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De espectador a protagonista

Dos amigas se encontraban en la orilla de un río ancho y profundo, contemplando el otro lado del río a lo lejos. Deseaban cruzar porque habían oído que en la otra orilla experimentabas la plenitud y la paz interior, pero no se atrevían. Tenían miedo de no resistir y ahogarse por el agotamiento o por el riesgo de ser arrastradas por alguna corriente violenta del río, ya que no tenían ninguna barca. Sin embargo, una de ellas decidió cruzar el río. Nadó y nadó mientras su amiga la contemplaba. Por fin, observó a lo lejos que había logrado su objetivo, ya que había llegado al otro lado del río.

Al cabo de unas horas, la amiga valiente volvió a cruzar el río con gran esfuerzo. Cuando llegó de vuelta, la mujer que se había quedado le preguntó con avidez qué había descubierto tan importante para su vida. La mujer valiente le dijo que sólo podía beneficiarse si ella misma se atrevía a cruzar el río y llegar a la otra orilla. Pero su amiga le insistió que le contara todo, y así hizo para complacerla. La mujer que no había cruzado obtuvo toda la información que su amiga había recopilado en su experiencia, lo anotó todo con cuidado. Y así se quedó satisfecha.

Al cabo de unos años, ambas mujeres seguían siendo amigas. La valiente que se atrevió a cruzar el río se sentía feliz, plena y llena de paz interior en su vida y sus relaciones, mientras que la mujer que no cruzó seguía presa del sufrimiento, de la ignorancia y de la negatividad, a pesar de que trataba siempre de tener presente todas las enseñanzas que su amiga había compartido con ella de su experiencia en la otra orilla del río. No comprendía por qué seguía sintiéndose infeliz e insatisfecha ya que conocía todo lo que su amiga valiente conocía sobre cómo alcanzar la felicidad, la paz interior y la plenitud. Le parecía que la vida era muy injusta con ella, y sentía frustración y amargura.

¿Qué conclusiones extraes de esta historia? ¿Qué rol adoptas tú? ¿El de la mujer valiente que decide echarse al río y experimentar realmente lo que hay en la otra orilla, a pesar del miedo y del esfuerzo que supone? ¿O el de la mujer que quiere obtener los mismos beneficios pero sin trabajar duro y sin «mojarse» de verdad?

En mi experiencia, la gran mayoría de las personas adopta el rol de la mujer que no cruza el río pero espera obtener los beneficios de la persona que lo ha cruzado. Millones de personas devoran libros sobre autoayuda y crecimiento personal, asisten a charlas de motivación y desarrollo personal, pero luego no se remangan ni se ponen a trabajar verdaderamente en serio en su desarrollo personal. Creen que es suficiente el conocimiento intelectual y teórico de cómo obtener la paz interior y la plenitud. Pero esto es una locura. Aunque quizá el problema principal es que la mayoría de las personas no están dispuestas a hacer el esfuerzo de «cruzar el río«.

Para mí, conseguir paz interior, equilibrio y plenitud en nuestra vida es más un proceso que una meta final. A medida que cruzas el río más y más veces, vas experimentando más y más beneficios. ¿Cómo conseguirlo? ¿Leyendo cientos de libros o escuchando muchas entrevistas en las redes donde los psicólogos mediáticos y gurús nos explican con una receta mágica qué es lo que hay que hacer? Desde luego que no. Esto es útil y valioso para entender la parte intelectual o teórica, a veces ni siquiera eso ya que suelen ser soluciones fáciles y superficiales, pero aunque fueran buenos consejos, nunca sería suficiente. Tenemos que cruzar el río, tenemos que afrontar la incomodidad de mojarnos, de pasar frio, cansancio, miedo, incertidumbre. El que se queda en la orilla mirando está muy cómodo y seguro, pero a la larga será muy infeliz e ignorante.

Cruzar el río significa convertirnos de espectadores en protagonistas de nuestra vida. Significa ponerse a practicar todo lo que nos dicen las personas que han cruzado el río y que han obtenido esos enormes beneficios. Como dice Goenka, el maestro de meditación Vipassana, «Cada persona debe librar su propia batalla interior, sólo uno mismo puede salvarse del sufrimiento y de una vida miserable».

Ser espectador o protagonista es, básicamente, una elección personal que cada uno toma en su vida, con las consiguientes consecuencias. Si estás siendo espectador, estarás haciendo lo siguiente:

  • Leer un montón de libros, asistir a muchas charlas y ver muchos videos…pero no aplicar nada de verdad a tu vida real.
  • Decirle a los demás lo que tienen que cambiar para sentirse más felices y motivados, pero no aplicar esos cambios a ti mismo/a.
  • Quedarte en tu zona de confort, esperando a que los demás cambien o actúen como tú quieres.
  • Seguir en las redes sociales a unos cuantos gurús (o falsos gurús) aplicando las soluciones fáciles y superficiales que ofrecen.

Y si estás siendo protagonista de tu vida, estarás haciendo lo siguiente:

  • Probar en ti la validez de lo que defienden los expertos e integrar como un hábito sólo lo que realmente funciona.
  • Marcarte objetivos y retos ambiciosos a largo plazo (5 años, por ejemplo).
  • Definir y ejecutar acciones alcanzables a corto plazo que te lleven a avanzar a los objetivos a largo plazo.
  • Contratar a un coach para que te ayude a alcanzar tus objetivos.
  • Aprender disciplinas cuya eficacia ha sido validada (por ejemplo, la meditación) y practicarlas todos los días durante años.
  • Tomar decisiones difíciles que te incomodan y te dan miedo.

Evalúa tú mismo/a si estás siendo espectador o protagonista. Valora si estás cruzando el río una y otra vez para probar y experimentar lo que hay al otro lado, o si siempre te quedas esperando y mirando en esta orilla creyendo que ya lo sabes todo.

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.


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Menos consejos y más coaching

La pasada semana, como cada tres años, renové mi certificación de coach con la International Coach Federation, y entre otros requisitos, los coaches estamos obligados a pasar un breve curso sobre ética profesional, y luego pasar con éxito un breve examen sobre los contenidos del curso. A mí me parece fantástico que al menos cada tres años se nos obligue a parar y reflexionar sobre los temas éticos de nuestra profesión de coaches, porque sin duda tenemos una gran responsabilidad en nuestro trabajo. Podemos hacer daño y perjudicar seriamente a las personas si no cumplimos unos estándares y principios éticos.

Uno de los aspectos éticos del coaching, aunque parezca chocante, es nuestro compromiso de evitar dar consejos a nuestros clientes. Para ello somos entrenados cuando nos formamos y certificamos, y desde luego si damos consejos no conseguimos pasar los exámenes que nos proporcionan la certificación.

Pero es sin duda uno de los retos más difíciles a los que nos enfrentamos, porque la educación que recibimos desde niños está basada en el consejo directo de nuestros padres, hermanos, profesores, amigos y mentores. Estamos programados para recibir consejos y los pedimos activamente en nuestra vida de adultos, y por supuesto también estamos programados para dar consejos y recomendaciones a nuestros hijos, hermanos, amigos y conocidos. Porque eso es lo que hemos entendido que era lo correcto para ayudar a alguien en una situación complicada. Nada más lejos de la realidad.

Como parte del curso sobre ética, leí el interesante artículo From the toolbox. Do you give advice to your clients? que revelaba el resultado de una investigación neurocientífica sobre qué nos sucede a las personas cuando alguien nos da un consejo directo de lo que deberíamos hacer. La investigación revelaba que cuando recibimos un consejo, sólo la parte racional de nuestro cerebro reacciona y se involucra, pero no nuestra parte emocional. Esto implica que, como somos seres emocionales y nos movemos fundamentalmente por emociones, no nos sentimos realmente comprometidos con los consejos que nos dan los demás. Y sin la parte emocional implicada, existen más probabilidades de que no hagamos nada, o que la decisión que tomemos sea inadecuada o incluso dañina para nosotros.

