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¿Adónde vas tan deprisa?

La pasada semana asistí a una interesante conferencia de Tim Gallwey, autor del best seller mundial «El juego interior del tenis», y uno de los creadores y pioneros de la metodología del coaching. Comenzó la conferencia con un vídeo en el cual una masa de personas caminaba lentamente por la calle hacia su trabajo. Entonces, la imagen desaparecía y aparecían varias preguntas abiertas de coaching:

¿Dónde vas cuando vas al trabajo?
¿Para qué?
¿Qué harás cuando llegues allí?

La sensación cuando vi las imágenes y las preguntas fue inquietante, y al mismo tiempo muy real. La gran mayoría de las personas caminan por su vida sin rumbo, sin conciencia, sin cuestionarse nada, sin parar un instante para preguntarse si tiene algún sentido el caminar en la dirección en la que está caminando. No es de extrañar que el trabajo, la vida, y las relaciones terminen siendo una carga difícil de soportar, como la famosa mochila simbólica de la película Up in the Air, que llevaba siempre George Clooney a sus conferencias motivacionales.

Siempre cuando observo a tanta gente ir corriendo de aquí para allá, estresada, haciendo mil cosas como si fueran importantísimas (y realmente no lo son), me pregunto: ¿Adónde vamos tan deprisa? ¿Para qué corremos tanto en hacer una cosa detrás de la otra? Con esa conducta inconsciente, es normal que estemos completamente dispersos y estresados, o con una profunda depresión.

Pero hay otro modo de vivir la vida y el trabajo. Y la palabra clave es Atención. Atención a nuestra vida, a nosotros mismos, a nuestra forma de afrontar las cosas, a nuestro modo de relacionarnos, atención a nuestras ideas y juicios preconcebidos. John Whitmore, otro de los pioneros del coaching, dijo: «Sólo podemos controlar aquello de lo que nos damos cuenta. Aquello de lo que no nos damos cuenta nos controla a nosotros».

Es hora de empezar a tomar el control de nuestra vida, en lugar de dejarnos llevar por la corriente del río. De lo contrario, esa corriente nos llevará algún día a unas profundas cataratas, y la caída será muy dolorosa.

Siempre insisto que la clave para poner más atención a nuestra vida, y por tanto mayor control, es la práctica del Mindfulness. El mindfulness es un entrenamiento mental de la atención en el aquí y ahora, que nos ayuda a gestionar mucho mejor lo negativo (experiencias dolorosas, emociones como la tristeza, la ira o el miedo), y a disfrutar mucho más de lo positivo (las pequeñas cosas de la vida, que normalmente no valoramos ni disfrutamos). Nos ayuda, en definitiva, a ser mucho más felices.

Como cualquier otro músculo del cuerpo, podemos fortalecer mediante entrenamiento el músculo mental de la atención y la conciencia. Un modo sencillo de explicar en qué consiste la práctica mindfulness es mediante modelos mnemotécnicos, sistemas sencillos que nos permiten recordar de forma rápida las claves de una metodología. El siguiente lo he creado para ayudar a las muchas personas a las que doy formación en la práctica del Mindfulness. Lo llamo el modelo de las 5 As (AAAAA):

A: Atención (debemos dirigir conscientemente nuestra atención, evitando que la mente se distraiga y divague)

A: Aquí (focalizo mi atención en el espacio donde estoy en este instante, ya que no existe otro lugar que aquí)

A: Ahora (focalizo mi atención en el presente, no hay otro momento que este. Implica dejar pasar y no engancharse a los pensamientos sobre el futuro y el pasado, tanto positivos como negativos, a lo que la mente es adicta)

A: Apertura (mi actitud debe ser de apertura, sin juicios, sin ideas preconcebidas, con curiosidad, como si volviéramos a percibir las cosas con la mente de un niño)

A: Aceptación (mi actitud debe ser la de aceptación positiva, sin querer cambiar la experiencia tal y como es, sin esperar un resultado determinado, aceptando también lo desagradable o incómodo que aparezca, y no rechazándolo)

El mindfulness tiene la capacidad de ralentizar nuestra vida. De esa manera, podemos observarla con más claridad y detalle, y por tanto, comprender lo que ahora no comprendemos, y finalmente tomar el control. Ahora pregúntate. ¿Adónde vas tan deprisa en tu vida? ¿Qué sentido tiene?

