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5 claves para la desconexión digital

Vaya por delante que soy un ferviente defensor de la digitalización de nuestras vidas, de las redes sociales y de la tecnología en general. Estoy convencido de que tienen unas posibilidades enormes para enriquecer nuestra vida y para ayudarnos también en nuestras carreras profesionales. El móvil, Internet y las millones de aplicaciones que existen nos facilitan la vida y nos ayudan en nuestros trabajos, además de posibilitarnos hacer gestiones en tan sólo minutos que hace una década nos habría supuesto días.

De hecho, esta semana he tenido que cancelar un viaje de placer que había organizado a Egipto y al mismo tiempo he tenido que organizar de urgencia un viaje a Barcelona por un problema familiar. Todas las gestiones las hice en menos de una hora. Cancelé el viaje programado a Egipto con la agencia, comuniqué la incidencia al seguro que había contratado a través de su página web adjuntando toda la documentación, y reservé hotel y billete de tren a Barcelona para el día siguiente. Fui consciente de cuánto nos ayuda la tecnología en momentos difíciles.

Sin embargo, pasamos demasiado tiempo frente a nuestros dispositivos digitales. Nuestros smartphones son juguetes demasiado tentadores donde tenemos absolutamente todo: correo electrónico, WhatsApp, las aplicaciones para hacer cualquier gestión que necesitemos, y por supuesto, las redes sociales. Cualquiera puede darse cuenta de la enorme dependencia y adicción a nuestros teléfonos móviles mirando a la gente en un café, en el metro o incluso en la calle. Todos vamos mirando el teléfono, absortos, y ausentes de la vida real analógica que se despliega a nuestro alrededor. Sabemos por estudios realizados, véase el excelente documental «The social dilema», que los algoritmos de las redes sociales están conscientemente programados para mantenernos enganchados el mayor tiempo posible. Y vaya si lo consiguen, convirtiéndonos en miserables marionetas de la tecnología y vulnerables a la manipulación subliminal de una ideología concreta o con el objetivo de que compremos más y gastemos más dinero. Hemos perdido gran parte de nuestra libertad como seres humanos.

Pero ¿Cómo hemos llegado hasta esta situación? No cabe duda que una de las razones es que nadie nos ha enseñado a utilizar el juguete llamado «smartphone». Se ha introducido bruscamente en nuestras vidas proporcionándonos diversión, entretenimiento, agilidad y rapidez. Pero la verdadera razón de nuestra adicción y falta de desconexión digital es nuestra debilidad emocional y mental. No soportamos el aburrimiento ni la ansiedad, y tenemos nuestro teléfono móvil disponible las 24 horas del día para sacarnos de dichas emociones incómodas. Abrimos Instagram y de pronto vemos fotos idílicas de paisajes, videos de influencers diciéndonos lo divertida e interesante que es su vida, recetas de cocina y miles de opciones más. Es como si abriéramos una enorme ventana a un mundo lleno de opciones.

Un buen día, sin apenas darnos cuenta, pasamos horas mirando Instagram, Twitter o Facebook, conectados de forma permanente a nuestro correo electrónico, o enganchados a nuestros grupos de WhatsApp, leyendo interminables mensajes o chistes estúpidos y banales que son simplemente basura para nuestra mente. Y entonces perdemos contacto con la realidad, nuestra capacidad crítica se reduce drásticamente, se incrementa la posibilidad de que nos manipulen y engañen, y aumenta nuestra ansiedad y estrés al observar que los demás parece que viven una vida de película y siempre son felices mientras nos parece que nuestra vida es mediocre y miserable. También perdemos contacto y conexión con los demás deteriorando nuestras relaciones personales, perdemos también contacto con nosotros y con la vida. Necesitamos un plan para la desconexión digital.

A continuación, te sugiero 5 claves para la desconexión digital, con el fin de recuperar tu libertad y tu equilibrio mental y emocional, y fomentar una saludable relación con la tecnología:

