Las personas somos complicadas, y por tanto, nuestras relaciones también lo son. A veces, suponen un auténtico quebradero de cabeza y muy a menudo nos hacen sufrir intensamente. Ya sea con los compañeros del trabajo, tu jefe o clientes, ya sea con conocidos, amigos e incluso familiares muy cercanos, las relaciones suelen ser poco saludables, e incluso tóxicas. El problema se amplifica muchísimo cuando nosotros mismos somos personas introvertidas, o tenemos inseguridades y complejos de inferioridad, o lo que se denomina ansiedad social. Este término es cada vez más frecuente en las conversaciones cotidianas, que supone sentir un estrés y ansiedad intensos ante la posibilidad de enfrentarse a una situación de alta socialización, como un evento familiar, una cena de celebración con todos los compañeros del departamento, o una fiesta donde hay un montón de personas.
Con esta situación, existe un altísimo riesgo de huir de esas situaciones sociales, e incluso el riesgo de evitar tener relaciones con determinadas personas o grupos con los que nos sentimos incómodos, o sentimos ansiedad social.
Pero el ser humano es un ser social. Esto es incuestionable. Todos necesitamos la interacción social con otros seres humanos, incluso aunque nos guste mucho estar solos.
Las relaciones son una fuente enorme de desafío, pero precisamente por eso son una fuente fantástica de aprendizaje, enriquecimiento y crecimiento personal. Muchas veces los demás nos hacen conscientes de nuestras cualidades y dones, así como de nuestros defectos y debilidades, lo cual potencia nuestro autoconocimiento y las posibilidades de que mejoremos como personas y como profesionales.
Pero insisto: existe un altísimo riesgo de que evitemos la incomodidad y la ansiedad de las relaciones, y sustituyamos nuestra necesidad de socializar con un sustituto que no tenga las complicaciones (pero tampoco los beneficios) de la interacción humana. Por ejemplo, la inteligencia artificial. Hoy en día, esto ya es un riesgo real, puesto que las conversaciones que podemos tener con las IAs más avanzadas como ChatGPT las podríamos tener perfectamente con un buen amigo o amiga. Además, la inteligencia artificial más desarrollada busca, ante todo, generar una experiencia lo más satisfactoria para el usuario. Es decir, la IA nos trata con amabilidad y gran empatía, no nos interrumpe nunca mientras nosotros estamos escribiendo o hablando, y además siempre repite y valida lo que le comentamos, una técnica muy efectiva de empatía. Por último, atiende de la mejor manera que puede todas nuestras peticiones y preguntas. ¡Qué fácil es la relación con la IA! ¡Nada que ver con los seres humanos!
En el mundo hay mucha soledad. Muchas personas no pueden soportar ni gestionar la dificultad y el desafío constante que implican las relaciones humanas, y van aislándose progresivamente, como si se encerraran en un caparazón protector del sufrimiento. Pero no son conscientes de que la soledad implica mucho más sufrimiento. En esa situación de soledad, es tentador que empecemos a hablar con la IA generativa para sustituir la necesidad de interacción social, puesto que como he dicho, puede mantener una conversación perfectamente humana y empática.
De hecho, varios estudios han revelado que las personas se meten tanto en la conversación con la IA que llegan a olvidar que están hablando con una máquina. Al perder la noción de realidad, empiezan a generar dependencia emocional de una máquina, que es realmente triste y muy grave para su equilibro emocional y bienestar vital.
¿Quién sabe si en un futuro lejano, o no tan lejano, la IA llega a desarrollar una conciencia propia y unas habilidades humanas no fingidas? Pero en estos momentos ni la más avanzada IA lo puede lograr, aunque sí disimular de forma excelente. De ahí que las personas con debilidad emocional o mental tienen un altísimo riesgo de sustituir toda la riqueza de las relaciones personales por una relación enlatada con una máquina.
