En mi último retiro intensivo de meditación el maestro nos contó un antiguo cuento hindú. Una madre con tres hijos envió un día a su hijo pequeño a comprar una botella de 1 litro de aceite y le dio 10 rupias. El hijo compró el aceite pero en el camino de vuelta se cayó al suelo y la botella cayó. La mitad del aceite se derramó por el suelo. El hijo llegó llorando a su casa quejándose de su mala suerte y de que traía la botella de aceite medio vacía, con sólo medio litro. Este era un pesimista. Se había contado una historia. Pero las historias son sólo historias.
La madre envió otro día a un segundo hijo de nuevo a comprar una botella de 1 litro de aceite. El hijo compró el aceite y en el camino de vuelta también se cayó al suelo y la mitad del aceite se derramó por el suelo. Pero este hijo estaba sonriente y muy contento, porque tenía aún medio litro de aceite. Llegó a su casa y exultante le dijo a su madre que había logrado salvar medio litro de aceite a pesar de la mala suerte que había tenido al caerse. Este hijo era un optimista. Se había contado otra historia aunque el hecho había sido exactamente el mismo. Pero las historias son sólo historias. El hecho de no aceptar que había perdido medio litro le impidió actuar y solucionar el daño.
La madre envió en otra ocasión a su tercer hijo de nuevo a comprar una botella de 1 litro de aceite. El hijo compró el aceite y en el camino de vuelta se cayó al suelo, y otra vez la mitad del aceite se derramó por el suelo. El hijo reaccionó igual que el segundo, sonriente y feliz de haber salvado medio litro de aceite. Pero además de ser optimista, este hijo tenía sabiduría y era además realista. Decidió no volver a casa hasta haber ganado por sus propios medios 5 rupias, lo que costaba el medio litro de aceite perdido. Consiguió hacer algunas tareas y encargos en el mercado para distintos comerciantes y logró las 5 rupias. Entonces fue a comprar el medio litro y le rellenaron la botella. Volvió a casa con el litro de aceite. Este tercer hijo, además de positivo, era proactivo.
Tenemos, por tanto, en esta historia, a 3 perfiles con 3 actitudes muy distintas. Seguramente reconozcamos en nuestro entorno personas de cada uno de estos perfiles predominantes. Desde luego, coincidirás conmigo en que la peor actitud es la negativa. Como decía antes, cuando interpretamos la realidad contándonos historias victimistas o negativas, estamos generando emociones negativas como la rabia, la tristeza, la impotencia, la frustración y el resentimiento. Si es una actitud predominante con la que reaccionamos habitualmente, esas emociones se convertirán en estados de ánimo y en comportamientos quejicas e incluso violentos, lo que nos conducirán a una vida miserable para nosotros y para las personas cercanas. Al fin y al cabo, una historia totalmente subjetiva es la que desencadena todo. Y una historia es eso, sólo una historia.
Por su parte, la persona con actitud positiva también se cuenta historias, aunque en este caso son historias potenciadoras, que generan emociones y estados anímicos relacionados con el optimismo, el aprendizaje, la aceptación y la serenidad. Sin duda, aunque no deja de ser una historia, al menos nos ayuda a vivir una vida más positiva y evitamos considerarnos una víctima de los demás o de la mala suerte.
Sin embargo, no es suficiente. En la vida no sólo es necesario ser optimista, es decir, contarnos historias que nos ayuden y nos generen alegría. Hay que dar un paso más y este paso significa ser proactivos, trabajar para que cambien las cosas y no quedarnos simplemente en interpretar las cosas de modo positivo. Porque muchas veces limitarse a ver las situaciones de la vida con las gafas de la positividad no genera una verdadera transformación. Es cuando actuamos, cuando tomamos decisiones para movilizar las cosas, en ese momento es cuando realmente se cambian las circunstancias y accedemos a un aprendizaje superior.
Y ahora te pregunto ¿Cual es tu actitud habitual en tu día a día, sobre todo cuando surgen adversidades o problemas? ¿Adoptas una actitud pesimista, negativa, derrotista o victimista? ¿O sueles contarte historias positivas y optimistas? Además de interpretar la realidad de forma positiva y potenciadora ¿Das un paso más allá, tomando una actitud proactiva y generando acciones para cambiar las cosas?
En un proceso de coaching, es fácil identificar con total claridad si en nuestra vida estamos adoptando la actitud victimista y negativa, por ejemplo cuando echamos balones fuera, responsabilizamos a los demás de nuestros males y de nuestras emociones negativas, o nos quejamos amargamente de nuestra mala suerte. Una vez que somos conscientes, podemos empezar a cambiar esa forma tan tóxica de interpretar la realidad, comenzamos a cambiar el relato que nos contamos a diario por un relato más positivo y potenciador. Eso, de por sí, es un cambio enorme en nuestro bienestar mental y emocional.
Pero el coaching te puede llevar mucho más allá en tu camino vital de evolución y crecimiento personal, en concreto a convertirte en una persona de acción, que no espera a que las cosas se solucionen solas o que otras personas te solucionen la vida. El coaching te convierte en una persona protagonista de tu vida, que aprende a cambiar las circunstancias adversas a través de inteligencia emocional y disciplina.
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JAVIER CARRIL
Coach MCC y conferenciante
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