  1. Consulta tus redes sociales de forma programada y limitada. En lugar de mirarlas constantemente y sin limitaciones de tiempo, imponte la disciplina de mirarlas sólo una vez al día. Márcate un límite de 5 minutos por cada red social. Por ejemplo, 5 minutos a Instagram, 5 minutos a LinkedIn, etc.
  2. No mires ni respondas inmediatamente a tus whatsapps. No seas esclavo de tu WhatsApp. Igual que con las redes, no interrumpas conversaciones importantes, eventos especiales con la familia o amigos ni momentos de ocio individuales por responder un mensaje. Los mensajes seguirán a la vuelta y no se habrá hundido el mundo. Por cierto, sal de los grupos de WhatsApp que no te aporten nada positivo o te generen más estrés. Olvídate de querer agradar a todo el mundo.
  3. Camina todos los días un mínimo de media hora. Actividades puramente analógicas como el ejercicio suave nos ayudan a mantener el contacto con la vida real más allá de la vida digital. Obligarte a caminar además te ayuda a estar en forma, a disfrutar del día, a observar el color de los árboles o el cielo, a sentir la sensación del sol y el aire en tu piel, a observar a la gente con la que te cruzas. En definitiva, para reconectar con la vida.
  4. Acepta y gestiona tu aburrimiento y ansiedad. Cada vez que sientas aburrimiento (en la sala de espera del médico, cuando vayas en transporte público o en un atasco de tráfico) o ansiedad (un problema que no te deja descansar la mente) es esencial que lo aceptes como emociones normales. Es una base fundamental de la inteligencia emocional, no huir de las emociones incómodas. En lugar de consultar tu móvil tratando de eliminar y escapar de esas emociones, acepta tu emoción, observa qué pensamientos provocan el aburrimiento o la ansiedad. Recuerda que acudir a lo digital quizá alivie a corto plazo tu estrés y ansiedad pero lo aumentarán en el medio largo plazo.
  5. Observa con curiosidad lo que sucede a tu alrededor. Hay un mundo maravilloso y lleno de belleza en el aquí y ahora, esperando siempre a ser descubierto por nosotros. Si nos ponemos las orejeras de burro mirando sólo nuestro smartphone nos perderemos todo lo que sucede en nuestro día a día, y la vida se nos pasará sin apenas habernos dado cuenta de nada. Si queremos vivir una vida plena y emocionalmente estimulante, necesitamos mantenernos despiertos, atentos y curiosos. La vida tiene mucho que ofrecernos si le damos la oportunidad, pero si le cerramos la puerta reduciendo todo nuestro foco a la pantalla de nuestro teléfono móvil, nos meteremos en un oscuro túnel adictivo y seremos muy infelices.

Hay mundo y vida más allá de lo digital. Si no gestionamos el uso consciente e inteligente de nuestros dispositivos digitales, seremos marionetas y esclavos de la tecnología, perderemos nuestra libertad y seremos mucho más débiles mental y emocionalmente, más dependientes de los likes, más ansiosos al creer (erróneamente) que los demás siempre son más felices o se divierten más que nosotros, y más vulnerables a la manipulación de los algoritmos y a los medios de comunicación.

¿Estás listo para empezar con tu plan de desconexión digital? Tu salud mental y emocional te lo agradecerán.

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.


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Mindfulness aplicado al uso de la tecnología

Este verano, mientras disfrutaba del increíble lujo de disfrutar de quince días de vacaciones en la playa, he estado leyendo el libro «Mindfulness digital» del profesor de la Universidad de Washington David M. Levy. El problema de nuestra hiperconectividad digital y del uso consciente de la tecnología me ha interesado profundamente desde hace años, y de hecho en todos los cursos de mindfulness que imparto en organizaciones lo incluyo como una de las áreas más importantes de aplicación del mindfulness, porque la hiperconectividad digital afecta dramáticamente no sólo a nuestra eficiencia profesional sino a nuestro bienestar y felicidad.

Todos sabemos que la tecnología ha invadido nuestras vidas y nuestros trabajos de forma brusca y vertiginosa. Hace no muchos años no existían las redes sociales ni tampoco teníamos smartphones que son auténticos ordenadores en miniatura, con enorme capacidad y múltiples posibilidades. En nuestros teléfonos móviles accedemos al correo electrónico del trabajo y personal, nos comunicamos por WhatsApp con nuestros amigos y familiares, accedemos al mundo a través de Internet, compartimos fotos y reflexiones vitales en Instagram, Twitter o Facebook, utilizamos todo tipo de aplicaciones que nos hacen la vida más cómoda y aumentan nuestra efectividad como Uber o los Carsharing, o aplicaciones para comprobar lo saludables que son todos los productos del supermercado. Jugamos a videojuegos, escuchamos la música que queremos, controlamos las calorías que comemos o los pasos que damos,  y otras muchas cosas más que hacemos con ese aparato que forma parte ya de nosotros, ese aparato que nos pone histéricos si lo perdemos: el teléfono móvil.

