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Mindfulness aplicado al uso de la tecnología

Este verano, mientras disfrutaba del increíble lujo de disfrutar de quince días de vacaciones en la playa, he estado leyendo el libro «Mindfulness digital» del profesor de la Universidad de Washington David M. Levy. El problema de nuestra hiperconectividad digital y del uso consciente de la tecnología me ha interesado profundamente desde hace años, y de hecho en todos los cursos de mindfulness que imparto en organizaciones lo incluyo como una de las áreas más importantes de aplicación del mindfulness, porque la hiperconectividad digital afecta dramáticamente no sólo a nuestra eficiencia profesional sino a nuestro bienestar y felicidad.

Todos sabemos que la tecnología ha invadido nuestras vidas y nuestros trabajos de forma brusca y vertiginosa. Hace no muchos años no existían las redes sociales ni tampoco teníamos smartphones que son auténticos ordenadores en miniatura, con enorme capacidad y múltiples posibilidades. En nuestros teléfonos móviles accedemos al correo electrónico del trabajo y personal, nos comunicamos por WhatsApp con nuestros amigos y familiares, accedemos al mundo a través de Internet, compartimos fotos y reflexiones vitales en Instagram, Twitter o Facebook, utilizamos todo tipo de aplicaciones que nos hacen la vida más cómoda y aumentan nuestra efectividad como Uber o los Carsharing, o aplicaciones para comprobar lo saludables que son todos los productos del supermercado. Jugamos a videojuegos, escuchamos la música que queremos, controlamos las calorías que comemos o los pasos que damos,  y otras muchas cosas más que hacemos con ese aparato que forma parte ya de nosotros, ese aparato que nos pone histéricos si lo perdemos: el teléfono móvil.

El problema es que es una herramienta tan poderosa y valiosa, y ha entrado en nuestras vidas con tanta velocidad, que no hemos aprendido a usarla de manera racional. Y en muchos casos, se ha convertido en nuestro peor enemigo, ya que perdemos demasiado tiempo enganchados de nuestros móviles, ya sea consultando los miles de mensajes, videos y tonterías que recibimos en los grupos de WhatsApp, consultando cada dos por tres el número de likes que tenemos en una publicación en Instagram o Facebook, o jugando a videojuegos.

En el libro mencionado, Levy comparte una serie de experimentos que realizó con alumnos de sus diversas clases en la Universidad, en los que les proponía aplicar el mindfulness (o atención plena) al uso de la tecnología y también al hábito tan extendido de la multitarea, que está muy conectado con la tecnología y su velocidad. En uno de los experimentos, los participantes tenían que observar e incluso grabarse con una aplicación durante unos veinte minutos en una jornada habitual en la que usaban el ordenador o su teléfono móvil para distintos usos personales y profesionales, por ejemplo el correo electrónico. El objetivo era comprobar qué uso hacían de la tecnología, si realmente estaban focalizados en sus prioridades o todo lo contrario. El resultado fue que, según los testimonios de los propios participantes al ver sus grabaciones, eran totalmente inconscientes de su uso de la tecnología y solían caer constantemente en la multitarea. Esa inconsciencia les llevaba a dispersarse permanentemente. Por ejemplo, era muy frecuente que de manera inconsciente pasaran de una cosa a otra a toda velocidad, y que de una noticia que leían se enganchaban a otra web, y esa web les llevaba a otra, o bien se aburrían de la tarea principal y entraban una y otra vez a sus perfiles de Instagram o Facebook con la consiguiente dispersión, y así hasta el infinito sin la menor conciencia del tiempo que empleaban.

En nuestra actividad on line, ya sea con nuestro ordenador o con nuestro smartphone, es tremendamente fácil dispersarse, olvidarse del mundo, desconectarse de nuestras prioridades, y emplear mucho más tiempo del que teníamos pensado a consultar las noticias, los mensajes de WhatsApp o las redes sociales. De pronto la tecnología nos abduce totalmente, es como si absorbiera nuestro cerebro por completo y lo tuviera bajo su control, y nosotros no fuéramos capaces de recuperar dicho cerebro para tomar de nuevo el control de nuestra conducta y decisiones. En definitiva, los experimentos del profesor Levy demuestran lo que muchos psicólogos y sociólogos dicen desde hace años: que no usamos de forma consciente ni inteligente la tecnología, y que el teléfono móvil nos domina y no al contrario. Tenemos un serio problema de uso compulsivo y patológico de la tecnología. Somos marionetas de nuestros smartphones.

