mi familia no tenga las necesidades mínimas cubiertas. Por tanto, es una elección mía, y es fundamental que lo reconozca.

No estamos acostumbrados a ver más allá, a mirar las consecuencias a medio y largo plazo que tienen nuestra conducta, nuestra actitud diaria y nuestras microdecisiones. El problema es que tienen muchas consecuencias, y cuando nos topamos bruscamente con ellas, entonces nos quedamos en estado de shock, sin entender absolutamente nada, y cayendo en el estado victimista y culpabilizador que comentaba al principio. Es como si fuera la única salida a ese estado de shock y confusión, aunque lamentablemente lo que hacemos es encerrarnos aún más en ese callejón sin salida.

La única solución es darle la vuelta a nuestro modo habitual de analizar las cosas. Volver la vista hacia uno mismo y preguntarse de qué forma he contribuido yo a crear esa situación conflictiva o difícil en mi vida, con qué actitudes o comportamientos, y desde luego, cual es el patrón o carencia emocional que hay detrás de mi conducta (necesidad de seguridad, necesidad de cariño, miedo al dolor o al fracaso, etc.)

El fin de todo es elegir, pero de forma totalmente consciente mi actitud y comportamiento. Ya decía Viktor Frankl que esa posibilidad de elegir mi respuesta ante cualquier estímulo, por muy doloroso que sea, es la última libertad del ser humano. De hecho, es la única libertad que nada ni nadie nos puede arrebatar. Y precisamente ahí reside el concepto crucial de la asunción de responsabilidad, que consiste en dejar de mirar hacia fuera y empezar a mirar dentro de nosotros. Aunque puede parecer muy duro al principio, a largo plazo es la mayor fuente de poder que existe. Asumir la responsabilidad y reconocer que nuestras elecciones son la causa de todo lo que nos ocurre, es imprescindible si queremos vivir una vida plena.

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y escritor.

5 claves de un excelente Coach

Esta semana la International Coach Federation está celebrando a nivel mundial la Semana Internacional del Coaching. Aprovechando este evento, quiero repasar los fundamentos sobre los que se asienta esta profesión tan nueva, y al mismo tiempo, tan de moda. Y lo voy a hacer repasando cuales son las ideas y actitudes que debe tener un buen coach. La semana pasada, mientras impartía formación para coaches profesionales en Coaching de Equipos, los participantes me decían que realizar coaching con excelencia es realmente difícil. Estoy de acuerdo.

Siempre digo, y lo baso en mi experiencia personal, que el coaching no es sólo una profesión, sino una actitud concreta ante la vida. Y esa actitud se basa en las siguientes ideas:

1. El coach confía incondicionalmente en el poder de las personas. Cree en la grandeza de los seres humanos por encima de todo y en su potencial para conseguir cualquier meta. Eso hace, por el llamado efecto Pigmalion, que la persona termine creyendo también en su propio poder, y compruebe que puede lograr objetivos que nunca se había imaginado.

2. El coach está convencido de que las respuestas están dentro de cada uno. Por eso, el coach nunca da consejos o recomendaciones a su cliente. El poder del coaching está en realizar las preguntas oportunas, esas preguntas que abren ventanas para que las personas sean capaces de mirar más lejos, sitúan espejos para que la persona se vea tal y como es, con su belleza y grandeza. El coach, por tanto, cree en la sabiduría del otro y no proporciona soluciones, porque sabe que serían sólo «sus» soluciones y que estarían condicionando y limitando a su cliente. El coach no es un consultor ni un formador ni un mentor.

3. El coach anima y provoca a los demás para que desafíen el status quo y salgan de la zona de comodidad. A través de las preguntas poderosas del coaching, el individuo comienza a salir de su zona de confort, a convivir con el miedo, a tomar decisiones que le lleven a sus metas. Porque nunca podremos lograr ninguno de nuestros sueños manteniéndonos en nuestra zona de confort.

4. El coach es humilde y sabe que los éxitos de su cliente son de su cliente. El coach es un catalizador, un impulsor, un despertador de lo que ya estaba dentro de la persona. Aunque el coach estimule la conciencia, la responsabilidad y la acción de su cliente, es éste quien se lanza a por sus metas, es quien tiene que lidiar con las dificultades y con los miedos, es quien se atreve a pedir más a la vida. Por tanto, el coach debe ser humilde y mantenerse siempre en la sombra, porque el protagonista es y será siempre su cliente. Esto contrasta con la versión falsa y distorsionada del coaching hoy en día, que se identifica más con un charlatán que arenga y motiva a las masas. Eso no es coaching.