El problema es que es una herramienta tan poderosa y valiosa, y ha entrado en nuestras vidas con tanta velocidad, que no hemos aprendido a usarla de manera racional. Y en muchos casos, se ha convertido en nuestro peor enemigo, ya que perdemos demasiado tiempo enganchados de nuestros móviles, ya sea consultando los miles de mensajes, videos y tonterías que recibimos en los grupos de WhatsApp, consultando cada dos por tres el número de likes que tenemos en una publicación en Instagram o Facebook, o jugando a videojuegos.

En el libro mencionado, Levy comparte una serie de experimentos que realizó con alumnos de sus diversas clases en la Universidad, en los que les proponía aplicar el mindfulness (o atención plena) al uso de la tecnología y también al hábito tan extendido de la multitarea, que está muy conectado con la tecnología y su velocidad. En uno de los experimentos, los participantes tenían que observar e incluso grabarse con una aplicación durante unos veinte minutos en una jornada habitual en la que usaban el ordenador o su teléfono móvil para distintos usos personales y profesionales, por ejemplo el correo electrónico. El objetivo era comprobar qué uso hacían de la tecnología, si realmente estaban focalizados en sus prioridades o todo lo contrario. El resultado fue que, según los testimonios de los propios participantes al ver sus grabaciones, eran totalmente inconscientes de su uso de la tecnología y solían caer constantemente en la multitarea. Esa inconsciencia les llevaba a dispersarse permanentemente. Por ejemplo, era muy frecuente que de manera inconsciente pasaran de una cosa a otra a toda velocidad, y que de una noticia que leían se enganchaban a otra web, y esa web les llevaba a otra, o bien se aburrían de la tarea principal y entraban una y otra vez a sus perfiles de Instagram o Facebook con la consiguiente dispersión, y así hasta el infinito sin la menor conciencia del tiempo que empleaban.

En nuestra actividad on line, ya sea con nuestro ordenador o con nuestro smartphone, es tremendamente fácil dispersarse, olvidarse del mundo, desconectarse de nuestras prioridades, y emplear mucho más tiempo del que teníamos pensado a consultar las noticias, los mensajes de WhatsApp o las redes sociales. De pronto la tecnología nos abduce totalmente, es como si absorbiera nuestro cerebro por completo y lo tuviera bajo su control, y nosotros no fuéramos capaces de recuperar dicho cerebro para tomar de nuevo el control de nuestra conducta y decisiones. En definitiva, los experimentos del profesor Levy demuestran lo que muchos psicólogos y sociólogos dicen desde hace años: que no usamos de forma consciente ni inteligente la tecnología, y que el teléfono móvil nos domina y no al contrario. Tenemos un serio problema de uso compulsivo y patológico de la tecnología. Somos marionetas de nuestros smartphones.

Este uso inconsciente y descontrolado de la tecnología tiene muchas consecuencias en nuestro bienestar. En primer lugar, perdemos una gigantesca cantidad de tiempo viendo videos, mensajes y notificaciones superfluas (chistes malos, memes sin gracia, fakenews, comentarios crispados y agresivos, videos groseros, etc.) que no mejoran nuestra vida en absoluto sino más bien al contrario. Ese desperdicio del tiempo es trágico, ya que el tiempo es el recurso más valioso con el que contamos para lograr nuestros objetivos personales y profesionales. Y es un recurso limitado. Tan sólo tenemos 1440 minutos al día, incluidas las horas de sueño. Esos 1440 minutos son un regalo que se nos concede a todas las personas con el fin de que lo usemos de forma sabia. La mayor parte de la gente tira a la basura gran parte de esos minutos preciosos con este uso inconsciente de la tecnología. Y recordemos que sólo tenemos una vida.

Por supuesto, nuestras relaciones personales se deterioran gravemente cuando estamos conectados constantemente, ya que dejamos de escuchar, de estar presentes, de ser empáticos con los demás. Todos hemos visto grupos de amigos reunidos en un parque, sin hablar entre ellos, consultando cada uno su teléfono móvil. O una familia cenando en un restaurante sin hablar, todos mirando como tontos sus móviles.

Pero ¿Cual es la solución a este serio problema? Empezar a aplicar la conciencia al uso de la tecnología, pero esto no es algo fácil ni automático. Necesitamos introducir el mindfulness a nuestras vidas y luego aplicarlo al uso digital. Cuanto más practiquemos las técnicas mindfulness, más fácilmente nos daremos cuenta de nuestra falta de control e inconsciencia, y antes corregiremos nuestra tendencia a dejarnos llevar por el atractivo irresistible de las aplicaciones y usos digitales. Esto nos llevará a poder tomar elecciones, con libertad, de qué uso hacemos de lo digital, algo que no sucede normalmente.

