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Prepárate para el gran cambio que viene

Recientemente he leído el libro «La sociedad de coste marginal cero» de Jeremy Rifkin, uno de los pensadores sociales más importantes del mundo. Curiosamente, fue el libro que ganó el Premio Knowsquare al mejor libro de empresa en 2014, el año en que mi libro «El hombre que se atrevió a soñar» fue finalista al mismo premio. En el libro el autor habla de los elementos clave que nos indican que ya estamos en la Tercera Revolución industrial, y defiende que en los próximos veinticinco años esta Revolución se asentará y consolidará. Esto quiere decir que todos vamos a vivir muchos cambios, tanto en nuestras vidas como en nuestras carreras profesionales. Da igual a qué nos dediquemos, el cambio va a ser profundo y debemos estar preparados, porque de lo contrario será como un tsunami que nos engullirá con su enorme fuerza y nos zarandeará como si fuéramos marionetas. Y eso significa mucho sufrimiento.

La gran Ola de Kanagawa. Artista: Katsushika Hokusai

A nuestro cerebro no le gustan nada los cambios. De hecho, se estresa notablemente con cada cambio que tiene que digerir. Y más aún cuando nos confiamos demasiado y nos dejamos envolver por nuestra zona de confort. Es ahí donde la gran ola nos puede destruir.

La revolución tecnológica que ya llevamos viviendo desde hace décadas está transformando nuestras vidas y nuestros trabajos. Puede que en los próximos años millones de personas se queden sin trabajo por la robotización de las empresas. Los robots, la inteligencia artificial, y en general el Internet de las cosas producirá un incremento espectacular de la productividad, aparte de mejorar la calidad de nuestra vida a niveles impresionantes, ya que según Rifkin, podremos satisfacer la mayoría de nuestras necesidades a un coste cercano a cero.

También viviremos en un mundo mucho más transparente, donde nuestra información privada circulará de forma libre por la red, porque nosotros mismos lo hemos permitido e incluso potenciado, a través de las redes sociales y otros instrumentos. Eso implica una mayor vulnerabilidad porque se puede vender o mal utilizar dicha información. Aun así, yo soy muy optimista respecto a toda esta revolución y no lo veo como algo apocalíptico, como muchas personas. Yo veo muchas más oportunidades que amenazas. De hecho, me siento muy emocionado por todo lo va a suceder las próximas décadas, me apasiona y estimula.

Desde luego, muchas personas que están instaladas en el conformismo lo van a pasar realmente mal. Probablemente se queden sin trabajo y sin ingresos, y o bien reaccionan o bien se hundirán. Sin embargo, otras muchas personas sabrán interpretar y reaccionar ante lo que se avecina, y podrán generar abundancia y riqueza. ¿De qué depende el hecho de beneficiarse e incluso disfrutar de los futuros cambios? ¿Cómo podemos prepararnos para el cambio constante? A continuación, detallo 4 claves para prepararse para la revolución que viene y salir exitoso:

  1. Mantente alerta a las tendencias.
    Es obvio que si te enteras de las tendencias más importantes relacionadas con tu profesión, y más en general, con las tendencias sociales y económicas, te podrás anticipar y tomar decisiones que pueden ser decisivas para tu éxito profesional. Para ello, apúntate a webs, publicaciones y newsletters que te aporten ese conocimiento actualizado de lo que está sucediendo en el mundo. Focalízate en las lecturas, porque no es cuestión de ver las noticias y el telediario todos los días, eso lo que hará es confundirte con noticias superficiales y darte una visión catastrofista del mundo, que no sirve para nada. Debes ser muy selectivo con lo que lees, recuerda que el tiempo es tu recurso más valioso. Así que bórrate de las publicaciones o newsletters que no te aportan nada, y dedica un tiempo específico a la semana a leer artículos o libros que te den una visión global de las innovaciones que se estén produciendo. En los últimos 10 años he leído mucho sobre temas tan diversos como finanzas e inversiones, meditación, innovación, psicología, dirección de empresas y negocios, sociología, etc.
  2. Fórmate con foco y constancia.
    Asiste a conferencias y cursos, ya sea presenciales o en Internet, no sólo de tu profesión sino de otras áreas que puedan darte una visión más global. Hoy todo está interconectado, y puede que consigas detectar algo importante para tu trabajo en una ponencia sobre algo diferente (por ejemplo, sobre tendencias sociales, sobre psicología, sobre finanzas). La formación continuada es clave para estar preparado para los cambios, ya que aprendiendo cosas nuevas obligamos al cerebro a estar activo, a no instalarse en la comodidad y al mismo tiempo estamos formándonos en disciplinas que nos pueden dar una ventaja competitiva en el mercado. Aunque también es verdad que debemos focalizarnos. Conozco a muchas personas demasiado obsesionadas con formarse constantemente en cualquier cosa que aparezca en el mercado, y al final terminan dispersándose con muchas disciplinas y temáticas diferentes, lo que aumenta su confusión.
  3. Cultiva la curiosidad
    El mundo siempre ha sido de los curiosos, y de hecho, el ser humano ha realizado los más grandes avances de la historia gracias a la curiosidad. Y sin duda el futuro seguirá siendo de los curiosos. Sin embargo, la falta de curiosidad es uno de nuestros grandes males. Cuanto más vamos creciendo, nuestro cerebro se va cerrando cada vez más a lo nuevo, y aparecen esos pensamientos de «Esto ya lo sé» o «Esto ya lo he probado» o «Esto es verdad», «Esto es mentira», etc. Cuando nos instalamos en las ideas preconcebidas, en nuestras convicciones más firmes, aparece la rigidez mental que nos impide curiosear y descubrir la pepita de oro que se esconde en el fondo del lago. La experiencia está sobrevalorada, en mi opinión. Creo que debemos recuperar la capacidad de ver las cosas como si fuera la primera vez, la mente de principiante que nos recomienda la filosofía zen. Porque la falta de curiosidad es como una venda que nos ponemos en los ojos, que nos impide detectar oportunidades clave para nuestro futuro éxito. El mindfulness es un entrenamiento mental donde desarrollamos, entre otras cualidades, la curiosidad.
  4. Abre la mente para ver lo positivo.
    Como decía antes, yo estoy muy excitado respecto a lo que se avecina en el mundo las próximas décadas, y también estoy listo para cambiar todo lo necesario para adaptarme a esos cambios. Ya lo he hecho de forma constante en los últimos 12 años, desde que abandoné mi carrera como publicista y empecé en una nueva profesión que en aquel momento prácticamente nadie conocía: el coaching. Después, he tenido que adaptarme a numerosos cambios y desafíos, y a detectar en un momento clave el auge del mindfulness para convertirme en uno de los mayores expertos en la materia en España. Estoy convencido de que esta actitud abierta y positiva me seguirá aportando una gran ventaja competitiva respecto a las personas que ven esta revolución social, económica, tecnológica e industrial como algo catastrófico o amenazante. El miedo es una emoción muy dañina cuando nos domina y paraliza. Sin embargo, mantener la apertura mental y el foco en las oportunidades de esta revolución nos genera una emoción de confianza, de tranquilidad. Y la confianza es un estado mental mucho más productivo y creativo que el miedo.