Este uso inconsciente y descontrolado de la tecnología tiene muchas consecuencias en nuestro bienestar. En primer lugar, perdemos una gigantesca cantidad de tiempo viendo videos, mensajes y notificaciones superfluas (chistes malos, memes sin gracia, fakenews, comentarios crispados y agresivos, videos groseros, etc.) que no mejoran nuestra vida en absoluto sino más bien al contrario. Ese desperdicio del tiempo es trágico, ya que el tiempo es el recurso más valioso con el que contamos para lograr nuestros objetivos personales y profesionales. Y es un recurso limitado. Tan sólo tenemos 1440 minutos al día, incluidas las horas de sueño. Esos 1440 minutos son un regalo que se nos concede a todas las personas con el fin de que lo usemos de forma sabia. La mayor parte de la gente tira a la basura gran parte de esos minutos preciosos con este uso inconsciente de la tecnología. Y recordemos que sólo tenemos una vida.

Por supuesto, nuestras relaciones personales se deterioran gravemente cuando estamos conectados constantemente, ya que dejamos de escuchar, de estar presentes, de ser empáticos con los demás. Todos hemos visto grupos de amigos reunidos en un parque, sin hablar entre ellos, consultando cada uno su teléfono móvil. O una familia cenando en un restaurante sin hablar, todos mirando como tontos sus móviles.

Pero ¿Cual es la solución a este serio problema? Empezar a aplicar la conciencia al uso de la tecnología, pero esto no es algo fácil ni automático. Necesitamos introducir el mindfulness a nuestras vidas y luego aplicarlo al uso digital. Cuanto más practiquemos las técnicas mindfulness, más fácilmente nos daremos cuenta de nuestra falta de control e inconsciencia, y antes corregiremos nuestra tendencia a dejarnos llevar por el atractivo irresistible de las aplicaciones y usos digitales. Esto nos llevará a poder tomar elecciones, con libertad, de qué uso hacemos de lo digital, algo que no sucede normalmente.

Cuando hablo de aplicar mindfulness, es algo sencillo, pero no fácil. Mindfulness es la capacidad de prestar atención, de manera sostenida, a la experiencia del momento presente sin juzgar. Se trata por tanto de estar atentos, para ser conscientes de cómo usamos la tecnología. Incluso podemos medir con un cronómetro el tiempo que pasamos consultando las redes sociales, el correo electrónico o el WhatsApp, para tener una medida objetiva y exacta de dicho uso. Seguro que nos llevaríamos grandes sorpresas, y extraeríamos conclusiones muy valiosas sobre qué estamos haciendo con el tiempo limitado de nuestra vida. Finalmente, esa conciencia nos puede llevar a tomar decisiones que limiten nuestro uso excesivo de lo digital, incluso la sabia elección de tomarnos tiempos de total desconexión digital, algo que también recomienda el libro «Mindfulness digital». En otro experimento, se invita a los participantes a una total desconexión digital de unas 24 horas, que lleva a los participantes a hacer descubrimientos increíbles, por ejemplo darse cuenta de lo agradable que es sentir el sol o la brisa en nuestra piel, tener una agradable conversación libre de móviles con nuestra pareja, o simplemente saborear la comida sin la intrusión de las redes sociales. En definitiva, vivir la vida real. Permitir demasiado espacio de nuestro día a la vida virtual nos robotiza, nos desconecta de nosotros, de la vida y de los demás. 

Lo que es interesante también de los experimentos del profesor Levy es que los participantes reconocen que la vida on line y la multitarea les genera mucho estrés y ansiedad. Es sorprendente porque siempre asociamos el uso de la tecnología a algo placentero. El conocido síndrome FOMO (Fear of missing out), la ansiedad de cuantos likes voy a tener en una publicación, el deseo de tener muchos seguidores, así como el constante bombardeo de estímulos digitales (mensajes, notificaciones, e-mails) generan más estrés de lo que somos conscientes. En este sentido, es sorprendente el nivel de inconsciencia sobre cuanto estrés nos genera el uso de la tecnología.

Como conclusión, si queremos un nivel mayor de bienestar y felicidad en nuestra vida, si queremos reducir nuestro estrés y ansiedad, si queremos tener una sensación de mayor control de nuestras decisiones, conductas y emociones, si queremos tener relaciones más plenas y felices, es fundamental empezar a trabajar en un uso más consciente y sabio de la tecnología, con el fin de que la usemos como la herramienta valiosa que sin duda es, en lugar de que se convierta en nuestro tirano, en nuestra mayor fuente de pérdida de tiempo y eficiencia, y en nuestra peor adicción. Necesitamos tomar las riendas para dejar de ser víctimas de la tecnología, y poder aprovechar todo el valor que nos ofrece, y como consecuencia poder disfrutar de las pequeñas maravillas de la vida cotidiana, así como a emplear nuestro valioso tiempo en lo verdaderamente importante.

