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Las 15 claves de mi libro «Reconecta contigo»

Ahora que ha vuelto la Feria del libro, es una buena oportunidad para recordar las 15 claves principales de mi último libro «Reconecta contigo» publicado en 2021. El libro está estructurado en 3 partes en las que reflexiono sobre cuales son las causas y raíces de nuestros problemas y sufrimiento en cada una de esas 3 áreas, y comparto herramientas, disciplinas y pautas concretas para alcanzar la plenitud y el éxito (según lo que entiendo yo que es el éxito), y dejar de sufrir innecesariamente en nuestra vida. Las 3 partes son Reconectar contigo, Reconectar con la vida y Reconectar con los demás.

Es importante tener en cuenta que debemos trabajar en las 3 áreas en paralelo. Si una de ellas falla, el resto se resentirá y sentiremos que no tenemos equilibrio, que no estamos viviendo con auténtica plenitud y energía. El otro aspecto que destaco a lo largo del libro es que se trata de un camino para toda la vida que se basa en desarrollar una serie de cualidades esenciales que ya están dentro de nosotros, pero que hemos enterrado a causa de miedos, creencias limitantes, comodidad, pereza, ignorancia, y también a causa de dejarnos llevar por las expectativas de los demás o de la sociedad.

Las cualidades necesarias para despertar en nuestra vida y desplegar todo nuestro potencial anestesiado son la curiosidad, la ecuanimidad, la disciplina, la apertura mental, la amabilidad y empatía, la humildad y el compromiso firme con trabajar duro para avanzar hacia una vida con mayúsculas.

A continuación te comparto las 15 claves del libro, divididas en cada una de las 3 grandes áreas de trabajo que todos necesitamos abordar:

Reconectar contigo.

  1. Elimina de tu vida los «debería» y los «no puedo». Desgastan tu energía y te paralizan para actuar.
  2. Trasciende tu idea de quién eres: tú no eres los roles que desempeñas, tus creencias ni tu historia personal.
  3. Para conectar con tu Ser superior, necesitas aprender a dominar a tu mente. Por si no lo sabías, tú no eres tu mente.
  4. Escucha y dialoga con tus yoes o personajes internos, pero no permitas que dominen tus conductas y decisiones. Tú eres el director de orquesta de tus yoes.
  5. Practica meditación a diario. Mi recomendación es practicar meditación Vipassana, la técnica que enseñó Buda, o mindfulness, su adaptación a Occidente.

“Para conectar con tu Ser superior, necesitas salir de la cárcel de tu mente. Y para ello necesitas ver los barrotes” (Javier Carril. «Reconecta contigo», 2021)

Reconectar con la vida

  1. Cicatriza tus heridas y agradece lo que han hecho por ti. Las heridas de nuestra vida son parte de nosotros y nos hacen más humildes y sabios, si sabemos apreciarlas y extraer el aprendizaje.
  2. Todo cambia y nada es permanente, así que nada ni nadie nos dará satisfacción duradera. Recordarnos a diario que todo es efímero nos ayudará a vivir con más ecuanimidad y sabiduría.
  3. Aprende a vivir en el presente, es lo único real que existe. El poder del ahora es transformador.
  4. Deja de intentar controlar la vida, y céntrate en vivirla tal como es. Liberarás un montón de tensiones y nudos internos.
  5. Da las gracias todos los días por los pequeños regalos de cada día.

“Las personas no viven la vida real, sino que generan fantasías y expectativas sobre lo que debería ser la vida. 
Ahí surge el sufrimiento.”
(Javier Carril. «Reconecta contigo», 2021)

Reconectar con los demás

  1. Expresa tu reconocimiento y gratitud a los demás con generosidad.
  2. Trata de comprender y aceptar a los demás en lugar de juzgarles o pretender cambiarles.
  3. Renuncia a tener siempre la razón y abre tu mente a otras perspectivas. Deja a tu ego aparcado.
  4. Muestra tu vulnerabilidad y expresa lo que sientes. Mostrarse vulnerable es propio de personas valientes.
  5. Atrévete a decir la verdad, aunque sea incómoda. Para ello, aprende a comunicar con asertividad lo que piensas, sientes y necesitas a los demás.

“La comunicación es poderosa. Con ella podemos colaborar, motivar y construir. O por el contrario, juzgar, agredir y destruir.” (Javier Carril. «Reconecta contigo», 2021)

¿Aún no has leído mi nuevo libro «Reconecta contigo»? Ahora puedes leer el primer capítulo del libro, en este link: Primer capítulo Reconecta contigo Y si quieres comprarlo, en este link: Libro «Reconecta contigo»

JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.


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De espectador a protagonista

Dos amigas se encontraban en la orilla de un río ancho y profundo, contemplando el otro lado del río a lo lejos. Deseaban cruzar porque habían oído que en la otra orilla experimentabas la plenitud y la paz interior, pero no se atrevían. Tenían miedo de no resistir y ahogarse por el agotamiento o por el riesgo de ser arrastradas por alguna corriente violenta del río, ya que no tenían ninguna barca. Sin embargo, una de ellas decidió cruzar el río. Nadó y nadó mientras su amiga la contemplaba. Por fin, observó a lo lejos que había logrado su objetivo, ya que había llegado al otro lado del río.

Al cabo de unas horas, la amiga valiente volvió a cruzar el río con gran esfuerzo. Cuando llegó de vuelta, la mujer que se había quedado le preguntó con avidez qué había descubierto tan importante para su vida. La mujer valiente le dijo que sólo podía beneficiarse si ella misma se atrevía a cruzar el río y llegar a la otra orilla. Pero su amiga le insistió que le contara todo, y así hizo para complacerla. La mujer que no había cruzado obtuvo toda la información que su amiga había recopilado en su experiencia, lo anotó todo con cuidado. Y así se quedó satisfecha.

Al cabo de unos años, ambas mujeres seguían siendo amigas. La valiente que se atrevió a cruzar el río se sentía feliz, plena y llena de paz interior en su vida y sus relaciones, mientras que la mujer que no cruzó seguía presa del sufrimiento, de la ignorancia y de la negatividad, a pesar de que trataba siempre de tener presente todas las enseñanzas que su amiga había compartido con ella de su experiencia en la otra orilla del río. No comprendía por qué seguía sintiéndose infeliz e insatisfecha ya que conocía todo lo que su amiga valiente conocía sobre cómo alcanzar la felicidad, la paz interior y la plenitud. Le parecía que la vida era muy injusta con ella, y sentía frustración y amargura.

¿Qué conclusiones extraes de esta historia? ¿Qué rol adoptas tú? ¿El de la mujer valiente que decide echarse al río y experimentar realmente lo que hay en la otra orilla, a pesar del miedo y del esfuerzo que supone? ¿O el de la mujer que quiere obtener los mismos beneficios pero sin trabajar duro y sin «mojarse» de verdad?

