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De espectador a protagonista

Dos amigas se encontraban en la orilla de un río ancho y profundo, contemplando el otro lado del río a lo lejos. Deseaban cruzar porque habían oído que en la otra orilla experimentabas la plenitud y la paz interior, pero no se atrevían. Tenían miedo de no resistir y ahogarse por el agotamiento o por el riesgo de ser arrastradas por alguna corriente violenta del río, ya que no tenían ninguna barca. Sin embargo, una de ellas decidió cruzar el río. Nadó y nadó mientras su amiga la contemplaba. Por fin, observó a lo lejos que había logrado su objetivo, ya que había llegado al otro lado del río.

Al cabo de unas horas, la amiga valiente volvió a cruzar el río con gran esfuerzo. Cuando llegó de vuelta, la mujer que se había quedado le preguntó con avidez qué había descubierto tan importante para su vida. La mujer valiente le dijo que sólo podía beneficiarse si ella misma se atrevía a cruzar el río y llegar a la otra orilla. Pero su amiga le insistió que le contara todo, y así hizo para complacerla. La mujer que no había cruzado obtuvo toda la información que su amiga había recopilado en su experiencia, lo anotó todo con cuidado. Y así se quedó satisfecha.

Al cabo de unos años, ambas mujeres seguían siendo amigas. La valiente que se atrevió a cruzar el río se sentía feliz, plena y llena de paz interior en su vida y sus relaciones, mientras que la mujer que no cruzó seguía presa del sufrimiento, de la ignorancia y de la negatividad, a pesar de que trataba siempre de tener presente todas las enseñanzas que su amiga había compartido con ella de su experiencia en la otra orilla del río. No comprendía por qué seguía sintiéndose infeliz e insatisfecha ya que conocía todo lo que su amiga valiente conocía sobre cómo alcanzar la felicidad, la paz interior y la plenitud. Le parecía que la vida era muy injusta con ella, y sentía frustración y amargura.

¿Qué conclusiones extraes de esta historia? ¿Qué rol adoptas tú? ¿El de la mujer valiente que decide echarse al río y experimentar realmente lo que hay en la otra orilla, a pesar del miedo y del esfuerzo que supone? ¿O el de la mujer que quiere obtener los mismos beneficios pero sin trabajar duro y sin «mojarse» de verdad?

En mi experiencia, la gran mayoría de las personas adopta el rol de la mujer que no cruza el río pero espera obtener los beneficios de la persona que lo ha cruzado. Millones de personas devoran libros sobre autoayuda y crecimiento personal, asisten a charlas de motivación y desarrollo personal, pero luego no se remangan ni se ponen a trabajar verdaderamente en serio en su desarrollo personal. Creen que es suficiente el conocimiento intelectual y teórico de cómo obtener la paz interior y la plenitud. Pero esto es una locura. Aunque quizá el problema principal es que la mayoría de las personas no están dispuestas a hacer el esfuerzo de «cruzar el río«.

Para mí, conseguir paz interior, equilibrio y plenitud en nuestra vida es más un proceso que una meta final. A medida que cruzas el río más y más veces, vas experimentando más y más beneficios. ¿Cómo conseguirlo? ¿Leyendo cientos de libros o escuchando muchas entrevistas en las redes donde los psicólogos mediáticos y gurús nos explican con una receta mágica qué es lo que hay que hacer? Desde luego que no. Esto es útil y valioso para entender la parte intelectual o teórica, a veces ni siquiera eso ya que suelen ser soluciones fáciles y superficiales, pero aunque fueran buenos consejos, nunca sería suficiente. Tenemos que cruzar el río, tenemos que afrontar la incomodidad de mojarnos, de pasar frio, cansancio, miedo, incertidumbre. El que se queda en la orilla mirando está muy cómodo y seguro, pero a la larga será muy infeliz e ignorante.

Cruzar el río significa convertirnos de espectadores en protagonistas de nuestra vida. Significa ponerse a practicar todo lo que nos dicen las personas que han cruzado el río y que han obtenido esos enormes beneficios. Como dice Goenka, el maestro de meditación Vipassana, «Cada persona debe librar su propia batalla interior, sólo uno mismo puede salvarse del sufrimiento y de una vida miserable».

Ser espectador o protagonista es, básicamente, una elección personal que cada uno toma en su vida, con las consiguientes consecuencias. Si estás siendo espectador, estarás haciendo lo siguiente:

  • Leer un montón de libros, asistir a muchas charlas y ver muchos videos…pero no aplicar nada de verdad a tu vida real.
  • Decirle a los demás lo que tienen que cambiar para sentirse más felices y motivados, pero no aplicar esos cambios a ti mismo/a.
  • Quedarte en tu zona de confort, esperando a que los demás cambien o actúen como tú quieres.
  • Seguir en las redes sociales a unos cuantos gurús (o falsos gurús) aplicando las soluciones fáciles y superficiales que ofrecen.