Estoy convencido de que los consejos satisfacen más al ego de quien los da que a los intereses de la persona que los recibe. La persona que da el consejo se siente orgullosa creyendo haberle solucionado la vida a la otra persona, y probablemente se auto-pavonee de lo inteligente que es, y de lo valiosa que es su experiencia. Pero en realidad no ha ayudado en absoluto a la persona a la que ha dado el consejo.

Es decir, cuando nos dan un consejo sobre una decisión difícil, nos están arrebatando la necesaria autonomía para tomar nuestra decisión. Y también abdicamos de nuestra responsabilidad sobre dicha decisión. Si seguimos el consejo, siempre podremos culpar a la otra persona si no salió bien. Y si por el contrario, seguimos el consejo y fue un éxito, ¿Quién fue el responsable del éxito de la decisión tomada? La persona que nos dio el consejo, claro. Así que tanto si la decisión derivada del consejo nos lleva al resultado deseado como si no, no asumimos la responsabilidad de nuestras decisiones. Esto tiene consecuencias bastante importantes. Por ejemplo, no desarrollamos nuestra autoconfianza, nuestra autonomía ni nuestra capacidad para tomar decisiones difíciles. Nos hacemos dependientes de los demás y de alguna manera no maduramos porque siempre delegamos nuestra responsabilidad en las personas a las que pedimos consejo.

Además, si la persona que nos da el consejo tiene una relación de poder sobre nosotros (nuestro jefe, nuestro padre o madre, un profesor) nos sentimos presionados a seguir su consejo, porque sabemos que nos van a preguntar posteriormente si seguimos su consejo. Y en caso de no haberles hecho caso, sabemos que se van a sentir heridos o enfadados y eso hace que tendamos a hacer lo que nos han dicho, a pesar de no estar convencidos de que sea lo que realmente queremos. Este es un camino directo a vivir con arreglo a las expectativas y presiones de los demás y no por lo que realmente nos motiva en la vida.

Sin embargo, el coaching propone cambiar la tendencia que tenemos todos de depender de los demás para tomar las decisiones difíciles de nuestra vida, ya que en lugar de dar consejos hacemos preguntas abiertas para que la persona reflexione sobre las implicaciones de la decisión o dilema que quiere resolver, y sobre todo para que conecte con su sabiduría interior y finalmente tome una decisión que sea propia, no prestada de otra persona. Ahí nuestro cerebro límbico, responsable de las emociones, sí se involucra y se produce un compromiso real y total dentro del cerebro, aparte de la importantísima asunción de responsabilidad.

El gran psicoterapeuta Marshall Rosenberg dijo que antes de dar un consejo, deberíamos pensarlo hasta tres veces. He comprobado por comentarios de personas conocidas cómo muchos psicoterapeutas dan consejos directos a sus pacientes frecuentemente, y creo que todo terapeuta debería formarse en coaching, para darse cuenta del perjuicio que están ocasionando a sus pacientes aconsejándoles qué deben hacer en sus desafíos vitales y profesionales.

Cuando un psicoterapeuta da un consejo directo a su paciente, está limitando su capacidad de crear sus propias soluciones y de conectar con su sabiduría innata, está limitando su libertad y autonomía para decidir acorde con sus valores, está impidiendo su madurez emocional, que emerge cuando asumimos la responsabilidad sobre nuestras decisiones.

Quiero aclarar que no estoy generalizando respecto a que todos los psicoterapeutas dan consejos y recomendaciones a sus pacientes. Pero me preocupa escuchar frecuentemente testimonios directos de personas muy cercanas revelando que su psicólogo le ha dicho que tiene que hacer esto o lo otro.

La International Coach Federation admite varias alternativas al consejo. La principal es hacer preguntas abiertas y no condicionadas (es decir, evitando consejos disfrazados de preguntas) para que la persona desarrolle su propia solución y conecte con sus recursos internos. También podemos compartir ejemplos en términos generales sobre personas que han afrontado una situación similar de esta u otra manera, y luego preguntar al cliente qué piensa de esos ejemplos, cómo le resuenan con sus valores y su forma de ver el mundo. También es válido explicarles una herramienta práctica que puede servirles y preguntarles si la ven útil y valiosa para su situación concreta. Estas alternativas están devolviendo la responsabilidad a la persona, habilitando a la persona para diseñar su vida y tomar sus propias decisiones.

Como conclusión, si alguien te pide un consejo, sea un amigo, familiar o colega del trabajo, piénsatelo tres veces antes de darlo. Valora el perjuicio que estás causando a esta persona y las implicaciones que tiene. Y en vez de eso, puedes hablarle de un libro o de un curso que ha sido valioso para muchas personas en situaciones similares, ponerle ejemplos de lo que hicieron otras personas en su misma situación, o hacerle preguntas abiertas y no condicionadas. Quizá tu ego no engorde, pero sabrás que estarás apoyando de forma mucho más sana y sostenible a la persona que necesita tu ayuda o apoyo.

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.

Reconectar contigo, con la vida y con los demás

Este mes tengo el orgullo de presentarte mi 5º libro: «Reconecta contigo», que ya está a la venta en librerías online y a partir del 14 de abril estará en librerías físicas de toda España. Estoy realmente ilusionado, ya que seguramente este sea mi libro más ambicioso, profundo y espiritual.

El mundo en el que vivimos está lleno de incertidumbre y de cambios constantes. Además, todos nos enfrentamos en nuestra vida a grandes desafíos y dificultades. Es normal que nos sintamos frecuentemente abrumados y sobrepasados en el plano emocional, con altos niveles de estrés y de confusión.
Por otro lado, la educación, la cultura y la sociedad en la que hemos crecido nos han ido moldeando y programando desde la infancia con una serie de ideas preconcebidas limitantes. En el periodo de crecimiento de la infancia a la adolescencia perdimos la conexión con nuestra esencia a causa de que la mente, el ego y las creencias se apoderaron de nosotros para siempre. Esto hace que vivamos una vida muy por debajo de nuestras posibilidades y que sintamos una infelicidad y un malestar que no comprendemos. La razón principal es que hemos perdido la conexión con nosotros mismos, y, como consecuencia, la conexión con la vida y con los demás.

«Reconecta contigo» propone un mapa de ruta claro y poderoso para reconectar con nuestro verdadero potencial, con nuestra sabiduría y grandeza innatas. A través de las tres grandes misiones de nuestra existencia (reconectar con uno mismo, reconectar con la vida y reconectar con los demás), te invito a descubrir quién eres más allá de creencias o ideas limitantes, cómo puedes disfrutar de una vida plena y extraordinaria, y cómo puedes cultivar relaciones más auténticas y honestas con las personas de tu vida. Se trata de un viaje apasionante al centro de tu ser y al núcleo de la felicidad duradera.

Misión nº 1: Reconectar con uno mismo
Sin duda el primer paso es mirar en nuestro interior, y descubrir qué nos limita, qué ideas preconcebidas y actitudes están condicionando y obstaculizando nuestra sabiduría interna. Para ello es necesario parar, pasar tiempos regulares y frecuentes en soledad, en silencio y quietud, convivir con nuestros pensamientos y emociones que no siempre son positivos o alegres, y finalmente aceptarnos y querernos. No existe otra manera de reconectar con nosotros. En el libro abordo disciplinas y herramientas efectivas para conectar y desplegar nuestra sabiduría interior como la meditación zen, el mindfulness o el diálogo de voces.