Si empiezas desde ya a tomar decisiones y acciones en los 4 puntos clave, y los mantienes toda tu vida, estarás preparado para el cambio constante y brutal que se avecina. Y en lugar de que el tsunami te arrase, serás capaz de bucear por debajo de la gran ola, e incluso surfear y disfrutar de ella.

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y escritor.

La profundidad del mindfulness

La pasada semana he tenido el privilegio de participar en una formación intensiva de The Center for Mindfulness de la Universidad de Massachusetts para profesores del programa MBSR de mindfulness, el programa pionero creado por Jon Kabat Zin. Ha sido una mezcla entre curso de formación y retiro intensivo de práctica de meditación mindfulness, y los profesores han sido Florence Meyer y Saki Santorelli.

Estoy convencido de que los 120 participantes fuimos mucho más conscientes de la enorme profundidad e impacto social que está teniendo, y puede tener en el futuro, el mindfulness en el mundo. Sentirme partícipe de esta ola de personas comprometidas con el alivio del sufrimiento en el mundo, y con el desarrollo de la grandeza del ser humano, me emocionó intensamente. Estoy convencido de que lo que sucedió la pasada semana en ese lugar va a tener un gran impacto, no sólo en las vidas de cada uno de los que participamos, sino en las vidas de muchas personas con las que tenemos o tendremos contacto en el futuro. Sinceramente, estoy convencido de que el impacto se prolongará años, o incluso generaciones.

¿Y qué es lo que hicimos allí, en este curso llamado «MBSR en Medicina Cuerpo-Mente»? En primer lugar, mirar hacia dentro y hacia abajo, según palabras de Saki Santorelli. Según nos explicó maravillosamente, el único camino para vivir una vida plena es ir hacia dentro y hacia abajo, es decir, a nuestros sótanos oscuros (donde guardamos y ocultamos las heridas que arrastramos, las experiencias dolorosas, nuestras vulnerabilidades, inseguridades, miedos, creencias limitantes). Porque en la oscuridad más profunda es donde encontraremos la luz más brillante. O como dice Rumi en un poema: «Si quieres la luna, no huyas de la oscuridad. Si quieres una rosa, no te escondas de sus espinas…»

Para ello, hicimos un viaje a través de la práctica intensiva del mindfulness, en sus distintas vertientes (meditación sentada, meditación caminando, yoga), para contactar con todo aquello que no queremos mirar en nuestra vida porque nos resulta incómodo o doloroso, pero también para contactar con la enorme grandeza que tenemos como seres humanos. Y en este sentido, lo que viví durante todo el curso me hizo reconectar con la fe en el ser humano, con la confianza en su inmenso potencial.

Todos tenemos una responsabilidad fundamental en esta vida. La responsabilidad de ser mejores cada día a nivel individual, para aportar al mundo lo mejor de nosotros, y así generar una influencia positiva para que este mundo sea un mundo más humano, más consciente, más compasivo, y más responsable. Y sólo podemos conseguirlo si miramos dentro de nosotros con humildad, con honestidad y valentía. No conozco ninguna disciplina más poderosa que el mindfulness en este sentido.

En definitiva, ha sido para mí una experiencia muy transformadora, gracias en gran parte al inspirador Saki Santorelli, que en cada frase, en cada gesto, desplegaba una sabiduría y una presencia impresionantes. Tuve muchos momentos emotivos, de conexión y empatía profunda con las personas que se atrevían a coger el micrófono para compartir experiencias tremendamente íntimas de sí mismos. O instantes de conexión íntima conmigo, cuando me dejé impregnar por las preguntas, citas, poemas, imágenes, anécdotas, o investigaciones científicas que nos trasladaron, así como cuando practiqué durante horas la meditación mindfulness.

