víctima

/víctima

Eliminar los «deberías» de nuestra vida

Existe un pensamiento que se repite en nuestra mente millones de veces y que nos provoca un enorme estrés y ansiedad, a veces incluso culpabilidad. Es el pensamiento que empieza por «debería…». ¿Te suena? Te pongo algunos ejemplos:

  • Debería hacer más deporte
  • Debería estar más con mi familia
  • Debería comunicarme más
  • Debería mejorar mi inglés
  • Debería decirle a mi jefe que me de más autonomía
  • Debería comer más sano
  • Debería meditar

¿Qué nos aporta este patrón de pensamiento tan común y extendido? ¿Algún beneficio? Rotundamente no.

Normalmente nuestros «deberías» son una tortura psicológica que permitimos e incluso que fomentamos, pero que no generan ninguna acción. Es decir, son pensamientos improductivos porque no nos motivan a tomar decisiones para mejorar o cambiar aspectos de nuestra vida. Simplemente, son basura mental que nos hacen estar más irritables, más estresados, porque van minando nuestra autoestima lenta pero eficazmente.

El problema con este patrón mental, igual que cualquier otro, es que no seamos conscientes de su constante invasión cotidiana en nuestra actividad mental, y de su devastador efecto emocional en nosotros. La inconsciencia nos conduce a la ignorancia, y ésta al sufrimiento. Por tanto, el primer punto fundamental para gestionar nuestros «deberías» es mantenernos atentos a su aparición en el día a día.

En segundo lugar, pensemos en el auténtico significado de los pensamientos que empiezan con «debería». En realidad son expectativas que produce una parte que todos tenemos en nuestro interior: nuestro «yo juez». También aquí aparece con peso otra parte de nosotros que nos limita, nuestro «yo complaciente». ¿Y de dónde vienen esas expectativas? De lo que los demás esperan de nosotros, o de lo que se supone que la sociedad espera de nosotros, con el fin de aceptarnos como personas dignas de respeto y admiración. . Si analizamos de cerca los «deberías» nos daremos cuenta que son historias que nos contamos a nosotros mismos y creencias limitantes que tenemos interiorizadas, pero que no son verdad. ¿Quién dice que «debería» hacer esto o aquello? ¿Quién dice que «debería» ser de esta manera o aquella?

Pero además del estrés que nos provocan, los «deberías» tienen otro gran coste: no nos movilizan para actuar. Nos quedamos rumiando lo que deberíamos ser y hacer, pero no tomamos decisiones, no actuamos, no nos ocupamos. Así que ¿Cómo nos liberamos de estos «deberías» tan tóxicos? Cambiando nuestro lenguaje.

¿Qué pasaría si cada vez que tu mente parlotea «deberías» sin parar, transformaras cada uno de ellos en un «Quiero hacerlo» o «Voy a hacerlo», o «Elijo hacerlo»? O bien, «No quiero hacerlo» o «No voy a hacerlo» o «Elijo no hacerlo». Hay un cambio de perspectiva importantísima, aunque parezca superficial. El lenguaje que utilizamos para hablar con nosotros puede limitarnos y conducirnos a la parálisis y ansiedad constante, o bien puede potenciarnos y movilizarnos a actuar y a ocuparnos de nuestra vida.

Cuando cambiamos nuestros «deberías» por los «quieros» algo cambia a nivel emocional. De pronto, nos damos cuenta de que no estamos obligados a hacer todo eso que nuestro «juez implacable» o nuestro «yo complaciente» nos dice, sino que podemos elegir hacerlo o no hacerlo. Y entonces emerge sutilmente un empoderamiento, lejos del victimismo y culpabilidad de los «deberías». Nos damos cuenta de que podemos elegir hacer o ser lo que realmente consideremos que nos va a ayudar a crecer como personas o a mejorar nuestro bienestar. Y si no lo vamos a hacer, entonces dejémonos de tonterías y de excusas camufladas de «deberías».

Así que el transformar un «debería» victimista en un «elijo hacerlo o no hacerlo» supone una asunción de responsabilidad. Tomamos responsabilidad de nuestra vida como adultos protagonistas de nuestra vida, y dejamos de actuar como niños inmaduros.

