En mi anterior post sobre la gestión de la pérdida, compartía un modelo que he creado para que nos ayude a gestionar las pérdidas constantes de nuestra vida. En este post me enfocaré en la primera fase de mi modelo de gestión de la pérdida: aceptar que las pérdidas son una parte natural de la vida. Una pérdida no es un fracaso.
¿Por qué nos cuesta tanto aceptar las pérdidas como algo natural y normal? Cuando perdemos nuestro trabajo porque nos han despedido, cuando perdemos una relación de pareja porque la otra persona nos ha abandonado, o cuando perdemos dinero por una mala inversión ¿Qué es lo que pensamos? ¿Cómo interpretamos este tipo de situaciones? Normalmente, como un fracaso.
Lógicamente, si vemos una pérdida como un fracaso, que tiene una connotación negativa, estamos condicionando nuestra visión de la pérdida, y con ello impidiendo que avancemos en nuestro proceso de superación de la pérdida. Pero analicemos qué más ideas preconcebidas surgen cuando perdemos algo.
- Soy un fracasado
- No soy válido
- Me lo merezco por ingenuo
- No puedo hacer nada
- Nunca volveré a tener algo similar
- Sólo pierden los mediocres
- La persona que me ha dejado es mala
- Tengo mala suerte
Con estos pensamientos no sólo vamos a perder el trabajo, una relación o la salud. También vamos a perder la autoestima. Porque dichos pensamientos nos hacen dudar de nosotros, de nuestra valía como seres humanos. Y todo porque hemos interiorizado unas ideas o creencias que nos han inculcado otros: nuestros padres, profesores, líderes de opinión, influencers, etc. Pero ¿Eso es real? ¿O son simples historias que nos han contado y que nos hemos creído?
Kerry Patterson, Joseph Grenny, Ron McMillan y Al Switzler, en su fantástico libro «Conversaciones cruciales», dicen que los seres humanos nos contamos muchas historias, y que debemos tener cuidado con dichas historias. Porque dependiendo de la historia que nos contemos respecto a una situación que hemos vivido, así serán nuestras emociones, y a continuación vendrán las acciones o decisiones coherentes con dichas emociones. Si me cuento la historia de que por haber perdido mi trabajo soy un mediocre y un fracasado, es inevitable que yo mismo esté aumentando aún más mis emociones dolorosas de frustración, rabia o tristeza de la propia experiencia dolorosa.
Dicho de otra manera, las personas tenemos una programación mental, seamos conscientes o no. Dicha programación está compuesta de creencias sobre todas las cosas y situaciones, que hemos ido construyendo inconscientemente a lo largo de nuestra vida desde la infancia. El gran Tony Robbins ha usado muchas veces la metáfora de la mesa para ilustrar cómo se genera esta programación. Nuestra mente cuando somos niños es una esponja que absorbe todo lo que recibe, especialmente de las personas referentes como nuestros padres, hermanos, amigos y profesores. Y una creencia empieza con una simple idea que recibe nuestro cerebro, que es como el tablero de la mesa sin patas. A medida que alguien nos transmite esta idea, el tablero de la mesa va teniendo una pata, y si recibimos de distintas fuentes la transmisión de esta misma idea, la mesa va teniendo muchas patas, de hecho decenas o cientos. Es decir, la mesa va teniendo una consistencia cada vez más sólida.
No sólo añadimos patas a la mesa de una idea inicial con lo que escuchamos de los demás, sino de nuestras propias experiencias que son coherentes con esa idea. Y como nuestro cerebro es selectivo, inconscientemente va buscando información y experiencias que refuercen aún más esa idea, que se va convirtiendo en una creencia, algo muy sólido ya. Hasta que llega un momento en que la creencia es ya una convicción, es decir, estamos totalmente convencidos de que es la verdad. Ya no cuestionamos esa idea inicial, se ha convertido en un pilar para nosotros, y lo vamos a defender basados en todas las patas de la mesa que hemos ido construyendo durante muchos años. Y como dice Gerry Spence, «Las convicciones crean convictos».