Quizá podría concluir este post con el final de un poema de Mary Oliver que nos leyeron en el curso, y que dice:

«Dime, ¿Qué tienes planeado hacer
con tu única, salvaje y preciosa vida?»

Te traslado esta pregunta para tu reflexión personal.

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y escritor.

El estímulo y la respuesta

En las conferencias y cursos que imparto sobre Mindfulness hay un aspecto que siempre destaco: el estímulo y la respuesta.

En nuestra vida recibimos millones de estímulos a diario, a una velocidad vertiginosa. Estímulos externos o internos. Ejemplos de estímulos externos son un whatsapp, un correo electrónico, un atasco de tráfico repentino, un grito de un compañero o jefe en el trabajo, una crítica o elogio de alguien en una reunión. En cuanto a estímulos internos, me refiero a pensamientos (se dice que llegamos a producir unos 70.000 pensamientos al día), emociones y sensaciones físicas.

Así que junta todo eso y sale un cóctel difícil de digerir para nuestro cerebro. El comportamiento habitual del cerebro es reaccionar automáticamente ante estos estímulos, y en principio esta reacción no está mal. Es más, es un modo de supervivencia y ahorro de energía de nuestro cerebro.

Sin embargo, muchas veces esta reacción automática, sin pensar la respuesta, nos causa enormes problemas personales, estrés, ansiedad y sufrimiento innecesarios. También nos lleva a convertirnos en marionetas de la tecnología, como avisan numerosos expertos en comportamiento humano, ya que reaccionamos a los tentadores estímulos de nuestros dispositivos móviles sin ser conscientes, de forma compulsiva, y muchas veces en situaciones en las que no es apropiado. Por ejemplo, cuando estamos en una reunión de trabajo o en una comida con nuestra familia y recibimos un whatsapp o e-mail. Muchas veces lo leemos e incluso respondemos sin darnos cuenta de que estamos manifestando una falta de interés o de respeto hacia las personas con las que estamos compartiendo ese momento.

En estas situaciones, entre el estímulo y nuestra respuesta no hay un espacio para pensar dicha respuesta. Simplemente, nos dejamos llevar por nuestro inconsciente para responder de forma automática. Y la mayoría de las veces, dicha respuesta automática no es la mejor que podemos dar.

Cuando alguien nos critica o dice algo que nos duele, muchas veces nuestra respuesta automática es atacar y defendernos, generando más conflicto y por supuesto más estrés en nuestra vida. En lugar de parar unos segundos a procesar la crítica o el ataque y pensar la respuesta, nos dejamos llevar por nuestro instinto agresivo.

El piloto automático también nos domina cuando aparecen cambios negativos en nuestro trabajo o vida personal. Aquí aparecen nuestras resistencias y miedos inconscientes, lo que genera una mala gestión de dicho cambio, ya que la mejor forma de manejar una situación de cambio o incertidumbre es abrirse a lo que pueda aportarnos dicha situación, en lugar de rechazarlo o resistirnos a él.

¿Cual es la alternativa? Aprender a generar una pausa o espacio entre los estímulos y mi respuesta, con el fin de pensar antes de actuar, con el objetivo de dar una respuesta más adecuada o positiva frente a ese estímulo. Cuando somos conscientes, somos mejores personas, más responsables, más inteligentes y empáticas. Por lo tanto, cuando generamos ese espacio de consciencia, respondemos desplegando todas nuestras capacidades y habilidades.

Viktor Frankl, famoso neurólogo y psiquiatra, fundador de la logoterapia, sobrevivió durante 3 años a los campos de concentración nazis Auschwitz y Dachau. Después de esta experiencia terrible, escribió numerosos libros en los que reflexionaba sobre el ser humano y el sentido de la vida. Su obra más conocida es «El hombre en busca de sentido», y en la cual escribe su famosísima reflexión: «Entre el estímulo y la respuesta siempre hay un espacio. En este espacio reside nuestra libertad y nuestra capacidad para elegir la respuesta. Y en esta respuesta reside nuestro crecimiento personal y nuestra felicidad. Siempre podemos elegir nuestra respuesta y nuestra actitud ante las situaciones de nuestra vida, da igual lo críticas o dolorosas que sean.»

Viktor Frankl

Nuestra vida sería mucho más plena y feliz si entrenáramos nuestra capacidad para generar ese espacio entre los estímulos y nuestra respuesta. También tomaríamos mejores decisiones, viviríamos con mucho menos estrés, y proyectaríamos hacia el exterior una imagen de autocontrol y equilibrio emocional. Mantendríamos una actitud más abierta ante los cambios y dificultades de la vida, y evitaríamos la actitud de ataque y defensa automáticos que tantos problemas y sufrimiento nos ocasiona. Y todo ello nos llevaría a una drástica mejora de nuestra autoestima y autoconfianza. Porque simplemente estaríamos dando lo mejor de nosotros, como personas y profesionales.

El mindfulness es una disciplina de entrenamiento mental para generar y aumentar el espacio entre el estímulo y la respuesta. Una forma práctica de lograrlo es con lo que yo llamo la pausa mindfulness. Por ejemplo, imagina que estás concentrado en una tarea importante en tu trabajo y notas cómo el móvil está recibiendo varios e-mails y whatsapps. La pausa mindfulness nos ayudaría a no dejarnos llevar por la tentación de interrumpirnos y consultar dichos mensajes, con el fin de continuar y terminar con la tarea importante.