Y si estás siendo protagonista de tu vida, estarás haciendo lo siguiente:

  • Probar en ti la validez de lo que defienden los expertos e integrar como un hábito sólo lo que realmente funciona.
  • Marcarte objetivos y retos ambiciosos a largo plazo (5 años, por ejemplo).
  • Definir y ejecutar acciones alcanzables a corto plazo que te lleven a avanzar a los objetivos a largo plazo.
  • Contratar a un coach para que te ayude a alcanzar tus objetivos.
  • Aprender disciplinas cuya eficacia ha sido validada (por ejemplo, la meditación) y practicarlas todos los días durante años.
  • Tomar decisiones difíciles que te incomodan y te dan miedo.

Evalúa tú mismo/a si estás siendo espectador o protagonista. Valora si estás cruzando el río una y otra vez para probar y experimentar lo que hay al otro lado, o si siempre te quedas esperando y mirando en esta orilla creyendo que ya lo sabes todo.

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.


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El secreto de la motivación duradera

Las dos últimas semanas he impartido un taller de automotivación para grupos de empleados de una empresa farmacéutica, y me ha obligado a refrescar y revisar las ideas, técnicas y herramientas clave para potenciar las emociones positivas en nuestra vida de forma sostenible.

Todos queremos sentirnos felices y motivados, con energía positiva y autoconfianza. Pero no es fácil, porque hay muchos elementos que impiden y bloquean nuestra motivación. Algunos ni siquiera los conocemos, así que son aún más difíciles de superar. Por ejemplo, nuestra particular visión del mundo, compuesta de nuestras creencias, ideas preconcebidas y valores, influye de manera crítica. Y normalmente no somos conscientes de cuanto nos limita.

Ante todo, la automotivación no tiene nada que ver con palabras grandilocuentes de ánimo, ni tampoco con caminar descalzos por brasas o cristales. La verdadera motivación, la que nos da fuerza y optimismo sostenible incluso en los momentos más difíciles, se obtiene de un profundo trabajo interno a lo largo de años.

El crecimiento espectacular del bambú japonés

Es como el crecimiento del bambú japonés. Se dice que cultivas la semilla, la abonas, la riegas y la cuidas, pero no crece nada en los primeros días, ni en las primeras semanas, ni en los primeros meses. Si eres un cultivador inexperto, probablemente abandones el cuidado de la semilla porque piensas que estaba mala o que no eres capaz de hacerla brotar. Sin embargo, es un error. Si continúas insistiendo en los cuidados, confiando y conociendo el ciclo de maduración del bambú japonés, comprobarás que tampoco crece nada visible en ¡¡7 años!! Desde luego, es una planta para personas muy pacientes, que apuestan por el largo plazo. Pero lo más sorprendente es que después de siete años, en tan sólo seis semanas el bambú crece hasta 30 metros de altura. Impresionante enseñanza la que nos da. El bambú no creció en sólo 6 semanas, sino en 7 años y seis semanas. ¿Por qué? Pues porque durante todos esos años la planta fue creando un complejísimo y denso sistema de raíces, que luego le permitirían crecer de forma tan espectacular en tan poco tiempo.

La motivación funciona del mismo modo. Las personas debemos apostar y confiar en un trabajo de crecimiento interno a largo plazo, de autoconocimiento constante, de reprogramar nuestra mente y nuestros pensamientos. Y muchas veces, a corto plazo, no veremos ningún resultado especial en nuestra vida y quizá tengamos la tentación de abandonar el cultivo de nuestra motivación interior. Pero debemos confiar y recordar el ciclo de maduración del bambú japonés. Algún día, de pronto, nos daremos cuenta de cuanto hemos crecido como seres humanos, cuanto hemos aprendido y evolucionado, y la gran fortaleza emocional que hemos acumulado. Pero debemos vencer a los enemigos del largo plazo: la pereza, la zona de confort, las recompensas cortoplacistas, el miedo, nuestra visión parcial del mundo.