En mi experiencia, la gran mayoría de las personas adopta el rol de la mujer que no cruza el río pero espera obtener los beneficios de la persona que lo ha cruzado. Millones de personas devoran libros sobre autoayuda y crecimiento personal, asisten a charlas de motivación y desarrollo personal, pero luego no se remangan ni se ponen a trabajar verdaderamente en serio en su desarrollo personal. Creen que es suficiente el conocimiento intelectual y teórico de cómo obtener la paz interior y la plenitud. Pero esto es una locura. Aunque quizá el problema principal es que la mayoría de las personas no están dispuestas a hacer el esfuerzo de «cruzar el río«.

Para mí, conseguir paz interior, equilibrio y plenitud en nuestra vida es más un proceso que una meta final. A medida que cruzas el río más y más veces, vas experimentando más y más beneficios. ¿Cómo conseguirlo? ¿Leyendo cientos de libros o escuchando muchas entrevistas en las redes donde los psicólogos mediáticos y gurús nos explican con una receta mágica qué es lo que hay que hacer? Desde luego que no. Esto es útil y valioso para entender la parte intelectual o teórica, a veces ni siquiera eso ya que suelen ser soluciones fáciles y superficiales, pero aunque fueran buenos consejos, nunca sería suficiente. Tenemos que cruzar el río, tenemos que afrontar la incomodidad de mojarnos, de pasar frio, cansancio, miedo, incertidumbre. El que se queda en la orilla mirando está muy cómodo y seguro, pero a la larga será muy infeliz e ignorante.

Cruzar el río significa convertirnos de espectadores en protagonistas de nuestra vida. Significa ponerse a practicar todo lo que nos dicen las personas que han cruzado el río y que han obtenido esos enormes beneficios. Como dice Goenka, el maestro de meditación Vipassana, «Cada persona debe librar su propia batalla interior, sólo uno mismo puede salvarse del sufrimiento y de una vida miserable».

Ser espectador o protagonista es, básicamente, una elección personal que cada uno toma en su vida, con las consiguientes consecuencias. Si estás siendo espectador, estarás haciendo lo siguiente:

  • Leer un montón de libros, asistir a muchas charlas y ver muchos videos…pero no aplicar nada de verdad a tu vida real.
  • Decirle a los demás lo que tienen que cambiar para sentirse más felices y motivados, pero no aplicar esos cambios a ti mismo/a.
  • Quedarte en tu zona de confort, esperando a que los demás cambien o actúen como tú quieres.
  • Seguir en las redes sociales a unos cuantos gurús (o falsos gurús) aplicando las soluciones fáciles y superficiales que ofrecen.

Y si estás siendo protagonista de tu vida, estarás haciendo lo siguiente:

  • Probar en ti la validez de lo que defienden los expertos e integrar como un hábito sólo lo que realmente funciona.
  • Marcarte objetivos y retos ambiciosos a largo plazo (5 años, por ejemplo).
  • Definir y ejecutar acciones alcanzables a corto plazo que te lleven a avanzar a los objetivos a largo plazo.
  • Contratar a un coach para que te ayude a alcanzar tus objetivos.
  • Aprender disciplinas cuya eficacia ha sido validada (por ejemplo, la meditación) y practicarlas todos los días durante años.
  • Tomar decisiones difíciles que te incomodan y te dan miedo.

Evalúa tú mismo/a si estás siendo espectador o protagonista. Valora si estás cruzando el río una y otra vez para probar y experimentar lo que hay al otro lado, o si siempre te quedas esperando y mirando en esta orilla creyendo que ya lo sabes todo.

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.


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Cómo recibir feedback crítico sin tomárselo personalmente

¿Cómo recibes normalmente un feedback crítico sobre ti? ¿Te pones a la defensiva y te justificas? ¿O quizá te enfadas y reaccionas de forma brusca y exagerada diciendo que es muy injusto lo que han dicho de ti? Pues eso es justamente lo que no hay que hacer. Para empezar, tenemos que ver las opiniones y el feedback de los demás sobre nosotros como un regalo, porque siempre nos va a servir para crecer como personas y para mejorar nuestra vida y nuestras relaciones.

En el vídeo de este post te explico el impacto de tomarnos las cosas personalmente (muy basado en un ego inseguro que se siente amenazado y reacciona a la defensiva), y las claves sobre cómo recibir un feedback crítico sobre nosotros con serenidad, apertura y humildad. Todo con el fin de que seamos conscientes de los aspectos que debemos cambiar y a partir de ahí, podamos mejorar como personas y también en nuestro trabajo.

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.


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By |febrero 19th, 2023|coach, coaching, comunicación, conducta, Feedback, Sin categoría|0 Comments

La agenda pequeña y la Agenda Grande

La distinción entre nuestra agenda pequeña y nuestra Agenda Grande o Agenda con mayúsculas es clave para mantenernos focalizados en lo verdaderamente importante en nuestra vida y en nuestro trabajo. Todos tenemos nuestra agenda pequeña, que son las tareas y responsabilidades del día a día. La agenda pequeña suele generar estrés, presión por obtener resultados y una lista de tareas que nunca parece terminarse. La agenda pequeña está relacionada con el corto plazo.

Por otro lado, muy pocas personas prestan atención a su Agenda Grande, que tiene que ver con nuestros sueños, con nuestros valores, con nuestros objetivos a largo plazo. Sin embargo, es crítico que reflexionemos e identifiquemos todo aquello que tiene que ver con lo realmente importante, pero que no es urgente. Como no es urgente, no lo trabajamos ni dedicamos tiempo en nuestro día a día. En el video profundizo en cómo trabajar en la Agenda Grande o Agenda con mayúsculas para aumentar nuestro foco, claridad mental y motivación. Este trabajo de introspección nos ayudará a sentir que estamos liderando nuestra vida en lugar de ir siempre corriendo en piloto automático, y además nos ayudará a no perdernos en lo urgente, en el cortoplacismo y en la maraña de las interminables listas de tareas diarias.

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Cómo tomar decisiones difíciles

Todos tenemos que tomar muchas decisiones en nuestra vida, tanto en el ámbito personal como el profesional. Pero cuando la decisión implica consecuencias en el largo plazo y hay emociones intensas de por medio (miedo, angustia…), se nos puede atragantar. Nos quedamos paralizados, dándole millones de vueltas a los pros y a los contras, tratando de adivinar qué consecuencias tendrá si tomamos la decisión o la contraria, o simplemente no tomamos ninguna de las dos decisiones (pongamos A o B).

Cuando nos quedamos estancados entre la decisión A o la B, realmente estamos tomando ya una decisión, aunque no lo creamos. La no decisión es en sí misma una decisión. Así que en realidad estamos tomando decisiones constantemente, y cada día tomamos cientos de micro o macrodecisiones. Por lo tanto, el primer punto es desdramatizar la toma de decisiones porque sin darnos cuenta estamos tomando decisiones todos los días, algunas realmente importantes.