Otro ejemplo de pausa mindfulness es hacer una parada de un minuto en la mitad de la mañana. Durante ese minuto primero ponemos consciencia en nuestra respiración, observándola, conectando conscientemente con ella. A continuación, ponemos el foco en cómo llevamos los objetivos del día, por si debemos reenfocar nuestra agenda y evitar dedicar nuestro valioso tiempo a las urgencias o temas poco importantes. O también podemos chequear si la tarea que estamos realizando es la más importante en ese instante.

Esta pausa mindfulness nos va a permitir ser más conscientes de la calidad de nuestro trabajo, con el fin de que poco a poco vayamos focalizándonos en lo verdaderamente importante.

Recuerda. En el espacio entre el estímulo y nuestra respuesta está la clave de nuestra libertad y nuestra felicidad. Y todos podemos aprender a generar dicho espacio en nuestra vida y en nuestro trabajo, mediante entrenamiento, compromiso y constancia.

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y escritor.

Malala. Un ejemplo de liderazgo inspirador

Este fin de semana me ha impresionado la película sobre la vida de Malala, la niña pakistaní que con sólo 15 años se enfrentó a los talibanes poniendo en riesgo su vida. No tengo palabras para describir la película, que se titula «El me llamó Malala» y es un documental: preciosa, impactante, emocionante, dura, tierna, etc. Te la recomiendo efusivamente. Si quieres ver el trailer oficial, aquí lo tienes: Trailer Película Malala.

Malala

Pero sobre todo, nos retrata a Malala, uno de los ejemplos vivos más inspiradores de liderazgo y valentía en el mundo. Apuesto a que será uno de los personajes más importantes del siglo XXI, a la altura de figuras legendarias como Ghandi, Nelson Mandela o Martin Luther King.

Ya lo dijo el Premio Nobel de la Paz de 1952, Albert Schweitzer: «El ejemplo no es uno de los modos de influir en los demás. Es el único». Y Malala, la primera niña en recibir el Premio Nobel de la Paz en 2014, es un ejemplo de cómo enfrentarse a la intolerancia, el autoritarismo, la injusticia y el terrorismo.

En la película podemos escuchar a Malala decir con toda contundencia que no siente ningún rencor hacia los terroristas que le dispararon en la cabeza, incluso tiene la capacidad de ponerse en el lugar de los terroristas diciendo que sienten miedo y por eso asesinan y destruyen escuelas con sus bombas. Malala habla de compasión, un sentimiento muy necesario en el mundo. Y defiende la igualdad de todos los seres humanos, la libertad para expresarnos, y la educación como el arma más poderosa que tenemos.

Y derriba prejuicios sobre el islam, una religión que, según dice, defiende la paz y la igualdad. En Occidente son muy necesarios personajes como Malala para desterrar que el islam es una religión intolerante y radical. Intolerantes son los que interpretan de modo erróneo y manipulador dicha religión para perpetuarse en el poder. Al fin y al cabo, también el budismo y el cristianismo han sido y siguen siendo objeto de manipulación y radicalización.

Aunque yo no profese ninguna religión, creo que ninguna de ellas es negativa, sino todo lo contrario. Estoy convencido (y la película de Malala me ha ayudado con mi perspectiva del islam) de que todas defienden los mismos valores y principios, desde diferentes puntos de vista y visiones, pero todas respetables. Es muy significativo, en este sentido, que Malala, en su famoso e inspirador discurso ante la ONU, hablara de Mahoma, Buda y Jesucristo, realizando un ejercicio de apertura y tolerancia.

En la película, no sólo es apasionante el retrato de la figura de Malala, sino también el de su padre, gran ejemplo por sus sólidos valores y por su defensa apasionada de la libertad de expresión, algo por lo que también arriesgó su vida. Es absolutamente impresionante y admirable la innegociable lucha por la que han apostado Malala y su padre por los derechos humanos básicos de libertad de expresión, de educación universal y gratuita para todos los niños del mundo, y de enfrentarse sin miedo y a cara descubierta a los talibanes que pretendían eliminar la educación para las mujeres, y asesinar a todo el que se pusiera por delante en sus planes.

Y emociona aún más ver el coste personal que han tenido que sufrir a causa de defendernos a todos (porque no defienden a una niña, o a muchas, sino al ser humano en su globalidad). Malala tiene media cara paralizada y no oye por uno de sus oídos, después del atentado. Su vida normal de niña y adolescente se vio truncada para siempre. Su familia no puede volver a su casa, a su tierra, en Pakistán, porque aún los talibanes tienen la suficiente fuerza para asesinarles, y de hecho mantienen su amenaza de matar a Malala cuando vuelva. Aún así, ni un atisbo de victimismo, de rencor. Ella declara con una firmeza aplastante y sorprendente que ha elegido ser así y hacer lo que hizo. Con todas las consecuencias.

¡Vaya ejemplo para cualquiera de nosotros! Todos deberíamos aprender de ella, de su valentía y de su coherencia inquebrantable. Gracias Malala, por lo que has hecho, y por lo que, estoy seguro, seguirás aportando a la humanidad.

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y escritor.

¿Para qué vas a trabajar cada día?