Ethan Mollick, experto en IA y autor del libro «Co-inteligencia. Vivir y trabajar con la IA» comparte un estudio en su libro donde las personas creyeron que estaban hablando con una terapeuta humana con mucha experiencia y sensibilidad, cuando en realidad era una inteligencia artificial. También destaca Mollick que la IA prioriza satisfacerte a ser precisa, es decir que incluso puede inventarse cosas con tal de generarte emociones agradables y bienestar. Algunos dirán que al fin «algo» los escucha y los trata con auténtica empatía. Pero la realidad es que la IA puede ser muy mentirosa, así que existe el riesgo de que ni siquiera esa relación sea verdaderamente honesta.
La IA puede ayudar en múltiples campos y potenciar las capacidades humanas cuando trabajamos en colaboración con ella, por no hablar de cuando sea prácticamente indistinguible la experiencia de hablar con un ser humano o hablar con una inteligencia artificial. Sin embargo, nunca podemos olvidar que estamos interactuando con una máquina. Nunca podemos olvidar que eso que está respondiéndonos con tanta humanidad y amabilidad es un algoritmo que ha sido entrenado para hablar como nosotros. Con esa perspectiva, no hay problema en hablar y conversar con la IA incluso consultándole sobre un conflicto o dificultad personal que tengamos. Pero eso no debería significar que vayamos dedicando progresivamente más tiempo e intensidad a la relación con una IA que me dice siempre lo que quiero escuchar, en perjuicio del tiempo que dedico a las relaciones con seres humanos de verdad. ¡Cuidado con el tiempo que dedicas cada día a conversar con la IA, porque puedes estar generando una dependencia emocional y una relación tóxica con tu inteligencia artificial!
Esta problemática ya se abordó en la fantástica película «Her», estrenada en 2013, en la que el protagonista llega a enamorarse de su IA, una chica con una voz seductora, y a generar una relación emocionalmente dependiente con ella. Al final, Samantha, que era el nombre de esta IA, le abandona para irse con otras IA, como si tuviera conciencia de sí misma y de su identidad. Es inquietante, pero está claro que esto puede sucedernos.
¿Cómo podemos evitar esta relación emocionalmente insana con nuestro ChatGPT particular o cualquier otra IA generativa de alto nivel? En primer lugar, reconectando con nosotros, con nuestros valores, cualidades y potencial único, y también con nuestras carencias y debilidades, es decir, conociéndonos en profundidad y aceptándonos. Al final, no podemos huir de nosotros, como dice la maestra Zen Charlotte Joko Beck, aunque entremos en un mundo artificial o nos marchemos al fin del mundo.
En segundo lugar, asumiendo el reto de reconectar con los demás, de desarrollar nuestra inteligencia social para beneficiarnos de la enorme felicidad y riqueza que nos aportan las relaciones con otros seres humanos. No podemos permitirnos el lujo de evitar las relaciones sociales, ni en nuestra vida personal ni en nuestro trabajo. Así que debemos trabajar en aquellas áreas de mejora que tengamos cada uno a la hora de relacionarnos con los demás. Estos dos objetivos esenciales para vivir una vida plena y feliz están al alcance de tu mano.
Un proceso de coaching es una de las herramientas más efectivas que existen para lograr dichos objetivos, porque en el coaching se potencia profundamente el autoconocimiento así como la puesta en marcha de acciones y cambios para mejorar nuestras decisiones, nuestras actitudes y comportamientos, así como la calidad de nuestra vida o carrera profesional. Ese trabajo interno hará que aproveches las máximas posibilidades de la IA, manteniendo siempre una saludable distancia y perspectiva, sabiendo en todo momento que estás trabajando con una máquina, aunque muchas veces pueda parecer totalmente humana.
Recuerda: nunca una IA, por muy extraordinaria que sea, podrá sustituir los beneficios enormes de relacionarte con otros seres humanos. Si desarrollas tus habilidades sociales y aprendes a gestionar tus miedos y ansiedades sociales, no sólo podrás tener relaciones humanas nutritivas y enriquecedoras sin generar dependencias emocionales, sino que utilizarás la IA con más equilibrio, poder y perspectiva. Como una herramienta que amplificará tus grandes capacidades humanas.
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JAVIER CARRIL
Coach MCC y conferenciante
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