Lo que te quiero transmitir es que sabes tomar decisiones. Mucha gente cree que se le da mal tomar decisiones, dice que no sabe hacerlo. Pero eso no es verdad porque como decía, cuando no tomamos una decisión de hacer algo, estamos en realidad tomando la decisión de no hacerlo.

Pero claro, ¿Cómo podemos saber que tomamos la mejor decisión, cuando se trata de algo verdaderamente importante para nuestra vida? La respuesta va a decepcionarte. Nadie puede saber con total certeza que la decisión que toma es la correcta, porque es imposible saber adonde nos llevará una decisión, sea la que sea. Es posible que nos lleve a vivir experiencias maravillosas y apasionantes, que nos conduzca a éxitos y logros nunca imaginados. Y es igualmente posible que la misma decisión nos lleve a lo contrario.

No obstante, sí que podemos usar determinadas herramientas para garantizarnos al menos que tomamos la mejor decisión, con la información que tenemos en ese momento, que nunca será toda la información. Porque esto es algo que debemos meternos en la cabeza: nunca vamos a tener la visión completa o toda la información que quisiéramos para tomar una decisión. Es decir, hay una parte de riesgo en cualquier decisión, pero eso es lo que hace emocionante la vida, que no tenemos nada asegurado al 100%.

A continuación, y en base a las ideas expuestas anteriormente, te comento algunas pautas y herramientas para garantizarte que tomas la mejor decisión:

  1. Pide orientación y ayuda. Parece una obviedad pero a veces no pedimos ayuda porque nos da vergüenza o pereza preguntar a personas con las que no tenemos mucha confianza, o tenemos una creencia limitante de que pedir ayuda o consejo es de débiles. Esto es una estupidez. Pedir orientación y ayuda es de personas inteligentes. Piensa dónde puedes pedir consejo y orientación. Aquí van 3 tipos de personas a las que pedir orientación: personas que te puedan aportar visiones distintas e incluso contrarias a la tuya, personas con experiencia previa o altos conocimientos en el tema sobre el que vas a tomar la decisión, y finalmente personas que te quieren y aprecian.
  2. Recaba información de todas las fuentes. Hoy en día tenemos acceso a toda la información que deseemos. En muy pocos minutos podemos acceder en Internet a todo lo que buscamos, para completar la visión que tenemos. Pero también podemos asistir a eventos, foros, webinars o charlas sobre lo que vamos a decidir.
  3. Piensa siempre en el largo plazo. Es esencial que tomes la decisión con una visión de largo plazo, no buscando la recompensa o beneficios a corto plazo, que es muchas veces lo más común, porque somos demasiado cómodos. ¿Qué consecuencias tendrá la decisión A dentro de un año? ¿Y dentro de 5 años? ¿Y la decisión B? ¿Y la parálisis e indecisión?
  4. El análisis premortem. Es una conocida herramienta que consiste en ponerse en el peor escenario. Es decir ¿Qué es lo peor que puede pasar si tomo la decisión A? ¿Y la decisión B? Normalmente nos ayuda a prepararnos emocionalmente ante la peor consecuencia, aunque normalmente no suceda. Pero si sucede, estaremos mucho más preparados.
  5. Focalízate en el aprendizaje. Susan Jeffers, en su libro «Si tiene miedo, hágalo igual» recomienda utilizar el llamado modelo de «No perder» en la toma de decisiones. Normalmente usamos el método mental contrario, pensando que cualquier decisión que tomemos va a salir mal y vamos a fracasar (modelo de no ganar). El modelo de «no perder» es el que se centra en el aprendizaje. En ese sentido, cualquier decisión que tomemos nos va a aportar un aprendizaje vital. Y si la decisión que tomamos no fue la mejor, el aprendizaje nos conducirá rápidamente al camino donde sí acertaremos. Y está claro que cuando fracasamos es cuando más aprendemos. Para mí el aprendizaje es un valor esencial. Focalizarse en lo que aprendemos nos evitará paralizarnos y quedarnos en la indecisión.
  6. Céntrate en tus valores y no en tus emociones. Las emociones son efímeras y traicioneras. Los valores son duraderos y fiables para la toma de decisiones. No tomes tus decisiones impulsado por tus emociones, sean las que sean. A veces la euforia o la motivación nos llevan a tomar muy malas decisiones, pero ocurre igual con la tristeza, el estrés o la rabia. Por el contrario, tomar decisiones importantes que estén alineadas con tus valores personales más importantes te garantiza que estás tomando la mejor decisión en este momento, con lo que sabes. Para ello, previamente debes haber realizado un ejercicio de identificación de tus 5 valores más importantes, y jerarquizarlos por orden de importancia. Y a continuación, definir qué significa cada valor para ti. Este ejercicio suelo recomendarlo a mis clientes de coaching individual, porque es un ejercicio fundamental.

Te aseguro que si sigues estas pautas y herramientas, vas a desbloquearte y sentirás que estás tomando la mejor decisión, aunque eso nunca te garantice el resultado que esperas. Esto es algo que debemos aceptar, que nunca podemos controlar la vida. La vida es salvaje, incierta e incontrolable. Pero si el resultado no es lo que esperamos, como mínimo habremos aprendido algo valioso, que podremos aplicar en la siguiente decisión. Y así, progresivamente, iremos siendo más sabios y viviendo una vida cada vez más plena.

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¿Por qué debes escribir tus objetivos?

Observo cada día en mi vida personal y en mi trabajo cómo muchas personas están bloqueadas por el estrés y sus problemas cotidianos, cómo se sienten paralizadas para tomar decisiones importantes, y cómo se resignan a vivir una vida por debajo de su potencial. Y me produce tristeza y frustración, lo confieso. Por eso me dedico profesionalmente al coaching y al desarrollo personal, porque sé cómo ayudar a estas personas a salir de dichos bloqueos. Sencillamente porque yo mismo he estado inmerso en ese estado de confusión y resignación durante muchos momentos de mi vida, hasta que descubrí las herramientas para salir de forma efectiva.

Sin embargo, lo primero que tiene que suceder para que una persona comience a liberar su estrés, su confusión y su bloqueo emocional es querer trabajar en ello. Es como si una persona con sobrepeso se quejara amargamente de su peso pero no hiciera nada para bajarlo. Hay muchísima información en Internet y en las redes sobre qué podemos hacer, tanto en el caso del sobrepeso como en el caso de sentirnos desvalidos y confusos emocionalmente ante los retos y pruebas que nos pone la vida. Entonces ¿Por qué tanta gente se siente infeliz y deprimida? En mi experiencia, porque no está dispuesta a hacer el trabajo interno necesario. Y sin duda, es un trabajo personal muy importante.