Desde hace años han aparecido muchas teorías sobre cuales son nuestras fuentes de motivación. Desde la famosa pirámide de necesidades de Abraham Maslow hasta las aportaciones de Daniel Pink, defendiendo los tres conceptos de autonomía, capacidad y propósito.

A mí me gusta especialmente la que propone Tony Hsieh, director ejecutivo y principal artífice del crecimiento espectacular de la empresa Zappos. Tony habla de 3 fuentes de felicidad en el trabajo. Mientras las lees, te propongo que simultáneamente te vayas haciendo la siguiente pregunta: ¿Para qué vas a trabajar cada día?, con el fin de definir cual de las tres fuentes de motivación tiene más importancia para ti:

1. Placer.
Hay millones de personas que van a trabajar cada día para conseguir placer. Es decir, para lograr el nivel de vida que desean para sí mismos y para sus familias. Esto incluye estudios, ropa, ocio, diversión, comer en restaurantes, viajar por el mundo. Es decir, la motivación es lo que consigues gracias al dinero que te da tu trabajo. El trabajo es un medio, no un fin en sí mismo para alcanzar la motivación.

2. Pasión.
Hay otras personas que les apasiona su trabajo, y realizarlo es su fuente principal de felicidad laboral. En este caso el trabajo es un fin en sí mismo para lograr la motivación. Tiene que ver con la sensación de que el tiempo vuela cuando estás realizando las tareas propias de tu profesión, o con lo que el psicólogo Mihály Csíkszentmihályi popularizó como el concepto de flujo en su famoso libro. Es un estado de máxima creatividad y rendimiento, donde te olvidas incluso de ti mismo debido a la pasión que sientes por lo que estás haciendo.

3. Fines elevados. 
Quizá la motivación en tu trabajo provenga de algo más profundo, algo más grande que tú mismo, una causa mayor a la que estés contribuyendo con tu trabajo de cada día. El caso más típico podría ser las profesionales sociales como las ONGs, o trabajos relacionados con la salud como médicos, enfermeras, etc. Pero también puede ser un coach que esté ayudando a sus clientes a despertar y desarrollar las capacidades que llevan dentro, o un abogado que defiende legalmente a sus clientes, o un directivo que desarrolla a sus colaboradores como líderes, para expandir el liderazgo en toda la organización.

En realidad, casi cualquier profesión puede conectar con un fin elevado. Y también diría que casi cualquier profesión puede ser digna de pasión, y por supuesto cualquier trabajo es un medio para alcanzar otras metas como ganar dinero, tener un buen nivel de vida y poder tener momentos de placer y bienestar. Creo sinceramente que cualquier motivación es respetable y lícita. De hecho, muchas personas se sienten motivadas por las 3 fuentes a la vez, unas con mayor fuerza que otras, claro. Es mi caso personal, ya que además de ser un medio para disfrutar de muchas cosas que me gustan (viajar, comer bien, divertirme, etc.) mi trabajo me apasiona y el tiempo se me pasa volando porque disfruto mucho. Pero además siento que a través de mi trabajo diario puedo ayudar a muchas personas a mejorar su vida, a ser más felices, a lograr sus objetivos, a desarrollar todo su potencial. Este es el fin elevado.

La cuestión clave es saber cual de ellas es la más preponderante en este momento de tu vida. Se trata de conectar con el propósito de tu trabajo. No es una pregunta cualquiera la que te propongo. ¿Para qué vas a trabajar cada día? Al fin y al cabo, ¿Cuantas horas pasas en tu trabajo? ¿8, 10, 14 horas diarias? Es mucho tiempo diario como para no saber para qué y por qué empleas ese tiempo de tu vida en ese trabajo. 

Cuando uno se plantea este tipo de preguntas, estamos explorando cual es probablemente mi misión en mi trabajo, y quizá no lleguemos a ninguna conclusión trascendental…o sí. Porque sólo explorando en nuestro interior y realizándonos preguntas poderosas, podemos llegar a conectar con nuestra misión vital, con el sentido de nuestra vida, con nuestro «para qué» en la tierra.

Si finalmente llegas a la conclusión de que no vas a trabajar por un fin elevado, y que lo haces para disfrutar de tu trabajo porque te encanta, pues estupendo. Y si llegas a la conclusión de que trabajas para ganar dinero y para vivir una vida placentera y llena de comodidades, y eso es lo que quieres, pues también estupendo. Lo importante es ser honestos con nosotros mismos, y saber qué nos está movilizando a diario en nuestro trabajo.

Y bien, ¿Has llegado a alguna respuesta? ¿Para qué vas a trabajar cada día? ¿Para lograr placer, para sentir pasión, o para contribuir a un fin elevado? 

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y escritor.

Mindfulness para vivir una vida plena

Acabo de volver de un curso/retiro intensivo de 9 días para instructores de Mindfulness, que ha realizado el Center for Mindfulness de la Universidad de Massachussets, centro pionero en el campo del mindfulness. La experiencia ha sido inolvidable, profunda y poderosa.

Asistimos unos 150 participantes de todo el mundo (España, Canadá, India, Brasil, Rumanía, Chile, Argentina, Francia…) que hemos conectado con nosotros y entre nosotros, pero esencialmente hemos reconectado con nuestra vida.

Hemos practicado muchas horas de meditación, pero también hemos trabajado en grupos, parejas, individualmente…en numerosas dinámicas y ejercicios de reflexión en las que profundizamos en los fundamentos del mindfulness, y en las competencias que debe tener un instructor de mindfulness.