5. El coach se centra en el aprendizaje y en el camino, más que en los resultados. A pesar de que el coaching nos ayuda a alcanzar resultados extraordinarios, el coach siempre está focalizado en el aprendizaje durante el camino. Paradójicamente, esta es la forma más sostenible y efectiva de conseguir resultados, poniendo atención y conciencia sobre lo que vamos descubriendo y aprendiendo sobre nosotros en ese camino apasionante de desarrollo y crecimiento.

En este sentido, recuerdo ahora la historia zen de un alumno que preguntó a su maestro cuantos años le llevaría alcanzar la sabiduría de su maestro.
– Cinco años -le contestó el maestro.
– ¿Y si estudio 14 horas al día, en cuantos años podré alcanzar tu sabiduría, maestro? -preguntó de nuevo el discípulo.
– Diez años -Respondió el maestro.
– ¿Y si no duermo por las noches y me dedico a estudiar y esforzarme aún más? -Preguntó el alumno desconcertado.
– Veinte años -Contestó el maestro con serenidad y firmeza.
El alumno, totalmente perdido, preguntó al maestro por qué cada vez que ponía más empeño y dedicación, le respondía de forma más desalentadora. Entonces, el maestro le dijo:
– Porque si tienes un ojo en tu destino, sólo te quedará el otro ojo para el camino. Y si pones los dos ojos en el destino, no tendrás ojos y caminarás totalmente ciego.

El coaching es una profesión totalmente necesaria y esencial en este siglo XXI donde hay tanto desconcierto, ansiedad y falta de valores.

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y escritor. http://www.javiercarril.com

Los 10 libros que me cambiaron la vida

Este es un post muy especial. Hoy quiero compartir los 10 libros que han cambiado mi vida en los últimos 8 años. Los 10 libros sin los cuales yo no sería quien soy. Estos libros me han ayudado a ampliar mi visión del mundo, a entender con más claridad la vida, a descubrir los mecanismos ocultos que sustentan las relaciones, a conocer las claves de vivir con plenitud, y también los conceptos fundamentales para alcanzar nuestras metas y sueños.

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Tengo que decir que ha sido realmente difícil elegir sólo 10, ya que hay otros muchos libros extraordinarios que se han quedado, por poco, fuera de esta lista Top Ten, como El poder del ahora o Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva. Pero había que elegir.

La lista es un homenaje a estos autores y libros únicos, y al mismo tiempo, una manera de compartir contigo mis descubrimientos y aprendizajes más valiosos durante los últimos 8 años, esperando que alguno de estos libros te aporte tanto como me han aportado a mí. Aquí va mi regalo para ti:

1. Coaching para el éxito; de Talane Miedaner.
Un libro sencillo, ameno, práctico, pero con un profundo carácter transformador. Fue el libro con el que conocí y me apasioné por el coaching, y que convertí en mi profesión desde hace 8 años. Cuando leí este libro maravilloso, supe que esa era mi vocación,  en un momento crítico de mi vida, en que estaba perdido y desorientado desde el punto de vista personal y profesional. Así que, nunca mejor dicho, este libro me salvó la vida.

2. La vida tal como es; de Charlotte Joko Beck.
Nunca he leído un libro con tanta sabiduría, con tanta claridad sobre el sentido de nuestra vida, sobre cómo afrontar el sufrimiento, nunca un libro me enseñó tanto sobre cómo vivir una vida plena. El título lo dice todo: la vida tal como es, desprovista de falsas expectativas y engañosas ilusiones, que es muy diferente al concepto erróneo que tenemos de lo que debería ser la vida, a la que pedimos y exigimos tanto, causa de todo nuestro sufrimiento. Descubrir las ideas simples y esenciales de esta maestra Zen me han ayudado a afrontar y superar los peores momentos de mi vida.