En un proceso de coaching lo primero que preguntamos a nuestros clientes es ¿Qué objetivo quieres lograr en el proceso de coaching? Esta pregunta aparentemente sencilla es tremendamente difícil para muchas personas, que no saben realmente lo que quieren. Ya de por sí es clave que se hagan esta pregunta, porque les obliga a planteárselo y reflexionar sobre ello. Además, aunque sea inconscientemente, la pregunta obliga a su cerebro a hacer un potente cambio de chip: enfocarse en metas y no en problemas. Y esto tiene una consecuencia inmediata: surge la motivación.

Una vez que las personas comienzan a pensar en objetivos y no en problemas, las emociones comienzan a cambiar. Empiezan a ver posible un auténtico giro, antes inimaginable. Y el foco ya no está en las quejas y el victimismo, sino en ser creativos para resolver cómo pueden alcanzar dichos objetivos. El bloqueo y la parálisis comienzan a desvanecerse, y en su lugar aparece una sensación de poder y de motivación, porque comienzan a conectar con su enorme potencial. Es increíble lo mágico que es y lo poco que las personas lo llevan a la práctica.

Pero hay un aspecto clave en la definición de objetivos, y que he comprobado no sólo en mi propia experiencia a la hora de marcarme mis metas durante años, sino en mis clientes de coaching. Se trata de escribir los objetivos. ¿Por qué hay que escribir los objetivos? Los beneficios son varios:

  • Aumentan la claridad y la concreción. Cuando tenemos en la cabeza nuestras metas, no son específicas sino vagas y difusas. Necesitamos escribirlas en un papel para poder aterrizarlas y así tener más claridad y compromiso.
  • Aumentan tu compromiso con tus objetivos. Sin duda, cuando hemos escrito los objetivos, nuestro compromiso es mucho más alto. Estamos asumiendo la responsabilidad de nuestra vida en lugar de culpar a los demás o a las circunstancias de nuestros males. Esto sucede no sólo por estar físicamente registrados en un lugar (ordenador, cuaderno) sino porque al escribirlos los hemos concretado.
  • Permiten hacer un seguimiento de tus avances. Como es lógico, si no son concretos ni están registrados en ningún sitio, será muy difícil medir los avances y hacer un seguimiento. Por lo tanto, es bastante poco probable que los consigamos. Para tener más opciones de lograr lo que queremos, debemos escribirlo para hacer un seguimiento regular. Una idea es leer una vez al mes los objetivos que escribiste, con el fin de recordártelos y seguir enfocado/a en ellos.
  • Aumentan las posibilidades de lograrlos. Por todos los motivos anteriores, como seguramente deducirás, es muchísimo más factible lograr tus objetivos si los has escrito. Pero además, neurológicamente estamos lanzando un mensaje subliminal a nuestro cerebro: «Este objetivo es posible conseguirlo para mí». Y nuestro cerebro no cuestiona los mensajes que le lanzamos, los interioriza y se pone en marcha (porque ojo, el cerebro tampoco cuestiona el mensaje de «No puedo conseguirlo, soy un desastre, etc.»)

Ya tienes 2 claves fáciles de implementar para salir de tu bloqueo emocional y parálisis de decisión. Ponte a pensar qué objetivos quieres lograr a nivel individual, en tus relaciones y en tu trabajo. Ponle una fecha algo lejana para no limitarte. Y luego escribe todos tus objetivos en un papel o en un documento en el ordenador. Haz todo lo que puedas para aterrizar y concretar todos los objetivos. Y tú mismo podrás comprobar cómo tu estado emocional empieza a cambiar. Por supuesto, esto no es suficiente si no nos ponemos en acción. A partir de esa lista de objetivos, el siguiente paso es marcarnos pequeñas acciones muy alcanzables y sencillas para cada objetivo (y escribirlas también, por supuesto). Finalmente, tendrás que poner en marcha dichas acciones, con el fin de ir aprendiendo lo que funciona y lo que no funciona, y de esa forma continuar avanzando hasta conseguirlo.

¿Qué te parece? Te animo ahora mismo a escribir tus objetivos vitales y profesionales en un papel en blanco. Es siempre el inicio de una vida mejor.

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.


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Educar para reconectar con nuestro potencial

Recientemente la editorial de mi último libro «Reconecta contigo» me comunicó que un profesor de un Instituto de Cádiz había elegido mi libro para que sus alumnos lo leyeran a lo largo del curso y debatieran sobre sus aprendizajes en un círculo de lectura creado por dicho profesor. El propósito del círculo es, al parecer, ayudar a sus alumnos a reflexionar sobre aspectos esenciales de la vida, ayudados de un libro.

La iniciativa me pareció fabulosa, y sentí un enorme orgullo y alegría al saber que el profesor había seleccionado mi libro este año. De hecho, la editorial me envió las reflexiones y aprendizajes de los alumnos, inspirados por la lectura de mi libro, y quiero compartirlas en este post. Por supuesto, aunque no aparece ningún nombre, pedí permiso al profesor para compartir estas reflexiones. Aquí van algunas:

«Esta lectura personalmente me ha servido muchísimo. He aprendido muchas cosas que debo cambiar, aprender y aportar a mí y a los que me rodean. 

El libro a mí me ha enseñado la parte bonita y «fea» de la vida, pero aún así te hace verla maravillosa. Te enseña a ver las cosas de otra manera, a no tomarte las cosas tan a lo personal, a saber disfrutar de los momentos que te va regalando la vida y no estar apegada al pasado ni angustiada por el futuro, sino viviendo el presente, el aquí y el ahora. El poder volver a confiar en alguien, en decir pues puedo contarle x cosas a x persona. Que pedir perdón, mostrar tus sentimientos, decir lo que sientes, lo que piensas y buscar ayuda o apoyo, no es de débiles. En darle valor a cada detalle de la vida y de las personas. Aprender de lo bueno que tiene y de lo malo, no siempre quedarnos con lo malo de las cosas o personas. 

Saber sanar las heridas, hablando de ellas, y no intentar tapar o echar las cosas a la espalda, porque llega el día en el que no puedes levantarte de tanto peso. En luchar por las cosas que queremos y no solo lo material, porque como el libro nos enseñó, cuando logramos lo material nos decepcionamos o aburrimos de ello con facilidad, porque nos ha costado más conseguirlo que lo que realmente tiene de valor o importancia. Para mí estas cosas son las que más estoy poniendo en práctica, gracias al libro.»