Por tanto, si existen muchos «deberías» en tu vida, ¿No crees que es hora de tomar una decisión adulta y consciente? Si no quieres hacer deporte asumiendo las consecuencias de esa decisión, ¡No lo hagas! Si no estás pasando más tiempo con tu familia, deja de torturarte a ti mismo/a y sé realmente honesto/a contigo. ¿De verdad quieres pasar más tiempo con tu familia? ¿O en realidad trabajas 14 horas diarias porque eso es lo que te motiva y no quieres pasar más tiempo con tu familia? ¡Pues asume tu responsabilidad y toma la decisión! Aunque parezca duro lo que estoy diciendo, es mejor ser sinceros con nosotros mismos y con nuestras verdaderas prioridades, que pasar el resto de nuestra vida pretendiendo engañarnos y fingiendo ser personas que en realidad no somos.

Porque en definitiva, lo que determina nuestras prioridades y valores no son todos los «deberías» que andamos diciendo todo el día para parecer grandes personas. Nuestras auténticas prioridades se reflejan en nuestras decisiones, en el tiempo que dedicamos realmente a las actividades y áreas de nuestra vida. Y los demás lo saben. Dejemos de llenarnos la boca diciendo que «deberíamos comer más sano» si luego nos atiborramos de comida basura. Dejemos de decirnos que «deberíamos dejar ese trabajo que no nos llena» y tomemos una decisión diciendo: «He decidido cambiar a un trabajo que me motive» o «Acepto quedarme en mi trabajo actual porque me da seguridad financiera». Eso es ser maduro y responsable. Lo contrario es poner excusas, disfrazar lo que no queremos ver con los «deberías», y no ocuparnos de diseñar la vida que queremos. Para terminar, transformemos los deberías del inicio del artículo:

  • Voy a hacer más deporte (o no)
  • Quiero estar más con mi familia (o no quiero…)
  • Me comprometo (o no) a comunicarme más
  • Voy a mejorar mi inglés (o no voy a hacerlo)
  • Voy a decirle a mi jefe que que me de más autonomía (o no voy a hacerlo)
  • Elijo (o no) comer más sano
  • He decidido meditar (o no meditar)

Todo empieza a cambiar cuando cuando cambiamos nuestro lenguaje interno, cuando empezamos a comunicarnos con nosotros desde la responsabilidad y no desde el victimismo y la obligación. Cada tema deja de ser una imposición o expectativa de nuestro «yo juez» o «yo complaciente» que está buscando ser aceptado y agradar a todo el mundo. Y entonces empieza a convertirse en una elección consciente y responsable tomada desde nuestro ser. Así que a partir de ahora, mantente atento/a a la aparición de tus «deberías» y transfórmalos en una verdadera decisión.

¿Aún no has leído mi nuevo libro «Reconecta contigo»? Ahora puedes leer el primer capítulo del libro, en este link: Primer capítulo Reconecta contigo Y si quieres comprarlo, en este link: Libro «Reconecta contigo»

JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.


Follow @JavierCarril

Seguir en Instagram @coachcarril

Los niveles de conciencia y la felicidad

El ser humano lleva buscando la felicidad desde hace miles de años, después de haber logrado cubrir sus necesidades básicas fundamentales. Y a estas alturas de su historia, aún no nos ponemos de acuerdo en cómo alcanzar la deseada e idealizada felicidad. No faltan gurús que dicen tener el secreto de dicha felicidad duradera lanzándonos recetas pobres, superficiales y muchas veces tremendamente cursis. «El secreto de la felicidad es aprender a amar» dice uno de esos gurús. «La clave es ser agradecidos y dar las gracias por la vida, que es maravillosa» nos dice otro gurú. Esto está muy bien, pero ¿Eso es todo? Estos seudogurús dan consejos como si la vida no tuviera la otra cara oscura, que es al menos igual de importante y por la que justificadamente podríamos también decir que la vida es una tortura o una lucha llena de sufrimiento. Seudogurús hay muchos en las redes sociales, incluyendo colegas de mi profesión de coaching o algunos profesores de mindfulness.

Desde luego, siempre hay aportaciones interesantes y que aportan claridad por parte de grandes maestros espirituales, así como de algunos reconocidos psicólogos. Pero siempre estas personas, que realmente nos ofrecen luz sobre cómo ser más felices y sentirnos mejor con nuestras vidas, hablan de manera realista, aterrizada, humilde, y contemplando las dos caras de la vida: la maravillosa y la horrorosa. No hablar de la segunda como si no existiera genera una gigantesca frustración y ansiedad en millones de personas porque creen que sólo los gurús y personas especiales son capaces de ser felices, y sin embargo ellos son torpes y miserables que sufren cada día sin saber qué hacer con su vida.