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y escritor.

Mindfulness: entrena tu mente

En una reciente investigación de la doctora Elisabeth Kirby, de la Universidad de California, se ha comprobado, una vez más, la directa conexión entre los niveles de estrés y nuestro rendimiento profesional. 

La investigación demuestra que determinados niveles de estrés, cuando son puntuales y se producen de forma intermitente, pueden aumentar nuestro rendimiento hasta convertirlo en óptimo. Sin embargo, cuando tenemos una experiencia de prolongado o continuado estrés, llega un momento (umbral) en que nuestro rendimiento cae en picado, hasta convertirnos en personas dispersas, confusas y con bajo rendimiento.

El ser humano, hace millones de años, cuando su cerebro no estaba tan evolucionado, tenía estas experiencias puntuales e intermitentes de estrés, al igual que un ciervo o cualquier otro animal. Un ciervo experimenta estrés, y sus reacciones fisiológicas asociadas, cuando un depredador aparece y le persigue para devorarlo. El estrés puntual funciona como un mecanismo de defensa ante una amenaza a su supervivencia, y le hace correr a la máxima velocidad que puede. Si se salva, dicho estrés desaparece casi inmediatamente, porque el ciervo no sigue agobiado o estresado pensando en lo que le ha sucedido hace un rato.

Sin embargo, el hombre sí lo hace. Me refiero a que después de una situación estresante (una bronca con nuestro jefe), nuestro cerebro continúa generando pensamientos agobiantes sobre dicha experiencia durante minutos, horas, y a veces durante semanas o meses. Todos estos pensamientos sobre el pasado son precisamente provocados por la progresiva complejidad y sofisticación a lo largo de millones de años de evolución de esta máquina impresionante que tenemos dentro de nuestra cabeza.

Igual que esto, también nuestra mente genera muchísimos pensamientos sobre el futuro inmediato o lejano. A veces queriendo que llegue el próximo fin de semana o las próximas vacaciones, y otras preocupándose por situaciones o experiencias negativas («Y si sucede…») que aún no han sucedido, y que en la mayoría de ocasiones, nunca llegan a suceder.

Por eso, nuestro cerebro, si no lo entrenamos adecuadamente, nos genera inevitablemente esa experiencia prolongada de estrés que la investigadora del estudio comenta como perjudicial y devastadora para nuestro rendimiento. Aunque no tengamos una situación de amenaza o peligro para nuestra integridad, estamos estresados, ansiosos y tensos, generando problemas ficticios o regodeándonos en decisiones erróneas del pasado.

Eso hace que casi nunca estemos realmente presentes en el Aquí y Ahora, concepto clave de la concentración, y del alto rendimiento. Si tenemos nuestra mente ocupada y llena con cosas del pasado o el futuro, no la podemos ocupar en lo que tenemos que hacer en cada momento, con total presencia y atención. Tampoco hay espacio para lo nuevo, por lo que esta tendencia del cerebro es también muy destructiva respecto a la creatividad y la innovación.

Pero ¿Cómo entrenamos a nuestro cerebro para evitar este desgaste total de energía? ¿Cómo logramos dirigir nuestra mente hacia el aquí y ahora, para estar plenamente concentrados en la tarea que tenemos delante? ¿Cómo limpiamos nuestra mente saturada, para poder ser más creativos e innovadores? La respuesta es el Mindfulness.

El Mindfulness es una técnica, validada por cientos de investigaciones y estudios neurocientíficos, con la cual entrenamos nuestra mente para desarrollar su máximo potencial. Mediante el mindfulness, logramos desarrollar numerosas habilidades cognitivas y emocionales, como la gestión de emociones, la concentración, la presencia, el foco y la claridad mental.

Necesitamos técnicas de entrenamiento mental como el Mindfulness, porque cada vez tenemos más información, de múltiples fuentes, cada vez soportamos más estímulos (WhatsApp, Twitter, e-mail, etc.) y nuestra mente está cada vez más dispersa, descentrada y estresada. Es decir, tenemos una mente cerrada y bloqueada que no nos sirve de mucho.