Cuando hablo de aplicar mindfulness, es algo sencillo, pero no fácil. Mindfulness es la capacidad de prestar atención, de manera sostenida, a la experiencia del momento presente sin juzgar. Se trata por tanto de estar atentos, para ser conscientes de cómo usamos la tecnología. Incluso podemos medir con un cronómetro el tiempo que pasamos consultando las redes sociales, el correo electrónico o el WhatsApp, para tener una medida objetiva y exacta de dicho uso. Seguro que nos llevaríamos grandes sorpresas, y extraeríamos conclusiones muy valiosas sobre qué estamos haciendo con el tiempo limitado de nuestra vida. Finalmente, esa conciencia nos puede llevar a tomar decisiones que limiten nuestro uso excesivo de lo digital, incluso la sabia elección de tomarnos tiempos de total desconexión digital, algo que también recomienda el libro «Mindfulness digital». En otro experimento, se invita a los participantes a una total desconexión digital de unas 24 horas, que lleva a los participantes a hacer descubrimientos increíbles, por ejemplo darse cuenta de lo agradable que es sentir el sol o la brisa en nuestra piel, tener una agradable conversación libre de móviles con nuestra pareja, o simplemente saborear la comida sin la intrusión de las redes sociales. En definitiva, vivir la vida real. Permitir demasiado espacio de nuestro día a la vida virtual nos robotiza, nos desconecta de nosotros, de la vida y de los demás. 

Lo que es interesante también de los experimentos del profesor Levy es que los participantes reconocen que la vida on line y la multitarea les genera mucho estrés y ansiedad. Es sorprendente porque siempre asociamos el uso de la tecnología a algo placentero. El conocido síndrome FOMO (Fear of missing out), la ansiedad de cuantos likes voy a tener en una publicación, el deseo de tener muchos seguidores, así como el constante bombardeo de estímulos digitales (mensajes, notificaciones, e-mails) generan más estrés de lo que somos conscientes. En este sentido, es sorprendente el nivel de inconsciencia sobre cuanto estrés nos genera el uso de la tecnología.

Como conclusión, si queremos un nivel mayor de bienestar y felicidad en nuestra vida, si queremos reducir nuestro estrés y ansiedad, si queremos tener una sensación de mayor control de nuestras decisiones, conductas y emociones, si queremos tener relaciones más plenas y felices, es fundamental empezar a trabajar en un uso más consciente y sabio de la tecnología, con el fin de que la usemos como la herramienta valiosa que sin duda es, en lugar de que se convierta en nuestro tirano, en nuestra mayor fuente de pérdida de tiempo y eficiencia, y en nuestra peor adicción. Necesitamos tomar las riendas para dejar de ser víctimas de la tecnología, y poder aprovechar todo el valor que nos ofrece, y como consecuencia poder disfrutar de las pequeñas maravillas de la vida cotidiana, así como a emplear nuestro valioso tiempo en lo verdaderamente importante.

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.

5 hábitos positivos para empezar bien el curso

Fotografía de Teresa Carril

¡Se terminó el verano! Muchas personas están llorando y lamentándose de lo corto que ha sido, de lo breves que han sido las vacaciones. ¡Y es verdad! Hemos tenido tiempo para descansar, desconectar, disfrutar y estar con nuestros seres queridos más tiempo del habitual. Y claro, ahora nos cuesta volver al trabajo, las obligaciones, etc.

Sin embargo, septiembre es un mes idóneo para replantearte determinadas rutinas o decisiones que no estaban aportándote nada positivo antes del verano. Si empezamos a tomar unas cuantas decisiones pequeñas pero importantes, empezaremos el nuevo curso con energía positiva y eso nos puede llevar a generar unos pequeños hábitos que harán que el curso sea realmente muy productivo y feliz. En este post recomiendo 5 hábitos saludables que pueden ayudarnos a tener más éxito y también más equilibrio emocional los próximos 10 meses. Si quieres, puedes repasar este post que escribí sobre las 4 claves fundamentales para generar hábitos positivos sostenibles