Misión nº 2: Reconectar con la vida
Esta segunda misión supone comprender realmente qué es la vida y cómo vivirla con sabiduría. Normalmente estamos en guerra con la vida, deseando que todo salga según nuestros planes, generando constantes expectativas irreales sobre lo que «debería» ser la vida. Todo esto nos genera un enorme sufrimiento, estrés y confusión. Necesitamos aprender a soltar, a conciliarnos con la vida tal como es, a dejar de querer que la vida se adecúe a nuestros caprichos y demandas, a ser más agradecidos y valorar las pequeñas cosas, y por último, a ser más responsables con el planeta. Entonces tendremos una visión más real y aterrizada, y podremos vivir y saborear el momento presente de verdad. Integrar las 3 leyes de la existencia de la filosofía budista, la práctica de la gratitud y el fomento del desapego serán cruciales en esta misión.

Misión nº 3: Reconectar con los demás
Las personas somos seres sociales. Necesitamos relacionarnos con otras personas para enriquecernos y vivir una vida plena. Sin embargo, las relaciones suelen ser una pesadilla para la mayoría de las personas, convirtiéndose en una enorme fuente de conflictos, estrés y dolor. La clave para disfrutar de relaciones plenas, honestas y auténticas es conocer y evitar los 7 errores que nos desconectan de los demás, potenciar la inteligencia emocional para saber cómo expresar nuestras emociones y necesidades, huir de la tentación de los juegos emocionales tóxicos y aprender herramientas como la comunicación no violenta, del psicólogo Marshall Rosenberg, la escucha empática o la comunicación consciente, todo ello explicado en el libro.

2021 será el año de reconectar. Reconectar con lo importante, con lo esencial de nuestra vida. Será el año para reconectar con nosotros, con la sabiduría innata que hay en nuestro interior, con los aprendizajes que nos ha dado la pandemia para aumentar nuestra resiliencia. Será el año de valorar las pequeñas cosas fundamentales que habíamos dado por sentado, y de reconectar con las personas más queridas de nuestra vida, para construir o quizá reconstruir relaciones más auténticas y plenas con los demás.

¿Te apuntas a reconectar? Puedes comprar el libro en Amazon en este link: Comprar libro

 

JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.

El secreto de la motivación duradera

Las dos últimas semanas he impartido un taller de automotivación para grupos de empleados de una empresa farmacéutica, y me ha obligado a refrescar y revisar las ideas, técnicas y herramientas clave para potenciar las emociones positivas en nuestra vida de forma sostenible.

Todos queremos sentirnos felices y motivados, con energía positiva y autoconfianza. Pero no es fácil, porque hay muchos elementos que impiden y bloquean nuestra motivación. Algunos ni siquiera los conocemos, así que son aún más difíciles de superar. Por ejemplo, nuestra particular visión del mundo, compuesta de nuestras creencias, ideas preconcebidas y valores, influye de manera crítica. Y normalmente no somos conscientes de cuanto nos limita.

Ante todo, la automotivación no tiene nada que ver con palabras grandilocuentes de ánimo, ni tampoco con caminar descalzos por brasas o cristales. La verdadera motivación, la que nos da fuerza y optimismo sostenible incluso en los momentos más difíciles, se obtiene de un profundo trabajo interno a lo largo de años.

El crecimiento espectacular del bambú japonés

Es como el crecimiento del bambú japonés. Se dice que cultivas la semilla, la abonas, la riegas y la cuidas, pero no crece nada en los primeros días, ni en las primeras semanas, ni en los primeros meses. Si eres un cultivador inexperto, probablemente abandones el cuidado de la semilla porque piensas que estaba mala o que no eres capaz de hacerla brotar. Sin embargo, es un error. Si continúas insistiendo en los cuidados, confiando y conociendo el ciclo de maduración del bambú japonés, comprobarás que tampoco crece nada visible en ¡¡7 años!! Desde luego, es una planta para personas muy pacientes, que apuestan por el largo plazo. Pero lo más sorprendente es que después de siete años, en tan sólo seis semanas el bambú crece hasta 30 metros de altura. Impresionante enseñanza la que nos da. El bambú no creció en sólo 6 semanas, sino en 7 años y seis semanas. ¿Por qué? Pues porque durante todos esos años la planta fue creando un complejísimo y denso sistema de raíces, que luego le permitirían crecer de forma tan espectacular en tan poco tiempo.

La motivación funciona del mismo modo. Las personas debemos apostar y confiar en un trabajo de crecimiento interno a largo plazo, de autoconocimiento constante, de reprogramar nuestra mente y nuestros pensamientos. Y muchas veces, a corto plazo, no veremos ningún resultado especial en nuestra vida y quizá tengamos la tentación de abandonar el cultivo de nuestra motivación interior. Pero debemos confiar y recordar el ciclo de maduración del bambú japonés. Algún día, de pronto, nos daremos cuenta de cuanto hemos crecido como seres humanos, cuanto hemos aprendido y evolucionado, y la gran fortaleza emocional que hemos acumulado. Pero debemos vencer a los enemigos del largo plazo: la pereza, la zona de confort, las recompensas cortoplacistas, el miedo, nuestra visión parcial del mundo.

A continuación, comparto contigo el gran secreto de la motivación duradera, a través de 5 ideas y herramientas que considero fundamentales para desarrollar la automotivación sostenible y profunda. Esto es parte de lo que he estado enseñando y trabajando en los talleres de automotivación para la empresa farmacéutica:

  1. Reprograma tus creencias e ideas limitantes. Si tienes creencias limitantes, tu estado emocional será depresivo y caerás en actitudes tóxicas como el victimismo o la queja. Puedes leer el post que escribí sobre la importancia de las creencias, que titulé Eres lo que crees. Podemos cambiar la programación mental que tenemos, producto de nuestra educación y de nuestras vivencias. ¿Cómo? Hay varias técnicas como la repetición de frases potenciadoras («Soy capaz de lograr mis objetivos…la vida es una aventura…los cambios siempre son una oportunidad para renovarse…si me equivoco, aprendo…yo puedo modificar cualquier aspecto de mi forma de ser»), en sustitución de nuestras creencias limitantes («No soy capaz…la vida es sufrimiento…todos los cambios traen algo malo…si me equivoco, es un fracaso….yo soy así y no puedo cambiar», etc.). También puedes visualizar todos los días, con los ojos cerrados y con todo detalle, tu visión personal (explico más abajo en qué consiste la visión personal).
  2. Pasa de víctima a protagonista. Deja de criticar, juzgar o compararte con los demás. Deja de echar balones fuera y asume de una vez la responsabilidad de tu vida. Tus problemas no son culpa de nadie ni de la mala suerte, sólo tú eres responsable de lo que te sucede en la vida, es decir tus decisiones, tus conductas y tus actitudes. Llegar a esta conclusión tan cruda requiere una gran madurez emocional, que pocas personas tienen. Pero es el camino inevitable para tener una motivación poderosa y duradera. Deja de pensar que todo el mundo está en contra tuya, quizá tu peor enemigo está dentro de ti.
  3. Diseña tu visión motivadora. Debes dedicar tiempo a pensar en qué quieres lograr en tu vida en el largo plazo. Haz una lista de tus objetivos personales y profesionales para dentro de 10 años. ¿Dónde quieres estar dentro de 10 años? ¿Cuales son tus sueños? Es fundamental que miremos a tantos años vista, porque en 10 años cualquier persona puede lograr cualquier objetivo, por imposible que parezca hoy. Así que coge un cuaderno, un bolígrafo y empieza a escribir, como si fuera la carta de los Reyes Magos. Permítete por un rato soñar sin límites. Si no tienes una visión, irás por el mundo perdido, desmotivado, sin rumbo. Y otros decidirán tu destino.
  4. Valora y agradece lo que tienes hoy. Diseñar tu futuro no es incompatible con disfrutar, valorar y dar las gracias por todo lo que te ha sucedido en la vida, o por todo lo que eres y tienes hoy. Si lo piensas un poco, eres una persona privilegiada por tener salud, trabajo, dinero para tus caprichos y viajes, una familia maravillosa, etc. Pero los seres humanos nos enfocamos mucho más en lo que nos falta que en valorar lo que tenemos. Practica la gratitud de las pequeñas experiencias agradables que hayas tenido cada día, y la revisión de los logros que hayas conseguido, aunque sean pequeños. Estos dos ejercicios, practicados a diario, cambiarán tu estado emocional totalmente.
  5. Sal de tu zona de confort. Si quieres mantener viva la llama de la motivación duradera, debes desafiarte y hacer cosas que te den un poquito de miedo. Eso se llama salir de la zona de confort. Yo prácticamente todas las semanas del año tengo actividades que me hacen salir de mi zona de confort. He diseñado para mí una vida que me garantiza esto cada semana, lo cual hace que sea imposible estancarme y acomodarme. La zona de confort, que tan tentadora es, nos impide evolucionar y crecer como seres humanos, y asesina nuestra motivación. Así que debemos ser proactivos y generar situaciones y retos con el fin de obligarnos a salir de la zona cómoda. Te recomiendo la estrategia de los pequeños cambios en lugar de los grandes cambios. Salir de la zona cómoda a través de pequeños cambios no sólo hace más fácil afrontar objetivos y desafíos manejando el miedo, sino que facilita la generación de hábitos sostenibles, lo que es la clave para que dichos cambios se incorporen a nuestra vida de forma totalmente automática y natural.