Entrenemos la mente para abrirla como un paracaídas, para potenciarla, para que nos lleve a los máximos niveles de éxito y felicidad, tanto en la vida como el trabajo.

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y escritor.

Las 4 creaciones mentales que nos impiden ver la realidad

Desde antes del verano estoy leyendo la novela 1Q84 de Murakami. Aparte de estar totalmente enganchado, me resulta interesante cómo la exploración que hace de la realidad tiene muchas conexiones con nuestra experiencia diaria. En la novela los dos personajes protagonistas viven en 1984, pero en un momento determinado de su historia se introducen, sin saberlo, en otra realidad, podríamos decir en otro mundo. Ese mundo, para diferenciarlo, lo denominan 1Q84. Es un mundo donde los protagonistas conectan con su verdadero talento, o con su parte más elevada y poderosa, podríamos decir.

Vivimos en una realidad que no es real, a causa de nuestras creaciones mentales. La mente genera elementos que nos condicionan y nos impiden ver la auténtica realidad y disfrutarla al máximo. Las 4 creaciones de la mente que yo destacaría son:

1. Los millones de pensamientos y emociones que generamos sobre el pasado. Bien nos estamos preocupando por decisiones que hemos tomado o situaciones que hemos experimentado en el pasado, o bien estamos absortos en momentos positivos y felices del pasado. Ambos nos nublan la vista y nos desenfocan de la auténtica verdad. Es importante emplear un tiempo en analizar y aprender de la experiencia pasada, pero a partir de ahí, hay que centrarse en lo que toca hacer aquí y ahora.

2. Los millones de pensamientos y emociones relacionados con el futuro. Es muy frecuente que nos generemos ansiedad y estrés anticipando y preocupándonos por situaciones que aún no han sucedido, y que probablemente no sucederán nunca. O puede que habitualmente nos enfoquemos en lo que deseamos que suceda en un futuro, como las próximas vacaciones o el próximo fin de semana con la esperanza de darnos un poco de alivio y bienestar. Sean pensamientos positivos o negativos sobre el futuro, nos alejan de la realidad y nos impiden afrontar lo que de verdad importa. También en este caso es importante planificar y marcarse metas, pero una vez hecho, de nuevo debemos focalizarnos en lo que toca hacer ahora mismo.

3. Nuestros juicios sobre la realidad. Otro aspecto en el que basamos nuestra percepción falsa de la realidad son los juicios. Etiquetamos y juzgamos absolutamente todo (esto es bueno, esto es malo, esta persona es egocéntrica, esta otra es generosa, etc.). Dichos juicios son generados por patrones neuronales basados en la repetición de determinadas experiencias. El problema de dichos patrones aprendidos es que nos impiden ver a las personas y las experiencias con frescura, sin condicionamientos. Y nos llevan a cometer muchos errores, a dificultar nuestra relación con los demás, y a sumirnos en un estado de confusión y estrés.

4. Nuestras interpretaciones subjetivas de los hechos. Recuerda un acontecimiento en tu vida que haya sucedido hace unos 8 años, y que te haya generado mucho sufrimiento. ¿Cómo lo ves ahora, con la nueva perspectiva que te dan esos años? Seguramente ahora estás relativizando la experiencia. Lo que sentías hace 8 años ahora ha dejado de tener fuerza, simplemente no existe nada más que en tus recuerdos, ya ha dejado de ser real. Tu interpretación de aquel acontecimiento ha cambiado seguramente, o como mínimo se ha suavizado o relajado. Yo, por ejemplo, cuando veo con esa perspectiva algunas de las experiencias más duras de mi vida, las veo con un nuevo prisma, mucho más positivo, porque han provocado aprendizajes y experiencias posteriores muy importantes para mí. Han perdido toda su fuerza negativa, gracias a la interpretación que hago de ellas.