En mi experiencia, sin lugar a dudas, me ha ayudado definitivamente la perspectiva de estos maestros que hablan claro, sin florituras ni adornando las cosas ni vendiendo una especie de receta mágica. Y todos ellos se focalizan en un aspecto clave, que es elevar nuestro nivel de conciencia. Porque cuanto más elevado sea nuestro nivel de conciencia sobre uno mismo, sobre la vida y sobre nuestras relaciones, no cabe duda que seremos más felices. Con la reserva de que la felicidad no es un estado permanente, sino un estado al que se va y se viene, igual que el dolor y el sufrimiento.

¿Y qué es el nivel de conciencia? Para explicarlo de manera sencilla, funcionar en piloto automático es justo lo contrario de vivir con consciencia nuestra vida. Y vivir en automático es una auténtica pandemia. La gente vive corriendo, como pollos sin cabeza, sin ser consciente de todo lo que sucede a su alrededor, y mucho menos de lo que sucede en su interior (sus emociones, pensamientos, creencias, valores, juicios, sesgos). Cuando vivimos con tal nivel de inconsciencia, lo normal es que vivamos estresados, ansiosos, ignorantes, enfadados, deprimidos y eso sí, haciendo cosas todo el día sin pararnos a reflexionar o a simplemente descansar y «no hacer» nada.

Precisamente cuando dejamos de hacer cosas sin parar y nos permitimos «no hacer» empezamos a darnos cuenta de muchas cosas. Pero claro, algunas de esas cosas no queremos verlas, nos asustan, nos deprimen, y por tanto inventamos un montón de estrategias para huir de nuestros problemas y preocupaciones. Estas estrategias no hacen más que empeorar nuestro estado emocional, ya que huir y escapar de nuestros problemas y miedos es igual que escapar de nosotros mismos. Es el equivalente a la inconsciencia, a vivir con un nivel nulo o bajísimo de consciencia. Este es el motivo por el que, básicamente, sufrimos.

¿Y cómo subimos en la escala de los niveles de conciencia? Hay reconocidos maestros espirituales como el Dr. David R. Hawkins, autor de libros de referencia como «Dejar ir», que han creado su propia escala de niveles de conciencia, detallando qué actitudes y conductas están relacionadas con cada nivel de conciencia. Pero más allá de modelos o escalas, para mí la clave es saber que el secreto para vivir una vida plena y razonablemente feliz es elevar nuestro nivel de conciencia. Y desde luego, hay disciplinas y estrategias probadas para ayudarnos a este objetivo. Así transformamos el objetivo clásico de la humanidad desde hace miles de años de alcanzar la felicidad por un objetivo mucho más alcanzable y concreto como es el de ir aumentando progresivamente nuestro nivel de conciencia.

Las disciplinas probadas que mencionaba, y que yo mismo he experimentado durante los últimos 17 años de mi vida, son la meditación y el coaching. Cuando hablo de meditación, incluyo distintas variantes como la meditación zen, el mindfulness o la vipassana, que en el fondo son casi lo mismo. Y respecto al coaching, hay diversas formas de lograr aumentar nuestro nivel de conciencia: una es formarse como coach con un programa largo y profundo, y la otra forma es contratar a un coach para realizar un proceso de coaching. Tanto el coaching como la meditación tienen un pilar básico fundamental: generar y elevar conciencia. Y esto significa que gracias a practicar con regularidad (y guiados por los maestros o expertos de confianza, no los seudogurús que proliferan tanto en las redes) vamos a ir saliendo del piloto automático, comenzaremos a cuestionarnos por qué y para qué hacemos las cosas. Y también iremos despertando y descubriendo quienes somos realmente, más allá de etiquetas, roles, creencias e ideas preconcebidas generadas por la cantidad de programas mentales que nos han introducido desde la infancia.