Para concluir, diré que debemos desarrollar la automotivación intrínseca, esta habilidad clave de la inteligencia emocional, y no esperar a que los demás o los elementos externos se ocupen de nuestra motivación. En este caso, nos convertiremos en personas débiles y dependientes, mientras que si desarrollamos recursos internos de automotivación con las recomendaciones de este post, nunca más buscaremos la motivación fuera. De forma natural, volveremos nuestra mirada hacia nuestro interior, donde están los mayores tesoros del universo. La clave es aprender a encontrar esos tesoros dentro de nosotros…

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.

Eres lo que crees

Todos tenemos creencias o ideas preconcebidas que nos potencian, y creencias o ideas preconcebidas que nos limitan y condicionan nuestra vida y nuestra efectividad profesional. Las creencias están instaladas en nuestro inconsciente y conforman la visión parcial y subjetiva que tenemos de nosotros mismos y del mundo. Por eso, cada persona es un observador distinto de una misma realidad, algo de lo que generalmente no somos conscientes, creyendo que nuestra realidad es la realidad.

Esto genera un montón de problemas y conflictos en nuestras relaciones personales porque no somos capaces de abrir nuestra mente a otras perspectivas o ideas contrarias a las nuestras. También esta falta de consciencia sobre nuestras creencias limitantes reduce nuestra capacidad de manejar de forma efectiva los cambios constantes de nuestra vida, cada vez más rápidos y regulares. Y desde luego, limita nuestro potencial en el ámbito profesional ya que es muy fácil estancarse y quedarse obsoleto profesionalmente si uno no cuestiona y derriba sus creencias o convicciones limitantes de forma frecuente.

Las creencias limitantes provienen de 4 fuentes principales:

  • Nuestra educación y la cultura/sociedad/religión/país/ciudad/entorno donde hemos crecido.
  • Nuestras experiencias y vivencias, o las experiencias de otras personas.
  • Las ideas y creencias que nos han inculcado personas de referencia de nuestra vida (profesores, padres, jefes, mentores, amigos).
  • La información repetida que recibimos de los medios de comunicación (televisión, redes sociales, publicidad).

Al establecerlas como “verdades absolutas”, nuestras creencias se convierten en una cárcel mental para nosotros, y nos esclavizan sin ser conscientes, porque nunca nos cuestionamos dichas creencias. El problema es que todos nuestros comportamientos, actitudes, estados emocionales y patrones de conductas provienen de dichas creencias. En definitiva, nos convertimos en lo que creemos. Somos lo que creemos.

Las creencias mentales son como las raíces de un árbol, si están podridas da igual que cuidemos y reguemos ese árbol, porque los frutos no saldrán o saldrán podridos, porque las raíces no están saneadas. Igual que las raíces de un árbol, es esencial que echemos una ojeada a nuestras raíces mentales para sanear las raíces podridas y sustituirlas por raíces sanas y fuertes, si queremos acceder a todo nuestro potencial y vivir una vida con mayúsculas.

Para entenderlo mejor, pongamos algunos ejemplos de creencias y «verdades» que nos condicionan y empobrecen nuestra vida:

  • Yo no soy capaz de… (completa la frase: no soy capaz de ser empresario, no soy capaz de ganar mucho dinero, no soy capaz de hablar en público, no soy capaz de liderar a un grupo de personas, esto es imposible de hacer en esta empresa, etc.) Te invito a que te preguntas:¿Es una barrera real o es una barrera tuya mental? Seguramente sea una barrera mental ficticia con la que te estás limitando.
  • Yo soy así y no puedo cambiar. Es una creencia limitante que nos hace rígidos y cierra nuestra mente a cualquier posibilidad de mejorar o evolucionar como personas. He escuchado esta frase a muchas personas para justificar un comportamiento o actitud tóxica. En realidad es una excusa para no cambiar.
  • La vida es sufrimiento. Si tenemos esta creencia seguramente tendremos una actitud victimista y de resignación, que perjudicará gravemente nuestro bienestar emocional y nuestro éxito profesional. ¿Por qué no cuestionar esta idea preconcebida y transformarla en una creencia positiva? Por ejemplo, yo creo que la vida es un misterio y una aventura. Esta creencia hace que afronte la vida de forma apasionada y curiosa, lo que desde luego me proporciona mucha más motivación y energía para cambiar las cosas.
  • Somos pecadores y débiles, y Dios es grande y nos perdonará. ¿Te suena esta creencia? Proviene de nuestra educación católica, y la tenemos muy instalada en el inconsciente, a no ser que la cuestionemos de forma firme y valiente. Las religiones fomentan un conjunto de creencias muy potentes, y en ocasiones, tremendamente limitantes. No hace falta que lo demuestre, sólo hay que mirar la historia y ver cómo las creencias religiosas se radicalizan y provocan torturas, asesinatos y terrorismo masivo. Esta creencia minimiza nuestra grandeza como seres humanos y asume que somos débiles y poco dignos, y que el único digno y grande es Dios. Así que es una creencia muy tóxica, porque nos quita el poder que todos tenemos dentro de nosotros y le otorga el poder a una autoridad externa e intangible. Si conseguimos un logro, se lo debemos a Dios, y si fracasamos, nos lo merecemos por soberbios y Dios nos sacará del hoyo. ¿No te parece tremendamente limitante?

Y podría continuar con otros temas, como el dinero, el trabajo, las relaciones, donde tenemos muchas creencias o convicciones muy perjudiciales.

El problema es que las creencias o convicciones nos proporcionan seguridad en un mundo inestable e incierto. Por eso nos apegamos a ellas y nos cuesta tanto desprendernos de ellas. Muchas veces incluso asociamos nuestra identidad con estas ideas. Además, existe una tendencia automática de nuestro cerebro, estudiada y demostrada por la psicología moderna, de buscar informaciones o datos que refuercen nuestras creencias, mientras que evitamos inconscientemente las informaciones que contradicen nuestras convicciones, lo que hace más difícil salir del bucle de nuestras creencias limitantes y cierra nuestra mente de forma casi irreversible.

Personalmente, el tema de las creencias es uno de los aspectos que llevo trabajando durante los últimos 14 años. He derribado con constancia y esfuerzo creencias limitantes que tenía muy arraigadas en mi inconsciente respecto a mí mismo (no soy capaz de…), creencias limitantes respecto a mi relación con el dinero (lo que me ha permitido mejorar de forma radical mi situación financiera) y convicciones tóxicas con respecto a la vida en general (la vida no tiene sentido, la vida es sufrimiento, soy una persona débil y Dios es fuerte) que al derribarlas han fortalecido mi autoconfianza y mi motivación.