Hemos sentido muchas emociones, a veces contradictorias. También hemos desarrollado mucho nuestro autoconocimiento, clave del crecimiento personal. Autoconocimiento de nuestro potencial, pero también de nuestros hábitos limitantes (juicios, pensamientos negativos, patrones de conducta, creencias….)

¿Y cómo conectamos con nosotros y con nuestra vida a través del mindfulness? Aprendiendo a practicar actitudes como la apertura a la experiencia tal y como es, aceptándola completamente (lo bueno y lo malo, lo alegre y lo triste), y no huyendo o rechazando lo que no nos gusta de nuestra vida. Dicho así puede parecer sencillo, pero es una de las actitudes más complicadas para el ser humano, empeñado siempre en querer que las cosas sean diferentes a cómo son, fuente principal de nuestro sufrimiento. Es una actitud que no se logra de forma intelectual o teórica, sólo es posible desarrollarla mediante la práctica constante del mindfulness durante años. Diría que es un aprendizaje durante toda la vida.

Cuando practicamos intensamente mindfulness, nos encontraremos aspectos de nosotros mismos que no nos gustan. En este caso también es esencial abrirse a los descubrimientos que realicemos, y no esconder nuestros aspectos oscuros o emociones como el miedo, la rabia o la tristeza. La apertura es crucial para «estar» con lo que haya surgido: por ejemplo, darnos cuenta de cómo estamos constantemente juzgando a los demás como si fueramos superiores. O quizá conectar con el miedo a enfrentarnos a relaciones difíciles que tenemos en el trabajo o en la vida personal, o tal vez tomemos más conciencia de nuestra insatisfacción o infelicidad con nuestro trabajo.

No hay otro camino para una vida plena: conectarnos con nosotros mismos abrazando todas las partes que habitan dentro de nosotros, y abrazando también todos los aspectos de nuestra vida, los positivos y los negativos. Y el mindfulness es una preciosa oportunidad que tenemos para lograrlo. El mindfulness nos hace despertar, porque lo habitual es vivir desconectados de nosotros, estresados y ansiosos, haciendo muchas cosas que no queremos hacer. Y sólo tenemos una vida. Merece la pena aprovecharla y disfrutarla al máximo.

Si te interesa el Mindfulness, apúntate a mi próximo taller de 1 día, el próximo 5 de noviembre de 10 a 19 h. Pincha en el siguiente link si quieres más información. Ver información Curso Mindfulness 

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y escritor.

Finalista del Premio al mejor libro de empresa

El nuevo año ha comenzado con un auténtico regalo. Mi último libro de cuentos motivacionales «El hombre que se atrevió a soñar» es uno de los libros finalistas al prestigioso premio Knowsquare al mejor libro de empresa 2014.

En el link Los 10 mejores libros del año, según los directivos españoles puedes leer la noticia que salió la pasada semana en prensa, donde se puede observar el altísimo nivel de los libros seleccionados, con varios autores prestigiosos y mediáticos. Lo cierto es que para mí estar en esta lista de finalistas es un auténtico premio, y quiero compartir mi emoción contigo, mi querido y fiel lector.

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«El hombre que se atrevió a soñar» es un libro en el que animo a soñar en grande, pero sobre todo a vivir la vida con toda plenitud, abrazándola sin dejar nada, ni siquiera el dolor, los fracasos y el sufrimiento. Al contrario, todo eso es parte de la vida y debemos aceptarlo y como digo, abrazarlo.

Es un libro de historias, de relatos cortos que tienen que ver con la auténtica felicidad y no la superficialidad que nos tratan de inyectar desde todas direcciones. Es un libro que trata también del liderazgo personal, de la automotivación, y de la conciencia y responsabilidad con nuestras decisiones y con nuestra vida.

Como todo libro de historias, la propia elaboración del libro tiene sus propias historias desconocidas. Este libro, en concreto, tiene varias peculiares. Por ejemplo, que el proyecto fue rechazado por dos editoriales, antes de que Rasche apostara por él. Esto me dice que siempre debemos perseverar cuando creemos de verdad en algo, y que nunca podemos permitirnos rendirnos.

Otra historia que tiene que ver con el libro es que durante un año estuve regalando 10 de los cuentos (en total el libro consta de 20 cuentos) a cualquier persona que entrara en la página web de mi empresa Execoach, con un enorme éxito de visitas, descargas, y comentarios positivos en las redes sociales. ¿Qué mensaje extraigo de esta historia? Que cuando damos sin esperar recibir, finalmente recibimos mucho más de lo que imaginábamos.

Por último, el libro contiene relatos muy especiales para mí, que tienen que ver con mis propias experiencias vitales, o las experiencias de otras personas con las que me he encontrado y que me han inspirado. Aunque la última historia es todavía más especial, al ser la única historia real, que fue el nacimiento de mi tercera hija Marta, que fue toda una aventura (no te cuento más…;-)

El 29 de enero se conocerá quién es el ganador del premio al mejor Libro de Empresa de 2014. Será muy difícil que gane mi libro, pero da igual. Para mí ya he recibido un maravilloso premio, que es esta nominación. Gracias de corazón a los directivos que forman parte del Jurado y que han apostado por mi libro.

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y escritor.

