El verdadero año nuevo empieza ahora, en septiembre. Después de las vacaciones, todos hemos reflexionado sobre nuestra vida y trabajo, venimos con fuerzas renovadas y hemos decidido por fin cambiar todo lo que nos produce insatisfacción. Este gran impulso suele llevarnos a marcarnos objetivos. Los mismos objetivos, posiblemente, que el año pasado en las mismas fechas. Y puede que sean los mismos que hace dos años. Quizá se trate de cambiar de trabajo, montar una empresa para dedicarnos a nuestra vocación, aprender inglés, cuidar más nuestra alimentación o perder el miedo a hablar en público. Por eso, el verdadero año empieza en septiembre, el mes de los grandes retos.
Sin embargo, ¿Qué sucede en el 95% de las ocasiones? Que empezamos con una gran fuerza y ese impulso inicial va diluyéndose en la rutina diaria, poco a poco van surgiendo obstáculos (los mismos y conocidos obstáculos de siempre), vamos desanimándonos y acabamos engullidos por las exigencias de la vida que nosotros mismos hemos creado. Finalmente concluimos que, una vez más, “no hemos sido capaces”, lo que supone un mazazo para nuestra autoestima.
Conseguir cualquier objetivo, aunque sea mínimo, es muy importante para nuestro equilibrio mental y emocional. Aunque hay metas que son urgentes, además de importantes. Continuar en un trabajo insatisfactorio o mantener una relación personal negativa puede ser devastador. El deterioro es a veces lento, silencioso, y al mismo tiempo constante. Por eso, debemos aprovechar el impulso del descanso vacacional para afrontar seriamente los desafíos que tanto tiempo llevan acosándonos. Y aquí no podemos dudar lo más mínimo. Si necesitamos apoyo externo, lo más adecuado será contratar a un Coach, un profesional con técnicas y herramientas específicas para ayudar a una persona a conseguir lo que quiere de forma más rápida y eficaz. Algunos clientes me han dicho que contratarme como Coach ha sido la mejor inversión de su vida.
En España gastamos muchísimo dinero en comprar ropa de marca, un coche más caro, el último modelo de teléfono móvil o en operaciones de estética, creyendo que calmará nuestra ansiedad y nuestra insatisfacción. La única forma de calmar esa insatisfacción y sentirse realizado es proponerse objetivos motivadores y cumplirlos, aunque desde luego, antes hay que reflexionar sobre las consecuencias de dirigirse hacia esos objetivos. Hay una frase que dice: “Ten cuidado con lo que pides, porque se te dará”.
Las 3 preguntas
En este sentido, hay 3 preguntas cruciales que debes hacerte:
– ¿Qué es lo que quieres?
– ¿Qué tienes que hacer para conseguirlo?
– ¿Estás dispuesto/a a sacrificar lo necesario para lograrlo?
Es imprescindible que respondamos con total honestidad. En muchas ocasiones el problema es que no sabemos realmente lo que queremos. Tampoco nos hemos planteado cómo conseguirlo. O quizá la clave está en que no queremos pagar el precio de lograr el objetivo, a pesar de conseguir otros beneficios. Ese precio puede tener muchos nombres: esfuerzo, disciplina, cambio de hábitos, ruptura, etc. Al reflexionar y sobre estas 3 preguntas, profundizaremos en las causas que nos han bloqueado y frenado en anteriores ocasiones. Tal vez creemos que nos va a costar mucho esfuerzo y tiempo, o que el logro del objetivo puede deteriorar otros aspectos de nuestra vida. En este punto hay que tener especial cuidado para desafiar las creencias que van emergiendo. Puede que estén limitándonos y simplemente sean una historia que nos hemos contado y que no tiene nada que ver con la realidad. O una excusa más para abandonar.
Pasos pequeños y constantes
Lo mejor de alcanzar un objetivo es que perdemos el miedo. Iniciamos un camino neurológico de confianza y seguridad. Tu inconsciente empieza a pensar : “soy capaz”, y esa creencia potenciadora se traslada de forma natural a todos los ámbitos de tu vida. Por eso, lo más recomendable es abordar un solo objetivo y concentrarse en él, evitando trabajar a la vez en muchos objetivos, que incrementarán la confusión y la dispersión.
El cambio es mucho más fácil de lo que imaginamos. Debemos desechar la idea de que todo cambio requiere mucho tiempo, esfuerzo y dinero, y que los cambios deben ser radicales para ser efectivos. Nada más lejos de la realidad. Los cambios pequeños y constantes producen el milagro de evadir el miedo al fracaso y alcanzar la meta en menos tiempo del imaginado. Bueno…y ahora te toca a ti. Sea cual sea el objetivo que te hayas planteado para este nuevo año, lo primero que debes hacer es concretarlo al máximo, ponerle una fecha, hacerte las 3 preguntas, y luego decidir cumplirlo o no. Antes de decidirte, recuerda: “quizá dentro de un año desees haber comenzado hoy”. ¡Feliz año…para tus objetivos!
JAVIER CARRIL. Coach. Visita mi web http://www.zencoaching.es/
Enhorabuena, como siempre, por el comentario y ánimo con el nuevo curso!
😉 Besos alegres y llenos de ilusión.
«No dejes que el temor al tiempo que lleva alcanzar algo, se interponga en tu camino para conseguirlo. El tiempo pasará de todas formas, así que empléalo de la mejor manera posible.» – Earl Nigthingale
Enhorabuena, como siempre tus comentarios son muy buenos.
«Una sucesión de pequeñas voluntades consigue un gran resultado» – Charles Baudelaire.
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La verdad, es que es un soplo de aliento leer algo así en unas fechas como éstas.
Además, no sólo son buenas intenciones, sino que el artículo contiene claves y pautas para que lo que tanto nos gustaría, se nos aparezca como algo realizable a base de pequeños pasos.
Me llama mucho la atención la reflexión que haces respecto de tener cuidado con los objetivos que se persiguen, porque los mismos se nos darán; nunca había visto tal claramente algo que es verdad: muchas veces lo que tanto lamentamos no es sino producto de lo que generamos o provocamos.
Un cordial saludo.
Paz O.de R.