4 aprendizajes de mi último retiro de meditación

Aquí estoy, justo antes de empezar el retiro de meditación Vipassana de 6 días en silencio.

La pasada semana participé en un nuevo retiro de meditación Vipassana (la meditación original de Buda) en silencio. En los últimos 10 años he participado en varios retiros largos (algunos Vipassana y otros de meditación Zen), y siempre la experiencia ha sido muy especial. Eso sí, nunca ha estado exenta de momentos duros, incluso muy duros, desde el punto de vista mental, emocional y físico. Es una experiencia extrema para nuestra mente, porque no está acostumbrada a parar radicalmente y dejar de «hacer», sino que habitualmente está sobre-estimulada por la vorágine y velocidad de la vida que llevamos, por la cantidad de ruido que recibimos de los medios de comunicación, las redes sociales y los estímulos del teléfono móvil, por la cantidad de tareas y objetivos personales y profesionales que nos marcamos y realizamos a diario, por los actos sociales, los eventos a los que asistimos, e incluso nuestros planes de ocio y diversión contribuyen a mantener nuestra mente excesivamente estimulada y llena de ruido.

Lo que necesita nuestra mente es alejarse del ruido, de vez en cuando, para calmarse y poder ver con más claridad las cosas. Todos lo necesitamos, lo creamos o no. Por eso, retirarse y pasar 6 días en total silencio, meditando todo el día, puede ser una experiencia extremadamente dura para el ego, acostumbrado a estar activo y «haciendo» tareas constantemente. No obstante, si queremos vivir una vida plena, más equilibrada emocionalmente y con más claridad mental, es muy necesario parar totalmente, bajarse del tren de nuestra vida, y dedicarnos simplemente a ser.

En los retiros siempre aprendo cosas. Cosas sobre mí mismo, sobre la vida, sobre el ser humano, sobre el funcionamiento de la mente. Y vuelvo a mi vida lleno de energía, positivismo y al mismo tiempo de serenidad. También noto una enorme claridad mental que me permite tomar mejores decisiones en mi vida y en mi empresa. Un retiro de meditación implica retirarse del mundo para calmar la mente e investigar de qué va esto de vivir, para aumentar la sabiduría y aplicarla a la vuelta. En este retiro destacaría 4 aprendizajes clave, obtenidos a través de la experiencia directa de estos 6 días de meditación intensiva:

  1. El ser humano sufre innecesariamente y se puede liberar. Una cosa es el dolor, que forma parte de la vida y que es natural, y otra el sufrimiento innecesario que nos generamos los seres humanos cuando entramos en bucle, cuando nos dejamos arrastrar por nuestros pensamientos y emociones, cuando magnificamos los pequeños problemas que tenemos para convertirlos en dramas inmensos. La buena noticia es que nos podemos liberar del sufrimiento inútil, y hay dos habilidades fundamentales que se entrenan en la meditación vipassana (la técnica que enseñó Buda para liberar al ser humano del sufrimiento): la presencia y la sabiduría. Cuanta más presencia tengamos en el aquí y ahora, más sabiduría iremos obteniendo, y estaremos más capacitados para irnos liberando del sufrimiento. Y la meditación es un entrenamiento de la mente para mantenerse presente en el aquí y ahora el mayor tiempo posible.
  2. El motivo del sufrimiento humano es el deseo con apego. Este es, según Buda, el principal origen del sufrimiento humano, el deseo con apego, o el deseo egoísta. Es lícito e incluso sano desear cosas: desear objetivos, desear cosas materiales, desear relaciones, siempre que ese deseo sea un deseo sin apego. Sin apego significa que si no consigo lo que deseo, lo acepto de forma natural y no me desespero o entro en rabia, lo que me lleva a envenenarme y a generar agresividad hacia mí y hacia los demás. El deseo con apego significa que quiero lograr algo, cueste lo que cueste, y me aferro tanto a ese deseo que me ciega y no me permite actuar ni pensar con claridad ni equilibrio.
  3. Aceptar la ley de impermanencia es esencial para una felicidad duradera. La vida es inestable, volátil, impermanente. Es una ley incontestable, que todo cambia y se transforma de manera constante, minuto a minuto, incluyendo nosotros mismos. En nuestra vida lo podemos verificar en cualquier instante. Miremos un momento el día por la ventana. Al cabo de unos minutos, si nos fijamos con atención, todo habrá cambiado. Es posible que haya cambiado la luz, o haya aparecido el viento, o simplemente, pasan personas diferentes por la calle. Y si miramos la vida con perspectiva, la ley de la impermanencia es evidente. Todos tenemos etapas en que las cosas nos van bien, pero eso no dura mucho tiempo, pronto las cosas irán mal o regular, y luego volverán a ir bien, etc. La clave es aceptar esta ley universal y no resistirse a ella. Es decir, aceptar que un momento placentero se termine, y también aceptar que aparezca una experiencia difícil o dolorosa sin caer en el victimismo o enredándonos en el bucle de pensamientos negativos que da origen a la rabia y al resentimiento.
  4. Debemos empezar a cambiar nuestros actos para limpiar nuestra mente. Buda entendía que los actos no sólo son nuestros comportamientos, sino también nuestras palabras y nuestros pensamientos. Para tener una mente limpia y calmada, es necesario empezar a mejorar nuestros actos, es decir, empezar a comportarse de manera más responsable y ética, empezar a hablar con honestidad y autenticidad sin dañar a los demás, y empezar a fomentar los pensamientos nobles y positivos, en lugar de juzgar y criticar al otro. De lo contrario, no servirá de mucho hacer meditación, porque, tal y como el maestro del retiro compartió, es como cuando nieva en la montaña. Horas después la nieve se transforma en agua y cae por la montaña al río, arrastrando todo tipo de cosas (ramas, hojas secas, troncos, desperdicios) enturbiando el agua. Los actos serían como la nieve, cuyos efectos, al cabo del tiempo, llegarían a nuestra mente (el río) y si dichos actos no son positivos, ensuciarían nuestra mente.

Esta semana me siento más fuerte mental y emocionalmente, más preparado para la vida y para los desafíos que me va a poner en el camino. Seguro que en los próximos meses tendré momentos dulces, y los disfrutaré con plenitud. Pero igual de seguro tendré momentos amargos, y la clave es vivirlos con igual plenitud, no huyendo, no evadiéndome. Porque meditar nos enseña a vivir, nos enseña a afrontar la vida con valentía, y a fluir con ella para ir reduciendo cada vez más el sufrimiento innecesario e inútil que los seres humanos nos provocamos, agotándonos y confundiéndonos hasta límites inimaginables.

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.

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