El coach es el Mago de Oz

En la película «El Mago de Oz», todos los personajes emprenden un viaje lleno de peligros y dificultades para que el Mago de Oz les conceda lo que desean. Esta es la actitud habitual de las personas, que pretenden siempre que Dios, la suerte, las demás personas, o cualquier otro tipo de circunstancias externas les solucionen la vida.

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Sin embargo, al final de la película se descubre que el Mago de Oz realmente no es ningún mago, sino una persona normal que se rodea de misterio para parecer una especie de Dios. Al principio los personajes sufren una enorme decepción y se enfadan con el impostor que hace de Mago de Oz. Sin embargo, cuando el hombre que está detrás del Mago empieza a hablar con Dorothy y sus amigos, comienza a hacer un poderoso coaching.

¿Por qué? Pues porque simplemente, lo que hace es elevar la conciencia de todos los personajes para que se den cuenta del poder interior que tienen dentro, y de que no necesitan a ningún Mago de Oz para descubrirlo y potenciarlo. Les hace ver que todo aquello que deseaban tener siempre lo tuvieron, siempre estuvo dentro de ellos.

El hombre de hojalata creía que no tenía corazón, y por eso quería que el Mago de Oz le concediera un corazón (que representa nuestras pasiones, entusiasmo y emociones) pero gracias a la conversación con el Mago de Oz, se da cuenta de que ha sentido emociones durante el viaje, que ha llorado, y que por tanto, siempre tuvo ese corazón que deseaba tanto.

El león buscaba al Mago de Oz para que le diera valor y coraje, ya que creía que era un león cobarde. Finalmente, también se da cuenta de que siempre tuvo ese valor dentro de sí mismo, porque el Mago le ayuda a recordar una situación en la que se enfrentó a la Bruja venciendo sus miedos.

El espantapájaros quería tener un cerebro, que representa la inteligencia, porque creía que era un ser plano que no era capaz de analizar, tomar decisiones y pensar. También se da cuenta de que es muy inteligente y que tiene gran capacidad de organización y decisión.

Así pues, todos buscaban sentirse completos (tener la inteligencia, el valor y la pasión) y lo descubren mirando dentro de ellos. El mago de Oz es como el coach que les ayuda, sencillamente, a mirar y descubrir dentro de ellos lo que realmente estaban buscando fuera. Eso es, nada más y nada menos, el coaching. El despertador de nuestro poder interno.

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y escritor.

Feedback = confianza y rendimiento en un equipo

Hace poco tuve una experiencia muy interesante en una sesión de coaching con un equipo. Les propuse una dinámica en la cual debían darse feedback unos a otros de forma abierta y pública. En seguida vi caras de pánico y ansiedad en todos ellos, y supe que el equipo no estaba preparado para una dinámica tan radical para la que es imprescindible que impere la confianza mutua.

El director del equipo propuso hacer una variante más suave del ejercicio: darse feedback entre todos, pero por parejas, no delante de todas las personas del equipo. Es decir, que iban juntándose por parejas, trasladándose a otros despachos para tener privacidad, y luego iban cambiando de pareja, hasta que al final todos se intercambiaron feedback. La indicación del ejercicio es que tenían que decir un aspecto positivo y otro aspecto a mejorar de la otra persona, y luego recibir la misma información del otro.

A pesar de que, a petición del director del equipo, suavizamos la dinámica, seguía habiendo miedos y reticencias. ¿Cómo se tomaría el director del equipo el feedback de sus subordinados, concretamente el aspecto negativo? ¿Cómo afrontarían los miembros del equipo el feedback no sólo hacia su jefe, sino hacia sus compañeros? ¿Cómo recibirían el feedback de cada uno de sus compañeros?

Sin embargo, a medida que iba avanzando el ejercicio, las expresiones iban cambiando, relajándose, incluso tomando matices de entusiasmo y energía positiva. Varios miembros del equipo decían cosas como «Es un ejercicio fundamental», «Deberíamos hacer esto cada dos o tres meses» , «Muy interesante, me ha servido muchísimo para mejorar mi rendimiento y conocerme mejor». El director del equipo se dio cuenta de que no era tan dramático, y terminó entusiasmado con la dinámica.

Esta experiencia me sirvió para darme cuenta de que, a pesar de las apariencias, la mayoría de los equipos no funcionan bajo el entorno de confianza necesario para ser un equipo de alto rendimiento. Y el feedback constante sobre lo positivo y lo negativo es esencial para generar esa confianza mutua entre los miembros de un equipo. Sin confianza, no hay rendimiento. Sin confianza mutua, no hay equipo.

Hoy en día los equipos funcionan dentro de la zona de confort, evitando decir las cosas incómodas, por miedo y por pereza. Evitan afrontar los verdaderos problemas ocultos y deciden «ir tirando», funcionando como pueden. Sin embargo, si queremos un equipo motivado y de alto rendimiento, este desafío tendremos que afrontarlo, no hay más remedio. Para eso, hace falta mucha humildad, y también mucha valentía, para aceptar las críticas constructivas, para aceptar que no soy perfecto, y también para atreverme a decir lo que no está funcionando sin caer en la agresividad.

Y en tu equipo….
1. ¿Hay verdadera confianza?
2. ¿Os dais feedback mutuamente, sea formal o informal, sobre las conductas o actitudes positivas, y también sobre las negativas?
3. ¿Es regular ese feedback?
4. ¿El jefe de equipo está incluido en esta rueda de feedback?

Si has respondido «no» a alguna de estas 4 preguntas, tu equipo tiene un gran reto que afrontar. ¡Adelante!