Al final, se trata de mirar en nuestro interior y revisar cómo estamos mirando el mundo, cómo nos estamos mirando a nosotros mismos. ¿Nos ayuda o nos hace sufrir? ¿Nos hunde en la miseria o nos lanza al éxito? Esa es la clave, porque no importa si tus creencias son verdad o mentira, en realidad nadie lo sabe. La clave es si tus ideas, convicciones y creencias te están ayudando a vivir más feliz y a conseguir tus objetivos, o todo lo contrario. Esa es la pregunta que debes hacerte. Y si la respuesta es que te están perjudicando o condicionando, entonces debes comenzar a trabajar en derribarlas.

Y no digas que tú no tienes ideas preconcebidas o creencias limitantes, todos las tenemos. Lo que te sucede es que no te has dado cuenta aún, así que cuanto antes te lo plantees, mejor para ti. En este sentido, la forma más rápida y efectiva es trabajar con un coach en un proceso de coaching individual. En todos mis procesos de coaching animo a mis clientes a trabajar el tema de las creencias limitantes con técnicas y herramientas específicas, para que reprogramen su mapa mental, porque es la clave para un profundo cambio duradero y sostenible.

Comienza a liderar tu vida, a tomar las riendas de tu mente, y no permitas que tu mente siga cerrada y condicionada a causa de tus convicciones y creencias.

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.

¿Por qué todos necesitamos un coach?

No tengo ninguna duda que todos necesitamos un coach, en uno o varios momentos de nuestra vida. Me refiero, por supuesto, a trabajar con un coach profesional, ya sea para lograr objetivos personales o profesionales. Yo mismo he tenido mi propio coach.

¿Por qué lo necesitamos todos? Resumiendo, puede haber muchos más motivos, pero creo que toda persona necesita un coach, aunque no lo reconozca o no lo sepa, por 3 motivos fundamentales:

  1. Para conocerte mejor, ayudarte a cuestionarte a ti mismo/a,  y definir tus auténticas metas.
  2. Para que asumas la responsabilidad de tu vida, de tus decisiones, actitudes y conductas. 
  3. Para movilizarte a actuar, tomar las decisiones y generar los hábitos necesarios para conseguir tus objetivos, venciendo el miedo, la pereza y las excusas.

Método Coaching de Javier Carril

Es muy habitual que no tengamos claridad sobre nuestra vida, sobre quienes somos, sobre cuales son nuestros valores y cuales son nuestros sesgos mentales. Ni siquiera tenemos claros cuales son nuestros objetivos.

El gran problema es no ser consciente de esta falta de claridad. El verdadero ignorante no es el que no sabe, sino el que cree que ya lo sabe todo. Y es bastante probable que hayamos caído en una especie de auto complacencia inconsciente en la cual no nos estemos dando cuenta de nuestras limitaciones, carencias y obstáculos internos. Y en este caso, sin duda no estaremos logrando todo lo que podríamos lograr si tuviéramos claridad, si aumentáramos nuestro nivel de conciencia sobre todo lo mencionado antes. En definitiva, creemos que nos conocemos y que lo tenemos todo muy claro, pero no es cierto. 

El coach te obliga a pararte, a reflexionar con espíritu crítico sobre tus decisiones, acciones y actitudes, así como sobre tus ideas preconcebidas y convicciones. Gerry Spence dijo: «Prefiero que mi mente se abra movida por la curiosidad en lugar de que se cierre movida por la convicción». ¡Qué común es que nuestra mente se vaya cerrando más y más movida por nuestras convicciones! Esas convicciones que nos ofrecen tanta seguridad, pero una vida mediocre e infeliz. Por eso, uno de los aspectos que un coach va a hacer es que examines tus convicciones e ideas preconcebidas, con el fin de que seas consciente de cómo esas convicciones están limitando tu potencial.

Además, el coach va a explorar contigo tus valores y motivaciones profundas, tu misión en la vida, tu visión personal. A todo esto me gusta llamarle nuestras raíces. Si fuéramos un árbol, lo anterior conforman las raíces, la base de todo. Si las raíces de un árbol están podridas o mal cuidadas, será imposible que ese árbol crezca sano y dé frutos sabrosos. Una persona es igual, debe examinar sus raíces y limpiar las que estén en mal estado, las que no le ayuden a crecer y evolucionar como ser humano. A partir de limpiar las raíces, podemos empezar a cambiar nuestras conductas, actitudes, decisiones y estrategias para alcanzar la mejor versión de nosotros y alcanzar logros inimaginables ahora mismo.

Uno de los obstáculos que veo en las personas que no se quieren plantear esta introspección es el miedo. Creemos que vamos a encontrar cosas muy oscuras si miramos dentro de nosotros. Sin embargo, un buen coach te ayudará a realizar esa introspección de manera amable y saludable, incluso apasionante. Y te aseguro que vas a encontrar más luz que oscuridad en tus raíces, más elementos sorprendentemente poderosos que limitantes. Así que merece la pena ahondar y ver bajo la superficie de tu vida y de tu ego, para conectar con tu ser más profundo.

¿Más razones para que todo el mundo necesite un coach? Desde luego, porque no sólo todos necesitamos aumentar nuestro nivel de consciencia y autoconocimiento hasta el infinito, sino también necesitamos que nos movilicen hacia las acciones y decisiones que nos van a llevar a alcanzar todos los objetivos y sueños que tengamos. Y una vez más, aparece como fuerza terrible el miedo: el miedo al cambio, el miedo a sufrir, el miedo a que nos hagan daño, el miedo al fracaso.

Para ello, el coaching es una metodología que ayuda a establecer etapas, pequeñas metas, pequeños logros y avances, con el fin de superar nuestros miedos. La clave para cambiar nuestras ideas y convicciones limitantes está en la acción. Sólo actuando y tomando decisiones vamos a aprender todo lo que necesitamos aprender de cual es el obstáculo que nos está impidiendo alcanzar lo que deseamos, ya sea en la vida personal como en la carrera profesional. Por ello, un coach va a movilizarte para que experimentes, pruebes, actúes y tomes decisiones en tu vida real, como si fuera un laboratorio donde irás avanzando a través de aciertos y errores. Y sobre todo, la clave será ir generando unos hábitos duraderos relacionados con esas acciones y conductas, para que el cambio sea sostenible y permanente. Puedes echar un vistazo a este otro post que escribí sobre 5 estrategias para lograr nuestros objetivos.

Por último, aunque suene chocante, una de las razones más poderosas de la necesidad de tener un coach es el hecho de que no te va a dar soluciones o consejos, ya que este es el elemento esencial de la metodología del coaching, de ahí que un coach te va a hacer muchas preguntas y va a evitar resolverte la vida. Porque es crítico que empecemos a asumir la responsabilidad de nuestra vida puesto que nosotros sabemos mejor que nadie lo que necesitamos y queremos. Cuando un profesional nos recomienda ir por un camino o por otro, nos está limitando gravemente, porque nos impide pensar por nosotros mismos y decidir por nosotros mismos, que es la esencia del autoliderazgo y del crecimiento personal. Es como si estuvieran castrando todo nuestro enorme poder personal, porque cuando un profesional nos da una recomendación asume que nosotros solos no podemos conseguirlo y además nos impide pensar, lo cual es mucho más cómodo.

El coach no va a actuar de esta manera, porque confía plenamente que tú tienes las soluciones y las respuestas en tu interior, sólo necesitas despejar la niebla que te impide ver con claridad. En eso consiste la labor del coach, en ayudarte a despejar esa niebla para que poco a poco vayas aumentando esa claridad y vayas tomando las decisiones importantes que necesitas tomar para elevarte a un nivel superior en tu vida y en tu trabajo.

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.