3. Controle su destino; de Anthony Robbins.
Un libro fundamental con el que derribé muchas creencias limitantes sobre mí mismo, y que me ayudó a descubrir el potencial que tenía dentro. Robbins me hizo atreverme a marcarme metas y sueños ambiciosos y motivadores, que se han convertido en una brújula esencial en mi carrera profesional desde hace años. En su momento me ayudó decisivamente a creer y confiar en mí mismo, a descubrir el oro que tenía escondido en mi interior, y a sacarlo a la luz. Visto en retrospectiva, en los últimos 8 años he conseguido metas y sueños que jamás imaginé que lograría, y una parte muy importante se lo debo a este libro y sus rompedoras ideas.

4. La rueda de la vida; de Elisabeth Kübler Ross.
La autora de esta apasionante autobiografía fue una famosa psiquiatra que dedicó su vida a cuidar a las personas en la última fase de su vida, es decir, cuando eran enfermos terminales. El libro, lejos de ser negativo o tétrico, es un canto a la vida. Nadie nos puede enseñar más sobre la auténtica vida que un enfermo terminal, ya que en ese momento se focaliza en lo esencial, en perdonar, en aceptar, en vivir el presente. La vida de esta psiquiatra y sus enseñanzas me impactaron muchísimo, y me di cuenta de que debemos dedicar nuestra vida a lo que de verdad nos importe, porque esa es la única forma de vivir con significado y pasión.

5. Zen, un camino hacia la propia identidad; de Enomiya Lassalle.
El zen ha sido, junto con el coaching, la disciplina que más ha transformado mi vida y a mí mismo. El zen me enseñó a vivir en el aquí y ahora, a apreciar el presente, a dar las gracias, a “ver” con claridad, a focalizarme en lo importante, a calmar mis tormentas interiores, a superar mis miedos más terribles. He leído muchos libros sobre zen, pero elijo el de Lassalle por ser un ejemplo excelente de fusión y convivencia entre la cultura oriental y la occidental. El libro es un profundo viaje hacia nuestra auténtica identidad, al conocimiento de quienes somos, y para qué estamos aquí.

6. Amar lo que es; de Byron Katie.
El libro y la metodología de Byron Katie me influyeron enormemente, quizá porque su método de las 4 preguntas tiene mucho de coaching, y mucho de zen. Byron Katie me ayudó, desde otra óptica, a entender la diferencia entre dolor y sufrimiento, y eso tan difícil que es aceptar las cosas tal cual son, a las personas tal cual son, a mí mismo tal y como soy. A través de cuestionar sistemáticamente mis pensamientos, y distanciarme de ellos, logré entender y manejar muchos de los conflictos que tenía conmigo mismo y con los demás, y eso me ayudó a asumir la responsabilidad de mis decisiones.

7. Comunicación no violenta; de Marshall Rosenberg.
Este libro, y el método de Comunicación no Violenta, me parece un monumento que debería ser declarado patrimonio de la humanidad. Marshall Rosenberg es uno de los grandes líderes de nuestro siglo, un hombre sencillo que creó esta increíble metodología para comunicarnos con nosotros y con los demás de forma sincera y humana, mostrando y escuchando nuestras emociones y necesidades, dando lo mejor de nosotros. Gracias a él, he resuelto algunos conflictos en mi vida que me parecían imposibles de resolver.

8. El camino del kaizen; de Robert Maurer.
Cuando leí este libro, me fascinó inmediatamente la magia del kaizen para alcanzar nuestras metas de forma simple y rápida, superando el miedo y saliendo de nuestra zona de confort. He aplicado el Kaizen en mi vida y en mi trabajo en numerosas ocasiones, y he podido experimentar la eficacia y belleza de esta metodología de origen japonés para superar nuestras barreras, y convertirnos en mejores profesionales y personas, pasito a pasito. Gracias al Kaizen, logré escribir mis libros, y he consolidado hábitos positivos en mi vida como la práctica de la meditación diaria, una alimentación más equilibrada, ejercicio físico regular, etc.

9. El hombre en busca de sentido; de Viktor Frankl.
Otro libro que debería considerarse patrimonio de la humanidad. Porque el ser humano debería agradecer a Frankl haber compartido su experiencia en los campos de concentración nazis, y lo que descubrió sobre el ser humano. En concreto, la grandeza del hombre, y la certeza de que nadie nos puede quitar la libertad interior de elegir nuestra actitud ante cualquier circunstancia. El libro me ha ayudado a asumir mi responsabilidad en los momentos duros, y también me enseñó que siempre debemos marcarnos un sueño, una visión personal, para caminar por el mundo dando lo mejor de nosotros.