Elevar el nivel de conciencia implica despertar a una visión nueva de la vida. Implica dejar de hacernos las víctimas en nuestra vida, hacernos responsables de nuestros errores y malas decisiones, reconocer nuestros puntos débiles y no culpar a nadie de lo que nos sucede en la vida. También implica ir descubriendo enormes tesoros, como la increíble sabiduría que habita en cada uno de nosotros, el enorme potencial que tenemos como seres humanos, algo que ni podíamos imaginar cuando estábamos inmersos en el piloto automático, quejándonos de todo, haciéndonos la víctima, manipulando, mintiendo y haciendo cosas sólo para gustar y ser aceptados socialmente. Y aquí empezamos a salir de nuestro mundo egocéntrico y de nuestra ignorancia y arrogancia, y empezamos a descubrir una realidad paralela, sólo disponible para aquellas personas privilegiadas que han descubierto estas disciplinas y las han practicado con regularidad (meditación, coaching), y que gracias a ello acceden a esa nueva dimensión donde comprenden en profundidad la vida, y en consecuencia, honran determinadas leyes fundamentales de la existencia. Estas personas han despertado de la anestesia mental y emocional masiva.

Desgraciadamente, la mayoría de las personas del planeta viven en una nube de ignorancia e inconsciencia que es la causa principal del sufrimiento y la infelicidad. La buena noticia es que cada vez más personas conocen y se abren a las disciplinas mencionadas. Tanto el coaching como la meditación han cambiado mi vida por completo, y también han transformado el concepto de mí mismo y de mi identidad como ser humano. Pero claro, esto no es un destino sino un camino de aprendizaje para toda la vida. Es decir, se trata de ir trabajando en nuestro autoconocimiento y nivel de conciencia de manera continua hasta el final de nuestra existencia. Y cuanto más alto sea nuestro nivel de conciencia, más felices seremos y más disfrutaremos del regalo de la vida tal y como es, abrazando tanto la parte luminosa como la parte oscura, que existe y es real. No neguemos la parte oscura de la vida y entonces tendremos toda la luz, aunque suene paradójico.

¿Aún no has leído mi nuevo libro «Reconecta contigo»? Ahora puedes leer el primer capítulo del libro, en este link: Primer capítulo Reconecta contigo Y si quieres comprarlo, en este link: Libro «Reconecta contigo»

JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.


Follow @JavierCarril
Seguir en Instagram @coachcarril

Los 4 juegos emocionales tóxicos

En este post te invito a repasarlos uno por uno para asegurarte de que no estás jugando a ninguno de estos juegos emocionales tóxicos. Y si de pronto reconoces o intuyes que sí estás cayendo en alguno de ellos, tienes la oportunidad de empezar a cerrar las heridas pendientes y dejar de jugar a dichos juegos:

1. El Victimismo. ¿Te sueles hacer la víctima en alguna situación actual de tu vida? ¿Quién suele sufrir tu victimismo? Si es así, puedes elegir ahora mismo dejar de practicar el victimismo. Deja de culpar a los demás o a elementos externos por tus problemas, abandona ese vicio de intentar dar pena a los demás diciendo que nadie te quiere o nadie te entiende. y asume la responsabilidad de tu vida y de tus emociones. O quizá necesitas hacer una petición clara y asertiva a alguien, para cubrir tus necesidades emocionales. Para ello, te puede resultar interesante este otro post que escribí sobre cómo comunicarse en un conflicto de manera constructiva.

2. El Resentimiento. ¿Sientes resentimiento hacia alguien en estos momentos? ¿Sientes resentimiento hacia la vida por alguna desgracia que haya sucedido en el pasado o por la situación difícil que estás viviendo? Te animo a que te respondas con total honestidad. El resentimiento viene normalmente de una historia falsa que te contaste sobre alguien o sobre algo (quizá por generar unas expectativas demasiado elevadas) y es un veneno que te estás tomando cada día. Si quieres liberarte, puedes elegir perdonar a la persona que te hirió. O tal vez quieres perdonar a la vida o al universo, para estar en paz. Recuerda que perdonar es algo que haces por ti y por tu bienestar, no lo haces por nadie más.

3. El Verdugo. ¿Sueles castigar a alguien en tu vida? ¿Sueles actuar como un verdugo con esa persona o personas? Quizá estás herido/a y no has cerrado tu herida, y descargas ese resentimiento gritando, juzgando, criticando, marginando, haciendo silencios castigadores o haciendo chantaje emocional a la persona por la que sientes resentimiento. O incluso algo peor, utilizando la violencia física. Recuerda que puedes elegir ahora mismo liberarte de esta carga emocional, perdonando y aceptando a la persona o personas a las que castigas. O quizá necesitas hacer una petición clara y asertiva a esas personas, para cubrir tus necesidades emocionales.