¡Qué maravilla liberarnos de lastres que nos impiden vivir con plenitud, como el resentimiento o la preocupación por el futuro! Y también es especialmente relevante la conciencia de vivir la vida tal como es, no huyendo o rechazando la parte «fea» o oscura. Eso es, simplemente, vivir con sabiduría, pero ¡Nos cuesta tanto! ¡Nos encanta contarnos historias ilusorias sobre la vida o imaginarnos todo perfecto! Y luego viene la dura caída, el inevitable desencanto al enfrentarnos con la vida. Por eso, el camino es aceptar, aceptar y aceptar la vida como es, y a partir de ahí, trabajar en mejorar las cosas. Comparto otra fantástica reflexión de otra alumna:

«Considero que últimamente sobre todo con mi familia pago con ellos el hecho de que no me encuentro bien y como dice el libro nuestra relación con los demás se ve afectada si no conseguimos estar bien con nosotros. Ahora mismo me estoy concentrando sobre todo en intentar manejar una discusión e intento poder poner en práctica el pedir perdón, ya que es una cosa que consideraba que no me costaba pues siempre cuando creía que debía pedirlo lo decía, pero llevo una semana sintiendo que le debo pedir perdón a una persona de mi entorno porque pagué una frustración personal con ella y acabamos discutiendo y soy incapaz de pedirlo. Creo que es más que nada porque esa persona también me hizo daño a mí en la discusión. 

También he de decir que me he dado cuenta de que veo siempre los problemas más grandes de lo que son y que mi «Yo complaciente» que es incapaz de decir «no» también hace que me cargue algunas veces de más cosas de las que puedo hacer y me acabo agobiando mucho por no poder hacer las cosas como a mí me gustarían. Por último, me he dado cuenta de que en el libro hay cosas con las que puedes estar más o menos de acuerdo, pero te hace pensar en cosas que antes no le dabas importancia.

Es emocionante comprobar la gran madurez de los adolescentes, a pesar de estar en una etapa tan complicada de su evolución personal. Me hubiera encantado que a mis 18 años pudiera tomar conciencia de mi «Yo complaciente» o cualquier otro aspecto de mi personalidad que me estuviera limitando, como esta chica. Comparto otra reflexión de otro chico:

«En lo personal el libro me ha parecido de mucha ayuda, aunque no haya podido aplicar del todo sus enseñanzas debido a los problemas con el estudio, y las tareas me serán de mucha ayuda más adelante, ya que me hizo ver lo hermosa que ha sido mi vida, el increíble potencial que tengo dentro de mí, que no hay que criticar a las personas sin conocerlas. Intentar no verme abrumado por los problemas pequeños, aprender a expresar mis pensamientos y liberarme en el círculo de lectura.»

Me encanta que gracias a mi libro este chico se haya dado cuenta de que tiene un potencial interior increíble y que es importante expresar sus pensamientos. Si además le he ayudado a ver lo hermosa que es la vida en esta etapa de tanta confusión y sufrimiento, pues más feliz aún me hace. Y la última reflexión de otra chica:

«He podido darme cuenta que cada uno llevamos una «carga» en nuestro interior y el ser humano tiende a ser egoísta y a pensar que las cargas nuestras son más graves que las de los demás. Gracias a este libro me he vuelto más empática, he aprendido a ponerme en la situación y a volverme más racional, y sobre todo a conectar con los demás.»

Existe una clara tendencia social que preocupa mucho a los expertos: el excesivo individualismo de las sociedades desarrolladas. Un ejemplo extremo es Suecia, desde hace décadas en la vanguardia de lo que se considera una sociedad avanzada, donde sin embargo existe una cara oscura, reflejada de forma impactante en el documental «La teoría sueca del amor».

En el documental se analiza cómo en Suecia, el referente máximo de la sociedad del bienestar, la mitad de las personas viven solas, y muchas también mueren solas y son encontradas muertas semanas después de su fallecimiento en su apartamento. Y sólo se detecta porque los vecinos empiezan a notar un olor horrible y llaman a la policía. También se cuenta en el documental cómo las mujeres ya prefieren ser madres solas, sin el apoyo de un padre. En definitiva, el individualismo crece imparable en contra de una realidad biológica del ser humano: somos seres sociales y necesitamos relacionarnos con los demás para sentirnos plenos. Por eso me parece relevante el aprendizaje de esta última chica que dice que gracias a «Reconecta contigo» se ha vuelto más empática, y que está conectando mejor con los demás.

En definitiva, siento una enorme gratitud por estos jóvenes y por su profesor. Me han hecho sentir que, con mi granito de arena, estoy contribuyendo a un mundo más consciente, empático y humano, y a que cada vez haya más personas despiertas y conscientes de su enorme potencial interior. Gracias.

¿Aún no has leído mi nuevo libro «Reconecta contigo»? Ahora puedes leer el primer capítulo del libro, en este link: Primer capítulo Reconecta contigo Y si quieres comprarlo, en este link: Libro «Reconecta contigo»

JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.


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Eliminar los «deberías» de nuestra vida

Existe un pensamiento que se repite en nuestra mente millones de veces y que nos provoca un enorme estrés y ansiedad, a veces incluso culpabilidad. Es el pensamiento que empieza por «debería…». ¿Te suena? Te pongo algunos ejemplos:

  • Debería hacer más deporte
  • Debería estar más con mi familia
  • Debería comunicarme más
  • Debería mejorar mi inglés
  • Debería decirle a mi jefe que me de más autonomía
  • Debería comer más sano
  • Debería meditar

¿Qué nos aporta este patrón de pensamiento tan común y extendido? ¿Algún beneficio? Rotundamente no.

Normalmente nuestros «deberías» son una tortura psicológica que permitimos e incluso que fomentamos, pero que no generan ninguna acción. Es decir, son pensamientos improductivos porque no nos motivan a tomar decisiones para mejorar o cambiar aspectos de nuestra vida. Simplemente, son basura mental que nos hacen estar más irritables, más estresados, porque van minando nuestra autoestima lenta pero eficazmente.

El problema con este patrón mental, igual que cualquier otro, es que no seamos conscientes de su constante invasión cotidiana en nuestra actividad mental, y de su devastador efecto emocional en nosotros. La inconsciencia nos conduce a la ignorancia, y ésta al sufrimiento. Por tanto, el primer punto fundamental para gestionar nuestros «deberías» es mantenernos atentos a su aparición en el día a día.

En segundo lugar, pensemos en el auténtico significado de los pensamientos que empiezan con «debería». En realidad son expectativas que produce una parte que todos tenemos en nuestro interior: nuestro «yo juez». También aquí aparece con peso otra parte de nosotros que nos limita, nuestro «yo complaciente». ¿Y de dónde vienen esas expectativas? De lo que los demás esperan de nosotros, o de lo que se supone que la sociedad espera de nosotros, con el fin de aceptarnos como personas dignas de respeto y admiración. . Si analizamos de cerca los «deberías» nos daremos cuenta que son historias que nos contamos a nosotros mismos y creencias limitantes que tenemos interiorizadas, pero que no son verdad. ¿Quién dice que «debería» hacer esto o aquello? ¿Quién dice que «debería» ser de esta manera o aquella?

Pero además del estrés que nos provocan, los «deberías» tienen otro gran coste: no nos movilizan para actuar. Nos quedamos rumiando lo que deberíamos ser y hacer, pero no tomamos decisiones, no actuamos, no nos ocupamos. Así que ¿Cómo nos liberamos de estos «deberías» tan tóxicos? Cambiando nuestro lenguaje.