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y escritor.

Las 4 creaciones mentales que nos impiden ver la realidad

Desde antes del verano estoy leyendo la novela 1Q84 de Murakami. Aparte de estar totalmente enganchado, me resulta interesante cómo la exploración que hace de la realidad tiene muchas conexiones con nuestra experiencia diaria. En la novela los dos personajes protagonistas viven en 1984, pero en un momento determinado de su historia se introducen, sin saberlo, en otra realidad, podríamos decir en otro mundo. Ese mundo, para diferenciarlo, lo denominan 1Q84. Es un mundo donde los protagonistas conectan con su verdadero talento, o con su parte más elevada y poderosa, podríamos decir.

Vivimos en una realidad que no es real, a causa de nuestras creaciones mentales. La mente genera elementos que nos condicionan y nos impiden ver la auténtica realidad y disfrutarla al máximo. Las 4 creaciones de la mente que yo destacaría son:

1. Los millones de pensamientos y emociones que generamos sobre el pasado. Bien nos estamos preocupando por decisiones que hemos tomado o situaciones que hemos experimentado en el pasado, o bien estamos absortos en momentos positivos y felices del pasado. Ambos nos nublan la vista y nos desenfocan de la auténtica verdad. Es importante emplear un tiempo en analizar y aprender de la experiencia pasada, pero a partir de ahí, hay que centrarse en lo que toca hacer aquí y ahora.

2. Los millones de pensamientos y emociones relacionados con el futuro. Es muy frecuente que nos generemos ansiedad y estrés anticipando y preocupándonos por situaciones que aún no han sucedido, y que probablemente no sucederán nunca. O puede que habitualmente nos enfoquemos en lo que deseamos que suceda en un futuro, como las próximas vacaciones o el próximo fin de semana con la esperanza de darnos un poco de alivio y bienestar. Sean pensamientos positivos o negativos sobre el futuro, nos alejan de la realidad y nos impiden afrontar lo que de verdad importa. También en este caso es importante planificar y marcarse metas, pero una vez hecho, de nuevo debemos focalizarnos en lo que toca hacer ahora mismo.

3. Nuestros juicios sobre la realidad. Otro aspecto en el que basamos nuestra percepción falsa de la realidad son los juicios. Etiquetamos y juzgamos absolutamente todo (esto es bueno, esto es malo, esta persona es egocéntrica, esta otra es generosa, etc.). Dichos juicios son generados por patrones neuronales basados en la repetición de determinadas experiencias. El problema de dichos patrones aprendidos es que nos impiden ver a las personas y las experiencias con frescura, sin condicionamientos. Y nos llevan a cometer muchos errores, a dificultar nuestra relación con los demás, y a sumirnos en un estado de confusión y estrés.

4. Nuestras interpretaciones subjetivas de los hechos. Recuerda un acontecimiento en tu vida que haya sucedido hace unos 8 años, y que te haya generado mucho sufrimiento. ¿Cómo lo ves ahora, con la nueva perspectiva que te dan esos años? Seguramente ahora estás relativizando la experiencia. Lo que sentías hace 8 años ahora ha dejado de tener fuerza, simplemente no existe nada más que en tus recuerdos, ya ha dejado de ser real. Tu interpretación de aquel acontecimiento ha cambiado seguramente, o como mínimo se ha suavizado o relajado. Yo, por ejemplo, cuando veo con esa perspectiva algunas de las experiencias más duras de mi vida, las veo con un nuevo prisma, mucho más positivo, porque han provocado aprendizajes y experiencias posteriores muy importantes para mí. Han perdido toda su fuerza negativa, gracias a la interpretación que hago de ellas.

Basar nuestra vida en nuestros juicios condicionados, en nuestras evaluaciones subjetivas negativas, en los pensamientos sobre el pasado o el futuro, nos impide ver  la auténtica realidad, esa realidad que está ahí siempre, delante de nuestros ojos, esperando a ser descubierta, experimentada y disfrutada con nuevos ojos, con frescura. Sin embargo, muy pocas veces la sentimos a lo largo de toda nuestra vida. Es la realidad del momento presente, lo que está sucediendo ahora mismo, en este mismo instante, ahí es donde está el auténtico poder. Es esencial que viajemos frecuentemente a esa realidad del aquí y ahora que se nos escapa cuando estamos descentrados, estresados, ansiosos e infelices. Cuando nos desconectamos del momento presente, nos desconectamos de nosotros mismos, sentimos confusión e impedimos que salga nuestro talento y nuestros tesoros ocultos.

La buena noticia es que podemos entrenar nuestra mente para conectar frecuentemente con la auténtica vida y con esos tesoros interiores, a través de técnicas como la meditación Mindfulness. Para conectar con esa auténtica realidad, la del momento presente, sólo tenemos que quedarnos quietos y en silencio durante unos segundos. Expectantes, vigilantes a todo lo que suceda tanto dentro de nosotros como fuera de nosotros, y al mismo tiempo relajados, tratando de no emitir juicios sobre nada de lo que experimentemos. Escuchemos cualquier sonido que aparezca, sintamos nuestra respiración o cualquier sensación física, observemos qué sucede en nuestra mente aquí y ahora, momento tras momento y sin juzgar. Y conectaremos con la auténtica realidad.

No lo dudes, estamos dormidos, y necesitamos «despertar» para poder vivir la vida con plenitud.

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y escritor.