4. La Culpabilidad. ¿Te sientes culpable por algo que hayas hecho o dicho? Quizá tienes un patrón de excesiva autoexigencia, lo que te lleva a juzgarte muy severamente y generar unas expectativas demasiado elevadas sobre ti como persona. Recuerda que eres un ser humano, y como tal, no eres perfecto/a. Por tanto, es hora de perdonarte, de hacer las paces contigo. No eres culpable de nada. Tal vez no has tomado siempre las mejores decisiones, o has cometido errores en tu vida, pero eso no te convierte en culpable. Ha llegado la hora de aceptarte incondicionalmente, y de perdonarte.

Puedes elegir hoy mismo cerrar y cicatrizar todas tus heridas, para que dejen de condicionarte y limitarte en tu vida, y para que dejen de generarte un sufrimiento innecesario. Puedes elegir hoy mismo estar en paz con todas las personas que conoces, estar en paz con la vida, y estar en paz contigo mismo/a.

Y si quieres profundizar y desarrollar tus competencias emocionales para potenciar tu nivel de desarrollo emocional y no jugar nunca más a estos juegos emocionales tóxicos, puedes inscribirte a mi primer programa MBSR de Mindfulness, que voy a impartir totalmente on line a partir de septiembre, pinchando en el siguiente link: Más información e inscripción

 

JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.

El secreto de la motivación duradera

Las dos últimas semanas he impartido un taller de automotivación para grupos de empleados de una empresa farmacéutica, y me ha obligado a refrescar y revisar las ideas, técnicas y herramientas clave para potenciar las emociones positivas en nuestra vida de forma sostenible.

Todos queremos sentirnos felices y motivados, con energía positiva y autoconfianza. Pero no es fácil, porque hay muchos elementos que impiden y bloquean nuestra motivación. Algunos ni siquiera los conocemos, así que son aún más difíciles de superar. Por ejemplo, nuestra particular visión del mundo, compuesta de nuestras creencias, ideas preconcebidas y valores, influye de manera crítica. Y normalmente no somos conscientes de cuanto nos limita.

Ante todo, la automotivación no tiene nada que ver con palabras grandilocuentes de ánimo, ni tampoco con caminar descalzos por brasas o cristales. La verdadera motivación, la que nos da fuerza y optimismo sostenible incluso en los momentos más difíciles, se obtiene de un profundo trabajo interno a lo largo de años.

El crecimiento espectacular del bambú japonés

Es como el crecimiento del bambú japonés. Se dice que cultivas la semilla, la abonas, la riegas y la cuidas, pero no crece nada en los primeros días, ni en las primeras semanas, ni en los primeros meses. Si eres un cultivador inexperto, probablemente abandones el cuidado de la semilla porque piensas que estaba mala o que no eres capaz de hacerla brotar. Sin embargo, es un error. Si continúas insistiendo en los cuidados, confiando y conociendo el ciclo de maduración del bambú japonés, comprobarás que tampoco crece nada visible en ¡¡7 años!! Desde luego, es una planta para personas muy pacientes, que apuestan por el largo plazo. Pero lo más sorprendente es que después de siete años, en tan sólo seis semanas el bambú crece hasta 30 metros de altura. Impresionante enseñanza la que nos da. El bambú no creció en sólo 6 semanas, sino en 7 años y seis semanas. ¿Por qué? Pues porque durante todos esos años la planta fue creando un complejísimo y denso sistema de raíces, que luego le permitirían crecer de forma tan espectacular en tan poco tiempo.

La motivación funciona del mismo modo. Las personas debemos apostar y confiar en un trabajo de crecimiento interno a largo plazo, de autoconocimiento constante, de reprogramar nuestra mente y nuestros pensamientos. Y muchas veces, a corto plazo, no veremos ningún resultado especial en nuestra vida y quizá tengamos la tentación de abandonar el cultivo de nuestra motivación interior. Pero debemos confiar y recordar el ciclo de maduración del bambú japonés. Algún día, de pronto, nos daremos cuenta de cuanto hemos crecido como seres humanos, cuanto hemos aprendido y evolucionado, y la gran fortaleza emocional que hemos acumulado. Pero debemos vencer a los enemigos del largo plazo: la pereza, la zona de confort, las recompensas cortoplacistas, el miedo, nuestra visión parcial del mundo.