  1. Mejora tu alimentación. No imaginamos el impacto que tiene lo que comemos en nuestra vida. Es enorme. Influye en nuestro estado físico, en nuestra salud, en nuestro estado emocional y en nuestro rendimiento profesional. Y por favor, no hagas dieta, está demostrado por muchos estudios que las dietas no funcionan porque, tarde o temprano, volvemos a nuestro peso antes de la dieta. Esto es porque la dieta nos exige un cambio demasiado brusco y radical, y cuando hemos logrado el objetivo, nuestro cerebro se relaja y vuelve a caer en los malos hábitos. En lugar de ello, empieza muy poco a poco, tomando pequeñas decisiones como por ejemplo comer menos carne roja o carbohidratos refinados, o ir sustituyendo gradualmente el azúcar por un edulcorante natural como la stevia.
  2. Empieza a meditar. La meditación o mindfulness no sólo nos ayuda a manejar mejor el estrés y ansiedad de la vuelta a nuestra vida y trabajo. Ganamos foco, claridad mental, concentración, capacidad de disfrutar del momento presente y perspectiva, lo cual nos lleva a tomar mejores decisiones. El mindfulness es un entrenamiento para conocer cómo funciona nuestra mente, y en segundo lugar, para saber cómo focalizarla y llevarla a estados positivos de bienestar y equilibrio. Como en el resto de hábitos saludables, te recomiendo empezar muy poco a poco, sin ambición, con pequeños objetivos muy alcanzables. Por ejemplo, dedicar 5 minutos a sentarte cómodamente, cerrar los ojos y practicar mindfulness. En mi último libro «7 hábitos de mindfulness para el éxito» puedes aprender el método mindfulness así como las distintas técnicas que existen. En este post puedes leer un resumen de lo esencial del libro. Y si quieres, puedes comprarlo en este link: Comprar libro mindfulness
  3. Reserva tiempos de desconexión digital. La tecnología nos ayuda y nos facilita la vida. Genera más agilidad y eficiencia en el ámbito profesional. Sin embargo, para obtener sus beneficios necesitamos aprender a manejarla, para no convertirnos en esclavos tecnológicos. Cuando estamos enganchados demasiado tiempo al móvil (o a la tablet o al ordenador), nuestra mente se embota, pierde claridad y consciencia sobre nuestras prioridades y también dejamos de ser empáticos. Finalmente, tomamos peores decisiones profesionales y personales, y nuestras relaciones se deterioran. Por tanto, es imprescindible que empieces a dedicar pequeños momentos de tu agenda diaria a desconectar de toda conexión digital. Empieza poco a poco, se trata de ir generando pequeños hábitos sencillos.
  4. Vuelve a hacer ejercicio. Si no has abandonado el ejercicio físico durante el verano, enhorabuena. Pero si lo has hecho, es imprescindible retomarlo con fuerza. El ejercicio físico es tan importante como el tema de la alimentación. Influye en nuestra salud, en nuestro equilibrio emocional, y según muchos estudios científicos, ayuda a mantener nuestro organismo más joven, retrasando el envejecimiento, igual que una alimentación sana y adecuada. Tómatelo, como el resto de recomendaciones, con calma, ve realizando cambios graduales y pequeños, sin prisa ni presión. Esta es la clave para todos los hábitos saludables. No trates de hacer grandes cambios, sino ir incluyendo pequeñísimos cambios en tu rutina con el fin de ir consolidándolos.
  5. Ahorra e invierte un poco de dinero. La mayoría de las personas, o saben que no tienen un colchón financiero y eso les genera malestar y preocupación, o simplemente viven en un nivel de inconsciencia total. En cualquier caso, en un mundo en constante cambio, a cualquiera de nosotros nos puede suceder algo imprevisto que nos obligue a gastar una cantidad importante de dinero en efectivo (que nos despidan de la empresa, que perdamos nuestro cliente más importante, que necesitemos hacer un Master) y la mayoría de las personas no están preparadas financieramente ante estas coyunturas. Para evitarlo, es fundamental generar una rutina de ahorro (aunque sean 200 € al mes al principio) y de inversión, para que nuestro dinero no pierda valor por la inflación (si lo tenemos en el banco o debajo del colchón). Muchos expertos hablan de que deberíamos ahorrar un 25% de lo que ingresamos. Pero insisto, si no lo estás haciendo, empieza ahorrando una pequeña cantidad, y luego, poco a poco, ve incrementando la cantidad en la medida de tus posibilidades. Ahora lo importante no es tanto el importe, sino que generes un hábito positivo. ¿Y dónde invertir para que tu dinero vaya ganando valor y no perdiéndolo con los años? Es recomendable contratar a un asesor financiero que te oriente en función de tu perfil de inversor (más arriesgado o menos). En ese sentido, leí hace poco un consejo buenísimo de un gurú de la inversión. Recomendaba que te entrevistaras con tres asesores financieros, y luego contrataras al que menos hable en la entrevista.

Esto también lo aplicaría si estás pensando en contratar a un coach para lograr tus objetivos de vida o de carrera profesional. ¡Contrata al que menos hable!

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.