En la vida tenemos, inevitablemente, que afrontar muchas pérdidas. Hablo de pérdida en sentido amplio. Perdemos la infancia cuando nos hacemos mayores, perdemos también la juventud, y también etapas inolvidables de la vida que no vuelven. Perdemos, por supuesto, seres queridos, y también perdemos relaciones importantes por algún conflicto o simplemente por la dejadez. Perdemos el empleo porque nos despiden o se termina nuestro contrato, o perdemos un cliente porque un competidor nos lo ha arrebatado. Perdemos, de alguna manera, a nuestros hijos cuando se independizan, perdemos capacidades físicas y mentales a medida que envejecemos, y finalmente perdemos la vida.
Así que podríamos interpretar la vida como una constante sucesión de pérdidas, unas pequeñas y poco importantes, otras grandes y dramáticas. Pero cuando perdemos algo, normalmente ganamos otra cosa. Lo único que, demasiado frecuentemente, focalizamos nuestra atención en lo que hemos perdido y no en lo que hemos ganado.
Y esta podría ser una herramienta para gestionar las continuas pérdidas de nuestra vida. Tratar de mirar a lo que hemos ganado. No siempre tenemos una ganancia clara, pero ampliando la perspectiva, siempre aprendemos de una pérdida. Y el aprendizaje conlleva más sabiduría, y más posibilidades de gestionar las siguientes pérdidas con mayor serenidad y aceptación. Esto, sin duda, es una auténtica ganancia porque supone que hemos crecido como seres humanos.
Las pérdidas, sin duda, son dolorosas. Gestionarlas es una habilidad fundamental si no queremos hundirnos en la amargura y en el victimismo permanente. Gestionar significa en gran parte aceptar la pérdida como una parte natural de la vida. Si no aceptamos una pérdida, nos quedaremos atascados en una especie de pausa, sin avanzar, sufriendo intensamente, acumulando rencor y rabia. Cuanto antes salgamos de la fase de negación o de rechazo, antes podremos aprender las lecciones de la pérdida, y antes podremos retomar nuestra vida y afrontar nuevos retos y objetivos.
Conocido es el modelo del duelo de la psiquiatra Elisabeth Kübler Ross, que consta de las fases de negación, rabia, negociación, tristeza y aceptación. Sin duda nos puede servir de herramienta, normalizando un periodo saludable y limitado en cada fase, pero sabiendo que vamos a superarlo, y que debemos superarlo.
En la negación estamos perplejos, no creyendo aún del todo la pérdida que hemos sufrido. Cuando superamos esta etapa, aparece la rabia, fase en la que nos enfadamos con la vida o con la persona causante de nuestra pérdida. En la negociación empezamos a dialogar con nosotros mismos cuestionando nuestras creencias y percepciones. En la tristeza hemos empezado ya a aceptar la pérdida, aunque esto genere un estado anímico depresivo y apático. Finalmente, aceptamos la pérdida cuando retomamos nuestra vida con serenidad, aprendemos algo valioso e incluso damos las gracias por la experiencia de pérdida.
También nos puede servir de orientación el modelo de cambio de la prestigiosa psicoterapeuta familiar Virginia Satir. En su modelo propone las fases en las cuales las personas afrontamos de un modo productivo un cambio vital o profesional. Está claro que es totalmente aplicable a las pérdidas, puesto que una pérdida es siempre un cambio. Virginia Satir identificaba en primer lugar el viejo status quo como fase inicial, es decir, cuando estamos acomodados a una determinada situación. Y entonces aparece el cambio, algo normalmente externo cambia en nuestra vida (un diagnóstico de una enfermedad grave, el despido laboral de mi trabajo, un divorcio) y genera el caos.
El caos genera un montón de confusión, estrés, miedo y otras emociones difíciles, porque nos sentimos perdidos en una situación que es nueva para nosotros, llena de incertidumbre y nuevas exigencias. Es la fase donde necesitamos aceptar que hemos perdido nuestro antiguo status quo, evitando la nostalgia y el anclaje en nuestra situación anterior. Si no lo hacemos, aumentaremos dramáticamente los problemas. En la fase del caos es donde desarrollamos habilidades clave de nuestra vida: la adaptabilidad, la flexibilidad y la resistencia. Es entonces cuando superamos la fase del caos para llegar a la fase de integración del cambio y la pérdida. Entonces nos hallamos en un nuevo status quo, que según Virginia Satir, es un status quo muy superior al viejo status quo, porque hemos aprendido cosas valiosas, hemos desarrollado habilidades, en definitiva hemos crecido y somos ahora mucho más sabios y capaces.
El arte japonés del Kintsugi es una metáfora maravillosa que también puede ayudarnos a gestionar las pérdidas de nuestra vida. Consiste en reparar la cerámica rota con polvo de oro, en lugar de tirar los trozos rotos. Una vasija de cerámica reparada con la técnica del kintsugi no sólo no reduce su valor, sin lo contrario, es una vasija mucho más valiosa, especial y única. Igual que la cerámica reparada con el kintsugi, los seres humanos aumentamos nuestro valor como seres humanos si sellamos nuestras heridas de forma sana, en lo que se conoce como resiliencia, que es la capacidad de salir fortalecidos y más sabios después de una pérdida, igual que la vasija reparada con oro.
Así, pues, aprendiendo de todos estos modelos y herramientas podemos resumir en un modelo de gestión de la pérdida en 5 pasos, que sería el siguiente:
- Aceptar las pérdidas como una parte natural de la vida.
- Ser compasivos y amables con nosotros, normalizando las emociones negativas (estrés, rabia, confusión, ansiedad, frustración, tristeza) y las fases de la pérdida (Modelos de Kübler Ross y Satir)
- Ser desafiantes y responsables con nosotros, exigiéndonos superar la negación, la resistencia, y el bloqueo.
- Identificar el aprendizaje, los insights, y la potencial ganancia de la pérdida.
- Dar las gracias por haber podido disfrutar de lo que tenías antes de la pérdida, y también por lo nuevo que has ganado.
Aprender a gestionar las constantes pérdidas de nuestra vida es una habilidad crítica si queremos vivir una vida llena de sentido y plenitud. Requiere un enorme esfuerzo cognitivo, emocional y hasta espiritual. Porque si logramos gestionarlas con los 5 pasos del modelo que acabo de exponer, conectaremos con todo nuestro poder como ser humano, y también sentiremos una conexión profunda con la vida y con el resto de seres humanos. Eso significa cubrir nuestra gran necesidad de espiritualidad, algo que todos necesitamos, aunque no seamos conscientes.
En caso de que quieras probar un proceso de coaching conmigo, sólo tienes que escribirme a través del formulario de la web y agendamos una entrevista previa. Te dejo el link.
¿Aún no has leído mi nuevo libro «Reconecta contigo»? Ahora puedes leer el primer capítulo del libro, en este link: Primer capítulo Reconecta contigo Y si quieres comprarlo, en este link: Libro «Reconecta contigo»

JAVIER CARRIL
Coach MCC y conferenciante
Follow @JavierCarril
Seguir en Instagram @coachcarril
Foto de Monstera Production
0 comentarios