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.

La revolución del Mindful Leadership

En los últimos años, en Sillicon Valley hay una auténtica revolución con el Mindfulness (atención plena) y las técnicas de meditación zen. Deberíamos reflexionar sobre esto porque no son empresas cualquiera, sino las más innovadoras del mundo. Voy a detallar varios ejemplos:
Más de 1000 empleados de Google han pasado por el programa de formación “Search inside yourself”basado en el mindfulness (técnicas de meditación y atención). Google tiene una cultura de alto rendimiento, es decir,  no sólo está realizando este programa para mejorar el bienestar de los empleados, sino sobre todo porque saben que es un entrenamiento mental para aumentar la productividad, el liderazgo y la creatividad de sus empleados. También se hacen de forma bimestral series de “Mindful lunchs” (almuerzos conscientes) en completo silencio, desde que un monje zen les visitó.

Este año se celebró en San Francisco la conferencia “Wisdom 2.0” al que fueron 1700 directivos, y en la estuvieron presentes el CEO de Linkedin, el cofundador de Twitter,y el creador del programa “Search inside yourself” de Google, entre otros altos directivos de empresas tecnológicas. En esta conferencia se habló de estas técnicas como una forma de potenciar la sabiduría interna para tomar las mejores decisiones empresariales.

En General Mills(una de las multinacionales más grandes del mundo) la meditación, el mindfulness y el yoga están revolucionando la compañía. Janice Marturano es la impulsora del programa de desarrollo Mindful leadership, por el que han pasado cientos de ejecutivos. 
Incluso Steve Jobs era budista zen, y declaraba abiertamente cómo la práctica de la meditación zen transformó su visión del mundo y le ayudó a diseñar los productos de Apple.

Pero ¿En qué consiste el mindfulness? Suponen una mezcla de técnicas de distintas culturas orientales que potencian la atención, la concentración y la claridad mental. Estamos hablando de la meditación zen, el yoga, la visualización y otras técnicas que potencian además la creatividad, la inteligencia emocional y el alto rendimiento.

Ya hace años que en mis cursos y conferencias sobre gestión de estrés y Zen Coaching, he defendido todos estos beneficios, que he experimentado personalmente después de haber practicado las técnicas mindfulness durante los últimos 7 años. No sólo eso, he defendido que en los próximos años estas prácticas revolucionarán el mundo del liderazgo y de las empresas, introduciéndose como un entrenamiento esencial para los directivos y empresarios. Lo que me sorprende positivamente es que las empresas tecnológicas más exitosas e innovadoras del mundo sean las pioneras de estas prácticas aparentemente “soft”. Pero de “soft”…nada. Como he dicho también, las técnicas de atención (mindfulness) están relacionadas no sólo con la reducción del estrés, sino con el alto rendimiento. No por casualidad, el curso que llevo impartiendo dos años en el Banco Santander y en el que ya he enseñado estas técnicas a unos 150 directivos se llama «Alto rendimiento individual y de equipos«.

Incluso ya se habla de que dichas técnicas, que en realidad transforman al individuo y por tanto se convierten en una actitud ante la vida, pueden ser la llave para cambiar las mentes agresivas capitalistas de los grandes empresarios del mundo, para que piensen con una auténtica mentalidad sostenible (no el paripé existente hoy en día), y focalicen sus estrategias empresariales en el crecimiento y el beneficio no sólo para sus accionistas, sino para sus empleados, sus clientes, la sociedad y el planeta donde vivimos. Insisto, esto es lo que venden muchas empresas supuestamente sostenibles, pero es un engaño y una hipocresía monumental. ¿Por qué? Porque los dirigentes no han cambiado su mente, y por tanto sus decisiones, aunque disfrazadas de sostenibles y responsables, siguen siendo iguales.

La revolución del mindfulness
está ahí. La gran pregunta es ¿Cuánto va a tardar en instalarse definitivamente como algo esencial de la estrategia de las empresas? ¿5 años, 10 años? El tiempo dirá.

¿Quieres conocer mis Cuentos cortos motivacionales?
Descárgate los 7 primeros de la serie, y en especial “Mi jefe es un Samurai”, que tiene mucho que ver con este post. Descárgatelos de forma gratuita en este link: http://www.execoach.es/portfolio-item/cuentos-cortos/


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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y escritor. http://www.javiercarril.com