Si no has visto aún la película Revolutionary Road, te recomiendo que la veas. Refleja fielmente el peligro de abandonar nuestros sueños y metas en la vida, así como del peligro opuesto: la obsesión excesiva por lograrlos a cualquier precio.

Un matrimonio con dos hijos pequeños se consideran especiales, personas que destacan sobre el montón. Están convencidos de que están destinados al éxito, a conseguir sus sueños. Sin embargo, la mujer sufre varias experiencias frustrantes y decide abandonar sus sueños de actriz. Pero esa obsesión la traslada a su marido, que tiene un empleo plano y mediocre, es uno más entre millones de empleados que hacen un trabajo que no les gusta, pero que han caído en la trampa de una vida económicamente estable. La mujer convence al marido de que tiene un potencial mucho mayor, que está perdiendo su fuerza y poder en ese trabajo mediocre. El marido, de pronto, tras estar adormecido durante años, ve una luz, despierta de pronto y empieza a creer que otra vida es posible.

Este momento del filme me gusta especialmente, porque la mujer se convierte en una fantástica coach de su marido. Se vuelca en los sueños de su marido, le apoya totalmente y sacrifica todos sus objetivos en pos de los de su marido, y además le anima y motiva constantemente. ¿Y cual es el resultado? Que el marido vuelve a creer en sí mismo, en su potencial, vuelve a creer que puede llegar a ser alguien importante, y su rostro se transforma maravillosamente. Y el hecho de que ambos “crean” que es posible hace incluso que su relación de pareja sufra un espectacular cambio positivo, surge de nuevo la pasión perdida, el entusiasmo, el juego con sus hijos que habían perdido…

Incluso en ese espíritu renovado, el marido actúa en su empresa de otra forma, más despreocupada y creativa, y toma decisiones que le catapultan profesionalmente. Pero aquí viene un aspecto que refleja la realidad pura y dura. La empresa le hace una oferta económica suculenta y un ascenso, y el marido empieza a tener dudas sobre el riesgo que corre si decide continuar con su plan de encontrar su verdadera vocación en la vida.

El caso es que cuando la pareja va abandonando sus sueños definitivamente, las cosas vuelven a deteriorarse, esta vez sin remedio. Y las consecuencias son totalmente desastrosas. La película refleja la vida misma. Todos tenemos tentaciones de quedarnos en nuestra zona de confort, en nuestra vida estable y tranquila. Todos tenemos la tentación de no arriesgarnos, por el miedo al fracaso. Pero ¿Cuál es el precio que pagamos por abandonar nuestros sueños?

El precio es una vida sin sentido. El precio es un progresivo deterioro emocional y espiritual. El precio es dejarse llevar por la corriente del río sin ninguna noción ni brújula. El riesgo es ir muriendo lentamente, sin apenas darnos cuenta. Sin embargo, cuando permitimos que emerjan de nuestro interior esos deseos dormidos, esas aspiraciones abandonadas, cuando nos permitimos creer en nosotros mismos…entonces nuestra vida entera se transforma en plenitud y aventura.

Por favor, no abandones tus metas, tus sueños, no te abandones a ti mismo o a ti misma. Merece la pena. Y no dejes de contar con el incalculable valor de ser acompañada/o por un coach en ese camino. Un coach no te juzgará, respetará tu ritmo, tus tiempos…y creerá totalmente en ti, en tus posibilidades y potencial para alcanzar tus sueños. En definitiva, se enfocará exclusivamente en lo que tú quieres ser, hacer o tener en tu vida. Y te ayudará a creer en ti, en avanzar hacia el camino que elijas tú…no el que quiera la sociedad o los demás para ti.

¿Qué sientes respecto a tu vida? ¿Es la vida que realmente te mereces? Sí. Para bien o para mal, es la vida que te mereces. Tus decisiones te han llevado adonde estás. Pero si quieres cambiar el rumbo, las decisiones que tomes a partir de hoy pueden llevarte al lugar que desees, sea el que sea.

JAVIER CARRIL. Coach. Visita mi web: http://www.zencoaching.es/