A continuación, comparto contigo el gran secreto de la motivación duradera, a través de 5 ideas y herramientas que considero fundamentales para desarrollar la automotivación sostenible y profunda. Esto es parte de lo que he estado enseñando y trabajando en los talleres de automotivación para la empresa farmacéutica:

  1. Reprograma tus creencias e ideas limitantes. Si tienes creencias limitantes, tu estado emocional será depresivo y caerás en actitudes tóxicas como el victimismo o la queja. Puedes leer el post que escribí sobre la importancia de las creencias, que titulé Eres lo que crees. Podemos cambiar la programación mental que tenemos, producto de nuestra educación y de nuestras vivencias. ¿Cómo? Hay varias técnicas como la repetición de frases potenciadoras («Soy capaz de lograr mis objetivos…la vida es una aventura…los cambios siempre son una oportunidad para renovarse…si me equivoco, aprendo…yo puedo modificar cualquier aspecto de mi forma de ser»), en sustitución de nuestras creencias limitantes («No soy capaz…la vida es sufrimiento…todos los cambios traen algo malo…si me equivoco, es un fracaso….yo soy así y no puedo cambiar», etc.). También puedes visualizar todos los días, con los ojos cerrados y con todo detalle, tu visión personal (explico más abajo en qué consiste la visión personal).
  2. Pasa de víctima a protagonista. Deja de criticar, juzgar o compararte con los demás. Deja de echar balones fuera y asume de una vez la responsabilidad de tu vida. Tus problemas no son culpa de nadie ni de la mala suerte, sólo tú eres responsable de lo que te sucede en la vida, es decir tus decisiones, tus conductas y tus actitudes. Llegar a esta conclusión tan cruda requiere una gran madurez emocional, que pocas personas tienen. Pero es el camino inevitable para tener una motivación poderosa y duradera. Deja de pensar que todo el mundo está en contra tuya, quizá tu peor enemigo está dentro de ti.
  3. Diseña tu visión motivadora. Debes dedicar tiempo a pensar en qué quieres lograr en tu vida en el largo plazo. Haz una lista de tus objetivos personales y profesionales para dentro de 10 años. ¿Dónde quieres estar dentro de 10 años? ¿Cuales son tus sueños? Es fundamental que miremos a tantos años vista, porque en 10 años cualquier persona puede lograr cualquier objetivo, por imposible que parezca hoy. Así que coge un cuaderno, un bolígrafo y empieza a escribir, como si fuera la carta de los Reyes Magos. Permítete por un rato soñar sin límites. Si no tienes una visión, irás por el mundo perdido, desmotivado, sin rumbo. Y otros decidirán tu destino.
  4. Valora y agradece lo que tienes hoy. Diseñar tu futuro no es incompatible con disfrutar, valorar y dar las gracias por todo lo que te ha sucedido en la vida, o por todo lo que eres y tienes hoy. Si lo piensas un poco, eres una persona privilegiada por tener salud, trabajo, dinero para tus caprichos y viajes, una familia maravillosa, etc. Pero los seres humanos nos enfocamos mucho más en lo que nos falta que en valorar lo que tenemos. Practica la gratitud de las pequeñas experiencias agradables que hayas tenido cada día, y la revisión de los logros que hayas conseguido, aunque sean pequeños. Estos dos ejercicios, practicados a diario, cambiarán tu estado emocional totalmente.
  5. Sal de tu zona de confort. Si quieres mantener viva la llama de la motivación duradera, debes desafiarte y hacer cosas que te den un poquito de miedo. Eso se llama salir de la zona de confort. Yo prácticamente todas las semanas del año tengo actividades que me hacen salir de mi zona de confort. He diseñado para mí una vida que me garantiza esto cada semana, lo cual hace que sea imposible estancarme y acomodarme. La zona de confort, que tan tentadora es, nos impide evolucionar y crecer como seres humanos, y asesina nuestra motivación. Así que debemos ser proactivos y generar situaciones y retos con el fin de obligarnos a salir de la zona cómoda. Te recomiendo la estrategia de los pequeños cambios en lugar de los grandes cambios. Salir de la zona cómoda a través de pequeños cambios no sólo hace más fácil afrontar objetivos y desafíos manejando el miedo, sino que facilita la generación de hábitos sostenibles, lo que es la clave para que dichos cambios se incorporen a nuestra vida de forma totalmente automática y natural.