¿Qué pasaría si cada vez que tu mente parlotea «deberías» sin parar, transformaras cada uno de ellos en un «Quiero hacerlo» o «Voy a hacerlo», o «Elijo hacerlo»? O bien, «No quiero hacerlo» o «No voy a hacerlo» o «Elijo no hacerlo». Hay un cambio de perspectiva importantísima, aunque parezca superficial. El lenguaje que utilizamos para hablar con nosotros puede limitarnos y conducirnos a la parálisis y ansiedad constante, o bien puede potenciarnos y movilizarnos a actuar y a ocuparnos de nuestra vida.

Cuando cambiamos nuestros «deberías» por los «quieros» algo cambia a nivel emocional. De pronto, nos damos cuenta de que no estamos obligados a hacer todo eso que nuestro «juez implacable» o nuestro «yo complaciente» nos dice, sino que podemos elegir hacerlo o no hacerlo. Y entonces emerge sutilmente un empoderamiento, lejos del victimismo y culpabilidad de los «deberías». Nos damos cuenta de que podemos elegir hacer o ser lo que realmente consideremos que nos va a ayudar a crecer como personas o a mejorar nuestro bienestar. Y si no lo vamos a hacer, entonces dejémonos de tonterías y de excusas camufladas de «deberías».

Así que el transformar un «debería» victimista en un «elijo hacerlo o no hacerlo» supone una asunción de responsabilidad. Tomamos responsabilidad de nuestra vida como adultos protagonistas de nuestra vida, y dejamos de actuar como niños inmaduros.

Por tanto, si existen muchos «deberías» en tu vida, ¿No crees que es hora de tomar una decisión adulta y consciente? Si no quieres hacer deporte asumiendo las consecuencias de esa decisión, ¡No lo hagas! Si no estás pasando más tiempo con tu familia, deja de torturarte a ti mismo/a y sé realmente honesto/a contigo. ¿De verdad quieres pasar más tiempo con tu familia? ¿O en realidad trabajas 14 horas diarias porque eso es lo que te motiva y no quieres pasar más tiempo con tu familia? ¡Pues asume tu responsabilidad y toma la decisión! Aunque parezca duro lo que estoy diciendo, es mejor ser sinceros con nosotros mismos y con nuestras verdaderas prioridades, que pasar el resto de nuestra vida pretendiendo engañarnos y fingiendo ser personas que en realidad no somos.

Porque en definitiva, lo que determina nuestras prioridades y valores no son todos los «deberías» que andamos diciendo todo el día para parecer grandes personas. Nuestras auténticas prioridades se reflejan en nuestras decisiones, en el tiempo que dedicamos realmente a las actividades y áreas de nuestra vida. Y los demás lo saben. Dejemos de llenarnos la boca diciendo que «deberíamos comer más sano» si luego nos atiborramos de comida basura. Dejemos de decirnos que «deberíamos dejar ese trabajo que no nos llena» y tomemos una decisión diciendo: «He decidido cambiar a un trabajo que me motive» o «Acepto quedarme en mi trabajo actual porque me da seguridad financiera». Eso es ser maduro y responsable. Lo contrario es poner excusas, disfrazar lo que no queremos ver con los «deberías», y no ocuparnos de diseñar la vida que queremos. Para terminar, transformemos los deberías del inicio del artículo:

  • Voy a hacer más deporte (o no)
  • Quiero estar más con mi familia (o no quiero…)
  • Me comprometo (o no) a comunicarme más
  • Voy a mejorar mi inglés (o no voy a hacerlo)
  • Voy a decirle a mi jefe que que me de más autonomía (o no voy a hacerlo)
  • Elijo (o no) comer más sano
  • He decidido meditar (o no meditar)

Todo empieza a cambiar cuando cuando cambiamos nuestro lenguaje interno, cuando empezamos a comunicarnos con nosotros desde la responsabilidad y no desde el victimismo y la obligación. Cada tema deja de ser una imposición o expectativa de nuestro «yo juez» o «yo complaciente» que está buscando ser aceptado y agradar a todo el mundo. Y entonces empieza a convertirse en una elección consciente y responsable tomada desde nuestro ser. Así que a partir de ahora, mantente atento/a a la aparición de tus «deberías» y transfórmalos en una verdadera decisión.

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.


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Cómo gestionar la incertidumbre

Coincidirás conmigo en que vivimos en un mundo totalmente incierto y en constante cambio, ya que no podemos predecir qué va a suceder ni siquiera mañana. De hecho, mañana nuestra vida puede dar un vuelco brutal y cambiar para siempre por un hecho concreto, y dicho vuelco puede ser a peor pero también a mejor. La incertidumbre, aunque ha formado parte de la existencia del ser humano desde sus antepasados, ha aumentado en los últimos años exponencialmente, a causa de los avances tecnológicos sin precedentes y la globalización. La pandemia, la guerra de Ucrania, la amenaza del cambio climático o casi cualquier evento conflictivo en cualquier parte del mundo nos afectan, generándonos estrés, ansiedad y miedo.

Pero además en nuestras vidas sufrimos una alta incertidumbre a nivel profesional y laboral tanto si trabajamos como empleados en una empresa como si dirigimos nuestra propia empresa, ya que en cualquier momento nos podemos quedar sin trabajo o sin clientes. También sufrimos incertidumbre a nivel financiero, puesto que dependemos no sólo de nuestra capacidad de gestionar bien nuestros ingresos y gastos, sino del estado de la economía nacional y mundial (tenemos el claro ejemplo de la altísima inflación actual y la subida estratosférica de la electricidad, que afecta directamente a nuestra economía personal). También vivimos con ansiedad e incertidumbre otros aspectos cruciales para nuestra estabilidad emocional como nuestra salud y la salud de nuestros familiares más cercanos. Todos sabemos, y yo lo he vivido en primera persona, que tenemos la ilusión de que estamos sanos y de pronto un día, en una revisión rutinaria, nos pueden descubrir algo grave como un cáncer, o podemos sufrir un infarto repentino.

Nuestro cerebro busca constantemente la seguridad y la estabilidad, de modo que una constante y altísima incertidumbre y volatilidad en todos los ámbitos de nuestra vida nos provocan altos índices de estrés. Y no es el estrés funcional y positivo, que es el que nos alerta de peligros reales y efímeros de modo que podamos actuar y reaccionar para sobrevivir. La constante incertidumbre nos genera el llamado estrés crónico, que es devastador para nuestra salud mental.

Por tanto, la pregunta urgente es ¿Se puede manejar o gestionar la incertidumbre, y reducir el estrés crónico que nos produce?

Afortunadamente, tenemos recursos, disciplinas y técnicas a nuestro alcance que pueden ayudarnos a gestionar la sensación de que no tenemos un suelo estable sobre el que pisar. Voy a detallar 4 alternativas efectivas para manejar con mayor sabiduría y equilibrio lo incierto y volátil de nuestras vidas.