Basar nuestra vida en nuestros juicios condicionados, en nuestras evaluaciones subjetivas negativas, en los pensamientos sobre el pasado o el futuro, nos impide ver  la auténtica realidad, esa realidad que está ahí siempre, delante de nuestros ojos, esperando a ser descubierta, experimentada y disfrutada con nuevos ojos, con frescura. Sin embargo, muy pocas veces la sentimos a lo largo de toda nuestra vida. Es la realidad del momento presente, lo que está sucediendo ahora mismo, en este mismo instante, ahí es donde está el auténtico poder. Es esencial que viajemos frecuentemente a esa realidad del aquí y ahora que se nos escapa cuando estamos descentrados, estresados, ansiosos e infelices. Cuando nos desconectamos del momento presente, nos desconectamos de nosotros mismos, sentimos confusión e impedimos que salga nuestro talento y nuestros tesoros ocultos.

La buena noticia es que podemos entrenar nuestra mente para conectar frecuentemente con la auténtica vida y con esos tesoros interiores, a través de técnicas como la meditación Mindfulness. Para conectar con esa auténtica realidad, la del momento presente, sólo tenemos que quedarnos quietos y en silencio durante unos segundos. Expectantes, vigilantes a todo lo que suceda tanto dentro de nosotros como fuera de nosotros, y al mismo tiempo relajados, tratando de no emitir juicios sobre nada de lo que experimentemos. Escuchemos cualquier sonido que aparezca, sintamos nuestra respiración o cualquier sensación física, observemos qué sucede en nuestra mente aquí y ahora, momento tras momento y sin juzgar. Y conectaremos con la auténtica realidad.

No lo dudes, estamos dormidos, y necesitamos «despertar» para poder vivir la vida con plenitud.

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y escritor.

Mindfulness y autocontrol emocional

Esta semana recibí un correo electrónico que de inmediato me generó una gran indignación y enfado. Según mi opinión, el e-mail era totalmente injusto y me revolvió el estómago. Inmediatamente, me dispuse a contestar al individuo, tratando de comunicarme de la forma más objetiva posible, aportando datos y hechos al arbitrario y subjetivo mensaje que había recibido.

Una vez que lo había escrito lo revisé antes de enviarlo. Me di cuenta de que me había dejado llevar por mi enfado en una frase, en la cual yo hacía un juicio y un diagnóstico, en lugar de ceñirme a datos y hechos. Era una frase que seguramente activaba la agresividad ya existente en la persona que me envió el mensaje. Entonces, después de unos segundos pensándolo, decidí eliminar la frase. Me di cuenta de que esa frase sobraba, y de que sólo era una forma de desahogar mi ira. Dicha frase no era relevante y podía producir más tensión.

Envié el e-mail corregido. Pero durante las dos horas siguientes el mensaje hiriente que había recibido siguió revoloteando mi mente, seguía revuelto emocionalmente. Aunque eso sí, fui plenamente consciente de mis sentimientos, lo bastante como para no dejarme envolverme y confundirme por ellos, y poco a poco toda la vorágine emocional fue disolviéndose.

Posteriormente, ya después de comer, analicé todo el proceso y me resultó muy interesante como una experiencia donde mi práctica regular del mindfulness (meditación para la atención plena) salió a la superficie. A través del mindfulness entrenas tu cerebro en el autocontrol emocional, para no reaccionar inmediatamente a los estímulos que aparecen, por más desagradables o incómodos que sean. Simplemente lo observas, lo experimentas aunque sea negativo, y luego, si es necesario, actúas para hacerlo desaparecer. Pero lo habitual es que si somos lo suficientemente fuertes, no sea necesario hacer nada, porque se resuelve solo. Aquí estoy hablando, en realidad, de autoliderazgo. En este sentido, escribí hace poco un artículo sobre la relación entre mindfulness y liderazgo, si quieres leerlo pincha aquí.

En definitiva, se trata de generar un espacio cada vez más amplio entre el estímulo y nuestra respuesta, con el fin de poder decidir qué respuesta es la más adecuada y efectiva. Si me hubiera dejado arrastrar por mi enfado, le hubiera enviado ese e-mail con esa frase poco afortunada, que hubiera complicado aún más las cosas. En ese espacio entre el estímulo y mi respuesta estuvo la clave del autocontrol emocional y de la conducta correcta.