Para concluir, diré que debemos desarrollar la automotivación intrínseca, esta habilidad clave de la inteligencia emocional, y no esperar a que los demás o los elementos externos se ocupen de nuestra motivación. En este caso, nos convertiremos en personas débiles y dependientes, mientras que si desarrollamos recursos internos de automotivación con las recomendaciones de este post, nunca más buscaremos la motivación fuera. De forma natural, volveremos nuestra mirada hacia nuestro interior, donde están los mayores tesoros del universo. La clave es aprender a encontrar esos tesoros dentro de nosotros…

Si quieres comprar mi nuevo libro «7 hábitos de mindfulness para el éxito», pincha en el siguiente link: Comprar el libro

JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.

Lo hicieron porque no sabían que era imposible

El viernes asistí al evento motivacional “Ahora tú”, en su segunda edición. Y disfruté muchísimo, la verdad. Me gusta impartir conferencias tanto como escucharlas. Pero hubo una ponencia que me impactó de forma especial, la de Nando Parrado, uno de los supervivientes del conocidísimo accidente aéreo de los Andes, una de las más impresionantes historias de supervivencia del ser humano. Cuando escuchas de sus labios el relato de la estremecedora historia, sientes escalofríos por su enorme sufrimiento. Sientes el pánico que sintió cuando la muerte estuvo tan cerca, tan tangible.

En el accidente murieron su madre y su hermana, y varios de sus mejores amigos. Y después de pasar un hambre y una sed terribles, un frio de 30º bajo cero y haber tenido que alimentarse con la carne humana de sus propios compañeros para sobrevivir, Parrado decidió liderar una expedición suicida por los Andes helados para buscar ayuda. Expertos alpinistas no se explican cómo pudieron sobrevivir durante 72 días en esas extremas condiciones, y tampoco cómo Parrado y dos compañeros lograron llegar, con los precarios medios y ropa que tenían, hasta el lugar donde los rescataron. La frase “Lo hicieron porque no sabían que era imposible” encaja a la perfección con esta historia épica de supervivencia.

Todas las personas de este país que se pasan el día quejándose, criticando, protestando, culpando a otros de su situación, deberían escuchar a Parrado. Deberían oírle dar las gracias por la vida que ha tenido después de aquella tragedia, oírle decir que se siente feliz, que acepta completamente aquella experiencia, que vive el presente y disfruta cada minuto de su vida. Todas esas personas deberían sentir vergüenza por quejarse de tantas banalidades y tonterías. Lo que deberían hacer es dar gracias por lo que tienen, que es muchísimo. Deberían dar las gracias por estar vivos, por respirar, por poder comer dignamente, por tener agua potable, por poder ducharse por la mañana con agua caliente.

No nos damos cuenta de lo que tenemos, no lo valoramos. Y desperdiciamos nuestra preciosa y corta vida yendo de víctimas. Irene Villa, otra de las ponentes de “Ahora tú”, fue una víctima del terrorismo de ETA, y perdió en el atentado sus dos piernas cuando tenía sólo 12 años. Sin embargo, nunca se sintió como una víctima. Afrontó su vida con coraje y optimismo pese a su tragedia personal, y perdonó a los que cometieron aquella atrocidad.

Aprendamos de estos dos ejemplos vivos. Ambos son dos monumentos a la humildad, a la dignidad, a la responsabilidad, y al valor. Por supuesto, la mayoría de los políticos de este país también deberían aprender mucho de estos dos ejemplos.

Ahora te sugiero que hagas el siguiente ejercicio: cierra los ojos y piensa en 1 situación o experiencia concreta de ayer por lo que deberías dar las gracias. Por ejemplo, estar media hora jugando y riendo con tu hijo, una felicitación por un buen trabajo, estar bien de salud, etc.

¿Quieres conocer mis Cuentos cortos motivacionales? Descárgate los 7 primeros de la serie. Descárgatelos de forma gratuita en este link: http://www.execoach.es/portfolio-item/cuentos-cortos/

JAVIER CARRIL. Coach, conferenciante y escritor. Visita mi web: http://www.zencoaching.es/
Autor de los libros Cuentos para adultos que quieren ser felices (Descárgatelos aquí) DesESTRÉSate, Ed. Alienta, 2010…y Zen Coaching, ed. Díaz de Santos, 2008.