A continuación, comparto contigo el gran secreto de la motivación duradera, a través de 5 ideas y herramientas que considero fundamentales para desarrollar la automotivación sostenible y profunda. Esto es parte de lo que he estado enseñando y trabajando en los talleres de automotivación para la empresa farmacéutica:

  1. Reprograma tus creencias e ideas limitantes. Si tienes creencias limitantes, tu estado emocional será depresivo y caerás en actitudes tóxicas como el victimismo o la queja. Puedes leer el post que escribí sobre la importancia de las creencias, que titulé Eres lo que crees. Podemos cambiar la programación mental que tenemos, producto de nuestra educación y de nuestras vivencias. ¿Cómo? Hay varias técnicas como la repetición de frases potenciadoras («Soy capaz de lograr mis objetivos…la vida es una aventura…los cambios siempre son una oportunidad para renovarse…si me equivoco, aprendo…yo puedo modificar cualquier aspecto de mi forma de ser»), en sustitución de nuestras creencias limitantes («No soy capaz…la vida es sufrimiento…todos los cambios traen algo malo…si me equivoco, es un fracaso….yo soy así y no puedo cambiar», etc.). También puedes visualizar todos los días, con los ojos cerrados y con todo detalle, tu visión personal (explico más abajo en qué consiste la visión personal).
  2. Pasa de víctima a protagonista. Deja de criticar, juzgar o compararte con los demás. Deja de echar balones fuera y asume de una vez la responsabilidad de tu vida. Tus problemas no son culpa de nadie ni de la mala suerte, sólo tú eres responsable de lo que te sucede en la vida, es decir tus decisiones, tus conductas y tus actitudes. Llegar a esta conclusión tan cruda requiere una gran madurez emocional, que pocas personas tienen. Pero es el camino inevitable para tener una motivación poderosa y duradera. Deja de pensar que todo el mundo está en contra tuya, quizá tu peor enemigo está dentro de ti.
  3. Diseña tu visión motivadora. Debes dedicar tiempo a pensar en qué quieres lograr en tu vida en el largo plazo. Haz una lista de tus objetivos personales y profesionales para dentro de 10 años. ¿Dónde quieres estar dentro de 10 años? ¿Cuales son tus sueños? Es fundamental que miremos a tantos años vista, porque en 10 años cualquier persona puede lograr cualquier objetivo, por imposible que parezca hoy. Así que coge un cuaderno, un bolígrafo y empieza a escribir, como si fuera la carta de los Reyes Magos. Permítete por un rato soñar sin límites. Si no tienes una visión, irás por el mundo perdido, desmotivado, sin rumbo. Y otros decidirán tu destino.
  4. Valora y agradece lo que tienes hoy. Diseñar tu futuro no es incompatible con disfrutar, valorar y dar las gracias por todo lo que te ha sucedido en la vida, o por todo lo que eres y tienes hoy. Si lo piensas un poco, eres una persona privilegiada por tener salud, trabajo, dinero para tus caprichos y viajes, una familia maravillosa, etc. Pero los seres humanos nos enfocamos mucho más en lo que nos falta que en valorar lo que tenemos. Practica la gratitud de las pequeñas experiencias agradables que hayas tenido cada día, y la revisión de los logros que hayas conseguido, aunque sean pequeños. Estos dos ejercicios, practicados a diario, cambiarán tu estado emocional totalmente.
  5. Sal de tu zona de confort. Si quieres mantener viva la llama de la motivación duradera, debes desafiarte y hacer cosas que te den un poquito de miedo. Eso se llama salir de la zona de confort. Yo prácticamente todas las semanas del año tengo actividades que me hacen salir de mi zona de confort. He diseñado para mí una vida que me garantiza esto cada semana, lo cual hace que sea imposible estancarme y acomodarme. La zona de confort, que tan tentadora es, nos impide evolucionar y crecer como seres humanos, y asesina nuestra motivación. Así que debemos ser proactivos y generar situaciones y retos con el fin de obligarnos a salir de la zona cómoda. Te recomiendo la estrategia de los pequeños cambios en lugar de los grandes cambios. Salir de la zona cómoda a través de pequeños cambios no sólo hace más fácil afrontar objetivos y desafíos manejando el miedo, sino que facilita la generación de hábitos sostenibles, lo que es la clave para que dichos cambios se incorporen a nuestra vida de forma totalmente automática y natural.

Para concluir, diré que debemos desarrollar la automotivación intrínseca, esta habilidad clave de la inteligencia emocional, y no esperar a que los demás o los elementos externos se ocupen de nuestra motivación. En este caso, nos convertiremos en personas débiles y dependientes, mientras que si desarrollamos recursos internos de automotivación con las recomendaciones de este post, nunca más buscaremos la motivación fuera. De forma natural, volveremos nuestra mirada hacia nuestro interior, donde están los mayores tesoros del universo. La clave es aprender a encontrar esos tesoros dentro de nosotros…

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.