5 estrategias para lograr nuestros objetivos

Ahora que llega el fin del año y el inicio del siguiente, por algún motivo extraño que se me escapa, los seres humanos nos replantearemos nuestra vida por enésima vez. Tomaremos más conciencia de nuestros hábitos tóxicos y recuperaremos los sueños que llevamos rumiando durante años. En definitiva, desearemos cambiar y nos propondremos esos propósitos positivos para el nuevo año.

¿Sabías que en una encuesta se preguntó a 3000 personas si habían logrado sus propósitos de inicio de año y el 88% respondieron que no? Supongo que te imaginabas un porcentaje similar o incluso mayor de fracaso colectivo. Y yo me pregunto: si sabemos que no los vamos a cumplir, ¿Por qué nos los proponemos año tras año? ¿Somos conscientes del coste emocional y de autoconfianza que supone el proponernos unos objetivos y no cumplirlos?

Lo normal es que nos sintamos frustrados, enfadados o decepcionados con nosotros mismos, y nos digamos una vez más que no tenemos fuerza de voluntad o disciplina, como si esto fuera algo genético.

En la encuesta que mencionaba anteriormente, el motivo principal que comentaron los encuestados fue que se habían marcado objetivos demasiado ambiciosos a corto plazo. Somos muy impacientes y cortoplacistas, y además nos cuesta mucho hacer el sacrificio necesario para lograr incorporar un hábito positivo (hacer deporte, comer más sano, escuchar más y hablar menos, etc).

Por mi experiencia como coach durante los últimos 14 años, hay varios errores que cometemos a la hora de proponernos nuevos propósitos. Enumero algunos de ellos a continuación:

  • Nos planteamos objetivos demasiado ambiciosos a corto plazo.
  • No nos marcamos una fecha en la que empezar, y tampoco una fecha límite para haberlos conseguido.
  • Nuestros objetivos no son realmente objetivos: son intenciones o deseos, que es muy distinto.
  • Nos cansamos o decepcionamos demasiado pronto y lo abandonamos.

Por lo tanto, ¿Cómo podemos asegurarnos de lograr nuestras metas y sueños? A continuación, comparto 5 estrategias que a mí me han funcionado siempre, en todos los objetivos que me he marcado en los últimos 14 años:

  1. Transforma tu deseo en un objetivo. Utiliza para ello una herramienta muy conocida, el modelo MARTE, que son las siglas de las características que debe cumplir un objetivo para que sea considerado como tal, en lugar de una mera intención o deseo. MARTE significa que un objetivo debe ser Medible, Alcanzable, Retador, Tiempo (fecha de inicio y fecha límite) y Específico. Es esencial que el objetivo sea muy concreto (nada de generalidades), y que sea alcanzable al mismo tiempo que retador (un difícil equilibrio pero posible).
  2. Divide el objetivo en micro-acciones. A partir de ese objetivo MARTE, márcate pequeñísimos pasos o acciones específicas con las que vayas avanzando hacia el objetivo de largo plazo. Las micro-acciones, ejecutadas de manera constante, son fundamentales para que el objetivo sea sostenible en el tiempo. Por ejemplo, cuando queremos adelgazar y empezamos una dieta muy estricta, adelgazamos de manera muy rápida los kilos que queremos, pero está comprobado que en la mayoría de los casos la persona vuelve, al cabo del tiempo, a ganar su peso inicial de nuevo, por no haber podido mantener esa dieta de forma sostenible. El motivo es que se utiliza la estrategia contraria a la que recomiendo: macro-acciones o grandes cambios que el cerebro no asimila bien y boicotea inconscientemente en el largo plazo.
  3. Supera los micro-fracasos. Si cumples el punto 2, sólo puedes tener micro-fracasos, no grandes fracasos. Los micro-fracasos son fáciles de superar porque tienen poca importancia. Quiero decir que si fallas un día, no se hunde el mundo. Incluso si fallas dos o tres, siempre que relativices su relevancia y continúes cumpliendo tu plan como si nada.
  4. Prémiate durante todo el camino. El cerebro, según numerosas investigaciones, funciona a base de recompensas. Si te vas dando pequeños premios durante el camino, cuando vayas logrando pequeños avances, tu cerebro va a liberar dopamina y tú te sentirás mucho más animado y motivado para continuar avanzando hacia tu sueño. Cuando hablo de pequeños premios, me refiero a algo sencillo, algo que te guste hacer y que no implique gastarte mucho dinero, y por supuesto, un premio sano, no algo que perjudique tu salud.
  5. Comprométete con alguien. Está demostrado también que si compartes con alguien importante (tu pareja, tu hijo, un amigo) tu firme propósito de lograr un objetivo (ya sea personal o profesional), es mucho más probable que lo consigas, ya que esa persona te irá preguntando y tú no quieres quedar mal con esta persona. ¿Verdad?

Al final, la clave es generar un hábito sostenible, en base a las micro-acciones, de modo que sea imposible retroceder. Tu autoestima aumentará de forma espectacular, y tu cerebro habrá aprendido de forma inconsciente cómo lograr objetivos de manera sostenible, lo que aplicará para las próximas metas que quieras conseguir, que te resultarán mucho más fáciles.

Así que deja de marcarte deseos, intenciones, expectativas…y aplica estas pautas para tener un verdadero objetivo que te motive y te lleve a crecer como persona. Y por cierto, no es necesario esperar a enero o septiembre para marcarte metas. Cualquier mes del año es perfecto para ello. Así que ¿Por qué no empezar a diseñar tu objetivo ahora mismo, en diciembre? ¿Te atreves a desafiarte y a utilizar unas estrategias distintas para lograr el éxito? Entonces, ¡Eres imparable!

Te deseo una Feliz Navidad y un año 2019 lleno de objetivos cumplidos.

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.

¿Somos ya como los replicantes de Blade Runner?

El otro día estuve viendo la película Blade Runner 2049, ya que Blade Runner, la película original de 1982, es una de mis películas favoritas y deseaba ver cómo seguía aquella historia que me fascinó y me sigue fascinando, y que se ha convertido en una de las películas más míticas de la historia del cine.

Aparte de que Blade Runner 2049 es una buena película pero que no está a la altura de la primera, la temática principal está hoy más de actualidad que nunca. Los replicantes, robots diseñados por el hombre para que hicieran de esclavos o para que trabajaran en general a su servicio, serán en un futuro próximo una auténtica realidad. Además, los replicantes tenían emociones, lo que les hacían incluso más humanos que los propios seres humanos de las dos películas. Recuerdo cómo en Blade Runner 1982 los replicantes buscaban su identidad, el sentido de su existencia, y que tenían miedo a la muerte. Mientras que los personajes humanos no tenían ni mucho menos esas inquietudes tan metafísicas.

En el siglo XXI, además de vislumbrar la viabilidad de los robots «humanizados» para hacernos la vida más sencilla y mejor, tenemos ante nuestros ojos una realidad más preocupante: la creciente robotización de los seres humanos.

Uno de los motivos principales es la irrupción de la tecnología en nuestra vida cotidiana. Podemos comprobar cómo los seres humanos, en la era tecnológica, están siendo abducidos literalmente por los móviles. Es frecuente ver grupos de amigos sentados en un bar mirando cada uno su teléfono móvil y sin mirarse a la cara ni comunicarse directamente. O una pareja cenando en un restaurante mirando cada uno su smartphone. También en la calle cualquiera puede darse cuenta de la robotización de las personas, caminando mientras contestan whatsaps o correos electrónicos incluso cuando cruzan un semáforo.

En realidad durante todo el día actuamos más como robots que como personas. Porque hacemos todo en piloto automático, es decir sin conciencia sobre lo que estamos haciendo o experimentando. Desayunamos sin saborear el desayuno, nos duchamos mecánicamente, conducimos y caminamos de forma automática, hacemos nuestro trabajo de forma rutinaria dejándonos llevar por lo que nos ha funcionado en el pasado sin cuestionarnos si hay una forma más creativa o efectiva de hacerlo, consultamos compulsivamente el móvil usándolo en situaciones en las que no es adecuado o simplemente es una falta de respeto, y finalmente llevamos el piloto automático a nuestras relaciones personales, saludando y preguntando mecánicamente «¿Qué tal?» como si fuera un protocolo, sin interesarnos verdaderamente por el otro, olvidando nuestra capacidad para ser empáticos.