10. Padre rico, padre pobre; de Robert T. Kiyosaki.
Puede sorprender el libro de Kiyosaki en esta lista que podríamos calificar como una lista con tendencia a lo espiritual. Sin embargo, esta obra tiene mucha más profundidad de lo que parece, y me enseñó algo impagable como es la inteligencia financiera, es decir, cómo manejar el dinero de forma más productiva y consciente. Es una asignatura que deberían enseñar en los colegios desde Educación Primaria. A mí me ha servido enormemente para olvidarme de los problemas y agobios económicos, y para eliminar ideas falsas y limitadoras sobre el dinero. Definitivamente, es un libro que me ha influenciado muchísimo, y que me ha hecho tomar muchas decisiones financieras vitales para mi vida personal y profesional.

Debo reconocer que este viaje por los 10 libros que más han cambiado mi vida ha sido apasionante y mágico, porque me ha permitido volver a degustarlos, a conectar emocionalmente con las enseñanzas y descubrimientos increíbles que me han regalado. Te invito a que elijas uno de ellos y cuando lo hayas leído, me escribas un comentario en Twitter o aquí en mi blog. Estaré encantado de escuchar tu opinión.

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y escritor. http://www.javiercarril.com

 

Cómo identificar y poner foco en lo verdaderamente importante

Cada día compruebo cómo la mayoría de las personas dedican su atención, tiempo y energía a cosas poco importantes, banales, sin sentido. Y me pregunto ¿Por qué? Por más que lo pienso, me resulta una actitud totalmente irracional, por 4 motivos:

– No nos sentimos felices con esta forma de actuar.

– En el fondo, sabemos lo que es importante.

– En el fondo, también sabemos qué necesitamos cambiar.

– La vida es muy corta, somos mortales, y por tanto nuestro tiempo está limitado.

El problema es que solemos emplearnos en acciones que nos den satisfacción o rendimiento a corto plazo, o bien en acciones que sean fáciles o rápidas de realizar. Nos convencemos a nosotros mismos de que son cosas que “hay que hacer” y además, que es mejor quitárnoslas de encima para poder abordar después las cosas verdaderamente importantes de nuestra vida.

Sin embargo, qué paradoja, nos pasamos así semanas, meses, años de nuestra vida. Y con ese círculo vicioso nunca llegamos a emplear nuestra energía y tiempo en afrontar los retos realmente importantes. Y yo me pregunto: ¿Por qué, si son tan importantes esas decisiones o acciones pendientes,  las vamos aplazando o posponiendo una y otra vez?

Los objetivos y actividades importantes son difíciles, complejos, requieren que yo cambie determinadas actitudes o juicios que tengo, o requieren de mí un esfuerzo especial, y como ya estoy cansado de hacer las millones de tareas inútiles y absurdas del día a día, no me quedan fuerzas para afrontar lo importante. ¿Te suena?

El otro motivo de que no hayas cogido el toro por los cuernos aún es porque hagas lo que hagas ahora, no vas a recibir rendimiento o beneficios hoy, ni mañana, ni probablemente el próximo mes. Lo más seguro es que, si es una acción importante, te proporcione beneficios o satisfacción en un medio o largo plazo, rara vez a corto plazo. De hecho, cuanto más a largo plazo sea el beneficio, más importante es esa tarea o acción.

Por último, los grandes logros sólo se alcanzan repitiendo una y otra vez una acción, decisión o conducta. No se puede alcanzar la cima de una montaña dando el primer paso, por muy grande que haya sido dicho paso.

Así que las 3 claves para identificar lo realmente importante de tu vida, esas acciones, tareas o actividades a las que debes dedicar tu energía y tiempo, son:

– Las actividades o tareas que te van a proporcionar un beneficio en el largo plazo.

– Las tareas o acciones difíciles, que requieren esfuerzo o cambios en tu forma de pensar o actuar.

– Las tareas o actividades que necesitan realizarse repetidas veces, de forma regular, durante un tiempo largo para lograr resultados.