Aunque no queramos reconocerlo, cuando tenemos muchas convicciones estamos encarcelados en una prisión mental con muchos barrotes, y nuestra vida se vuelve miserable. Nos volvemos rígidos e intolerantes, y eso impacta profundamente en la gestión de nuestras pérdidas. Porque tenemos unas mesas muy sólidas sobre lo que significa perder algo. El único camino para avanzar en la gestión de nuestra pérdida es cuestionar nuestra convicción. Por ejemplo, si aparece a menudo pensamientos como «Un divorcio es siempre un fracaso» debemos cuestionar esta creencia o pata de la mesa, una y otra vez. Al mismo tiempo, debemos ir construyendo una creencia opuesta o al menos diferente. Por ejemplo, «Hay muchas personas admirables y exitosas que se divorcian». Por lo tanto «Nuestra relación no ha sido un fracaso»,
Esto es igual si me despiden de mi trabajo. Si cuestiono la creencia de «No soy bueno porque me han despedido» o «Soy un mediocre porque he sido despedido», estaré en el camino de que dicha creencia pierda consistencia y deje de condicionarme. Porque si me creo mi historia yo mismo me estaré hundiendo más y más, generando victimismo y resentimiento, e incluso odio y rechazo hacia mí. Esto hundirá mi autopercepción y mi autoestima, generando más odio y culpabilidad. Es absurdo porque todo parte de una idea preconcebida de lo que significa un despido laboral.
¿Cómo podemos superar cualquier pérdida con el menor sufrimiento posible, y en el periodo más corto posible? Sin duda, si generamos creencias potenciadoras sobre el significado de nuestra pérdida, en lugar de creencias terribles y limitantes. Todo comienza en nuestra mente, en cómo interpretamos todo en base a lo que hemos aprendido a lo largo de nuestra vida. Pero quizá lo que hemos aprendido e interiorizado como «la verdad» no nos ayuda.
Así que el primer paso es que observes como si fueras un científico qué historias y creencias tienes sobre la pérdida que has sufrido, sea una pérdida de la salud, haber perdido a tus hijos porque se han independizado, haber perdido una cantidad importante de dinero en unas malas inversiones, o haber perdido a tus socios de la empresa por diferencias irreconciliables. Escribe en una hoja en blanco todo lo que te llegue a la mente sobre tu pérdida, y luego, analízalo desde la distancia. ¿Cuales son las patas de tu mesa? ¿Qué personas o experiencias ayudaron a conformar esa mesa mental tan sólida? ¿Te están ayudando esos pensamientos e historias? En caso negativo, comienza a escribir en otra hoja en blanco qué historias o creencias sobre lo que has perdido te podrían ayudar a sentirte más sereno y más positivo.
No se trata de que te autoengañes, sólo se trata de que no magnifiques ni exageres lo que te ha sucedido, es decir que no te cuentes una historia innecesariamente dramática, para poder normalizar lo que significa perder en la vida. Algunas de las historias productivas que puedes contarte son:
- Perder nos hace más humanos y humildes
- Perder nos obliga a aprender algo valioso
- Perder algo significa que hemos intentado algo
- La pérdida nos hace más sabios
- Todos los seres humanos tienen muchas pérdidas en su vida
- La pérdida es una experiencia natural de la vida
Una vez que hayas interiorizado estas creencias, estarás comenzando a construir una nueva mesa, a la que debes ir poniendo las patas, es decir aquellas experiencias o teorías que refuercen estas ideas mucho más productivas, y empezarás a sentir más paz interior, y también más de control sobre tus emociones. Y estarás preparado para avanzar hacia la siguiente fase, que abordaré en el próximo post.
En caso de que quieras probar un proceso de coaching conmigo, sólo tienes que escribirme a través del formulario de la web y agendamos una entrevista previa. Te dejo el link.
¿Aún no has leído mi nuevo libro «Reconecta contigo»? Ahora puedes leer el primer capítulo del libro, en este link: Primer capítulo Reconecta contigo Y si quieres comprarlo, en este link: Libro «Reconecta contigo»

JAVIER CARRIL
Coach MCC y conferenciante
Follow @JavierCarril
Seguir en Instagram @coachcarril
Foto de SHVETS production
0 comentarios