  1. Crea un plan B, incluso un plan C. Si quieres estar tranquilo y seguro, un buen recurso es crearte un plan B o incluso un plan C para todos los ámbitos de tu vida. Esto significa dejar de ser un ingenuo creyendo que todo va a salir según tus planes. Esto casi nunca sucede. Por eso, debes ir trabajando en un plan B de forma constante, por si sucede lo peor. Esto tiene que ver con el denominado análisis pre-mortem, en el que imaginamos qué es lo peor que puede suceder, y en base a ese escenario dramático posible, generamos planes que puedan minimizar el daño o incluso eliminarlo.
    Por ejemplo, en el plano financiero ¿Tienes un buen colchón de ahorros como para poder vivir sin ingresos durante al menos un año? ¿Tienes dinero invertido en buenos productos de inversión que te permitan al menos igualar a la alta inflación que está minando el valor de tu dinero en estos momentos? Si has respondido «no» a cualquiera de esas dos preguntas, no tienes un plan B ni un plan C. Y te encuentras en una situación de alto riesgo.
    En el ámbito profesional, ¿Te estás formando de manera continua en habilidades profesionales o herramientas que potencien tu empleabilidad y tu marca personal en caso de que te despidan de tu empresa? Si no lo estás haciendo, no tienes un plan B y eres muy vulnerable. En todos los ámbitos importantes de nuestra vida necesitamos al menos crear un plan B (y aún mejor un B y un C) por si el plan A no funciona. Esto nos proporcionará una solidez y estabilidad emocional tremenda que nos ayudará a tomar mejores decisiones e incluso a tomar mayores riesgos que nos lleven a lograr mayores éxitos.
  2. Focalízate en lo que depende de ti. Puede sonar obvio pero no es tan obvio cuando normalmente no lo hacemos. Centramos demasiado nuestra energía en lo que no depende de nosotros, permitiendo la sobreexposición a los medios de comunicación y redes sociales, que aumentan nuestra ansiedad de manera espectacular porque interiorizamos la creencia de que no podemos hacer nada con todo lo que sucede en el mundo. Vivir centrado en todo lo que no depende de nosotros nos genera una parálisis total, que nos impide tomar decisiones y salir del estado de ansiedad. La mejor manera de salir de este círculo vicioso es hacerse la pregunta «¿Qué puedo hacer/cambiar/mejorar yo respecto a este problema o situación?» Y ponerse a ello con proactividad. A veces podemos tomar decisiones que cambien drásticamente nuestra situación (como por ejemplo, creando nuestro plan B) y otras simplemente debemos ser muy selectivos con lo que permitimos que entre en nuestra mente (exceso de información nefasta, exceso de tiempo viendo redes sociales, exceso de grupos de WhatsApp con un montón de material tóxico, etc.). En cualquier caso, tomar decisiones nos libera de un montón de estrés y ansiedad. Y por ello, es esencial no tener miedo a tomar una decisión equivocada, porque muchas veces lo peor es no tomar ninguna decisión.
  3. Recuerda siempre el mantra: «Esto también pasará». Las enseñanzas budistas nos hablan desde hace miles de años de una ley universal de la existencia: la impermanencia. Es decir, que todo es efímero, que todo cambia constantemente, que todo pasa. Hoy en día lo llamamos volatilidad y no nos gusta, pero podemos hacer que sea nuestra amiga, especialmente en momentos críticos o etapas muy duras e inciertas como la pandemia, repitiéndonos el mantra «Esto también pasará», porque indudablemente, sea lo que sea, va a pasar, sencillamente porque es una ley universal de la vida. La pandemia terminará, la guerra de Ucrania también, pero surgirán nuevos conflictos y crisis de todo tipo que pondrán a prueba nuestra resiliencia. Recordemos en esos momentos la ley de la impermanencia y honremos dicha ley, aceptando que la vida es incierta y cambiante, aceptando la vida tal como es. Y repitámonos el mantra «Esto también pasará.» ¡Ojo! La impermanencia también se debe aplicar a las etapas y momentos de felicidad, es decir, lo bueno también pasará tarde o temprano, por lo que repetirse el mantra también en las etapas exitosas y felices nos aportará más sabiduría y serenidad para disfrutar sin caer en la euforia excesiva o en un delirio de ceguera. Ya sabes, cuanto más alto subas, más dura será la caída.
  4. Incorpora la meditación mindfulness. Si existe una disciplina que nos puede ayudar enormemente a gestionar la incertidumbre es la meditación mindfulness, ya que se trata de un entrenamiento mental para ser capaces de estar más tiempo en el momento presente, en el aquí y ahora, con aceptación y sin juzgar. Al focalizarnos más en el presente, dejamos de ser una marioneta de nuestra mente divagadora, constantemente pensando en el futuro o rumiando el pasado con sus pensamientos. Además, la mayoría de los pensamientos de futuro son negativos, generadores de preocupación, miedo y ansiedad («¿Y si…?»). Y en cuanto a los pensamientos de pasado, también suelen ser negativos, relacionados con errores o malas experiencias que no acabamos de digerir y seguimos rumiando como las vacas («¿Por qué…?»). Estudios de la Neurociencia han demostrado que la práctica del Mindfulness reduce la red neuronal por defecto del cerebro, que tiene que ver con la tendencia a divagar y a estar perdidos en nuestros pensamientos agobiantes de futuro y pasado, y al mismo tiempo aumenta la red neuronal experimentadora, que tiene que ver con experimentar el presente, nuestras sensaciones corporales y los 5 sentidos. Es decir, que pasamos mucho menos tiempo estresados con nuestros pensamientos y mucho más tiempo viviendo el presente, sin esa contaminación mental.

En definitiva, la incertidumbre forma parte de nuestra vida y el mundo en el que vivimos, no depende de nosotros, así que más vale aceptarla como parte de lo que significa vivir. Sin embargo, hay estrategias y disciplinas con las que podemos minimizar y manejar eficazmente el estrés y el miedo que nos ocasiona la incertidumbre. La clave es focalizarse en lo que podemos controlar, tomar decisiones, practicar la meditación mindfulness todos los días, tener siempre un plan B e incluso un plan C, y a partir de ahí, confiar en que las cosas siempre pasarán, y finalmente todo irá bien.

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.


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Los niveles de conciencia y la felicidad

El ser humano lleva buscando la felicidad desde hace miles de años, después de haber logrado cubrir sus necesidades básicas fundamentales. Y a estas alturas de su historia, aún no nos ponemos de acuerdo en cómo alcanzar la deseada e idealizada felicidad. No faltan gurús que dicen tener el secreto de dicha felicidad duradera lanzándonos recetas pobres, superficiales y muchas veces tremendamente cursis. «El secreto de la felicidad es aprender a amar» dice uno de esos gurús. «La clave es ser agradecidos y dar las gracias por la vida, que es maravillosa» nos dice otro gurú. Esto está muy bien, pero ¿Eso es todo? Estos seudogurús dan consejos como si la vida no tuviera la otra cara oscura, que es al menos igual de importante y por la que justificadamente podríamos también decir que la vida es una tortura o una lucha llena de sufrimiento. Seudogurús hay muchos en las redes sociales, incluyendo colegas de mi profesión de coaching o algunos profesores de mindfulness.