Si analizas estas 3 claves, te darás cuenta de que hay muy pocas cosas verdaderamente importantes en tu vida. Tal vez dos o tres retos, metas o actividades, a las que poner foco y energía. Si identificas muchas, entonces te estás equivocando, y vas a entrar en el síndrome del “Todo es importante y urgente”. No te engañes, simplifica y quítate de encima la basura, y pon el foco en lo realmente importante. Tu vida dará un cambio radical en muy poco tiempo.

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y escritor. http://www.javiercarril.com

 

El yo pequeño y el Yo Superior

En las últimas semanas he vivido, como seguramente tú, momentos buenos y malos, experiencias alegres y también complicadas. Es decir, la vida misma. En los momentos malos, he logrado incorporar el hábito, con mucho entrenamiento y constancia, de observarme a mí mismo, cuales son mis emociones y mis pensamientos, cómo ambos afectan a mi conducta y mis decisiones. Y cada vez soy más consciente de que todos tenemos un yo pequeño, débil, vulnerable, lleno de miedos y necesidades insatisfechas, que reacciona protegiéndose y defendiéndose, a veces incluso con agresividad. En los momentos de presión y sufrimiento surge de inmediato nuestro “yo pequeño”, cortoplacista y egocéntrico.

Pero todos tenemos  también un “Yo superior”. El Yo superior es el que se eleva sobre circunstancias puntuales y mira más allá, con una visión más global y a largo plazo. El Yo superior es capaz de ver las implicaciones y consecuencias de los actos y decisiones, y es capaz de distanciarse lo suficiente para actuar de la manera más poderosa y efectiva.

Nuestro Yo superior tiene claridad mental y serenidad emocional, está conectado con los valores y es fuerte, tiene autoconfianza y, en lugar de preocuparse de proteger su territorio, conecta con la vida en su perspectiva más profunda. Conecta con las necesidades de los demás, tiene verdadera empatía, controla las emociones y es capaz de canalizar dichas emociones hacia la decisión más beneficiosa para todos los implicados.

En resumen, el “yo pequeño” está más preocupado de pedir a la vida que cubra sus deseos y expectativas constantes, lo que siempre a la larga genera frustración y resentimiento, mientras que el “Yo superior” está ocupado en servir a la vida de la mejor manera posible. Es decir, su foco está en dar lo mejor de sí mismo a lo que la vida le está pidiendo en cada instante.

En los momentos difíciles que mencionaba antes, me ha sucedido lo siguiente: al principio me dejo llevar por mi “yo pequeño”, con las emociones negativas y el sufrimiento que implica. De pronto, me doy cuenta y soy capaz de distanciarme de ese “yo pequeño”, observando cómo opera y qué limitaciones me impone. Y entonces, decido preguntar por mi “Yo superior”. Y me cuestiono: “¿Cómo actuaría en esta situación mi “Yo superior”, ese Yo que no siente miedo ni amenaza, que está centrado en servir de la mejor manera a la vida? Esa pregunta es muy poderosa, y de pronto surge la respuesta. La acción cambia completamente. Ahora es el momento de decidir. ¿A quién hago caso, a mi “yo pequeño” o a mi “Yo superior”?

Cuando he decidido seguir las indicaciones de mi “Yo superior” todo en mi vida ha ido mejor, mucho mejor. Mientras que cuando me dejo arrastrar por mi “yo pequeño”, lo único que hago es complicar aún más las cosas, generando más sufrimiento para mí y para los demás.

Cuando te encuentres ante una decisión difícil o una situación que te esté generando emociones negativas, párate un instante y pregúntate: “¿Qué haría ahora mi “Yo Superior”, esa parte de mí sin miedos ni inseguridades?” Luego, tú decides.

¿Quieres conocer mis Cuentos cortos motivacionales? Descárgate el 2º de la serie, que tiene mucho que ver con este post, “La invasión de los clones”, de forma gratuita en este link: http://www.execoach.es/portfolio-item/cuentos-cortos/

JAVIER CARRIL. Coach, conferenciante y escritor. Visita mi web: http://www.zencoaching.es/
Autor de los libros Cuentos para adultos que quieren ser felices (Descárgatelos aquí) DesESTRÉSate, Ed. Alienta, 2010…y Zen Coaching, un método para potenciar tu vida profesional y personal, ed. Díaz de Santos, 2008.