Pero además, no nos damos cuenta pero nos dejamos manipular por todo lo que leemos en los medios de comunicación, y también por la publicidad, estrechando nuestra visión crítica sobre las cosas, y pensando y actuando según la ruta marcada por la sociedad. En definitiva, estamos más programados de lo que pudiéramos imaginar, y casi todas nuestras decisiones y conductas han sido marcadas por la sociedad o por otras personas o instituciones; es decir, no son nuestras verdaderas decisiones. La robotización del ser humano está eliminando su libertad. 

Hay que decir que el piloto automático es el modo mental por defecto del cerebro, que lo activa cada vez que repetimos una conducta o acción muchas veces. El cerebro considera que es correcto y lo pasa al inconsciente, convirtiéndose en una acción automática o una rutina. También nuestro cerebro pasa al inconsciente una idea o información que hemos recibido repetidas veces. De ahí que vamos por el mundo con unas ideas preconcebidas sobre las cosas, que consideramos «la verdad».

Lo gracioso es que el cerebro hace esto sin pedirnos permiso, como un intento bienintencionado de liberarnos energía. El problema es que el piloto automático se va apoderando, sin darnos cuenta, de cada vez más facetas de nuestra vida, y finalmente acabamos esclavizados por nuestras propias rutinas y creencias rígidas, y terminamos viviendo el día de la marmota, en el que cada día se repite de forma monótona y machacona.

¿Y cómo se logra revertir esta situación? ¿Cómo desconectamos y salimos del piloto automático para recuperar la grandeza que tenemos, nuestra empatía y generosidad? El mindfulness es la herramienta más efectiva para recuperar nuestra humanidad, el disfrute de las pequeñas cosas, la compasión y la amabilidad. El mindfulness se podría definir como un entrenamiento mental de la atención en el momento presente, sin juicios y con aceptación. Uno de sus principales beneficios es activar el estado de consciencia y desactivar el piloto automático tan dominante en nuestras vidas.

Muchas personas me preguntan por qué el mindfulness está creciendo tanto en nuestra sociedad. Aparte de otras razones, una de las claves es que nos estamos dando cuenta de que así el ser humano no va por buen camino, de que cada vez está más disperso, estresado y deshumanizado, y que necesita una disciplina para reconectar con su humanidad perdida. Esa humanidad recuperada gracias al mindfulness nos hace aumentar nuestra felicidad y bienestar, nos convierte en personas más sensibles y empáticas, y por tanto nos pone en disposición de dar lo mejor de nosotros mismos en la vida y en el trabajo.

No nos convirtamos en replicantes. La grandeza del ser humano está dentro de cada uno de nosotros. Sólo tenemos que despertarla y desarrollarla. A través del entrenamiento mindfulness.

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y escritor.

Prepárate para el gran cambio que viene

Recientemente he leído el libro «La sociedad de coste marginal cero» de Jeremy Rifkin, uno de los pensadores sociales más importantes del mundo. Curiosamente, fue el libro que ganó el Premio Knowsquare al mejor libro de empresa en 2014, el año en que mi libro «El hombre que se atrevió a soñar» fue finalista al mismo premio. En el libro el autor habla de los elementos clave que nos indican que ya estamos en la Tercera Revolución industrial, y defiende que en los próximos veinticinco años esta Revolución se asentará y consolidará. Esto quiere decir que todos vamos a vivir muchos cambios, tanto en nuestras vidas como en nuestras carreras profesionales. Da igual a qué nos dediquemos, el cambio va a ser profundo y debemos estar preparados, porque de lo contrario será como un tsunami que nos engullirá con su enorme fuerza y nos zarandeará como si fuéramos marionetas. Y eso significa mucho sufrimiento.

La gran Ola de Kanagawa. Artista: Katsushika Hokusai

A nuestro cerebro no le gustan nada los cambios. De hecho, se estresa notablemente con cada cambio que tiene que digerir. Y más aún cuando nos confiamos demasiado y nos dejamos envolver por nuestra zona de confort. Es ahí donde la gran ola nos puede destruir.

La revolución tecnológica que ya llevamos viviendo desde hace décadas está transformando nuestras vidas y nuestros trabajos. Puede que en los próximos años millones de personas se queden sin trabajo por la robotización de las empresas. Los robots, la inteligencia artificial, y en general el Internet de las cosas producirá un incremento espectacular de la productividad, aparte de mejorar la calidad de nuestra vida a niveles impresionantes, ya que según Rifkin, podremos satisfacer la mayoría de nuestras necesidades a un coste cercano a cero.

También viviremos en un mundo mucho más transparente, donde nuestra información privada circulará de forma libre por la red, porque nosotros mismos lo hemos permitido e incluso potenciado, a través de las redes sociales y otros instrumentos. Eso implica una mayor vulnerabilidad porque se puede vender o mal utilizar dicha información. Aun así, yo soy muy optimista respecto a toda esta revolución y no lo veo como algo apocalíptico, como muchas personas. Yo veo muchas más oportunidades que amenazas. De hecho, me siento muy emocionado por todo lo va a suceder las próximas décadas, me apasiona y estimula.

Desde luego, muchas personas que están instaladas en el conformismo lo van a pasar realmente mal. Probablemente se queden sin trabajo y sin ingresos, y o bien reaccionan o bien se hundirán. Sin embargo, otras muchas personas sabrán interpretar y reaccionar ante lo que se avecina, y podrán generar abundancia y riqueza. ¿De qué depende el hecho de beneficiarse e incluso disfrutar de los futuros cambios? ¿Cómo podemos prepararnos para el cambio constante? A continuación, detallo 4 claves para prepararse para la revolución que viene y salir exitoso:

  1. Mantente alerta a las tendencias.
    Es obvio que si te enteras de las tendencias más importantes relacionadas con tu profesión, y más en general, con las tendencias sociales y económicas, te podrás anticipar y tomar decisiones que pueden ser decisivas para tu éxito profesional. Para ello, apúntate a webs, publicaciones y newsletters que te aporten ese conocimiento actualizado de lo que está sucediendo en el mundo. Focalízate en las lecturas, porque no es cuestión de ver las noticias y el telediario todos los días, eso lo que hará es confundirte con noticias superficiales y darte una visión catastrofista del mundo, que no sirve para nada. Debes ser muy selectivo con lo que lees, recuerda que el tiempo es tu recurso más valioso. Así que bórrate de las publicaciones o newsletters que no te aportan nada, y dedica un tiempo específico a la semana a leer artículos o libros que te den una visión global de las innovaciones que se estén produciendo. En los últimos 10 años he leído mucho sobre temas tan diversos como finanzas e inversiones, meditación, innovación, psicología, dirección de empresas y negocios, sociología, etc.
  2. Fórmate con foco y constancia.
    Asiste a conferencias y cursos, ya sea presenciales o en Internet, no sólo de tu profesión sino de otras áreas que puedan darte una visión más global. Hoy todo está interconectado, y puede que consigas detectar algo importante para tu trabajo en una ponencia sobre algo diferente (por ejemplo, sobre tendencias sociales, sobre psicología, sobre finanzas). La formación continuada es clave para estar preparado para los cambios, ya que aprendiendo cosas nuevas obligamos al cerebro a estar activo, a no instalarse en la comodidad y al mismo tiempo estamos formándonos en disciplinas que nos pueden dar una ventaja competitiva en el mercado. Aunque también es verdad que debemos focalizarnos. Conozco a muchas personas demasiado obsesionadas con formarse constantemente en cualquier cosa que aparezca en el mercado, y al final terminan dispersándose con muchas disciplinas y temáticas diferentes, lo que aumenta su confusión.
  3. Cultiva la curiosidad
    El mundo siempre ha sido de los curiosos, y de hecho, el ser humano ha realizado los más grandes avances de la historia gracias a la curiosidad. Y sin duda el futuro seguirá siendo de los curiosos. Sin embargo, la falta de curiosidad es uno de nuestros grandes males. Cuanto más vamos creciendo, nuestro cerebro se va cerrando cada vez más a lo nuevo, y aparecen esos pensamientos de «Esto ya lo sé» o «Esto ya lo he probado» o «Esto es verdad», «Esto es mentira», etc. Cuando nos instalamos en las ideas preconcebidas, en nuestras convicciones más firmes, aparece la rigidez mental que nos impide curiosear y descubrir la pepita de oro que se esconde en el fondo del lago. La experiencia está sobrevalorada, en mi opinión. Creo que debemos recuperar la capacidad de ver las cosas como si fuera la primera vez, la mente de principiante que nos recomienda la filosofía zen. Porque la falta de curiosidad es como una venda que nos ponemos en los ojos, que nos impide detectar oportunidades clave para nuestro futuro éxito. El mindfulness es un entrenamiento mental donde desarrollamos, entre otras cualidades, la curiosidad.
  4. Abre la mente para ver lo positivo.
    Como decía antes, yo estoy muy excitado respecto a lo que se avecina en el mundo las próximas décadas, y también estoy listo para cambiar todo lo necesario para adaptarme a esos cambios. Ya lo he hecho de forma constante en los últimos 12 años, desde que abandoné mi carrera como publicista y empecé en una nueva profesión que en aquel momento prácticamente nadie conocía: el coaching. Después, he tenido que adaptarme a numerosos cambios y desafíos, y a detectar en un momento clave el auge del mindfulness para convertirme en uno de los mayores expertos en la materia en España. Estoy convencido de que esta actitud abierta y positiva me seguirá aportando una gran ventaja competitiva respecto a las personas que ven esta revolución social, económica, tecnológica e industrial como algo catastrófico o amenazante. El miedo es una emoción muy dañina cuando nos domina y paraliza. Sin embargo, mantener la apertura mental y el foco en las oportunidades de esta revolución nos genera una emoción de confianza, de tranquilidad. Y la confianza es un estado mental mucho más productivo y creativo que el miedo.

Si empiezas desde ya a tomar decisiones y acciones en los 4 puntos clave, y los mantienes toda tu vida, estarás preparado para el cambio constante y brutal que se avecina. Y en lugar de que el tsunami te arrase, serás capaz de bucear por debajo de la gran ola, e incluso surfear y disfrutar de ella.

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y escritor.

¿Quién eres?: el valor de la humildad

La pasada semana leí una breve entrevista del ex-futbolista Pedja Mijatovic, famoso sobre todo por el gol que le dio la séptima copa de Europa al Real Madrid. Aquel momento fue el más importante de su carrera deportiva. En esta entrevista le preguntan si cambiaría aquel gol por algo, a lo que responde: «Por la salud de mi hijo que murió hace ocho años. Y no sólo por su vida. Cambiaría todo lo que he conseguido por haberle escuchado decir algo. Porque él, Andrea, era paralítico cerebral, no hablaba, no caminaba, no se comunicaba. Lo habría dado todo por escuchar un «Hola, cómo estás». No pudo ser.»

Más adelante, profundiza sobre esta experiencia: «Yo en los años más bonitos de mi carrera viví la enfermedad de mi hijo. En esos momentos en los que crees que incluso puedes volar, cuando te sentías poderoso y notabas el calor de toda la gente, mi hijo siempre tenía crisis. Muchos días y noches en el hospital. Eso ha sido un contrapeso mío. Yo me decía: «No eres nadie, ya ves que no eres nadie, no puedes hacer nada para que tu hijo mejore». Te preguntas: «¿Quién eres?». Y la respuesta es nadie. Mi hijo ha tenido una misión en mi vida. La de salvar a su padre. Piensas que eres Dios y en realidad no eres nadie».

Me impresionaron profundamente sus palabras, porque desprenden una gran sabiduría y una gran humildad. Ambas, curiosamente, se consiguen después de sufrir mucho, después de tener una gran crisis. El éxito, muchas veces, no te hace más sabio, y desde luego es raro que te haga más humilde, sino todo lo contrario. El éxito nos embota y nos hace creer que somos Dioses, hasta que tarde o temprano, la vida nos da la lección que necesitamos.

Tengo la creencia de que el ser humano tiene una grandeza enorme dentro. Cualquier ser humano tiene ese potencial en su interior. Lo he comprobado muchas veces, y me ha conmovido hondamente. Por tanto, cualquiera de nosotros puede conseguir grandes metas y contribuir a cambiar el mundo. Me gusta la idea de salir de nuestra zona de confort y descubrir que somos capaces de mucho más de lo que imaginamos.

Pero también creo, aunque sea paradójico, que no somos nadie, como dice Mijatovic. En el sentido de que cada uno de nosotros somos una minúscula parte de la enormidad del universo, es decir, somos uno más de los cientos de miles de seres vivos que han pasado por el planeta tierra, y además somos mortales. Por tanto, es fundamental ser humildes y reconocer que no somos nadie. ¿O acaso no es verdad que cualquiera de nosotros puede morir mañana mismo? Quizá una enfermedad repentina, un accidente, un atentado terrorista…Es importante recordar esto, sobre todo cuando estamos en la cresta de la ola, en una etapa de mucho éxito. Mijatovic reconoce que cuando era algo parecido a un Dios, un ídolo de masas al ser un futbolista multimillonario de éxito, no fue capaz de salvar a su hijo. De nada le sirvió la fama, el éxito o el dinero para conseguir el objetivo más importante para él.

Siempre me han gustado las paradojas. Ya comenté en mi primer libro «Zen Coaching» que el mundo es paradójico, la vida es paradójica, y por tanto debemos abrir nuestra mente a las paradojas. Mi modelo Zen Coaching es paradójico. Que el ser humano tenga una enorme grandeza y al mismo tenga una enorme fragilidad, es una paradoja. Que cada uno de nosotros podamos lograr cosas increíbles es verdad. Que cada uno de nosotros deba asumir, con humildad, que no somos nadie, nada más que una mínima parte del universo, también es verdad.

Tengo la convicción de que en esta paradoja se esconde una enorme sabiduría y claridad. Porque si nos creemos sólo personas únicas y elegidas, caeremos en la arrogancia y la soberbia. Mientras que si nos creemos sólo que no somos nadie, podemos caer en la resignación y la depresión. Entonces, ¿Quienes somos? Esta es una de las preguntas más importantes que podemos hacernos en la vida. Aunque no esperes tener una respuesta. Lo importante no es encontrar la respuesta perfecta o exacta, lo importante es hacernos esta pregunta y cuestionarnos todas las respuestas estereotipadas y superficiales que nos saldrán: soy Fulanito (sólo es nuestro nombre), soy padre o madre (sólo es un rol), soy coach o abogado o empresario (sólo es nuestra profesión), soy perfeccionista (sólo es una forma de comportarnos), etc.

De momento, recuperemos ambas creencias: la primera (soy especial y grande) para lanzarnos a mejorar el mundo con nuestra vida y nuestro trabajo, para aumentar nuestras nobles ambiciones. Y la segunda (no soy nada, sólo una minúscula parte del universo infinito y de la humanidad) para aterrizarnos, para equilibrarnos, para ser más humildes.

El mundo necesita personas ambiciosas pero que al mismo tiempo sean humildes. Todos, probablemente, necesitamos potenciar más una u otra parte. ¿Cual necesitas reforzar tú? 

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y escritor.