Desde luego, siempre hay aportaciones interesantes y que aportan claridad por parte de grandes maestros espirituales, así como de algunos reconocidos psicólogos. Pero siempre estas personas, que realmente nos ofrecen luz sobre cómo ser más felices y sentirnos mejor con nuestras vidas, hablan de manera realista, aterrizada, humilde, y contemplando las dos caras de la vida: la maravillosa y la horrorosa. No hablar de la segunda como si no existiera genera una gigantesca frustración y ansiedad en millones de personas porque creen que sólo los gurús y personas especiales son capaces de ser felices, y sin embargo ellos son torpes y miserables que sufren cada día sin saber qué hacer con su vida.

En mi experiencia, sin lugar a dudas, me ha ayudado definitivamente la perspectiva de estos maestros que hablan claro, sin florituras ni adornando las cosas ni vendiendo una especie de receta mágica. Y todos ellos se focalizan en un aspecto clave, que es elevar nuestro nivel de conciencia. Porque cuanto más elevado sea nuestro nivel de conciencia sobre uno mismo, sobre la vida y sobre nuestras relaciones, no cabe duda que seremos más felices. Con la reserva de que la felicidad no es un estado permanente, sino un estado al que se va y se viene, igual que el dolor y el sufrimiento.

¿Y qué es el nivel de conciencia? Para explicarlo de manera sencilla, funcionar en piloto automático es justo lo contrario de vivir con consciencia nuestra vida. Y vivir en automático es una auténtica pandemia. La gente vive corriendo, como pollos sin cabeza, sin ser consciente de todo lo que sucede a su alrededor, y mucho menos de lo que sucede en su interior (sus emociones, pensamientos, creencias, valores, juicios, sesgos). Cuando vivimos con tal nivel de inconsciencia, lo normal es que vivamos estresados, ansiosos, ignorantes, enfadados, deprimidos y eso sí, haciendo cosas todo el día sin pararnos a reflexionar o a simplemente descansar y «no hacer» nada.

Precisamente cuando dejamos de hacer cosas sin parar y nos permitimos «no hacer» empezamos a darnos cuenta de muchas cosas. Pero claro, algunas de esas cosas no queremos verlas, nos asustan, nos deprimen, y por tanto inventamos un montón de estrategias para huir de nuestros problemas y preocupaciones. Estas estrategias no hacen más que empeorar nuestro estado emocional, ya que huir y escapar de nuestros problemas y miedos es igual que escapar de nosotros mismos. Es el equivalente a la inconsciencia, a vivir con un nivel nulo o bajísimo de consciencia. Este es el motivo por el que, básicamente, sufrimos.

¿Y cómo subimos en la escala de los niveles de conciencia? Hay reconocidos maestros espirituales como el Dr. David R. Hawkins, autor de libros de referencia como «Dejar ir», que han creado su propia escala de niveles de conciencia, detallando qué actitudes y conductas están relacionadas con cada nivel de conciencia. Pero más allá de modelos o escalas, para mí la clave es saber que el secreto para vivir una vida plena y razonablemente feliz es elevar nuestro nivel de conciencia. Y desde luego, hay disciplinas y estrategias probadas para ayudarnos a este objetivo. Así transformamos el objetivo clásico de la humanidad desde hace miles de años de alcanzar la felicidad por un objetivo mucho más alcanzable y concreto como es el de ir aumentando progresivamente nuestro nivel de conciencia.

Las disciplinas probadas que mencionaba, y que yo mismo he experimentado durante los últimos 17 años de mi vida, son la meditación y el coaching. Cuando hablo de meditación, incluyo distintas variantes como la meditación zen, el mindfulness o la vipassana, que en el fondo son casi lo mismo. Y respecto al coaching, hay diversas formas de lograr aumentar nuestro nivel de conciencia: una es formarse como coach con un programa largo y profundo, y la otra forma es contratar a un coach para realizar un proceso de coaching. Tanto el coaching como la meditación tienen un pilar básico fundamental: generar y elevar conciencia. Y esto significa que gracias a practicar con regularidad (y guiados por los maestros o expertos de confianza, no los seudogurús que proliferan tanto en las redes) vamos a ir saliendo del piloto automático, comenzaremos a cuestionarnos por qué y para qué hacemos las cosas. Y también iremos despertando y descubriendo quienes somos realmente, más allá de etiquetas, roles, creencias e ideas preconcebidas generadas por la cantidad de programas mentales que nos han introducido desde la infancia.

Elevar el nivel de conciencia implica despertar a una visión nueva de la vida. Implica dejar de hacernos las víctimas en nuestra vida, hacernos responsables de nuestros errores y malas decisiones, reconocer nuestros puntos débiles y no culpar a nadie de lo que nos sucede en la vida. También implica ir descubriendo enormes tesoros, como la increíble sabiduría que habita en cada uno de nosotros, el enorme potencial que tenemos como seres humanos, algo que ni podíamos imaginar cuando estábamos inmersos en el piloto automático, quejándonos de todo, haciéndonos la víctima, manipulando, mintiendo y haciendo cosas sólo para gustar y ser aceptados socialmente. Y aquí empezamos a salir de nuestro mundo egocéntrico y de nuestra ignorancia y arrogancia, y empezamos a descubrir una realidad paralela, sólo disponible para aquellas personas privilegiadas que han descubierto estas disciplinas y las han practicado con regularidad (meditación, coaching), y que gracias a ello acceden a esa nueva dimensión donde comprenden en profundidad la vida, y en consecuencia, honran determinadas leyes fundamentales de la existencia. Estas personas han despertado de la anestesia mental y emocional masiva.

Desgraciadamente, la mayoría de las personas del planeta viven en una nube de ignorancia e inconsciencia que es la causa principal del sufrimiento y la infelicidad. La buena noticia es que cada vez más personas conocen y se abren a las disciplinas mencionadas. Tanto el coaching como la meditación han cambiado mi vida por completo, y también han transformado el concepto de mí mismo y de mi identidad como ser humano. Pero claro, esto no es un destino sino un camino de aprendizaje para toda la vida. Es decir, se trata de ir trabajando en nuestro autoconocimiento y nivel de conciencia de manera continua hasta el final de nuestra existencia. Y cuanto más alto sea nuestro nivel de conciencia, más felices seremos y más disfrutaremos del regalo de la vida tal y como es, abrazando tanto la parte luminosa como la parte oscura, que existe y es real. No neguemos la parte oscura de la vida y entonces tendremos toda la luz, aunque suene paradójico.

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JAVIER CARRIL. Conferenciante, Coach y autor de 5 libros.


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