Gracias a la práctica regular del mindfulness, todos podemos ser mucho más autoconscientes de nuestras emociones, y podemos también ser capaces de controlar nuestras emociones negativas, para manejarlas mejor y poder elegir la conducta más efectiva y positiva en cada situación.

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y escritor. http://www.javiercarril.com

 

Resiliencia: supéralo y gana.

El conocido neuropsiquiatra Boris Cyrulnik, que superó el trauma de los campos de concentración nazis, incluyendo la matanza de sus padres, define el concepto de resiliencia como la capacidad para superar situaciones dolorosas y traumas saliendo fortalecido de ellos.

Es interesante la diferencia que hace Cyrulnik entre el concepto de resistencia y el de resiliencia. Resistencia sería la capacidad de mantenerse firme y fuerte en el momento de sufrir la situación traumática o dolorosa. Sin embargo, el hecho de mantenerse fuerte en ese momento crítico no significa que lo superes en tu vida, no significa que ese hecho no deje secuelas y consecuencias emocionales posteriores que condicionen tu vida. Aquí entra el concepto de resiliencia, que tiene que ver más con el post-trauma, es decir, con la capacidad de superar esa situación dolorosa después de haberse producido y además salir fortalecido, y crecer gracias a la experiencia.

Un ejemplo fácil de entender es el de los soldados cuando luchan en una guerra. Hay soldados que son muy valientes y resistentes psicológicamente, pero que después del conflicto, cuando vuelven a su vida normal, se hunden a nivel emocional. El caso de los resilientes es el de un soldado que, independientemente de lo valiente y resistente que haya sido en el conflicto, cuando vuelve es capaz de rehacer su vida, de superar los traumas de la guerra y salir fortalecido psicológicamente.

Por tanto, la resiliencia podría resumirse en dos palabras: Superarlo y Crecer, o Superarlo y Ganar. Pero ¿Cuál es la clave de las personas resilientes? ¿Se puede desarrollar esta capacidad?

Una de las claves es el apoyo de personas cercanas, como familiares y amigos, para ayudar a una persona a superar una situación muy dolorosa. Por lo tanto, es esencial cuidar las relaciones emocionales de nuestro entorno más cercano.

Otra de las claves es reconocer la realidad y aceptarla. Uno de los motivos por los que no superamos situaciones graves y dolorosas es porque las negamos y además las rechazamos como injustas. En definitiva, no las aceptamos positivamente. Elisabeth Kübler-Ross ya habló de las fases del duelo, y las primeras fases están siempre relacionadas con la negación, el enfado y la falta de aceptación del fallecimiento de la persona querida.

Pero la aceptación no es algo intelectual, es algo experiencial. Obviamente es importante darnos cuenta del círculo destructivo en el que estamos cuando no aceptamos una situación y nos aferramos al pasado, pero no es suficiente. Es necesario que la aceptación impregne todas nuestras células, nuestro inconsciente. Una de las formas más efectivas que conozco para lograrlo , y además he podido comprobar en mi propia piel, es practicando el mindfulness (técnicas de atención plena).

A través del mindfulness, entrenamos al cerebro para que aprenda a relacionarse con todo tipo de experiencias de un modo más productivo, incluyendo las experiencias dolorosas. El mindfulness desarrolla la habilidad en el cerebro de aceptar toda experiencia como una oportunidad de aprendizaje y crecimiento. Para ello, se potencia la curiosidad, la inquietud por descubrir qué hay detrás, y por supuesto la humildad.

Pero insisto, esto no es algo intelectual ni racional. Por eso, una vez entendido qué es y para qué sirve el mindfulness, lo que debemos hacer es ponernos a practicarlo. Sólo así podremos llegar a interiorizarlo, y estar mucho más preparados para las experiencias duras de nuestra vida.

Habremos desarrollado la resiliencia, sólo si practicamos el mindfulness con regularidad durante meses, o incluso años, porque una capacidad inconsciente del cerebro no se consigue desarrollar en un día, ni en una semana. Debemos invertir tiempo y disciplina si queremos ser personas resilientes.

Como todo lo importante en nuestra vida, desarrollar la capacidad de la resiliencia sólo se consigue en el largo plazo, y nos exige paciencia, disciplina y desde luego, confianza.

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y escritor. http://www.javiercarril.com