El pensamiento positivo

La pasada semana leí un artículo sobre una interesante investigación sobre el pensamiento positivoy sus peligros. En dicha investigación se revelaba que el pensamiento positivo eleva el ánimo, proporciona autoestima y motiva a las personas con un estado de ánimo positivo, mientras que hunde aún más a las personas que tienen falta de autoestima y desánimo general.

El pensamiento positivo es una filosofía ya tremendamente conocida y explotada hasta la saciedad por miles de libros de autoayuda, numerosos seminarios y conferenciantes motivacionales que garantizan la felicidad a las personas que acuden a ellos con la gran promesa de que se puede alcanzar el Santo Grial de la felicidad.

Yo mismo doy conferencias y cursos relacionados con la motivación. Estoy convencido de los beneficios del pensamiento positivo, y en mis conferencias explico cuales son las causas de la desmotivación, cómo podemos encontrar sentido a nuestras vidas, y qué hacer para sentir la máxima energía y motivación.

Sin embargo, una dosis de autocrítica general constructiva siempre viene bien. Y el estudio que mencionaba pone un punto de atención a esta vorágine de promesas maravillosas que se realizan, muchas veces de forma peligrosa y poco responsable.

Por mi parte, creo que el pensamiento positivo no es la panacea de la felicidad. Simplemente es una herramienta más, que se debe usar en determinadas situaciones y que no vale para todo. El hecho de prometer, como hace el pensamiento positivo, que toda persona tiene el control total de su destino es la mayor barbaridad del mundo, porque elimina una parte esencial de nuestra vida: lo que no depende de nosotros.

No estamos aislados del mundo, vivimos interconectados con millones de personas, que toman sus propias decisiones imposibles de controlar o dirigir. Por tanto, una parte de mis éxitos se deberá lógicamente a mi esfuerzo, mi constancia, mi creatividad, mi inteligencia, o mi gestión emocional. Pero no el 100%. Siempre habrá un porcentaje de elementos incontrolables, decisiones de otras personas a diferentes niveles, que afectarán positiva o negativamente al hecho de lograr mis metas.

Por otro lado, en mi experiencia, herramientas del pensamiento positivo como las afirmaciones positivas tienen sus limitaciones. El hecho de decirte a ti mismo machaconamente “Voy a conseguir mi meta” no implica que lo vayas a lograr, porque además de los elementos externos de los que hablaba antes, puede haber elementos internos de tu inconsciente que te estén frenando. Por tanto, una parte esencial es saber trabajar con el inconsciente.

¿Y cómo lo hacemos? Ahí tenemos a nuestra disposición las técnicas de meditación, concentración y visualización, que provienen tanto de Occidente (PNL) como de Oriente (Zen), a través de las cuales podemos actuar sobre nuestro inconsciente de forma positiva y profunda. Estas herramientas, en mi opinión y experiencia, suponen un escalón superior y más profundo que el propuesto por el pensamiento positivo.

Si te interesa profundizar en el tema de la búsqueda de la felicidad, te invito a que leas mi nuevo cuento “El gurú de la felicidad”, descargable gratuitamente en este link: http://www.execoach.es/portfolio-item/cuentos-cortos/

JAVIER CARRIL. Coach, conferenciante y escritor. Visita mi web: http://www.zencoaching.es/
Autor de los libros Cuentos para adultos que quieren ser felices (Descárgatelos aquí) DesESTRÉSate, Ed. Alienta, 2010…y Zen Coaching, ed. Díaz de Santos, 2008.

1 Comentario

  1. Vicente Ribera

    Salvando las adversidades.

    No soy jugador de ajedrez, pero me encanta la figura de «La Promoción del Peón», me explico:

    En el tablero de ajedrez, el Peón mueve en dirección vertical, una casilla adelante en la columna en que se halla situado. Al contrario de las restantes piezas, el Peón siempre avanza, no puede retroceder. Excepcionalmente, cuando un peón se encuentra en su casilla de origen –la segunda línea– puede avanzar uno o dos pasos, según convenga al jugador. A partir de ahí, sólo podrá avanzar un paso en las jugadas futuras que realice.

    Como se ha dicho, el peón no puede retroceder, así que cuando un Peón llega a la octava línea –primera del adversario–, ya no puede hacer ninguna jugada más, sino que, en ese momento, se promociona y se convierte en la pieza que se prefiera, a excepción del Rey, puesto que solamente puede haber un Rey en cada bando. Esto se conoce también como la coronación del Peón, y generalmente se elige la Dama, por ser la pieza más poderosa. Esta elección debe hacerse en el preciso momento en que se sitúa al Peón en la octava línea, retirando dicho peón del tablero y colocando en su lugar la pieza elegida, que deberá ser del mismo color que el peón coronado, formando todo ello parte de la misma jugada y sin tener en consideración que sobre el tablero haya otras piezas iguales a la elegida. Así, por ejemplo, es posible tener dos o mas Damas de un mismo bando si se ha producido la promoción de alguno de los Peones.

    Para conseguir mis objetivos, un lema oriental que me ha funcionado es el que dice: «Todo lo que no avanza, acaba por retroceder».

    Enhorabuena por tu Blog.
    Un saludo.

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